Macri, Massa y Scioli: rindiendo examen ante el capital imperialista
Los candidatos presidenciales participaron de la reunión del Consejo de las Américas. Todos se mostraron como garantes de los negocios empresariales. Estuvieron también Aníbal Fernández, Axel Kicillof y Alejandro Vanoli.
Fotografía: DyN / Alberto Raggio
Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli participaron del 12º Consejo de las Américas, que se reunió en el lujoso hotel Alvear del barrio porteño de Recoleta, con la presencia de una importante cantidad de empresarios.
A pesar de sus peleas cotidianas a través de los medios de comunicación, en las exposiciones de los candidatos no hubo grandes diferencias. Tampoco se hicieron grandes propuestas. Más bien abundaron los enunciados generales, sin mucho detalle de medidas concretas.
No es fortuito que esto haya sido así. Los candidatos no quieren decir abiertamente la palabra “ajuste” que es la mejor refleja el futuro económico que proponen para la población trabajadora del país. Esa ingrata tarea queda a cargo de sus asesores económicos. No es cuestión de perder un solo voto en la campaña hacia octubre. Sin embargo, de lo que pudo hacerse inteligible, no pueden deducirse diferencias sustanciales.
A la caza de inversiones
Los tres candidatos hicieron mención a la crisis internacional en curso. Un detalle no menor que, según el periodista Alejandro Bercovich muestran que saben que “el próximo la tiene jodidísima”.
En ese marco, coincidieron en que es necesario “conseguir inversiones”, lo que se traduce en otorgar mayores ventajas a los capitales que quieran hacer más negocios en el país.
Así, Massa señaló que "es indispensable que a aquellos que vengan a invertir a la Argentina, les demos la tranquilidad de que el libre comercio de monedas es parte de nuestro habitual desempeño económico”. Un llamado a la liberación de las restricciones para la compra de divisas, al menos para los inversores. Dicho en criollo, significa que el capital imperialista podrá llevarse sus ganancias al exterior. Nada muy distinto de lo que ya hizo el kirchnerismo en el convenio con Chevron para asociarse con YPF en Vaca Muerta, que le aseguró al gigante petrolero la libre disponibilidad de divisas de hasta un 20 % de la producción.
Scioli se comprometió a "ir a buscar las inversiones, no esperar que lleguen", para generar "más y más producción" y permitir "una expansión de la economía aún mayor". Ese era uno de los motivos que el candidato oficialista esgrimió para su (criticado) viaje a Italia.
En el caso del macrismo, fue Horacio Larreta, reciente jefe de gobierno porteño, el que puso el foco en la inversión. Así pidió a los empresarios "inversión privada" para desarrollar la Ciudad de Buenos Aires.
Ninguno de los presidenciables explicó cómo lograría este aumento en la inversión, en el marco de un contexto internacional con “viento de frente”, desplome de los precios de las materias primas y petróleo, crisis financiera en China y devaluación en los principales compradores de Argentina que son, precisamente, Brasil y China. Si durante años anteriores, con el llamado “viento de cola” y con altas ganancias empresarias, la tasa de inversión -tanto pública como privada- no alcanzó al 23% del PBI en ningún año. ¿Por qué en plena tormenta se revertiría esa tendencia?
Massa además planteó que “para construir credibilidad no alcanza con enunciar que queremos hacernos amigos del mundo. Tenemos que mostrar vocación y voluntad de solucionar nuestros problemas y cumplir con las reglas”. Una frase que se parece demasiado a seguir honrando la deuda usuraria, que representa un enorme derroche de recursos, que podría destinarse a salud o la educación.
Macri, en su disertación, afirmó que “esto que podemos y debemos hacer debería estar enmarcado en un consenso alrededor de por lo menos cuatro conceptos o ideas”. Los puntos se parecen demasiado a un dechado de buenas intenciones: terminar con la pobreza, la exclusión y la desigualdad; crear un Estado fuerte, pero basado en la transparencia; trabajar por una Argentina con pleno empleo y por el desarrollo federal del país. Nada nuevo ni original.
Al igual que sus rivales hacia octubre, no detalló cómo lograría esto. Si miramos “su modelo”, la Ciudad de Buenos Aires, lejos está de una ciudad igualitaria y sin pobreza. Las frases de Macri parecen hechas solo para ser reproducidas por los medios de comunicación.
La deuda en foco
Por el lado del oficialismo también estuvieron Axel Kicillof, Aníbal Fernández, y Alejandro Vanoli. Vanoli, presidente del BCRA, dijo en el Consejo de las Américas que el país “tiene niveles de muy bajo endeudamiento” y que “Argentina es un país acreedor, eso nos diferencia de otros países”. En cuanto a las reservas del BCRA afirmó que crecieron un 21% desde octubre.
Las afirmaciones de Vanoli, sin embargo, faltan parcialmente a la realidad. El gobierno reivindica la reestructuración de deuda pero a pesar de las quitas, los especuladores ganaron hasta 300% - como el mismo gobierno reconoció- en los canjes de 2005 y 2010. Argentina, a pesar de haber pagado casi U$200.000 millones bajo el kirchnerismo, tiene una deuda que, calculada al 31 de diciembre pasado, alcanza los U$ 222.000 millones. Es cierto que se ha reducido la deuda en dólares hasta niveles muy bajos. Pero al precio un desfalco al BCRA, que junto con la fuga de dólares y los giros de utilidades de las empresas imperialistas al exterior se encuentran entre las grandes causas de la falta de dólares. Ya el gobierno sepultó el “desendeudamiento” en dólares. Los candidatos a la sucesión se preparan para enterrarlo a paso más acelerado. ¿Soberanía?
El hincapié en las inversiones pone de manifiesto que los planes de los tres candidatos implican volver a endeudarse en los mercados internacionales y otorgar facilidades al capital para que éstos obtengan jugosas ganancias. Esos planes implicarán, necesariamente, un ajuste sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora, con reducción del gasto público (aumento de tarifas), techos a las paritarias que se ensayan desde hace años, y más ventajas impositivas para los empresarios, entre otras medidas. Sí es que no llegan muy tarde a una situación internacional cada vez más deteriorada, el endeudamiento podrá permitir alguna burbuja de prosperidad para compensar el ajuste. Pero como muestra la historia argentina reciente, esto se paga, y muy caro. Hasta el momento, la única diferencia pareciera residir en los ritmos de este ajuste. Gradualismo o celeridad, he ahí el dilema.
Rindiendo examen
Todos los candidatos se hicieron presentes en este cónclave donde el gran capital de origen norteamericano les tomó examen. El candidato del “proyecto nacional y popular” parece haber salido como ganador.
Entre los disertantes fue el único interrumpido por los aplausos de los empresarios presentes. Parece ser que quiénes “conspiran en el norte” contra el gobierno nacional no tienen muchos reparos hacia el sucesor designado por Cristina Fernández y avalado por todo el oficialismo.