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Roberta Jacobson, en un momento de la reunión.
Con la Cumbre de las Américas de la próxima semana, en la que los
presidentes Barack Obama y Raúl Castro se sentarán por primera vez en la
misma mesa, a la vuelta de la esquina, la expectativa de un gran
anuncio en el proceso de normalización de relaciones entre Estados
Unidos y Cuba, iniciado en diciembre, aumenta.
Reapertura de embajadas o la salida de Cuba de la lista de Estados
patrocinadores del terrorismo son gestos posibles que se esperan con
impaciencia a ambos lados del Estrecho. Y no solamente porque supondrán
un gran gesto político tras medio siglo de antagonismo.
Estos pasos —para los que sigue sin haber una fecha oficial— también
ayudarán a despejar dudas —y numerosos obstáculos legales— en medio de
un creciente interés en hacer negocios en una isla aún plagada de
sanciones de Washington debido al embargo comercial todavía vigente.
Que ese interés existe lo demostró la presencia de 240 empresarios
norteamericanos este miércoles en la sede del Nasdaq en Nueva York en
una conferencia que ocupó toda la jornada para debatir las
“oportunidades” de negocio que ofrece el cambio de política hacia la
isla.
Pero aunque el proceso va en el buen camino, éste será “largo” y
complicado, reconocieron este miércoles altos funcionarios
estadounidenses en la cumbre Oportunidades en Cuba, organizada por la facultad de negocios Wharton de la Universidad de Pennsylvania junto con la Americas Society.
“El restablecimiento de relaciones diplomáticas no es más que una
parte muy pequeña de una normalización que va a durar años, no es más
que el primer paso de un camino mucho más largo”, dijo la secretaria de
Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson.
Uno de los principales obstáculos en este proceso es superar la “gran
desconfianza” generada por más de medio siglo de tensiones políticas,
recordó. Pese a ello, se han hecho ya “grandes avances”, subrayó al
recordar las numerosas medidas de flexibilización de restricciones
comerciales y de viajes, así como el diálogo bilateral iniciado en
numerosas áreas, desde las telecomunicaciones al tráfico humano o la aviación civil.
Buena parte de lo que suceda a partir de ahora dependerá también de
la respuesta que dé Cuba, acotó el subsecretario de Comercio, Stefan
Selig, para quien la isla tiene que decidir de una vez por qué modelo
apuesta. “Cuba tiene una oportunidad histórica de elegir un camino donde
ya no sea la excepción y donde en unos años podría convertirse en un
modelo para sus vecinos” aseveró el responsable de Comercio
Internacional del Gobierno de Obama. Y no hace falta que el modelo sea
el estadounidense, puntualizó.
“Cuba no tiene que mirar 90 millas al norte para ver cómo podría ser
su futuro democrático, estable y próspero, puede limitarse a mirar a su
alrededor más inmediato”, subrayó, y apuntó a países como México,
Colombia o Chile. Jacobson y Selig, al igual que la directora de la
Oficina de la Pequeña Empresa de la Casa Blanca, María Contreras-Sweet,
subrayaron la disposición de EE UU de acompañar a Cuba en este cambio.
“Sí, queremos que Cuba elija el camino del libre comercio y mercados
libres”, señaló Selig. Todo ello, con un objetivo concreto: “Ese es el
camino cuyo destino es una Cuba democrática, estable y próspera, es un
destino que significa mejorar la vida de los cubanos, ampliar las
libetades políticas y el potencial de asumir un papel de liderazgo en la
escena mundial en unos años”.
Crece el apoyo cubano al diálogo
S. A., Nueva York
Han bastado tres meses para que la comunidad cubanoamericana, la más
directamente afectada en Estados Unidos por la normalización de
relaciones con Cuba anunciada en diciembre por el presidente Barack
Obama, empiece a cambiar su percepción sobre la política norteamericana
hacia la isla.
Según una nueva encuesta de la empresa con sede en Miami Bendixen
& Amandi, una “ligera” mayoría —el 51 % de los casi dos millones de
cubanoamericanos— se mostró a favor de la normalización de relaciones.
Cuando la encuestadora hizo la misma pregunta después del anuncio del 17
de diciembre, esa respuesta solo la dio el 44 % de los consultados.
Aunque el cambio no es radical, sí apunta a una tendencia prometedora
para los que han apostado por el cambio político, señala Fernando
Amandi. Pese a que no es una mayoría “abrumadora”, el incremento indica
que “la comunidad que ha sido más afectada y más interesada en el tema
le ha dado el visto bueno a esta nueva política”, dijo a este periódico.
Algo importante, recordó, en vista del “papel relevante que siempre ha
jugado la comunidad cubanoamericana en lo que es determinar la política
de EE UU hacia Cuba”.