La feminidad es algo indefinido, no cabe en un concepto, en una descripción, en una palabra. Es algo sutil, que se percibe, que envuelve, que despierta la sensación del sexo. Una delicada suavidad, un misterio envolvente, que hace a la mujer deseable y atractiva.
Hay mujeres de gran hermosura que no atraen: les falta feminidad. Y otras sin tanta belleza pero que siempre despiertan algo. Su feminidad lo satura todo.
Es verdad que la forma de vestir puede contribuir a ello, pero me inclino a pensar que es una cualidad esencialmente personal y que la mujer debe cultivar atendiendo muchos aspectos: la forma de caminar, de mirar , de quitarse los guantes. Hasta el detalle íntimo del perfume, delatan la feminidad de la mujer.
Es una lástima que en nuestros días, lo vulgar esté arruinando una de las armas más poderosas de la mujer y uno de los ornatos más bellos del mundo.
Es una lástima que nuestro ambiente tan moderno atente contra esta bella flor, estrujándola, deshojándola en plena adolescencia, ¡cuando aún no se ha tenido tiempo siquiera de injertarla en el corazón del hombre!
¡Es una lástima!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla