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General: A Vilma le interesaba lo grande y lo pequeño
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 07/04/2015 21:23

A Vilma le interesaba lo grande y lo pequeño

El 7 de abril de 1930 nació en Santiago de Cuba Vilma Espín Guillois, heroína de la lucha clandestina, combatiente del Ejército Rebelde y defensora de los derechos de la mujer. En su 85 cumpleaños, Granma conversó con Asela de los Santos, entrañable amiga y compañera de luchas

Autor: | karina@granma.cu

6 de abril de 2015 23:04:29

Vilma trabajó por la protección de los niños y los derechos de la mujer. Foto: Archivo

Asela habla de Vilma en presente, como si hubiese sido apenas esta mañana que la hubiera conocido y no en 1948, en aquella recién nacida Universidad de Oriente. Por entonces am­bas eran estudiantes y estaban imbuidas del espíritu de lucha que llevó al surgimiento de la segunda universidad del país.

Eran pocos alumnos, de cinco carreras, entre las que se encontraban la de Ingeniería Química, que cursaba Vilma, y la de Pedagogía, a la que asistía Asela. Precisamente las condiciones en las que surgió la casa de altos estudios y la selección que se hizo de los profesores —muchos con pensamiento de izquierda—, determinó que confluyeran allí un “grupo de jóvenes muy descreídos de la politiquería de la época, pero hasta cierto punto no muy conscientes de lo que sucedía en realidad en el país”. Al igual que diría Fidel, para Asela la universidad fue el lugar donde se convirtieron en revolucionarios.

“Nos hicimos muy amigas porque pensábamos igual en muchas cosas. Pensábamos que las personas valían por sus valores, no por la posición económica y social que tuvieran. A ella no le gustaban las banalidades, las mentiras. Por eso yo creo que después fue tan revolucionaria, porque reunía en ella muchas cualidades.

“Eso nos unió mucho. Íbamos al cine, salíamos de compras. La posición social de ella le permitía ir a los clubes más selectos, pero ella nunca iba a esas actividades. Le gustaba estudiar; era muy estudiosa. Co­gió la carrera de ingeniería porque en el programa había una gran carga de Matemática; disfrutaba resolver problemas.

“Tenía una voz espléndida; era solista de la coral universitaria. Pero le gustaba también el deporte: era la jefa del grupo de voleibolistas de la universidad. Ella se convirtió en un ejem­plo, en un modelo para sus compañeros.

“Alegre, le gustaba el ballet, y al mismo tiempo el carnaval. Humana, sincera, así fue hasta el final”.


LA GOTA QUE COLMÓ LA COPA

“El 10 de marzo (de 1952) para el pueblo fue sorprendente. Ochenta días antes de las elecciones Batista usurpa el poder que probablemente habría ganado la Ortodoxia. El pueblo estaba conmocionado, pero no había quien lo condujera en el enfrentamiento.

“Vilma cuenta que ella estaba en clase y el profesor que estaba en el aula, al conocer la noticia, dijo que si eso era así, había que alzarse”. En el libro Contra todo obstáculo, ella califica el golpe de Estado como la gota que colmó la copa y que posiblemente le creó de verdad un espíritu de rebeldía[I].

Asela de los Santos, Fundadora de la FMC junto a Vilma Espín. Foto: Anabel Díaz

Asela nos lee además fragmentos de una entrevista inédita que le hiciera y en la cual Vilma cuenta que ella y su hermana Nilsa conversaron con sus padres y les dijeron que ellos las habían educado en un ambiente de sinceridad y principios; por tanto, “que no se fijaran a qué hora entraban o salían de la casa, pero que ellas se iban a dedicar a luchar contra aquello.

“Los padres de Vilma fueron excepcionales. En realidad era una familia excepcional. El padre José Espín, era accionista de la Bacardí, pero salía de su casa a pie a trabajar y todo el mundo lo conocía y lo quería. Respetaba mucho a sus hijos, el carácter de cada uno de ellos; muy cariñoso y simpático. La madre, Margarita Guillois, era una mujer muy dulce, muy amorosa. La educación que les dieron fue decisiva en la formación de todos los miembros de la familia.

“En general eran personas muy seguras, ecuánimes, con mucho respeto por los demás. Quizá por eso la casa se fue convirtiendo en un centro de conspiración. Probablemente el viejo Espín sintiera miedo en algún momento, por ella, por el resto de sus hijos, pero nunca protestó. Había una gran cariño entre ellos, respeto y hasta admiración”.

Pero si el 10 de marzo fue el momento que hizo despertar la conciencia, el asalto al Cuartel Moncada, en la ciudad donde vi­vían ambas jóvenes, marcó el inicio de una etapa intensa de lucha que culminaría con el triunfo de las ideas que defendían.

“El 26 de julio fue una carnicería. Solo cinco jóvenes murieron en combate y 56 fueron asesinados. Durante ese día se escuchaba permanentemente el tableteo de las ametralladoras.

“Ese día yo fui para la casa de Vilma. Al principio circulaban informaciones confusas, pero poco a poco comenzó a filtrarse que eran jóvenes de La Habana, dirigidos por el Doctor en De­recho Fidel Castro; se sabía poco de quién era Fidel Castro en Santiago, al menos nosotros no lo sabíamos.

“El 27 nos fuimos para la universidad y de ahí decidimos ir al cuartel. Era lo menos que podíamos hacer frente a tanto crimen: desafiarlo. Entramos por otra posta. Cuando nos preguntaron qué queríamos, les dijimos que queríamos ver a los heridos, pero el guardia no sabía a qué heridos y siguió preguntando para especificar; entonces Vilma le dijo que a los héroes que habían asesinado… El hombre se sorprendió tanto que fue a buscar a un oficial y nosotras salimos de ahí inmediatamente.

“Desde ese día se multiplicó nuestro accionar en la universidad. Tiramos volantes, algunos con versos de Heredia que hablaban de romper las cadenas del tirano…, movilizaciones por fechas históricas. Fue en esas acciones como estudiantes que conocimos a Frank (País). Él tuvo la claridad de entender que a Batista no se le tumbaba con manifestaciones, sino que había que prepararse con las armas.

“Vilma estuvo desde el inicio en la directiva del movimiento creado por Frank, Acción Revolucionaria de Oriente (ARO). Y cuando él tuvo también la claridad de identificar a Fidel como jefe y puso a disposición de este y del Movimiento 26 de Julio su organización y su talento, ella también lo siguió.

“Frank le encargó a ella la confección de los botiquines, la búsqueda de los médicos, casas para esconder a los compañeros, de recursos, de donaciones, el movimiento de armas; todo con vistas al alzamiento del 30 de noviembre.

“Ella no escatimó nada, aun a riesgo de su vida. Actuaba de forma inteligente, serena, reflexiva, pero con gran valentía y asumía cada vez más responsabilidades.

“Cuando se produce el alzamiento, la dirección se acuarteló en Punta Gorda. Ella se quedó en su casa —y yo la acompañé—, para recibir una grabación de Haydée (Santamaría) arengando al pueblo para que se incorporara. La tarea era entregársela a un compañero de la emisora CMKW que debía recogerla en la casa de ella y radiarla a las 7 de la mañana, pero que al final no lo hizo.

“Luego de estas acciones sobrevino un tiempo de incertidumbre, pues como se conoce el desembarco se produjo el día 2 de diciembre, vinieron los sucesos de Alegría de Pío… Cuando la dictadura comenzó a decir que habían matado a Fidel, ni Frank ni Vilma lo creyeron”.

La confirmación de que Fidel y los expedicionarios estaban vivos, movilizó a todos en función del apoyo a la Sierra Maestra, mucho más después de la reunión nacional del Movimiento, el 17 de febrero de 1957. “De ese encuentro una de las cuestiones más importantes fue el envío de un refuerzo de 50 hombres bien armados, algo que ya en marzo se había cumplido. Una buena parte de ellos los movió Vilma hasta el punto en el que debían reunirse con Celia en el Marabuzal, y después emprender el ascenso”.

Trabajó incansablemente en el aprovisionamiento de ar­mas, municiones, medicinas, avituallamientos, alimentos, ny­lons, que eran muy importantes para protegerse de la lluvia. Cada misión la cumplió con diligencia y precisión, lo cual le valió que poco antes de ser asesinado y para poder concentrarse en otras tareas, Frank la designara para coordinar el trabajo del Movimiento en Oriente.

Déborah, uno de los nombres que usara en la clandestinidad, llegó a convertirse en una de las personas más buscadas por la tiranía de Batista, razón por la cual en julio de 1958, para preservar su vida, le ordenan incorporarse al II Frente Oriental, comandado por Raúl Castro.

“Allí se desempeñó como coordinadora para todos los abastecimientos del II y III Frentes. Los que venían desde el exterior también eran coordinados por ella”.

Jose Ramón Fernández, Raúl Castro, Vilma Espín y Asela de los Santos.


UNA NUEVA ETAPA DE LUCHA
El triunfo de la Revolución trajo nuevos retos. Las organizaciones femeninas que existían en la época veían en Vilma a la persona que podría lograr la unidad y Fidel le dio esa tarea.

“En realidad ella no había sufrido los prejuicios que existían contra la mujer y las limitaciones de derechos de la época. Yo tampoco. Nuestras familias nos educaron de un modo diferente: respaldando nuestras decisiones, respetándolas. En el proceso de integración de las organizaciones femeninas fue que ella comenzó a entender en toda su magnitud el fenómeno, la necesidad de la emancipación y el papel que desempeñaba la mujer en la Revolución.

“Si la mujer no participa en la lucha clandestina no se hubiera podido conseguir el triunfo tan rápidamente. Ser un hombre joven en aquella época era casi un delito, a todas horas les preguntaban ‘para dónde van’, ‘qué hacen aquí’. Mataron a mu­chos. A las mujeres las respetaban un poco más. Sin nosotras no se hubiera podido hacer muchas cosas: traslado de armas, documentos...

“Esas mujeres que por patriotismo contribuyeron con sus acciones a derrocar la tiranía, ahora no podían verse igual que antes al interior del hogar. Tenían también mucho que aportar en la nueva etapa.

“La personalidad de Vilma y el apoyo de Fidel fueron determinantes en la lucha por los derechos de la mujer, en ayudar a comprender que la mujer debía ocupar su lugar en la sociedad, dejar atrás el machismo.

“Fue en la lucha por los derechos de la mujer que ella comprendió el papel de la Federación entonces y el que tiene todavía.

“La batalla porque la mujer pudiera desempeñar las mismas labores que los hombres fue dura, y ella la enfrentó y la ganó. También luchó mucho por la protección de los niños, la creación de los círculos infantiles, la licencia de maternidad. Siempre minuciosa, de detalles, y de cosas grandes, porque pa­ra ella no había cosas pequeñas, todo lo que importaba era si afectaba o beneficiaba a la mujer”.

Asela habla de Vilma llena de admiración. Al comenzar el diálogo ya nos había dicho que ella era uno de esos seres especiales e imprescindibles. No solo por la entrega hacia las causas e ideas que defendió hasta el último aliento, sino en todos los ámbitos de su vida.

“Era muy mamá, muy abuela. Sumamente cariñosa, pero no malcriadora. Estimulante con sus hijos y nietos. Adoraba a su esposo. Muy buena educadora, sabía cómo conducir a los niños. Con el mismo respeto que la criaron a ella, educó a sus hijos e influyó en la crianza de los nietos. Siempre encontraba tiempo, encontraba espacio para estar con ellos, para estar atenta sobre todo a sus problemas, intervenir, ayudar. Creó una familia muy armoniosa”.

Nos muestra fotos y cuenta otras anécdotas de la amistad con Frank, de las muchas vivencias compartidas. Asela habla de Vilma en presente, como si al recordar volvieran a ser las inquietas jóvenes universitarias que se hicieron amigas para siempre.

[I] Contra todo obstáculo, P-18. Editorial Verdeolivo, la Habana 2011

 


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