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General: eLENA GONZÁLESNUÑEZ Hija Predilecta de Santiago de Cuba
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 22/10/2015 12:15
Hija Predilecta de Santiago de Cuba

A Elena González Núñez, viuda del general José, le fue concedido ese título en reconocimiento a su labor revolucionaria desde la Guerra de Independencia hasta la década del 40

Por CARMEN MONTALVO SUÁREZ*
Fotos: ARCHIVO DE BOHEMIA

5 de octubre de 2015

Elena González Núñez
Elena González retratada por la revista
BOHEMIA meses antes de morir.
(Foto: Autor no identificado)

La historiografía tiene una deuda pendiente con las féminas que contribuyeron al proceso libertador de nuestra independencia, pues los estudios que versan sobre esas valiosas mujeres son escasos y en su mayoría redundan en torno a las ya conocidas. Sin embargo se han obviado mujeres de la estirpe de Mariana Grajales que también aportaron su firmeza y altruismo al noble empeño de conquistar nuestra libertad.

En este plano encontramos a Elena González Núñez, quien se insertó en la familia Maceo Grajales al contraer matrimonio con José. Esta patriota nació presumiblemente en Kingston, capital de Jamaica, en 1874,  aunque hasta el momento no se ha encontrado ningún documento oficial que lo demuestre. Algunos investigadores afirman que nació en Santiago de Cuba, pero otras fuentes demuestran que en 1874 la familia González Núñez se hallaba en Jamaica, razón por la cual asumo el criterio de los historiadores Damaris Torres y Hugo Crombet.

En la mencionada colonia inglesa, Elena creció y concurrió a un convento en el que además de recibir los conocimientos acordes a su tiempo, aprendió las labores del hogar. Se estableció en Costa Rica junto a su familia cuando Antonio Maceo adquirió la finca La Mansión. Por su belleza y sencillez era la joven más codiciada por los solteros del lugar. A la edad de veinte años contrajo nupcias con el León de Oriente, el 14 de julio de 1894, bajo el rito católico que presidió José Birot, cura vicario de la parroquia de Nicoya.

Desde estas tierras contribuyó a la causa cubana, realizando una valiosa labor en la preparación de un Club Revolucionario Femenino, al que darían por nombre Cubanas y Nicoyanas. También allí fue adiestrada por su esposo hasta convertirse en una excelente jinete y certera tiradora.

De vuelta a Jamaica

La viuda de José Maceo con su hijo José de la Concepción
Con su hijo José de la Concepción,
quien fuera delegado a la Asamblea
Constituyente de 1940.
(Foto: Autor no identificado)

Muy poco tiempo pudieron disfrutar José y Elena de esta unión pues, en 1895, la Guerra de Independencia llamaría de nuevo al bravo patriota. El 25 de marzo de 1895, a las cinco de la tarde, partió la expedición desde Puerto Limón, Costa Rica, en el vapor Adirondack, con un total de veintitrés tripulantes. Dentro de los pasajeros se encontraba, como única mujer, Elena, quien a raíz de su insistencia logra acompañar a su marido en tan riesgosa misión.

Durante la travesía, el general Antonio dispuso cambiar el curso de la expedición, pues al encontrarse Elena en un estado avanzado de gestación, consideró que era demasiado riesgoso llevarla en esas condiciones. A la joven muchacha le dijo de manera categórica: “Tú no vas a la manigua […] Pero vas a ser más útil. Mucho más. En tu pecho llevarás la correspondencia […]  A pesar de tu juventud pesa la importancia de tu misión. Fíjate, esto que llevas vale más que tu propia vida. Son muchas las que se pierden si caes en manos enemigas. Y la independencia de tu patria. Para realizar esta labor, alta y hermosa, arriesgada y difícil, has de jurar sobre la enseña solitaria, aquí extendida lo siguiente: Esforzarte por llegar sana y salva. Entregar personalmente las cartas a su destino. Y en caso desgraciado de caer en poder del tirano, acabarás inmediatamente con tu vida pero en forma tal que desaparezcan las cartas. Aquí tienes un hierro y una cuerda. Atalo a tus pies y tírate al mar. Al ahogarte el peso del hierro te llevará al fondo”.

Aunque no fue preciso ese duro sacrificio, ya que las cartas y la documentación fueron entregadas a sus destinatarios, se hace necesario destacar que este significativo hecho, en el que Elena se comprometió firmemente a garantizar con su vida el éxito de la misión encomendada, le otorgó a la joven patriota, entre el resto de los expedicionarios, el epíteto de “La Juramentada de la Guerra de Independencia”.

Para su llegada a Kingston, Antonio, siempre previsor, dispuso que se le diera aviso a su hermano Marcos, quien residía allí y estaba casado con una hermana de Elena, Manuela, para que se hicieran cargo de ella. En Jamaica se estableció hasta 1898, y allí dio a luz a su único hijo: José de la Concepción Maceo González. También en ese país conoció de la muerte de su amado esposo.

En Santiago de Cuba

José Maceo y Grajales, esposo de Elena
Su esposo, el general José, la
convirtió en una excelente
jinete y certera tiradora.
(Foto: Autor no identificado)

No fue hasta finales del año 1898 que Elena, junto a otros miembros de la familia Maceo, viajó a Cuba, y se instaló en la casa santiaguera ubicada en la calle Providencia número 16. Estuvo ahí por poco tiempo, pues las condiciones de la vivienda no eran las mejores y, además, residían en ella varios miembros de la gloriosa estirpe, lo que provocaba un intolerable hacinamiento. Por esta razón en 1903 la viuda del general José decide refugiarse junto a su hijo en el cuartel Reina Mercedes.

Para mejorar sus condiciones económicas tramitó la Declaratoria de Herederos, para así poder exigir sus derechos como legítima viuda del general José y recibir la pensión que le correspondían a ella y a su hijo. Sin embargo, este recurso “no dio a lugar” y todavía en 1934, tuvo que acudir a la concejal Rosa López, para solicitar una moción que le permitiera gestionar una indemnización.

Ya desde finales de 1904 Elena había conocido a Ambrosio Casañas, quien entonces ejercía como  procurador en el Ayuntamiento de Santiago de Cuba. Con él contrajo matrimonio dos años después. Por medio de este casamiento logró una estabilidad económica que le permitió ofrecerle a su hijo un poco de comodidad y estudios, aunque no en escuelas de lujo. Esta nueva relación de la madre provocó fisuras con su hijo, quien no congeniaba con Casañas.

Elena se instaló junto a su hijo y su nuevo esposo en la vivienda que adquirió este último, ubicada en la calle Habana, entre Moncada y Calvario. El inmueble, aunque no muy amplio, le ofrecía cierta holgura y comodidad. Desde esta nueva condición social, “La Juramentada de la Guerra de Independencia” continuó preocupada por los problemas nacionales,  y se convirtió así su morada en un centro de conspiración contra los gobiernos corruptos de la etapa republicana.

Por tales razones, el 20 de mayo de 1941, le fue concedido el título de Hija Predilecta de la ciudad de Santiago de Cuba. Este reconocimiento, otorgado por el Ayuntamiento, rememora la labor revolucionaria desempeñada por la patriota desde la Guerra de Independencia, y su colaboración en Costa Rica y Jamaica hasta la década del 40. Elena pasaría a la historia no solo por ser la esposa del LeóndeOriente, sino también por su abnegada contribución a la patria.

Para estos años, Elena González Núñez había sufrido una apoplejía. Gradualmente, se deterioró su estado de salud. Falleció en Santiago de Cuba, el 22 de julio de 1950, a la edad de 79 años.
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* Licenciada en Educación-Español y Literatura. Directora del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales

Fuentes consultadas
Los libros La familia Maceo. Cartas a Elena, de María Julia de Lara; El General José. Apuntes biográficos, de Abelardo Padrón. El ensayo (edición digital) Los clubs revolucionarios femeninos en Cuba (siglo XIX), de Lourdes Marina de Con Campos. Testimonio ofrecido a la autora por Belén Noris Creach, Noni (2012).



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