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General: la argentina de hoy alejandro mosquera
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De: alí-babá (Mensaje original) |
Enviado: 18/04/2015 01:05 |
FONDOS BUITRES Y LA DIRIGENCIA POLÍTICA
publicado porLa barraca julio 6, 2014 destacadas, política
Por Alejandro Mosquera FONDOS BUITRES Y LA DIRIGENCIA POLÍTICA
La política argentina ante el conflicto con los fondos buitres y la parcialidad del juez estadounidense Griesa se enfrenta en sus posicionamientos a problemas que no hacen a cuestiones tácticas o meramente electorales. Las declaraciones de algunos dirigentes muestran parte de los problemas que hemos sufrido en las últimas décadas. Por supuesto que se nota en muchos el cálculo electoral, pero ello sería un problema menor aunque poco digno. Las razones más profundas se encuentran en cómo entienden la inserción de Argentina en el mundo del capitalismo globalizado con hegemonía del capital financiero.
Después de los intentos del primer Alfonsín y su primer ministro de economía Bernardo Grinspun para que la Argentina pos dictadura se ensamblara al mundo desde una perspectiva autónoma y con privilegio del mercado interno y el desarrollo de sus fuerzas productivas, aún con los límites que tenía la propuesta y los frentes de batalla incluso de su propio partido, la derrota abrió un largo proceso, con sus más y menos, de adaptación (ahora en democracia) a los límites que imponía el pensamiento dogmático del Consenso de Washington y la hegemonía del capital financiero a las soberanías nacionales. Los gobiernos de Menem y de la Alianza UCR-FREPASO, a pesar de sus diferencias, ambos aceptaron esas coordenadas y por coincidencia ideológica o por culto a una correlación de fuerzas adversas, fueron cómplices o rehenes de las políticas de pago con mayor endeudamiento, manteniendo o profundizando la desregulación de la economía y consolidando la extranjerización y concentración de la riqueza .
En ese contexto la fuerza de la hegemonía ideológica creaba solo dos campos posibles, pagar la deuda externa en las condiciones del sistema, con control del FMI, con ajuste fiscal y achicamiento del gasto público, o repudiar la deuda por ilegal y haber nacido de ilícitos cometidos contra nuestro pueblo. Un campo, con sus matices, era de los razonables, de quienes “congeniaban” la ética de las convicciones con la de la responsabilidad, es decir, olvidar los valores para adaptarse a la dictadura del capital financiero. El otro campo pertenecía a la izquierda, el que se presentaba como impracticable, según el teorema de Baglini, propio de quienes no tienen responsabilidad de gobernar ni siquiera un municipio.
La caída de la Alianza, las movilizaciones del 2001, las rebeliones populares, la crisis de representatividad de la dirigencia tradicional y la asunción del gobierno por Néstor Kirchner, crearon otras condiciones. En primer lugar, para romper esa lógica binaria y poder imaginar un camino de recuperación de autonomía nacional, de recuperación de las decisiones en cuanto a la política económica. Las rebeliones populares, el repudio a las políticas de ajuste y el descrédito de los dirigentes políticos, fue en realidad la fuerza que tuvo el nuevo gobierno para encontrar otro rumbo, de rechazo de las normas y órdenes del FMI. Como ya he sostenido desde estas páginas, Kirchner logró convertir nuestra debilidad como país en su fortaleza, “los muertos no pagan”, para poder negociar sobre la base de una quita importante. El desendeudamiento significó la forma original de recuperar autonomía y de apostar al desarrollo del aparato productivo argentino y de empujar la ampliación del mercado interno como motor de la salida de la crisis.
Sin embargo, las condiciones políticas, sociales y económicas cambiaron. Aquellos dirigentes que llevaron al país a la peor de sus crisis ya no están corridos por las revueltas, han recuperado parte del apoyo de la opinión pública. Ante el fallo del Juez Griesa expresan de distintas maneras que el único camino es someterse a las reglas del capitalismo financiero. Se entusiasman cada vez que el gobierno utiliza la palabra “negociación” porque en aquella lógica significa adaptarse al sistema. Quieren entrever que Cristina “ahora se vuelve razonable”.
Cobos, Macri, Massa con matices respondieron presentándose como confiables al poder permanente, al capital financiero y a los organismos internacionales. Hay que negociar, hay que pagar, fue la respuesta esencial. Solo el temor a que la estrategia gubernamental tuviera éxito hizo moderar expresiones. Incluso trataron de señalar la responsabilidad en la política del gobierno de no negociar con los Fondos Buitres, omitiendo que son éstos los que hacen de la no negociación su estrategia para maximizar ganancias. Optaron por esconder a los verdaderos responsables de adentro y de afuera, y con un sobreactuado respeto a las instituciones judiciales norteamericanas no se atrevieron a decir que el Juzgado de Griesa se transformó en un kiosco de los especuladores.
Es que en gran parte la dirigencia política argentina se formó y fue parte de la clonación de los partidos políticos alrededor del dogma neoliberal. Han sido parte del problema y su visión de cómo nuestro país debe estar en este mundo los hace incapaces de ser parte de la solución.
El gobierno nacional optó por dar la batalla en dos campos, el jurídico legal y el político internacional, buscando apoyos activos frente al fallo de Griesa y el papel de los Fondos Buitres, para todos los países que necesiten reestructurar sus deudas y para los prestamistas que quieren cobrar. Los pronunciamientos del Unasur, del Mercosur, de la OEA, de la ONU, de Rusia, Francia, el FMI, de parlamentarios ingleses, incluso de acreedores reestructurados, demostraron que no hay aislamiento de la Argentina. Inteligentemente se puso el acento en una discusión que atraviesa a todos los países sobre la regulación del capital financiero y sobre el papel del segmento más especulador del mismo. Siendo que Argentina logró una fuerte solidaridad ¿qué significa cuando una parte de esa dirigencia política que analizamos vuelve a sostener que no debemos “aislarnos del mundo”? Sin eufemismo, quiere decir que nos disciplinemos al capital financiero, a sus normas y órdenes, a perder autonomía nacional y regional frente a los poderes de ese capital.
En el campo interno del oficialismo no logra movilizar a sus fuerzas en torno a esta batalla crucial para el presente y futuro de los argentinos. La CGT oficialista no motoriza sus fuerzas para convertirse en actora de este conflicto. Moyano desairando su historia especula con que le vaya mal al gobierno, amenaza parar con Barrionuevo y el Momo Venegas, sin ver que es clave la solución del conflicto para los trabajadores.
La principal fuerza juvenil oficialista tiene una alta responsabilidad en convocar a las juventudes políticas, a las organizaciones juveniles ligadas a la Pastoral Social, a las juventudes de las organizaciones sociales y estudiantiles, a un frente común para una movilización transversal. El rédito no está hoy en quién porta el estandarte sino en lograr una amplia movilización de diversas maneras. En aquel gobierno del primer Alfonsín las posiciones para lograr un Club de deudores y enfrentar las imposiciones del FMI, estuvieron sostenidas en las calles por el Movimiento de Juventudes Políticas. Por supuesto no alcanzó. Pero ello no es argumento para que hoy no sea un actor esencial y movilizado.
La izquierda puede quedarse responsabilizando al capital, a la oposición y al gobierno, o creer que en la dinámica de la participación de nuestro pueblo sobre la base de un programa mínimo para enfrentar a los fondos buitres hay un camino real de radicalización. También puede optar, como la derecha, por esperar que le vaya mal al gobierno para lograr algunos votos más. En uno puede estar el riesgo de compartir la lucha y el rédito, pero estará del mejor lado de la historia; en el otro, ser espectador, esperando un giro de las masas hacia sus partidos, soñando con el futuro, sin importar que se hipoteque el presente.
El gobierno y el parlamento tienen que dar los pasos para recuperar autonomía y desbaratar las prórrogas de jurisdicción a favor de tribunales extranjeros. No hay ninguna limitante para dar esos pasos, con las modificaciones legales que desmonten esa estructura donde el país cedía parte esencial de su soberanía. Haría así más coherentes sus posiciones, no para Griesa y Paul Singer, pero sí para nuestro pueblo.
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"La memoria colectiva no es planificable, crece en medio de conflictos entre las distintas memorias, tampoco es única, sino plural. En esa memoria esperemos quede grabado, aunque no les guste los momentos binarios de la historia nacional a los pacatos intelectuales políticos o periodistas, quién se jugó por la patria y quiénes se ofrecieron para sentarse en el banquete de los buitres"
Alejandro Mosquera
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por Alejandro Mosquera
Las candidaturas presidenciales y las de los principales distritos han retomado brío después del mundial, sin embargo el conflicto con los fondos buitres ha dejado con poco espacio político a los postulantes.
Los equipos de campaña de los principales presidenciables discuten cómo lograr situarse en el centro del ring político cuando Cristina y su ministro de Economía Axel Kicillof ocupan todo el escenario central. El crecimiento del respaldo a la Presidenta respecto a su actuación frente al litigio con estos fondos especulativos es una constante. En principio, después de la decisión de la Corte de EEUU de no tomar el caso argentino, varios candidatos tanto del oficialismo como de la oposición salieron a diferenciarse de Cristina y dijeron, para que todos escuchen en especial el establishment, que la única solución era pagar. Allí se anotaron Scioli, Macri, Massa. El gobernador de la provincia de Buenos Aires como si nada pasara cambió rápidamente su posición cuando se enteró que la opinión pública respaldaba la actitud del ejecutivo. Macri y Massa bajaron su perfil, pero siguen mostrándose como los más dóciles ante los centros de poder, incluso aún cuando el ex ministro Lavagna (ahora militante de la causa del Frente Renovador) salió a decir que no había que sembrar miedo y las negociaciones necesitan de paciencia y mano firme. Desde el oficialismo se mostraron más en sintonía con la estrategia presidencial y la acción de Kicillof, tanto Sergio Urribarri , Julián Domínguez, Agustín Rossi y Jorge Taiana. Florencio Randazzo parece concentrado en mostrar su gestión para que lo arrope su candidatura sin tanto protagonismo en los filos que presenta el conflicto con los buitres.
Por el lado de Faunen no logran tener un solo rumbo, dentro del radicalismo conviven aquellos que prefieren acordar a como dé lugar con los fondos buitres y quienes como Ricardo Alfonsín sostienen posiciones ligadas a dar la batalla contra los especuladores internacionales. Sin embargo el hijo del ex presidente no es quien hoy pone el tono y rumbo al Frente de centro. Lilita sostiene que el gobierno se equivocó en su estrategia frente a los buitres, sobre todo que “el sistema judicial americano” tiene una sentencia firme y hay que cumplirla. Reclama que la gente despierte ante la “utilización” malvinera que quiere hacer Cristina del conflicto. Lilita nota el crecimiento en la opinión pública de la figura presidencial y quiere darle batalla antes que sea un hecho consolidado.
Macri recorre la provincia, Scioli la Capital, Massa cuenta los días, Cobos anda por el interior con un ómnibus. Insaurralde amaga irse con Massa, creyendo que eleva sus posibilidades adentro y afuera del FPV, pero se desacredita en su inconsistencia. Michetti sostiene que quiere ser Jefa de la Ciudad, pero si Macri se lo pide iría de vicepresidenta. Nadie entiende a De la Sota que amaga ser candidato presidencial de una formula demo cristiana. La Izquierda dice que hay que preocuparse de la crisis que vive el país y que no hay que lanzar candidaturas, mientras lanza la de Bodart- Ripoll clamando por la unidad y Altamira, que es siempre el candidato principal del FIT, dice que no.
Todos se mueven frente a la dificultad que les genera el escenario político ocupado por el conflicto con los buitres. Si bien es seguro que algunos han hecho contacto con los lobistas de los fondos especuladores con el sueño que solventen sus campañas, ninguno puede escapar a esta dinámica. Muchos descreen o abominan de enfoques dicotómicos como Patria o buitres, pero le temen. Mientras, un poco tardíamente, el oficialismo prepara las mil flores para mil actos aprovechando que las encuestas después del último discurso presidencial hablan de respaldo, de valentía e inteligencia.
Son tiempos difíciles para la política-show, repleta de formas y vacía de contenido. Por esas trampas que hace una historia que no termina, en muchas casas se discute de la patria, del adentro y el afuera, de los enemigos, del capitalismo financiero. Por un rato se fue la política vedetizada y entró la política real.
La memoria colectiva no es planificable, crece en medio de conflictos entre las distintas memorias, tampoco es única, sino plural. En esa memoria esperemos quede grabado, aunque no les guste los momentos binarios de la historia nacional a los pacatos intelectuales políticos o periodistas, quién se jugó por la patria y quiénes se ofrecieron para sentarse en el banquete de los buitres
Casi fuera de su discurso, cuando ya terminaba y parecía un apunte de posdata, la Presidenta señaló que ponen sus ojos en nosotros porque somos viables como país, ya que tenemos energía, alimentos con mucha capacidad de excedencia, recursos humanos y (agrego yo) agua. Parados en ese apartado de final de discurso puede pensarse una estrategia nacional, popular, democrática, que defienda el trabajo y a los trabajadores, tanto frente a los especuladores como los buitres de adentro y los despidos. Podría pensarse una política que rebase las fronteras de los turnos de gobierno. Que contemple la región y pueda superar el capitalismo extractivista. Es la política con mayúscula. Ganarse ese derecho también se juega en que podamos enfrentar el conflicto con los buitres sin afectar los intereses nacionales y populares.
El conflicto con los buitres no debe oponerse a las luchas sociales y obreras que tratan de evitar que la crisis las paguen los trabajadores. Debe encontrar una forma de diálogo y articulación con ellas. El prisma de la lucha de clases no puede ocultar el conflicto con los buitres y presentar que su resultado no es determinante, porque de esa manera impide que los trabajadores y sectores clasistas puedan ser protagonistas de la batalla. No es real contraponer unidad contra los buitres, o lucha de clases. Es lucha de clases y, por lo tanto, también lucha contra la carroña del capitalismo con hegemonía del capitalismo financiero. Una unidad nacional que frene la lucha de los trabajadores por sus derechos y por el rumbo de la solución de la crisis, es paralizante, y una lucha de clases sin asumir la batalla contra el capitalismo en su forma carroñera también paraliza y despega al activismo radicalizado del problema central que enfrenta Argentina.
La memoria colectiva no es planificable, crece en medio de conflictos entre las distintas memorias, tampoco es única, sino plural. En esa memoria esperemos quede grabado, aunque no les guste los momentos binarios de la historia nacional a los pacatos intelectuales políticos o periodistas, quién se jugó por la patria y quiénes se ofrecieron para sentarse en el banquete de los buitres
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LA DERECHA Y EL DEBATE DEL CÓDIGO PENAL ¿UNA VICTORIA PÍRRICA?
publicado porLa barraca marzo 25, 2014 política, recientes
La demagogia punitiva y la inseguridad cubrieron en estos días gran parte el escenario político. Una vez más viejas propuestas de derecha hegemonizan a gran parte de la oposición. Massa arrastro al radicalismo y al Pro a sus posiciones. Quienes llamaban al dialogo, consenso y políticas de estado cuestionaron con virulencia a la comisión pluralista que propuso al reforma.
Una vez finalizado el discurso presidencial de apertura de sesiones ordinarias, Sergio Massa desarrolló su arenga preparada con sus equipos de comunicación. Concentró su artillería en el, proyecto de reforma del Código Penal presentado al Poder Ejecutivo por la comisión que se conformó en mayo del 2012. Mientras el resto de la oposición intentaba antes y después del discurso de Cristina Fernández de Kirchner criticarlo desde una óptica donde los temas inflacionarios y de seguridad no han tenido la centralidad que ellos reclaman, el ex Intendente de Tigre ocupó el centro de la escena convocando a una lucha abierta contra el supuesto mal de males que es la propuesta de reforma del Código Penal.
Los medios de comunicación tomaron y expandieron la visión de Massa, unos para descalificarlo, la mayoría para ensalzarlo. La descarada forma de mentir acerca de los cambios propuestos por la reforma no hizo mella en el plan, al menos en lo inmediato. Ya estaba preparada la frase previamente estudiada: “Respondan a las críticas, no maten al mensajero”. La jugada publicitaria tuvo su efecto, los partidos de la oposición se corrieron todos ante el temor de que la opinión pública los castigará o que Massa cosechara la mayoría de los votos opositores al gobierno parándose como el único contendiente, siendo que los demás cooperaban con el oficialismo. Una vez más en los últimos años, ideas de la extrema derecha hegemonizan la oposición al kirchnerismo. Pero también desde el oficialismo se escucharon algunas voces tratando de conectar con la manipulación del miedo y el punitivismo al mejor estilo de Ruckauf. De aquellas felicitaciones ante la creación de una comisión pluralista. aunque sin la izquierda, que los principales dirigentes de partidos y comunicadores hacían, a pocas horas de la jugada massista, el radicalismo abandonaba a Ricardo Gil Lavedra y el Pro a Federico Pinedo. La desvergüenza escribía un capítulo más.Desde el punto de vista de la defensa de la opción reformista del código fueron expresándose distintos componentes de un amplio espectro, y fue el ASD (acuerdo de seguridad democrática) el que mejor formuló el rechazo a esa demagogia punitiva. Sin embargo el Gobierno no tuvo los reflejos que hubieran sido necesarios. El anteproyecto presentado debía ser sometido ahora a un debate más amplio, de las Universidades, de los centros de investigación, de las organizaciones políticas y sociales. Sacarlo del acuerdo de cúpulas y depositarlo en la construcción de una mayoría social amplia que rompiera la maniobra. Por un tiempo la jugada de Sergio Massa y sus publicistas y comunicadores tuvo éxito. Porque el gran fantasma del ahora diputado nacional es repetir la suerte y desgracia de Francisco de Narváez que le ganó al Kirchnerismo la elección de medio término en la provincia de Buenos Aires, y luego se fue apagando hasta llegar en la última elección a un 5% de los votos. Conservarse en el centro del teatro político y del conocimiento público parece alejar aquella profecía.
Son ciertas las argumentaciones sobre que las propuestas de extrema derecha que impulsa Massa sobre la seguridad, son teorías que están siendo descartadas aún en los propios países donde nacieron y en los foros donde se impulsaron. Y que mucho daño hicieron y hacen en nuestros país, porque además promueven una alianza con los sectores corruptos de las policías concediéndoles más poder arbitrario y por lo tanto más capacidad de recaudación ilegal, especialmente con la penetración del narcotráfico que es uno de sus caballitos de batalla. Pero también, estos planteos vistos desde su origen oportunista marcan otra característica que es la desideologización de la política de la derecha, su vacuidad, su falta de contenido sólido aún si se quiere construir una fuerza de derecha.
Así, el éxito de Massa que lo coloca en el centro del dispositivo opositor tiene mucho de victoria pírrica. Desde aquel hombre que trataba de señalar que recogía lo mejor de la experiencia de estos años y venía a agregarle un plus de amplitud, al actual de la mano dura y el orden hay mucha distancia. La maniobra publicitaria fue juzgada también en los pasillos de la política, como un cumplido lo llaman “pícaro”, pero visto en la estrategia de roll back que pretende el poder hay una pérdida importante. Algunos podrán pensar que aquel Massa era más engañador que este que proclama su dureza. Sin embargo, la pérdida estratégica es mayor que la ganancia momentánea.
…estos planteos vistos desde su origen oportunista marcan otra característica que es la desideologización de la política de la derecha, su vacuidad, su falta de contenido sólido aún si se quiere construir una fuerza de derecha.
Parecería que en el poder real hay dos sueños contradictorios. Por un lado los promotores de una especie de venganza de clase, que es desalojar a cualquier costo la experiencia kirchnerista, y retomar el programa de los 90 con las actualizaciones que correspondan. Creen que el camino es dividir el país, generar la desestabilización del gobierno para que acepte hacer su propio ajuste, o que llegue lo más debilitado y en crisis posible. La otra variante no quiere que gane las elecciones cualquier opositor que se pueda poner de sombrero el país, especialmente después de años de políticas de expansión de derechos y de tensión sobre la distribución de la riqueza. Sino recomponer un pacto de las elites que ponga freno primero y después reversa al populismo de la década pero preservando la estabilidad. Es la derecha y parte del poder real que aprendió del 2001, de las revueltas populares de esos años y la eclosión de la crisis de representación. Por supuesto que estas ideas no hay que verlas como exclusivas del campo de la oposición. Hay dentro del oficialismo sectores que creen que para vencer a la derecha hay que asumir parte de su programa.
Argentina nos es Venezuela en muchos sentidos. Las luchas en cada pueblo tienen las particularidades de masas y de líderes. Los Capriles y los Leopoldo López argentinos son necesarios para desgastar, pero parecen durar menos sus momentos de apogeo que en nuestra nación hermana. La cuestión es que la derecha en Argentina no logra generar un líder capaz de aglomerar u obligar a ese pacto de elites al que nos referimos.
En estos días de profusión de llamados al orden, a enfrentar la reforma del código penal, de bajar la edad de punibilidad de los pibes, también se dejan jirones al perder seriedad los planteos de estas fuerzas políticas. Es cierto que Ruckauf ganó una elección y fue gobernador por dos años, huyendo luego de una provincia quebrada y pasando al olvido del que no lo salvaron sus aires de duro y sus frases famosas de meter bala a los delincuentes y defender a la maldita policía.
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