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General: En el bicentenario de Mariana Grajales ...Madre de la Patria cubana
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 16/03/2015 02:06
  En el bicentenario de Mariana Grajales Cuello: Madre de la Patria
 

Un bicentenario muy especial tendremos en julio

Virtud y grandeza en Mariana Grajales

 

Aprender de Mariana

Lo que debemos aprender de esta Madre es el concepto del deber, del honor y de la disciplina forjado en el alma de la familia Maceo-Grajales, y que le dieron una identidad esencial…Ella es Madre de la Patria porque trascendió en la mejor cultura familiar cubana, es su símbolo más alto

 

Mariana Grajales Cuello: Madre de la Patria

El título de Mariana Grajales Cuello como Madre de la Patria, reclama por todas las mujeres y hombres patriotas que nos permitieron llegar a ser lo que somos. Reclama por la memoria y el honor de los cubamos y cubanas de hoy y de mañana

 

Celebran en Guantánamo bicentenario de Mariana Grajales

Exposiciones, concursos, festejos por el 8 de Marzo, simposios, encuentros e intercambios en las comunidades que contaron con la presencia de Mariana. Tendrá su momento cumbre en la jornada conmemorativa del 12 de julio al 29 de noviembre, fechas que marcan el nacimiento y muerte de esta mambisa

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 06/07/2015 01:10

Mariana Grajales Cuello en la vida de sus descendientes

A la memoria de Norman Grajales Palacios

Mariana Grajales Cuello, (Santiago de Cu­­ba, 12/7/1815–Kingston, 27/11/1893), ha es­­tado presente de manera especial en la vida de sus descendientes, la perspectiva que de esta actitud ha tenido cada ge­neración, permite visualizar la continuidad de algunos patrones instituidos por Mariana en la educación de su familia.

Un acercamiento excepcional a este tema lo refiere el testimonio de Norman Grajales Palacios (Santiago de Cuba, 10/6/1935–29/1/2009), descendiente de Mariana por la línea de José Tomás Ma­ceo Grajales (San Nicolás de Morón, 21/12/1857– Santiago de Cuba, 21/1/1917). Su origen lo ubica en la cuarta sucesión del tronco Maceo y en el mismo lugar de los Gra­jales, pero doblemente, como él lo consideraba, por ser, tataranieto de Mariana y de un hermano de ella, Julián Grajales Cuello.

Sucesos familiares determinaron que Norman fuera educado por su abuela Fe­licita Maceo Núñez (Kinstong, 18¿?- San­tiago de Cuba, 7/8/1972), popularmente conocida por Fifí Maceo, cuya vida y actividad revolucionaria la han convertido en insignia de la descendencia de los Maceo Grajales en la etapa republicana. Fifí a su vez recibió educación de Mariana durante los años que vivió junto a ella en Jamaica. Estas influencias quedaron en Nor­man, cuando desde su nacimiento ha­­­bitó la casa no. 16 de la calle Pro­videncia hasta que fue convertida en mu­seo, propiedad de la familia donde también vio la luz el Titán de Bronce, y convivió junto a descendientes de Felipe, José Marcelino, Rafael y Marcos, circunstancias que llevaron a Norman a conocer con claridad el entorno familiar, así como la impronta de esta estirpe, en una sociedad que si bien ya había elegido a los Maceo Grajales como paradigmas para encauzar ideales políticos, igualmente se habían erigido ejemplo para perpetuar buenas costumbres cívicas, tradiciones, sentimientos y aspiraciones de los cubanos, aunque en predios familiares estos tuvieron sus correspondientes ecos sociales.

No hay dudas de que Norman conoció muy de cerca muchas historias sobre los Maceo Grajales, así como la impronta que ellos dejaron entre sus descendientes; sin embargo y a pesar de manifestar su predilección por José Marcelino Maceo Gra­jales, él consideró que Mariana fue la más admirada y que su legado fue el que ma­yor permanencia había tenido en el patrón cultural de su descendencia, mantenida hace aproximadamente 183 años, cuando en 1832 se estrenó como madre con el nacimiento de su primer hijo, Felipe Regüeiferos Gra­ja­les.

Entre los patrones de actuación conservados por los descendientes de la llamada tribu heroica, atribuidos a la educación que Mariana dio a sus hijos y que en algunos casos pudo extender a nueras, yernos y nietos que la rodearon, quienes a la vez fueron trasladando a los suyos, Norman reconoce la permanencia de principios fomentados en el hogar, tales como la disciplina, la modestia, la sencillez, el respeto mutuo, la honestidad, la honradez, la limpieza, el aseo personal, la decencia en el andar y en el decir. A esto —dice Norman— le llamamos “las doctrinas de Mariana”.

Fifí —recordaba Norman— hablaba mu­cho de Mariana, siempre la tenía presente en todo lo que hacía y decía. Por ejemplo, mi abuela, como su abuela, le daba una tarea a cada una de las personas que vivían en la casa, y había que cumplirla estrictamente, salvo por motivos de enfermedad.

El culto a los principios de Mariana entre sus descendientes ha estado favorecido por el gran número de mujeres en la familia, ya que ellas tienen el peso de la educación de los hijos y las actividades que garantizan el buen funcionamiento del hogar. Las Grajales en general —ob­servaba Norman— tienen un parecido físico con Mariana, en cuanto al color de la piel y la mediana estatura; igualmente ha sido una tradición repetir el nombre de la matrona, por lo que siempre ha existido una Mariana Grajales.

Para nosotros los descendientes es un gran orgullo pertenecer a esa gran familia y que los Maceo Grajales nunca se acaben. Me gusta que nos miren como eternos revolucionarios defendiendo a toda costa, hasta con las uñas, los sagrados derechos de la patria, apuntaba.

Norman Grajales Palacios durante su vida atesoró con mucho celo todas las historias de su ilustre familia, por esta actividad fue considerado entre ellos como el historiador de los Maceo Grajales, él fue un fiel colaborador del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales, de sus acciones de investigación y promoción sociocultural.

*Investigadora Centro Estudios Antonio Maceo Grajales


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 27/08/2015 15:43

De la estirpe de Mariana

Fue la última en morir de los Maceo Grajales

Por LÍDICE DUANY y ALENELIS GARCÍA *
Fotos: Cortesía familia Maceo Grajales

17 de agosto de 2015

Dominga Maceo y Grajales
Su foto más conocida

El 11 de mayo de 1857 a la familia heroica le nacía un nuevo retoño, una niña a la que nombraron Dominga de la Calzada, y quien, como todas las mujeres de esa paradigmática estirpe, rompió con los códigos culturales impuestos en una sociedad colonial, extremadamente segregacionista y machista, en la cual la mujer, subordinada al hombre, veía relegado su rol social a la procreación y las labores domésticas. Realidad que se complejiza en el caso de féminas, esclavas o libertas con una herencia étnica africana, destinadas a sufrir una vida regida por la exclusión social.

Un acercamiento al ciclo vital de esta cubana permitirá conocer a quien, siguiendo los pasos de su madre, Doña Mariana, y acompañando los ideales patrióticos establecidos entre los Maceo Grajales, se encuentra entre las mujeres que respondieron a las exigencias sociales de su época.

La infancia de “Minga” –como la llamaban familiares y amigos– trascurrió en la zona de Majaguabo, en un hogar armónico, sostenido por un código moral en el cual se perpetuaban las buenas virtudes, se aspiraba a un futuro mejor, y se rechazaban las desigualdades sociales. En el seno familiar recibió de sus padres una rígida educación ajustada a las excelentes costumbres de la casa y valores propios de la cultura popular tradicional, imprescindible para la afirmación de la identidad que acompañó siempre a todos los miembros de esta estirpe y que fueron el cimiento de una moralidad y una conciencia individual  patriótica que los trascendió.

Después de 1898, a su regreso a Cuba.
A su regreso a Cuba, tras terminar la Guerra Necesaria,
con varios de sus hijos y nietos

Con apenas 11 años, la niña Dominga siguió a toda la familia a la manigua después del estallido revolucionario del 10 de octubre de 1868. Siempre muy cerca de su madre, en los campos insurrectos,  le acompañó en las labores sanitarias, colaborando en la cura de heridos; no solo sufrió las carencias de alimentos y avituallamientos, sino que conoció del espanto de la muerte, del sufrimiento físico y del dolor de la pérdida de seres queridos. Hechos que definieron el crecimiento de quien, en los siguientes 10 años, llegó a convertirse en una mujer enérgica, de fuerte temperamento y acostumbrada a enfrentar las más difíciles situaciones.

Con el mismo sentimiento de frustración que embargó a todos los buenos patriotas recibe el fin de la Guerra, pero no parte inmediatamente al exilio, como algunos miembros de su familia, sino que permanece en Cuba un corto tiempo más, en el que acompaña a su madre y contrae matrimonio, el 21 de agosto de 1878, con Manuel Romero López, quien llegó a ocupar el grado de teniente coronel del Ejército Libertador. De esta unión nacieron seis hijos: Vicente, Edelmira, Antonio, Julián, Manuel y Marcos Romero Maceo; a los que deparó la misma crianza que le inculcaron sus padres, sin blandenguerías, exigiendo de ellos buena apariencia y un excelente comportamiento cívico.

Años de exilio

Jamaica es el país escogido por los Maceo Grajales para residir después de la salida de Cuba al culminar, en 1878, la lucha independentista. Allí llega Dominga y se instala, con los demás miembros de la familia; en Kingston vive hasta que, en 1883, viaja a Honduras, desde donde su hermano Antonio reclama a su esposo para ocupar el cargo de subcomandante del Puerto de Omoa.  En este  país se estableció definitivamente hasta su regreso a la patria, ya concluida la Guerra Necesaria e instaurada la República.

Dominga con parte de su descendencia
Rodeada de parte de su descendencia

Aquí se estableció primero en Santiago de Cuba, en la casa  sita en Calle 10 de Octubre No. 96, y luego en La Habana, en Cerrada del Paseo No. 26, entre Salud y Zanja, en el actual municipio de Centro Habana. Por ser la única sobreviviente de los Maceo Grajales representó durante varios años a la familia del Titán de Bronce, sin que fuese lo suficientemente atendida. Se han encontrado varios documentos que refieren sus reclamaciones por el pago de la correspondiente pensión como esposa de un oficial del Ejército Libertador y la negativa de las autoridades, que esgrimían insustanciales evasivas.

A ella la historia también le agradece el haber contribuido a esclarecer con su testimonio el lugar de nacimiento de su hermano Antonio y el reconocimiento de los restos de la madre, en Jamaica, para ser trasladados a Cuba y cumplir con el anhelo de Mariana Grajales de descansar eternamente en suelo de la ciudad de Santiago de Cuba.
El 25 de febrero de 1926, ante un grupo de cubanos que acudieron a su residencia,  Dominga refiere haber conocido por su madre que su hermano Antonio nació en Santiago de Cuba,  en la casa sita en Providencia No. 16, inmueble utilizado por la familia para establecerse cada vez que un asunto los traía de Majaguabo, donde tenían las fincas. Evidencia impresa en acta firmada por varios testigos, entre ellos el general Ginestá Punset, José Bofill Cayol y Enrique Cazade Palacios.

Ya con 66 años, en 1923, Dominga Maceo integró la comisión encargada de trasladar los restos de doña Mariana a Santiago de Cuba. Con su participación contribuyó a establecer el lugar exacto de entierro de su madre en Kingston y a demostrar la autenticidad de los restos a partir del reconocimiento de la dentadura encontrada, siendo importante sostén para disipar las dudas de quienes aseguraron que el cuerpo exhumado no era el de la sentida como madre de todos los cubanos.

El 3 de septiembre de 1940 fallece Dominga Maceo, en su residencia capitalina, y es trasladada a Santiago de Cuba para cumplir con su última voluntad; dos días después, el féretro llega a Santiago, donde recibió el respeto de familiares, autoridades y el pueblo de la ciudad.  El duelo fue despedido por el doctor Félix Cebreco, veterano de la lucha por la independencia de Cuba; el capitán del Ejército Libertador Manuel Ferrer Cuevas, ayudante del mayor general José Maceo; y José C. Palomino, representante gubernamental. Y como lo deseó, la última en morir de los Maceo Grajales descansa en el cementerio Santa Ifigenia, en el mismo panteón que su madre, Mariana Grajales, y su hermana, María Baldomera.

De Dominga, Santiago de Cuba guarda otros recuerdos. El Museo Casa Natal Antonio Maceo atesora la mascarilla mortuoria esculpida en yeso, inmediatamente después de su fallecimiento, por el habanero Teodoro Ramos Blanco, amigo de la familia; además, el prendedor que, con un diente y un colmillo de su madre, mandó a elaborar luego de la exhumación de los restos de Mariana en Jamaica.

Por todo el país se encuentra conviviendo una extensa descendencia de esta extraordinaria mujer, recordada por su enérgico carácter forjado por una vida dura, con el compromiso eterno de no defraudar los principios y valores legados por ella y trasmitidos  de generación en generación.

* Lídice Duany Destrade es doctora en Ciencias Históricas y profesora de la Universidad de Oriente. Alenelis García Isaac es máster en Ciencias Históricas.

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FUENTES CONSULTADAS:
Las compilaciones Papeles de Maceo (dos tomos, Academia de la Historia de Cuba), Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos, y Epistolario de héroes de Gonzalo Cabrales. Los libros Mariana: raíz del alma cubana, de Adys Cupull y Froilán González; La Revolución de Yara, de Fernando Figueredo Socarrás; Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, de José Luciano Franco; Maceo. Dos conferencias históricas Ferrán, de Eusebio Hernández; Historia de una familia mambisa: Mariana Grajales, de Nydia Sarabia; y María Cabrales: una mujer con historia propia, de Damaris Torres Elers.



 
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