¿Por qué he votado primero NO y después SI?
Yanis Varoufakis
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26/07/15
Me decidí a participar en política por una razón: para apoyar a
Alexis Tsipras en su lucha contra la servidumbre de la deuda. Por su
parte, Alexis Tsipras me honró al reclutarme por una razón: una
comprensión particular de la crisis basada en el rechazo del dogma
de Papakonstantinos; a saber, la idea de que, si hay que elegir entre
una quiebra anárquica y unos préstamos tóxicos, estos últimos son
siempre preferibles.
Es un dogma que rechacé porque es una amenaza permanente, que
ayuda a aplicar políticas que garantizan la quiebra permanente y,
finalmente, conducen a la servidumbre de la deuda. La noche del
miércoles, se me pidió en el Parlamento que eligiese entre (a) la
defensa de dicho dogma votando a favor del documento que nuestros
"socios" habían impuesto a Alexis Tsipras en la Cumbre del
Euro por medios golpistas y una agresión inimaginable, o (b ) decir
"no" a mi Primer Ministro.
El primer ministro nos preguntó: "¿es el chantaje real o un
farol?", planteando el dilema horrible que todos teníamos en
nuestras conciencias – la suya también.
Claramente, el chantaje era real. Esa "realidad"
me golpeó por primera vez cuando el 30 de enero J.Dissjenbloem me
visitó en mi oficina para presentar el dilema "memorándum o
bancos cerrados". Sabíamos desde el principio hasta qué punto
serían despiadados los prestamistas. Y sin embargo, decidimos hacer
lo que nos seguíamos repitiendo unos a otros durante las largas
noches y días en la sede del gobierno: "Vamos a hacer todo lo
posible para conseguir un acuerdo viable financieramente. Llegaremos
a acuerdos, pero no nos dejaremos chantajear. Solo cederemos lo
imprescindible para asegurar un acuerdo dentro de la Eurozona. Sin
embargo, si somos derrotados por las políticas catastróficas del
memorándum, dimitiremos y cederemos el poder a aquellos que creen en
tales medidas; que sean ellos los que las apliquen: nosotros
volveremos a las calles".
El primer ministro preguntó el miércoles "¿Hay alguna
alternativa?" Creí que sí, que la había. Pero no voy a
detenerme en eso ahora. No es el momento apropiado. Lo importante es
que la noche del referéndum, el Primer Ministro llegó a la
conclusión que no había alternativa.
Y por eso dimití, para facilitar su viaje a Bruselas y que
pudiese volver con las mejores condiciones que pudiese conseguir.
Pero eso no quiere decir que estuviésemos comprometidos
automáticamente con la aplicación de esas medidas, ¡sin importan
cuales fueran!
El presidente del Gobierno, en la reunión parlamentaria del
miércoles, nos pidió decidir juntos, compartir la responsabilidad.
Vale. Pero ¿cómo? Una forma sería actuar, todos juntos, como
habíamos dicho una y otra vez que haríamos en caso de derrota.
Declararíamos que habíamos sido derrotados, anunciaríamos que en
teníamos nuestras manos un acuerdo que consideramos inviable y
pediríamos a todos aquellos políticos que creyesen el acuerdo era
aún potencialmente viable, independientemente de a que partido
perteneciesen, que formasen un gobierno y lo aplicasen.
La otra opción sería hacer lo que el primer ministro sugirió:
proteger al primer gobierno de izquierda, aunque fuese aplicando el
acuerdo - producto del chantaje - que el propio Primer Ministro
consideraba inviable.
Ambos aspectos del dilema eran igualmente despiadados. Como Alexis
Tsipras anunció con razón, nadie tiene el derecho a pretender que
el dilema tortura más su propia conciencia que la de los demás - ya
sea primer ministro o miembro del gobierno. En consecuencia, esto de
ninguna manera implica que los que decidieron que el gobierno debía
aplicar el acuerdo "inviable" lo hicieran por tener un
mayor sentido de la responsabilidad que aquellos de nosotros que
defendíamos que debíamos dimitir y dejar la aplicación de las
medidas a aquellos políticos que creían que el acuerdo era viable.
Euclides Tsakalotos resumió perfectamente la realidad cuando se
dirigió al Parlamento; dijo que aquellos que creían que el gobierno
de SYRIZA no debía cargar con la tarea de hacer cumplir este acuerdo
tenían argumentos tan fuertes como los que creían que el gobierno
de SYRIZA esta moralmente obligado ante la gente a aplicar este mal
acuerdo para evitar una quiebra caótica.
Ninguno de nosotros es más "anti-memorándum", pero
tampoco más "responsable". Simplemente, cuando te
encuentras ante semejante encrucijada, bajo la presión de una
alianza poco santa de potencias internacionales, es aceptable que
unos compañeros elijan una opción y otros la contraria. En estas
circunstancias, sería criminal que unos calificasen a los otros de
"vendidos" y los otros a los primeros de "irresponsables".
Ahora, en medio de estas disputas de fondo, la unidad de SYRIZA y
la gente que creyó en nosotros, que le otorgaron el 61,5% en el
referéndum, la unidad es la prioridad. Y la única manera de
asegurar esto es comprender los argumentos de cada uno, teniendo en
cuenta como un axioma que el lado contrario se mueve por intenciones
que son igual de buenas, responsables y revolucionarias que las
nuestras.
Dicho esto, la razón por la que he votado "NO" el
miércoles pasado es simple: deberíamos haber entregado el poder,
como habíamos dicho que haríamos, a quienes pueden mirar en los
ojos a la gente y decir lo que nosotros no podemos: "El acuerdo
es duro, pero se puede cumplir de tal manera que haya espacio para la
esperanza de que podemos recuperarnos y superar la catástrofe
humanitaria".
El gobierno de la izquierda no puede prometer a Europa lo que sabe
que no puede conseguir. El activo fundamental que el gobierno de
SYRIZA necesita proteger es la promesa que repetidamente hemos hecho
en nuestras visitas a las capitales europeas: a diferencia de los
otros, no prometemos lo que no podemos cumplir (por ejemplo, un
cierto superávit primario). Por otra parte, el gobierno de la
izquierda no tiene derecho a saquear más a las víctimas de una
crisis que dura ya más de cinco año sin ser capaz, por lo menos, de
responder afirmativamente a la pregunta: "¿Por lo menos se han
recuperado de las políticas recesivas? "
Muchos de mis colegas preguntan: "¿No es mejor que seamos
nosotros quienes gobernemos? Nosotros, que nos preocupamos por la
gente y queremos luchar contra la corrupción y la oligarquía".
Sí, es mejor. Pero, ¿qué instrumentos tenemos para ello? La
decisión de la Cumbre del Euro consagra y amplia la completa falta
de control social sobre los bancos, mientras que la sociedad deberá
pagar más entre10 y 25 mil millones de deuda para apoyarlos.
Y para empeorar las cosas, la creación de un súper-HRADF (Fondo
de Desarrollo de Activos de la República Helénica) que tomará el
control total de todos los activos públicos, privando a la República
Helénica de todos los beneficios de gestión. Y ¿cómo vamos a
controlar la austeridad cuando la troika, con todos los datos de la
ELSTAT (Autoridad Helénica de Estadística) -cuyo control cedimos de
este miércoles- decida unilateralmente cual debe ser el superávit
primario?
Y cuando la dura realidad de los resultados de esta nueva
austeridad aflijan a la sociedad, cuando los jóvenes y los viejos,
por igual, salgan a las calles o se queden en casa pudriéndose de
desesperación ante esas medidas, esa gente - las personas en cuyo
nombre hemos hablado hasta ahora- ¿quién las representará
políticamente? ¿El mismo partido que planteó esas mismas medidas
ante el Parlamento? Las medidas que los ministros bienintencionados
se ven obligados a defender ante el parlamento y los medios de
comunicación, mientras son ridiculizados por la oposición anti-
memorándum?
Me preguntan: "Pero ¿no están ayudando a los planes de
Schauble cuando votan contra el acuerdo?". Y yo respondo con
otra pregunta: "¿Está seguro de que el acuerdo a estas medidas
no es parte del plan de Schauble?"
Observe lo siguiente:
► El último informe del FMI que calcula que la deuda supone más
del 200% del PIB, lo que en esencia prohíbe al FMI conceder nuevos
préstamos;
► La petición del ESM, bajo la batuta de Schauble,
de que haya nuevos préstamos del FMI a Grecia;
► Un gobierno
griego que aplica reformas en las que no cree, pero que además
considera abiertamente resultado de chantaje;
► Un gobierno
alemán que hace aprobar al Bundestag un acuerdo para Grecia, a cuyo
gobierno considera de entrada indigno de confianza y fracasado.
¿No considera, querido lector, que estos hechos son poderosos
aliados de Schauble? ¿Hay realmente otra forma más seguro para el
país sea excluido de la zona euro que este acuerdo inviable que
otorga tiempo y razones al ministro alemán de finanzas para
planificar el Grexit que tanto desea?
Basta ya de argumentos. Mi conciencia me hizo votar en contra del
actual acuerdo, creyendo, como todavía creo, que el dogma de
Papakonstantinos debe ser rechazado. Por otra parte, respeto
totalmente mis colegas que opinan lo contrario. Ni soy el más
revolucionario / ético, ni ellos los más responsables.
Hoy se nos juzga por nuestra capacidad para proteger con todas
nuestras fuerzas nuestra unidad, el compañerismo y el colectivo,
manteniendo nuestro derecho a divergir.
Para concluir, permítaseme señalar un matiz filosófico del
dilema que grava la conciencia de cada uno de nosotros; ¿Cuándo
está más allá del utilitarismo la idea de que ciertas cosas no se
deben hacer en nuestro nombre? ¿Ha llegado ese momento?
No hay respuestas correctas. Sólo la intención honesta de
respetar las respuestas de nuestros compañeros, incluso si no están
de acuerdo con la nuestra.
http://www.thepressproject.gr/details_en.php?aid=79355
¿Por qué he votado “SI” esta noche?
En la decisión del Eurogrupo de 20 de febrero conseguimos que la
palabra Memorándum (MoU) no apareciese en ninguna parte.
En su lugar, como requisito previo para la evaluación positiva de
nuestro progreso, hay una lista de reformas, que debíamos preparar y
proponer en los próximos tres días. La lista sería inmediatamente
aceptada por las "instituciones".
De hecho, el 23 de febrero, la lista fue presentada con mi firma.
Durante el fin de semana del 20 al 23 de febrero se trabajó
febrilmente. Naturalmente, estábamos en contacto permanente con los
representantes de las instituciones con el fin de garantizar que no
se plantearía ningún problema, y que nuestra propuesta sería
apoyada por ellas en la teleconferencia del Eurogrupo del 24 de
febrero que, a su vez, la aprobó.
La lista definitiva, que envié a las instituciones a altas horas
de la noche el 23 de febrero, incluia nuestra prioridades (por
ejemplo, superación de la crisis humanitaria, la reintroducción de
la negociación colectiva, cambio de la política de gestión de los
bienes públicos, no reducción de las pensiones complementarias,
etc.). También incluyó algunas de sus exigencias.
Había acordado incluir algunas de sus exigencias en un quid pro
quo para la inclusión de nuestros principales objetivos. Las
exigencias que habíamos aceptado son las que se someten hoy a
votación del Parlamento griego: a) reformas en el Código Civil
(CC), y b) la inclusión del mandato de la UE 2014/59 relativo a la
"consolidación" de los bancos y otras entidades de crédito
(BRRD).
Incluso entonces, sabía que las reformas en el CC estaban llenas
de amenazas para los derechos humanos de las partes más débiles en
la quiebra de las empresas u hogares. Por otra parte, lo mejor que se
puede decir de las relativas a las BRRD es que son puro aire, ya que
se supone que debía ofrecer garantías legales a los depósitos
bancarios sin haber obtenido ningún tipo de financiación para el
fondo que debía garantizarlos. Además de saber todo eso, calculé
que en un acuerdo honesto, para garantizar nuestras "líneas
rojas" (por ejemplo, que los superávit primarios fuesen entre
el 1% y el 1,5% como máximo, que se protegiesen los derechos
laborales y un IVA bajo), las reformas del CC y las BRRD supondrían
una pequeña concesión. Esa es la razón por la cual incluí esas
exigencias en nuestra lista.
Hoy, obviamente, las cosas son completamente diferentes.
Hoy nuestra lista de reformas, dentro de los límites de un
acuerdo honesto, no existe.
Hoy la única lista es la que la Troika ha impuesto en su
totalidad.
Hoy estamos ante las secuelas de un golpe humillante en lugar de
un acuerdo honesto.
En febrero sacrificamos las reformas del CC y las BRRD con el fin
de obtener concesiones importantes.
Ahora estamos regalando las reformas del CC y las BRRD y nos
exigirán reformas aún más venenosas en unas cuantas semanas.
Por otra parte, en el documento que envié a las instituciones,
estaba simplemente aceptando la responsabilidad de un "nuevo
Código Civil" y no desde luego el que dictasen ellos. Tampoco
imaginé nunca que nuestro gobierno (bajo la supervisión de la
Troika) aceptaría someter todos esos cambios al Parlamento bajo la
etiqueta de "urgentes", lo que constriñe todos los debates
y niega la función del Parlamento.
El miércoles pasado no tuve más remedio que votar con un NO
atronador. El mío se situó junto al NO que el 61,5% de nuestros
compatriotas emitió para evitar una capitulación a la infame TINA
(no hay alternativa). Me he negado a ello los últimos 35 años en
los 4 continentes donde he vivido. Hoy en día, esta noche, esas dos
medidas, que yo mismo había propuesto en febrero, se presentan ante
el Parlamento griego de una manera que nunca había imaginado; de una
manera que no honran al gobierno de SYRIZA.
Mi desacuerdo con la forma en que se han conducido las
negociaciones después del referéndum es de fondo. Y, sin embargo,
mi objetivo principal es proteger la unidad de SYRIZA, apoyar a
A.Tsipras, y a E.Takalotos. Ya he explicado todo lo que había que
explicar antes. En consecuencia, hoy voy a votar SÍ, a las dos
medidas que yo mismo había propuesto, aunque en condiciones y con
requisitos radicalmente diferentes.
Desafortunadamente, estoy seguro que mi voto no será de
ninguna ayuda al gobierno para alcanzar nuestros objetivos comunes. Y
es porque las "acciones previas" de la Cumbre del Euro
fueron diseñadas para fracasar. Sin embargo, formularé mi voto
con la esperanza de que mis compañeros ganen un poco de tiempo y que
nosotros, todos nosotros, unidos, planearemos una nueva resistencia a
la autocracia, la misantropía y la (impulsada) aceleración y
profundización de la crisis.
(I) Esta mañana, cuando participé en el Comité de Finanzas del
Parlamento, me cercioré de que ningún colega mío, ni siquiera el
ministro de Justicia, estaba de acuerdo con el nuevo código civil.
Fue un triste espectáculo.