La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, y el ministro de Petróleo, Asdrúbal Chávez, hicieron este lunes una visita sorpresa a Irán. En Teherán se reunieron con sus homólogos Mohamad Yavad Zarif y Bijam Namdar Zangané, con los que trataron la actualidad de la agenda bilateral.
Es la cuarta reunión ministerial entre los dos países en un año, y la segunda de alto nivel desde la visita en enero pasado del presidente Nicolás Maduro, como parte de una gira de dos semanas que el mandatario emprendió entonces para levantar dinero fresco para las alicaídas arcas públicas venezolanas y, a la vez, concertar a los países productores de petróleo en defensa de los precios de los hidrocarburos.
La visita de los ministros venezolanos obedece, según la versión oficial, a los esfuerzos continuos de Caracas en favor del “mantenimiento y la estabilidad del mercado del petróleo”. Irán y Venezuela son socios y miembros fundadores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep). En una prueba de equilibrio diplomático, Rodríguez y Chávez continuaban su gira el miércoles con una escala en Arabia Saudita, gran elector de la OPEP y archirrival de Irán en el Medio Oriente.
Pero detrás de las declaraciones oficiales yace el deseo del Gobierno de Maduro por reavivar los vínculos con Teherán, un nexo que alcanzó su apogeo cuando gobernaban en ambas capitales Mahmud Ahmadineyad y Hugo Chávez. Ambos líderes compartieron una amistad personal y, más que una afinidad ideológica, el deseo común de retar a Estados Unidos desde su patio trasero.
Maduro parece ansioso por tantear cuáles son las intenciones de la Revolución Islámica con respecto a su aliado sudamericano
Tras la salida de Ahmadineyad del poder y la détente conseguida por Teherán con Occidente en torno a las negociaciones nucleares, Maduro —cada vez más aislado en el frente internacional y ávido de financiamiento externo— parece ansioso por tantear cuáles son las intenciones de la Revolución Islámica con respecto a su aliado sudamericano.
De momento, en este encuentro en Teherán se ha recuperado el léxico compartido del antiamericanismo. Las autoridades iraníes, como subrayó el canciller Zarif, creen que el Gobierno de Venezuela, enfrascado en una campaña para revertir las sanciones impuestas por Washington a siete funcionarios chavistas, puede aprender lecciones útiles de la manera en que Irán lidió con las potencias occidentales durante las negociaciones nucleares en Lausana. “Nosotros creemos que el pueblo venezolano está resistiendo ante las políticas extranjeras de amenazas, de la misma manera que el pueblo iraní con su perseverancia ante las amenazas extranjeras, provocó el fracaso de estas amenazas”, dijo. La ministro de Relaciones Exteriores venezolana, Delcy Rodríguez, calificó de “estratégicas” las relaciones de Caracas con Teherán.
En el terreno, sin embargo, las intenciones de cooperación no terminan de cuajar en realidades concretas. Irán, que ayudó a Venezuela a desarrollar su primer dron de uso militar, ha suscrito decenas de acuerdos de inversión, con resultados magros. La fábrica Venirauto, abierta en 2006 para ensamblar en Maracay (estado de Aragua) automóviles de la empresa iraní Aidco, está prácticamente paralizada. Construida para sacar al mercado 16.000 vehículos al año, en 2014 produjo poco más de mil.
El propio presidente Maduro ha intervenido para reactivar la ruta aérea Caracas-Teherán, que Irán Air sirvió entre 2007 y 2010
La fábrica de Cemento Cerro Azul, en el oriente del país, un contrato concedido a la iraní Ehdasse Danat en 2005, todavía no produce ni un saco de cemento, aunque la planta debió concluirse en 2008. Otro contrato, este suscrito en 2012 con la iraní Tarazaseh Tabriz para la producción de kits de casas prefabricadas, solo se ha cumplido en dos por ciento.
El propio presidente Maduro ha intervenido para reactivar la ruta aérea Caracas-Teherán, que Irán Air sirvió entre 2007 y 2010. El itinerario, de frecuencia semanal y con escala en Damasco, resultó controvertido, pues diversos reportes lo señalaron como ducto de trasvase entre entidades terroristas. Pero ahora el presidente venezolano destaca “el gran atractivo turístico para el pueblo iraní y para los pueblos de esa región” que Venezuela tendría, como motivo para reanudar el vuelo. La guerra civil en Siria y las dificultades operativas de Conviasa, la línea aérea bandera del estado venezolano, han impedido hasta ahora la cristalización de ese propósito.