Víctima
de sus propios errores, la presidenta en funciones de la Junta de
Andalucía, Susana Díaz, se dedica a increpar y descalificar a los
partidos de la oposición andaluza porque no le facilitan la investidura y
los llama ridículos e irresponsables diciendo que se ha perdido una
semana y que Andalucía no puede estar tanto tiempo sin gobierno. Y lo
dice quien al haber adelantado las elecciones andaluzas, privó a esta
comunidad autónoma de un año más de gobierno estable hasta primeros de
2016, la fecha prevista para celebrar esas elecciones.
En efecto, el pasado mes de enero y con intención de cazar
desprevenidos a sus adversarios políticos, PP, IU, Podemos Ciudadanos,
Susana Díaz se aventuró a adelantar un año las elecciones convencida de
que lograría una cómoda mayoría absoluta. Y también con la intención de
demostrar en el PSOE que ella, y no Pedro Sánchez, era la líder
imparable del Partido Socialista y estaba en condiciones de disputarle a
Sánchez el liderazgo nacional en las primarias del mes de julio.
Pero el pasado 22 de marzo las urnas andaluzas hundieron las
expectativas de Susana Díaz que, aunque resulto la más votada, perdió
votos y escaños respecto a 2012, y para colmo no ha conseguido pactos
para su investidura por su negativa a exigirles a Chaves y Griñán que
asuman las responsabilidades políticas por los escándalos de los ERE y
los cursos de formación que pagó la Junta de Andalucía, y al rechazar
otras exigencias de los partidos de la oposición.
Y así, Susana Díaz ante su fracaso político y el riesgo de tener que
volver a convocar otras elecciones en Andalucía -con Podemos y
Ciudadanos ya instalados en el Parlamento andaluz y con derecho a la
televisión oficial-, la lideresa del PSOE de Andalucía se ha quitado la
máscara de su empalagoso discurso de investidura ofreciendo regalitos a
la oposición y promesas sin garantías -‘somos nuevos pero no tontos’ le
respondió Teresa Rodríguez desde Podemos- y ha comenzado a enseñar sus
malos modales agrediendo al resto de los partidos andaluces.
A los que culpa de sus errores con palabras altisonantes, e incluso
exigiendo al presidente del Gobierno Mariano Rajoy que le arregle ahora
sus problemas utilizando los escaños andaluces del PP. Lo que no quiere
Díaz es esperar al resultado de las elecciones municipales y autonómicas
del 24 de mayo, porque ello supondría que su investidura iba a depender
de los pactos nacionales, regionales y locales del PSOE con otras
fuerzas políticas, lo que finalmente la pondría en manos de Pedro
Sánchez al que ella odia cordialmente.
Y el que, de momento, ya ha dicho que el PSOE no pactará con el PP lo
que vuelve a dejar en evidencia la pretensión de Díaz de que Rajoy le
arregle sus problemas en Andalucía a cambio de nada. Lo que no ocurrirá
porque Díaz le negó al PP un pacto para que el PSOE andaluz apoye las
listas más votadas en las alcaldías andaluzas, como se lo pidió Juanma
Moreno líder del PP en Andalucía.
Es decir Díaz exige a Rajoy apoyos a su investidura a cambio de nada y
hace lo mismo con Podemos y Ciudadanos mientras protege a Chaves y a
Griñán para que permanezcan en sus escaños a pesar del escándalo de los
ERE y los cursos de formación. Y ¿con qué derecho exige Susana Díaz a
todos que la invistan presidenta mientras rechaza las justas peticiones
de los demás y además los descalifica públicamente?
O Susana Díaz se ha vuelto loca en un ataque de soberbia y celos
políticos con su compañero Sánchez o desconoce las reglas básicas de la
cortesía en la política y de la democracia en general. Si no consigue
apoyos para lograr su investidura lo tiene muy fácil: debe volver a
convocar las elecciones en el sur. Pero ¿por qué no lo hace? Pues
sencillamente porque sabe que en esta segunda vuelta ella tendrá un
resultado mucho peor que el logrado el 22 de marzo, ante la presencia de
Podemos y Ciudadanos en esa Comunidad. Es decir ella, Susana Díaz, ha
caído de bruces en su pretendida ‘astuta’ trampa del adelanto electoral.