Los revolucionarios y la Guerra de Malvinas
A 33 años de la guerra, reproducimos una entrevista a Christian Castillo y Carlos “Titín” Moreira (militante en los '70 y dirigente del PTS) publicada originalmente en el periódico La Verdad Obrera. A su vez recomendamos la lectura de la nota “Una agresión del imperialismo británico”, sobre la última amenaza de mayor militarización de las islas ante la probabilidad de una invasión argentina.
A 33 años de la guerra, reproducimos esta entrevista publicada en La Verdad Obrera N° 469, así como recomendamos la nota “Una agresión del imperialismo británico”, sobre la última amenaza de mayor militarización de las islas ante la probabilidad de una invasión argentina.
¿Qué debates políticos se abrieron a 30 años de Malvinas?
Ch.C.: El gobierno intentó apropiarse del reclamo de soberanía de las Islas Malvinas con un discurso contra el colonialismo británico. Pero más que hechos son sólo palabras, porque el kirchnerismo no está dispuesto a tomar ninguna medida antiimperialista contra los intereses británicos. Todo se limitó a continuar con un reclamo en la ONU, y el acompañamiento de ese reclamo por parte de los países latinoamericanos. ¿El objetivo? Asociarse a los ingleses, a los habitantes de las islas y a las multinacionales en la explotación de los recursos petroleros y pesqueros, cuestión que ya venían haciendo anteriormente.
Frente a la retórica nacionalista del kirchnerismo, ha surgido, un sector de intelectuales que levanta una política pro-colonialismo británico. Basándose en el hecho cierto que la dictadura ocupó las islas para tratar de cubrir el descontento en el frente interno y que el régimen se estaba derrumbando producto de la resistencia obrera y popular, estos intelectuales plantean una política que dice que no hay que hacer ningún reclamo anti-colonial, argumentando que son los habitantes de Malvinas quienes tienen que resolver sobre el destino de las islas, cuando los kelpers son producto de una política de colonización, han sido trasplantados de Gran Bretaña a las Islas para mostrar el dominio imperial sobre el territorio. Nosotros no le damos ningún derecho a los kelpers a autodeterminarse. No corresponde pues Malvinas es un enclave colonial, distinto del caso de los vascos respecto de España o de los irlandeses respecto de Gran Bretaña. En su última declaración estos intelectuales dicen que “Argentina tiene que tener una política abierta al mundo”, es decir, palabras usadas abiertamente por los liberales, que tienen una política pro-imperialista. Graciela Fernández Meijide, Jorge Lanata, están entre los firmantes de esa declaración.
Esto muestra el quiebre del Grupo Plataforma 2012, donde coexistían algunos de los firmantes de esta línea cipaya en Malvinas, y otros que reivindican lo opuesto, una línea que podríamos llamar nacionalista burguesa o sin delimitación del nacionalismo burgués. Por ejemplo, los intelectuales afines al PCR, que son firmantes de Plataforma crean la ilusión de que puede haber una segunda independencia de manos de la burguesía nacional. La lucha contra el colonialismo está más ligada a una toma de partido más anti-imperialista general. Sólo la clase trabajadora, y no los partidos de la burguesía, y menos que menos un gobierno militar, pueden llevar adelante triunfalmente la lucha contra el imperialismo británico.
El acto que participamos junto a los compañeros del PO este 2 de abril, frente a la Embajada Británica, fue un acto de denuncia contra el colonialismo británico en Malvinas, como parte de la dominación imperialista en el país y para plantear frente al debate abierto una posición anti-imperialista, obrera y socialista. Con una delimitación clara respecto de estos intelectuales claudicantes a la política del imperialismo, y también de denuncia al gobierno que quiere tomar la causa de Malvinas para una política de unidad nacional, donde todos apoyemos su estrategia de hacer discursos para seguir negociando con el imperialismo.
Este gobierno que habla de la soberanía nacional es el que ha entregado a las multinacionales mineras los recursos estratégicos; que ahora habla de defender el petróleo cuando ha sido responsable del saqueo que la Repsol ha emprendido sobre nuestros recursos petroleros y gasíferos; mientras mantienen los puertos en manos de las grandes empresas privadas exportadoras.
¿Cuál fue el marco político y económico en que se dio la guerra de Malvinas?
T.M.: Después de seis años la dictadura estaba muy desgastada. Los trabajadores se opusieron desde el principio a la dictadura, pero tras la quiebra de una serie de bancos, la crisis económica, la devaluación del dólar y el fin de la plata dulce, las clases medias pasaron a la oposición. Los militares buscaban un respiro para oxigenarse y fortalecerse, entonces lanzaron una aventura militar de desembarcar en Malvinas sin ningún objetivo serio de enfrentar al imperialismo inglés, simplemente como una maniobra distraccionista sin ningún tipo de preparación.
El punto más alto de la resistencia a la dictadura fue el paro general con movilización convocado por la CGT el 30 de marzo de 1982. Los militares reprimieron brutalmente, hubo enfrentamientos abiertos con la policía, gases lacrimógenos, barricadas y casi mil detenidos.
Y dos días después se produjo el desembarco en Malvinas.
Es falso que las masas movilizadas apoyaran a Galtieri cuando este se propuso reivindicar su gobierno, lo chiflaron y repudiaron. Es un error grave confundir la justeza de un reclamo nacional con el apoyo a un dictador.
Las islas son argentinas, son parte integral de nuestro territorio. Fueron usurpadas por los ingleses en 1833. El colonialismo fue una de las características fundamentales de las potencias imperiales como Inglaterra y Francia por ejemplo. Malvinas es más que eso. Es lo que se llama enclave colonial, o sea un territorio usurpado donde se implantó población foránea.
Sin duda, la aventura de los militares es repudiable pero el reclamo de Malvinas es justo. Y cuando la guerra se lanzó no había alternativa. O se tomaba partido por Argentina o se tomaba partido por el imperialismo inglés. No había tercera posición.
Los trotskistas del PTS no tenemos ninguna duda, desatada la guerra estábamos en el campo militar de la nación oprimida contra la nación opresora.
Hay una desigualdad entre los países imperialistas y las colonias o países semicoloniales como el nuestro, y desde ese punto de vista seguimos la tradición de los revolucionarios desde Marx. Estamos con los países dominados cuando enfrentan al imperialismo dominante, sean cuales sean los motivos que provocaron esa guerra. Un caso similar fue la guerra de Irak. En 1991 Saddam Hussein invadió Kuwait, un estado fantoche de las petromonarquías arrebatado a Irak. Entonces un enorme conglomerado de fuerzas internacionales bajo la dirección del imperialismo norteamericano lanzó la guerra contra Irak. Sadam Hussein cometió crímenes contra los kurdos y los shiitas de igual magnitud que los que había cometido la dictadura argentina. Al igual que Galtieri, Hussein fue un aliado de EE.UU. que lanzó una guerra fratricida contra Irán con cientos de miles de muertos. Sin embargo, las fuerzas progresistas del mundo apoyaron a Irak contra ese poderoso ejército combinado de yanquis, ingleses y franceses, aplastando al pueblo iraquí. Eso no significaba darle un apoyo político a Hussein, aunque algunos se lo dieron. Los revolucionarios no tuvimos duda en estar en el campo militar de Irak. Separar este aspecto es el primer elemento que divide aguas.
¿Se podía derrotar al imperialismo inglés en la guerra de Malvinas?
Ch.C.: Sí, se podía. Pero fue tal el carácter de aventura que los militares sólo tenían seis misiles antes de empezar la guerra. Los militares gastaban fortunas en armamento militar, por ejemplo, se estaban construyendo seis corbetas misilísticas, en el Astilleros Río Santiago. Argentina tenía la fragata Santísima Trinidad, que es una copia de la Shefield que le hundimos a los piratas pero este buque misilístico no entró en combate por decisión de la Armada.
Fue completamente irracional que los aviones saliesen desde el territorio continental, lo cual condicionaba el tiempo de combate a diferencia de si hubieran salido de las islas, por no haber acondicionado el aeropuerto en un mes que tuvieron. Eso lo dicen los mismos oficiales de las tropas inglesas.
La guerra no estuvo preparada porque el objetivo de la dictadura nunca fue la recuperación de las islas. Los militares ocuparon Malvinas como parte de una maniobra para negociar una soberanía tripartita. La dictadura argentina que había colaborado con los entrenamientos en la Escuela de las Américas y apoyado a los “contras” nicaragüenses, suponían que EE.UU. iba a ser neutral. No tuvieron en cuenta que hay un acuerdo estratégico entre los imperios dominantes que supone que si Inglaterra se encuentra jaqueada, EE.UU. va a salir a apoyarla. En caso de guerra, EE.UU. no iba a defender a una semicolonia como la Argentina.
Para ganar la guerra había que superar a esa dirección cobarde de Galtieri y compañía. Como ha sucedido tantas veces cuando gobiernos de este tipo tienen enfrentamientos parciales con los gobiernos imperialistas, su objetivo no es la derrota del imperialismo, y por su propio carácter de clase no toman las medidas necesarias para llevar el enfrentamiento hasta el final. Había que hacer la guerra en todos los terrenos. Y pegarle donde más les duele. Había que expropiar todas las empresas y estancias inglesas, confiscar el Lloyds Bank y demás bancos británicos, y dejar de pagar la deuda externa.
No se armó al pueblo, ni se aprovechó la fuerte movilización antiimperialista que la causa Malvinas generó en América Latina, siguiendo la tradición de Cuba en el 59 o Nicaragua en el 79. Los militares rechazaron el apoyo militar de algunos países como Cuba y Perú, que incluso ofrecieron aviones y armamento.
Hacer la guerra en todos los terrenos no lo podía hacer ni el gobierno de Galtieri, ni un gobierno burgués. Solamente puede llevar hasta el final esa guerra contra el imperialismo un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Y había que pelear en medio de esa guerra por barrer a esa conducción del conflicto militar, única posibilidad de triunfar.
¿Qué consecuencias trajo el triunfo de los ingleses en Malvinas para los pueblos del mundo?
T.M.: Para 1982 el gobierno de Margaret Thatcher atravesaba una crisis económica y social muy importante, con un desempleo creciente. Se temía incluso que debiera llamar a elecciones anticipadas. Pero la “dama de hierro” logró mantenerse, con el apoyo del Laborismo que avaló el lanzamiento de la guerra. Entonces decide hundir al Belgrano, un viejo crucero que se encontraba fuera del área de exclusión, y con ese crimen de guerra Thatcher era conciente que no había vuelta atrás. Para la dictadura ya es imposible retroceder y negociar. Entre la presión popular, movilizada en las calles, y el hundimiento del Belgrano, la guerra es un hecho.
Margaret Thatcher junto a Ronald Reagan, representaba la cara más visible del neoliberalismo. Su fortalecimiento luego del triunfo en Malvinas, fue enormemente trágico para los pueblos del mundo. El de Thatcher fue uno de los gobiernos más retrógrados de la historia reciente. En 1984/85 logra derrotar la huelga minera asestándole un durísimo golpe a una de las columnas centrales del proletariado británico, y avanzar luego en la privatización del sector. En EE.UU. Ronald Reagan, en 1981, ya había derrotado a los controladores aéreos, una huelga durísima, donde se quiebra la resistencia de los sindicatos.
Con la guerra de Malvinas comienza la verdadera etapa “neoliberal”, de restauración capitalista en los viejos Estados obreros y la aplicación de políticas neoliberales en el conjunto del mundo.
En nuestro país significó que tras la caída de la dictadura, el régimen que surgió, con Alfonsín primero y luego con Menem, fue un régimen proimperialista hasta los tuétanos. Por ejemplo, Argentina desarmó el plan de desarrollo atómico y de cohetería espacial y se profundizó la entrega con el petróleo, los teléfonos, los ferrocarriles, el agua, aerolíneas, la electricidad, el correo. Con el triunfo del imperialismo inglés, la política neoliberal penetró fácilmente en Argentina porque se impuso la idea, desde los gobiernos peronista y radical, de que era imposible enfrentar al imperialismo.
¿Quieren agregar algo más?
T.M.: Es de destacar el papel del “socialista” François Mitterrand en el apoyo a Thatcher. Justamente llega al gobierno francés en 1982 y fue uno de los primeros en saludar la guerra de Margaret Thatcher, además de votar todas las resoluciones favorables a Inglaterra. Francia había provisto a la Argentina a la dictadura argentina de aviones Super Etendar y de misiles Exocet. Pero cuando estalla la guerra, el gobierno de François Mitterrand frena la entrega de armas ya compradas, además de que le da a los británicos unas claves con las que estos podían defenderse mejor del ataque argentino. Margaret Thatcher en sus “Memorias” recuerda que el presidente francés “fue uno de nuestros amigos más incondicionales (…) Jamás olvidé nuestra deuda en relación con su apoyo personal a lo largo de la crisis de las Malvinas”. Claramente, Francia fue parte de la avanzada imperialista sobre nuestro país. Antes había sido un gran apoyo para la dictadura argentina, proveyendo el método de desaparición forzada de personas que ellos habían usado en Argelia. En el libro “Los escuadrones de la muerte” se da cuenta detalladamente de este rol. En Argentina había una oficina donde los generales franceses instruían a los militares argentinos en la técnica de secuestrar, torturar y hasta tirar a los desaparecidos al mar.
Ch.C.: Volviendo a la actualidad, quería agregar que a partir de la desclasificación del informe Rattenbach, Cristina nos quiere convencer de que hay que reivindicar a un sector de la oficialidad, los más jóvenes. Esa es una maniobra para lavarle la cara al conjunto de las FF.AA. Nosotros decimos que todos tienen responsabilidad en el genocidio y fueron también cobardes en las Islas, como Astiz que se entregó sin tirar un tiro. Pero la complicidad de la oficialidad con los que estaqueaban soldados y confiscaban la comida y los chocolates que juntaba el pueblo argentino fue general. Ni uno solo se sublevó ante semejante afrenta. Ninguno de ellos, que comandaban tropas, intentó destituir a Luciano Benjamin Menéndez, un inepto total en la conducción militar.
Nosotros reivindicamos a los soldados, los trabajadores y los jóvenes que fueron a combatir, que pelearon con una gran dignidad, en las peores condiciones, y con una pésima conducción. Nuestro principal homenaje es a los 649 soldados que cayeron en Malvinas y a los soldados ex combatientes que luego fueron ocultados, maltratados y dejados de lado por aquellos mismos que los mandaron a la guerra y por los gobiernos que los sucedieron. Porque lo mas triste es que 30 años después son mas los muertos por suicidio que los que dejaron su vidas defendiendo las islas.