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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 03/09/2015 13:44

Lo que dice el Diario La opinión de Cúcuta al respecto :

 

"De Venezuela uno vive": cómo sufre Colombia con la frontera cerrada

  • 29 agosto 2015
Colombianos en una gasolinera en CúcutaImage copyright BBC MUNDO
Image caption Ya casi no hay gasolina venezolana de contrabando en Cúcuta por el cierre de la frontera,

En la ciudad colombiana de Cúcuta, en el límite con Venezuela, dicen que el cierre de la frontera entre ambos países se nota simplemente mirando la relativa soledad de las calles.

Hay gente que estaba aquí y que ya no se ve: los venezolanos que venían a comprar y a vender –muchos vendedores ambulantes– y los colombianos que no están saliendo del país vecino.

Es que en la frontera están acostumbrados a vivir entre tonos de grises. Es decir, ni cien por ciento de un lado, ni cien por ciento del otro.

Sus habitantes cruzan de un país al otro; trabajan o consumen, aprovechando los vaivenes económicos de los Estados cuyos límites se confunden en la frontera, sin -generalmente- prestar mayor atención a las normativas de sus naciones.

Vea: El río que une y separa a Colombia y Venezuela

Así que las consecuencias de la decisión del presidente venezolano Nicolás Maduro de cerrar el paso por el puente Simón Bolívar, que une a su país con Colombia, además de comenzar a deportar ciudadanos colombianos, son de alto contraste.

La evidencia del impacto de la medida comienza a verse en los alrededores del propio puente y se extiende hasta el centro de Cúcuta.

Lea también: Los desgarradores testimonios de las familias divididas entre Colombia y Venezuela

Mototaxis varados

"Estamos sin trabajo", dice junto al puente José Joaquín Barrios, miembro de una cooperativa de 60 mototaxistas dedicada a llevar y traer gente a uno y a otro lado de la frontera.

Hay cinco cooperativas más, explica, por lo que en el rubro del mototaxi están sin trabajar unas 300 personas, sin contar a sus pares del otro lado de la frontera.

Image copyright BBC MUNDO
Image caption Uno de los gremios afectados por el cierre de frontera fue el de los mototaxis que transportaban gente entre Colombia y Venezuela.

A pocos metros, también sin moverse, hay estacionados buses que se dedicaban al cruce del puente.

Sin el trabajo que le daba unos 50.000 a 60.000 pesos colombianos diarios (US$16), Barrios dice que está simplemente sobreviviendo, "esperando, esperando, con miedo".

Lea también: "D", la marca que condena al derrumbe las casas de los colombianos expulsados de Venezuela

Cambio, cambio

En la zona aledaña al puente, las marquesinas de las casas de cambio superan en número a las de cualquier otro negocio. Sólo desde una esquina, mirando alrededor, se ven unas diez. Dos estaban cerradas por falta de operaciones, explicaron en el lugar.

Si no se reactiva la frontera, "nos tocaría totalmente cerrar", se lamenta Daniel Armenta, empleado de una de las casas de cambio que sí está abierta.

Estos negocios son como lubricantes del motor del intercambio fronterizo y una medida precisa de cuánto se mueve el comercio entre uno y otro lado.

Image copyright BBC MUNDO
Image caption El ingreso de bolívares se redujo dramáticamente en la ciudad de Cúcuta.

¿Cuánto cayó la compra-venta?, le pregunta BBC Mundo a Armenta. "Al 100 por ciento; o sea, no hay venta de efectivo, tampoco entrada de bolívares".

Teme que tengan que cerrar; si pasa eso, "a la calle, a buscar trabajo por otro lado", dice. De hecho, en una gran casa de cambio del centro de la ciudad hay tan poco trabajo que ya despidieron a una mujer y sus compañeros temen que sigan los recortes de personal.

"De Venezuela uno vive"

"De Venezuela uno vive, el cucuteño vive de Venezuela", asegura por su parte Hilda Torres, propietaria de una tienda de ropa. "Vendo más a los venezolanos que a los de acá".

"Ayer hicimos la primera venta a las 11 de la mañana", le dice a BBC Mundo María Fernanda Leguizamón, empleada de otra tienda del centro, que abre sus puertas a las 8; y asegura que hay locales que no han vendido nada en casi una semana.

Image copyright BBC World Service
Image caption María Fernanda Leguizamón dice que aunque en Venezuela "la develuación es tremenda, igual encuentran aquí cosas que no hay allá."

Gran parte de sus clientes son venezolanos que vienen a comprar a Cúcuta porque aunque en Venezuela "la devaluación es tremenda, igual encuentran aquí cosas que no hay allá", explica, y agrega: "Hay mucha gente que comercia ropa de aquí para venderla allá".

En los locales de venta de ropa y zapatos del centro le comentaron a BBC Mundo que han sufrido caídas de ventas de entre un 40 y un 50%.

Harina Pan o Arepa San

Si no pasa la gente, tampoco pasan los productos, ese contrabando que va en general en la dirección del lugar de menor costo al de mayor precio o moneda más fuerte. En el pasado iba de Colombia a Venezuela, hoy los productos venezolanos inundan –inundaban– el lado colombiano.

Image copyright BBC MUNDO
Image caption Cúcuta es una ciudad en la que muchos venezolanos acostumbraban comprar productos.

Pero no más. Con el cierre del paso el contrabando se redujo drásticamente y aunque todavía quedan acopios y pueden verse muchos productos venezolanos, se cortó el ingreso de nueva mercadería. El impacto lo sienten directamente quienes vivían de pasar alimentos, artículos del hogar, de tocador, de limpieza.

A los consumidores puede afectarles en precio, pero no en disponibilidad. La escasez es un problema venezolano, no colombiano.

Claudia Morente, quien atiende un local de venta de alimentos y productos de tocador en el centro, dice que una libra de arroz cuesta ahora unos 500 pesos colombianos más (US$0,16), porque ya no es venezolano.

Asegura que hay comerciantes que se aprovechan de esta coyuntura: "Hay personas que, como está cerrada la frontera, de una vez disparan los precios de los productos venezolanos; pero yo subo unos 500 o 1.000 pesos (US$0,16 o US$0,32), nomás".

Bolsas plásticas

El cierre del paso limítrofe no afecta sólo a pequeños y medianos comercios. Tomás (no quiso dar su nombre completo), propietario de una fábrica de bolsas plásticas, también sintió el impacto.

Él utiliza una parte de material recuperado (de reciclaje) y otra original (polietileno) para la producción de las bolsas plásticas. Hasta que se cerró la frontera compraba el material recuperado en Venezuela y el original en Colombia.

Como la calidad del recuperado venezolano es mejor que la del colombiano, podía utilizar un 60% del primero y 40% del segundo en la fabricación. Pero el recuperado colombiano no es tan bueno y ahora sólo consigue de ese, así que esa proporción se invirtió. Y al tener que comprar más material original, su costo se incrementó un 15%.

Pero su principal problema, dice, no es ese, sino que cuatro de sus trabajadores colombianos viven en Venezuela, en principio se habían quedado, pero regresaron.

Image copyright BBC MUNDO
Image caption El cierre de la frontera también provocó la suspensión del movimiento de mercancías legales e ilegales entre Venezuela y Colombia.

"Ayer pasaron por el río y los tengo aquí pagándoles hotel y pagándoles comida, mientras se soluciona la situación".

Las consecuencias del cierre se sienten más allá de la industria local de Cúcuta. Según informó el gobierno nacional el lunes, estaban dejando de mover por día 6.000 toneladas de carbón colombiano hacia Venezuela, que es una de las vías de exportación de este mineral.

Las autoridades indicaron que el cierre impacta a unas 7.000 familias que viven de la producción de carbón y que si la situación se mantenía se podrían perder unos US$300.000 diarios en ese sector.

Parte de ese carbón era exportado por el departamento de Norte de Santander, del que Cúcuta es la capital.

Pero no es el único producto que salía hacia Venezuela.

Norte de Santander también enviaba al vecino país cerámica y papel, por ejemplo. En total las exportaciones originadas en esa región hacia Venezuela, ahora varadas, representaban US$3,6 millones mensuales, según indicó a BBC Mundo el presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, José Miguel González.

"Esto va a traer menor liquidez y menor capacidad de consumo", pronosticó. Por ende, dijo, "la economía se va a restringir".

___________________

Entre la pimpina y la bomba

El combustible es el producto "rey" del contrabando en toda la frontera entre Colombia y Venezuela, por el bajísimo precio de la gasolina subsidiada por el gobierno venezolano.

En las calles de Cúcuta, antes del cierre de la frontera, había pimpineros -vendedores de combustible de contrabando en "pimpinas", bidones- por todos lados. Los bidones de 6 galones (algo más de 20 litros) los cobraban unos 16.000 pesos colombianos (US$5).

Lee también: Por qué las cañerías de la frontera de Venezuela huelen a gasolina

Image copyright BBC MUNDO
Image caption La gasolina venezolana tiene un tinte rojizo, mientras la colombiana es de color amarillo.

Ahora quedan pocos y venden caro: a entre 60 y 70.000 (US$19-22) la pimpina y es combustible colombiano, comprado en las estaciones de servicio y revendido. Los locales lo saben por el color: el combustible venezolano es más rojo, el local más amarillo.

¿Pero por qué alguien compraría más caro el combustible colombiano que se consigue en las estaciones de servicio?

Por el tiempo. Hay sólo 28 gasolineras, o bombas –como les dicen aquí–, para una población en torno al millón de habitantes en el área metropolitana de Cúcuta.

Así que en vez de pagar en las estaciones de servicio los 5.600 pesos (US$1,8) que vale el galón (3,8 litros), muchos eligen pagarlo casi el doble, todo para evitarse colas que pueden llegar al kilómetro de largo y demorar horas.



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De: Ruben1919 Enviado: 03/09/2015 14:00
Lo que decía la revista Semana por allá en 2012 sobre el contrabando ...que crecía día a día hasta el actual cierre de la frontera ....

Así opera la mafia del contrabando

El país no parece darse cuenta de cómo han crecido los carteles del contrabando. Las cifras del negocio y la dosis de sangre y de corrupción lo ponen a la altura de las terribles épocas de los carteles de la droga.

El conductor de este camión aseguraba que llevaba una carga de ‘drywall’ de Homecenter. Pero era falso. Encontraron debajo tres contenedores con mercancía de contrabando por 2.000 millones de pesos. En solo cuatro meses cogieron siete como estos, utilizando marcas famosas y productos como el carbón, la cerveza y hasta los gases inflamables para camuflar whisky y otro tipo de contrabando.

Todo escándalo necesita su Monica Lewinsky. O para el caso de Colombia, su Valerie Domínguez. Y por eso se necesitó que la Dian inmovilizara un lujoso Maserati y que su director, Juan Ricardo Ortega, denunciara que había otros ocho más en la mira y un Bugatti Veyron -un carro que vale 4.200 millones y que al parecer entró sin pagar impuestos- para que el país le pusiera atención al contrabando.

Pero eso es apenas lo que le da sex appeal al problema. La realidad es que el contrabando, aunque mucha gente lo sigue viendo como un pecado menor, en Colombia ha alcanzado dimensiones de epidemia. El año pasado la Polfa (Policía Fiscal y Aduanera) hizo aprehensiones por 314.000 millones de pesos. Un 25 por ciento más que lo incautado en 2010. Los encargados de perseguir el contrabando sienten que en donde levantan una tapa encuentran algo podrido: "Sin ser alarmista, si todos los días pudiéramos revisar, todos los días encontraríamos algo", dice uno de ellos. Y es que apenas se revisa una mínima parte (7 por ciento) de lo que entra porque, a diferencia de otros puertos del mundo, en los de Colombia no existen escáneres especiales para requisar toda la carga sin tener que abrir los contenedores.

Los ejemplos son impresionantes. En octubre pasado descubrieron en Cali un edificio con 700.000 pares de tenis de contrabando. ¡Un edificio completo! Para vaciarlo tuvieron que hacer 68 viajes de camión. En los últimos cuatro meses han cogido siete vehículos acondicionados con sofisticada tecnología para esconder el contrabando con la fachada de ser camiones que transportan carbón, cervezas y hasta gas. En el Huila, de un solo golpe hace un mes, aprehendieron 87 toneladas de arroz de contrabando. Ese es apenas un grano de las 1.200 toneladas que en total fueron decomisadas el año pasado. ¿Si eso es lo que detectan, cuánto entrará? Por esos mismos días sorprendieron un tractocamión, entre Aguachica (Cesar) y Ocaña (Norte de Santander), con 12 toneladas de piezas de 25 y 50 centavos de moneda venezolana que iban para traficantes de cobre. Y también, a finales del año pasado, inmovilizaron 19 contenedores que, en teoría, solo hacían tránsito en Colombia, entraron por Cúcuta y en Ipiales apareció que 'salieron', pero la verdad no fue así.

Hacer un cálculo de cuánto mueve el contrabando es un ejercicio casi de adivinación, pero personas que llevan años trabajando en aduanas y que hoy ocupan cargos directivos se atreven a decir que mueve hasta 5.000 millones de dólares al año. Eso sería como que cada año entraran al país, sin pagar aranceles, mercancías equivalentes a lo que costó todo el Plan Colombia.

Sea esa la cifra o no, lo cierto es que es una mafia poderosa. El negocio del contrabando mueve cifras, si no iguales, tan alarmantes como las del narcotráfico. En un solo caso reciente, por ejemplo, pillaron 11 contenedores con mercancías no legalizadas por 27.000 millones de pesos. Eso es lo que vale media tonelada de cocaína. La dosis de sangre también es preocupante. Pero el país ni se da cuenta porque son escándalos con silenciador: el mismo día en que mataron a un informante clave para desentrañar la red de uno de los pulpos del contrabando en la costa, también le hicieron un atentado al fiscal que lleva ese mismo caso en Cartagena. En Maicao, a una de las cabezas de la Dian le dejaron 2 millones de pesos y un celular en la puerta de la casa con una nota que decía que se fuera con la plata, y con el celular los llamara cuando estuviera lejos. Las amenazas cunden. Varios funcionarios de la Dian han sucumbido a ellas y han preferido dejar su trabajo.

La gran paradoja es que mientras todo el aparato del Estado se ha volcado para combatir las drogas ilegales, poco o nada se ha hecho para perseguir el contrabando. Uno de los involucrados, que conoce al dedillo el tema, asegura que: "La mafia del contrabando, a diferencia de la del narcotráfico, en vez de pelear con el Estado, lo compró".

SEMANA habló por lo menos con cinco directores de la Dian, entre locales y nacionales, y todos hablan del zarpazo de los políticos en las aduanas. Fanny Kertzman en su libro Soltaron los perros cuenta que cuando se posesionó en la Dian la primera visita fue la del entonces senador Vicente Blel, que llegaba a pedirle que le liberara una mercancía que le habían aprehendido a Giorgio Sale. Y que después llegó Piedad Zuccardi -con su esposo Juan José García- a pedirle que mantuvieran en el puesto al administrador de la Dian. "Pero lo más indignante que me pasó fue cuando tuve que asistir a la oficina de Juan Hernández, entonces secretario general de Presidencia, (…) me pidió que sacara papel y lápiz. Tomó un mapa de las 24 oficinas regionales y locales de la Dian y empezó a dictarme cada una para qué político era".

Y esa intromisión no ha parado. En Barranquilla, por ejemplo, hay tres congresistas que se han sentido afectados por la llegada del nuevo director local y por lo menos uno de ellos lo dejó saber de una manera no acorde con su investidura. Por no hablar de cómo algunos caciques políticos se han mantenido, en parte, por los dividendos que les reporta su cuota en aduanas. Hasta hace unos años el senador Juan Carlos Martínez montó parte de su imperio gracias al control del puerto de Buenaventura, que el gobierno le permitió a través de cuotas burocráticas.

Un exdirector de la Dian, que pidió omitir su nombre, explica cómo funciona el andamiaje: "Son 54 administradores de impuestos y aduanas que ahora se llaman directores. Y cada uno era de un senador o un representante a la Cámara. O la comparten entre varios. En un sitio como Sincelejo, por ejemplo, la 'mordida' puede ser de 10.000 millones de pesos mensuales, pero se los tienen que repartir desde el operario que los deja pasar y el supervisor que se hace el de la vista gorda, hasta el director de aduanas local y sus padrinos políticos". En una interceptación, a la que tuvo acceso SEMANA, de una investigación en Medellín, se le oye decir a un implicado en un caso de contrabando: "esperemos, que el senador está haciendo la vuelta".

¿Cómo se llegó a este punto?

La trayectoria de varios de los directores de la Dian ha sido, por decir lo menos, polémica. A Carlos Espinosa, desde que llegó le cobraron el ser hijo de un senador valluno vinculado al proceso 8000 y autor del célebre narcoproyecto que pretendía abolir la justicia sin rostro. Guillermo Fino llegó con credenciales menos cuestionadas, pero unos años después fue a dar a la cárcel. Ambos, además, terminaron salpicados con el escándalo de la pirámide de DMG. ¿Hasta dónde ese escándalo, en el que se perdieron 1 billón de pesos de los colombianos y que consistía en comprar mercancía a menor precio, tuvo know-how de expertos en aduanas? Es lo que nadie ha respondido.

También está el caso de Néstor Díaz, quien antes y después de llegar a ser director, protagonizó varios escándalos: les dejó de cobrar 37.000 millones de pesos a los controvertidos primos Nule; lo suspendieron 90 días por omisión en un caso de devoluciones fraudulentas de impuestos por casi 6.000 millones de pesos cuando era director de Bogotá en 2002, y en 2006, en el llamado escándalo de la 'Dian paralela', los procesados le dijeron a la Fiscalía que Díaz, para entonces director de impuestos, les exigió 1.000 millones de pesos para borrarlos de la lista de deudores morosos.

En junio de 2006, Cosme Noel Mateus, el ingeniero que se encargaba de borrar a esos morosos, se suicidó. Junto a su cadáver fue hallada una carta, escrita a mano, en la que decía: "La corrupción en la Dian es un monstruo de mil cabezas". Cosme era primo del congresista Iván Díaz Mateus que, a su vez, era sobrino de Néstor Díaz.

El patrimonio de Díaz es vox pópuli en la Dian. Tiene una finca en Tenjo con caballos de paso fino -que según sus defensores son para la 'equinoterapia' de uno de sus hijos-, otra finca con cultivos de palma en Puerto Gaitán, que el país conoció porque fue beneficiada con los subsidios de Agro Ingreso Seguro, y un apartamento en un exclusivo sector de Bogotá. En todos los casos mencionados, al final, en lo judicial Díaz ha salido bien librado.

Cuando llegó el nuevo director, Juan Ricardo Ortega, encontró la Dian como un queso gruyer en donde los ratones hacían su agosto. De un lado están los carteles que devolvían miles de millones de pesos por un IVA de unos productos que nunca se exportaron. Y del otro, otros hallazgos menos taquilleros pero problemáticos. La Dian entrega una especie de permisos muy exclusivos que le facilitan el envío y recepción de mercancía. Uno es la licencia de courier (que es el sistema de envíos urgentes) y otro la licencia de UAP (Usuario Aduanero Permanente). Y por ahí terminó dándoseles patente de corso a firmas de dudosa procedencia. "Son cerca de 70 'courier' y hay por lo menos 10 dudosas", comentó un alto directivo de Hacienda. Gracias a los courier, por ejemplo, ingresan al país BlackBerries reportados a un dólar.

La situación en un momento del gobierno anterior llegó a tal punto que uno de los cacaos más reconocidos del país se quejó diciendo que la Dian se había convertido "en un cartel del chantaje".

Sin duda, el mayor saqueo al Estado en los últimos tiempos se ha hecho por esta vía. El presidente Juan Manuel Santos ya dijo que el contrabando era "un objetivo de alto valor" y hace un mes creó el FEA (Frente Estatal Anticontrabando). Juan Ricardo Ortega ha hecho lo que ha podido para sanear la entidad: de los 8.000 funcionarios que encontró, hay 5.000 intocables porque son de carrera y no les renovó el contrato a poco más de 1.000 supernumerarios. Ha cambiado a varios de los directores de aduanas en sitios críticos y los resultados se han visto, por ejemplo, en el puerto de Barranquilla, de donde varias empresas se han ido por miedo al control. Todo eso contribuyó a que el año pasado se recaudaran por aranceles 2 billones más de lo que se tenía presupuestado.

Todavía queda mucho por hacer porque, a diferencia de otras organizaciones criminales, la del contrabando todavía es vista como parte de la idiosincrasia, casi como una tradición con la que hay que aprender a vivir. Pero una cosa es que en algún departamento de Colombia lo hayan considerado así y otra muy distinta que todo el país termine creyéndoselo.
 
“Nos pidieron 1.500 millones de pesos”

SEMANA revela un fragmento de la confesión del cerebro del desfalco de la Dian.

Blahca Jazmín Becerra, considerada el cerebro del desfalco de la Dian, confesó. Su testimonio da cuenta de cómo se mueve el soborno en la entidad. En una parte revela cómo pagaron 1.300 millones de pesos para evitar que en un operativo de la Dian quedara al descubierto el desfalco de las devoluciones del IVA que coordinaba desde su oficina. “En mi oficina hubo un operativo el 13 de julio de 2010. Yo estaba en mi casa porque mis hijos tenían varicela y me llamaron y me dijeron: ‘Están aquí 15 funcionarios para un registro’. Una abogada que me asesoraba los atendió. Ella me llama a las 11 de la mañana y me dice: ‘El funcionario dice que esta visita se puede terminar, pero tiene que darle 1.500 millones de pesos’. A las 4 de la tarde la abogada otra vez me dice que hay que pagar y me pasa al funcionario y yo le digo que por qué se comportan así. ‘Es que usted con una sola devolución paga eso’, me dice que ‘no sea chichipata’. La abogada empieza a negociar con ellos. Ella fue la que entregó la plata. Al final se le entregan 800 millones de pesos en el centro comercial Gran Estación, en Maloka a las 11 de la noche y en Cafam de Modelia, el sábado. También se le entregaron 400 millones de pesos, en ese mismo Cafam, a un ingeniero de sistemas de la Dian que estaba en el operativo. Y luego apareció otro señor, de los funcionarios rasos, que pidió que se le dieran 100 millones para quedarse callado”.

De tenis hasta el tope

En Cali encontraron un edificio lleno de tenis de contrabando.

El miércoles 12 de octubre de 2011 llegó a la Aduana de Cali el dato de un edificio repleto con 700.000 tenis de contrabando y 5.000 vestidos. El cargamento era tan grande que la Dian tardó una semana y debió realizar 68 viajes en camiones para trasladar la mercancía, que costaba 16.000 millones de pesos, desde el edificio de nombre Evacol hacia unas bodegas en la vía Cali-Yumbo. “Cuando llegamos al edificio de cuatro pisos, nos llamó la atención que para subir a los otros niveles había que atravesar un muro falso cubierto de zapatos de un almacén con vista a la calle”, dijo una de las investigadoras. Un decomiso parecido ocurrió en agosto de 2011 en un sector conocido como Menga, también en el Valle, cuando en una bodega hallaron 29.000 pares de tenis. Los contrabandistas utilizan todo tipo de triquiñuelas. Por ejemplo, entran al país 50 kilos de tenis del pie derecho y no pagan arancel porque no tienen valor comercial. Y, por otro lado, entran los otros 50 kilos del pie izquierdo. Los casos abundan.

Un pueblo vive del contrabando de gasolina

El contrabando de gasolina cruzó las fronteras de La Guajira y ya es un problema de orden público en Cesar.

El contrabando de gasolina de Venezuela a Colombia, que hasta ahora se ha visto como parte del paisaje, empieza a crear problemas de orden público. La diferencia de precios es abismal: mientras un galón de gasolina vale en Colombia 8.000 pesos, en el vecino país se consigue a 800 pesos. La Paz, un pueblo a 15 minutos de Valledupar, se convirtió en la meca del contrabando de combustible. Según dice su alcalde, Wilson Rincón, el 80 por ciento de los 24.000 habitantes del municipio viven de ese negocio y las casas se han convertido en bodegas del combustible. La situación ha llegado a tal punto que en enero pasado las 22 estaciones de gasolina de Valledupar se declararon en quiebra. El propio presidente Juan Manuel Santos atendió el caso y le pidió a la Policía controlar el ingreso de gasolina. Sin embargo, a los cuatro días tuvieron que aflojar porque los gobernadores y alcaldes comenzaron a protestar por la falta de gasolina en su territorio y 3.000 taxistas hicieron un bloqueo en Valledupar.
 
¡Como los narcos!

Hay racha de tractomulas que se camuflan como si fueran de empresas famosas, pero esconden whisky.

Como en la época de los grandes carteles de la droga, cuando camuflaban cocaína hasta en postes de luz, se ha detectado un particular auge del disfraz en Colombia para introducir contrabando. En los últimos cuatro meses la Policía de Aduanas, Polfa, ha aprehendido siete tractocamiones disfrazados con el nombre de empresas famosas, pero que en realidad llevan whisky de contrabando que entra por la alta Guajira (vía marítima) o por Cúcuta (por tierra venezolana) y lo llevan a Medellín y a Bogotá. Los disfraces son de todo tipo. Uno de los camiones decía llevar drywall, de Homecenter, pero era mentira. En realidad, gracias a un minucioso trabajo de carpintería, debajo de las primeras láminas iban escondidos contenedores con cerca de 2.000 millones de pesos en licor. Lo mismo hicieron con una tractomula de carbón (debajo de una capa de 30 centímetros del mineral estaba el matute), también suplantaron un camión de Bavaria (se ve como si llevaran canastas de cerveza, pero solo cubren el borde de todo el contorno y adentro van los contenedores) e incluso llegaron al punto de acondicionar un carro cisterna de gas para transportar el contrabando (le hicieron una puerta que se abre de manera hidráulica). Si construyen esas enormes caletas y pueden transitar por rutas del crimen en todo el país, ¿el día de mañana podrían también movilizar personas, armas o dinero sin ser detectadas?

Así es el modus operandi

El negocio es tan bueno que exfuncionarios de la Policía Aduanera han creado sus ‘firmas importadoras’.

Uno de los más preocupantes hallazgos de los últimos meses es la manera como funcionarios de la Dian y de la Policía Aduanera (Polfa) –hoy ya retirados– participaban de manera directa en el contrabando. En unos casos lo que hacían era darles a empresas de contrabandistas la licencia como Usuarios Aduaneros Permanentes (UAP) –eso quiere decir que la Dian no les coteja la mercancía que reportan por escrito con la real—. Y en otros casos, han sido agentes de la Polfa los que han creado este tipo de empresas para ingresar mercancía de contrabando (caso Business Trading).

El otro ingrediente del modus operandi es crear empresas de papel en Panamá y también en Colombia. De esa manera, cargamentos de celulares que llegan a Panamá y valen 50 dólares cada uno son enviados de Panamá a Colombia por una de las firmas de fachada como si costaran medio dólar cada uno. La empresa de papel de Panamá da fe de ese precio en la factura y entonces se les cobra un arancel irrisorio.

De esas firmas hay cientos. Un día las autoridades vieron una mercancía de una empresa llamada Pollux, en El Hueco de Medellín, y le hicieron seguimiento. El año pasado, fueron a verificar el domicilio de la empresa y se trataba de una humilde casa en el barrio Manrique, donde vivía Mamfredy Acosta, quien aparecía como representante legal de Pollux, pero en realidad era un cotero que poco entendía del negocio de las importaciones y que se sorprendió cuando le dijeron que había creado una empresa con 120 millones de pesos y registraba grandes sumas de importaciones.

Uno de los casos más llamativos es el de Business Trading, una firma creada en Barranquilla en su mayoría por hoy exagentes de la Polfa. A esa empresa le dieron patente de corso para importar al declararla UAP y, alrededor de ella, hay decenas de otras empresas como satélites. El informante estrella en ese caso fue asesinado en octubre pasado y ese mismo día atentaron contra el fiscal que lo investiga.



 
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