Falsificando la historia: Netanyahu exime a Hitler y culpa a los palestinos por el genocidio judío
Falsificaciones históricas son comunes para gobernantes que buscan engañar la opinión pública para ganar apoyo a acciones muchas veces criminales, contra otros pueblos o contra el suyo propio.
Ahora le toca a Benjamin Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel, integrar la lista de los falsificadores históricos deliberados. Como si no fuese suficiente el asesinato y la opresión sistemática a la que son sometidos cotidianamente los palestinos por el Estado sionista, ahora Benjamin Netanyahu responsabilizó a un líder islámico palestino, Haj Amin al Hussini, de haber sugerido, nada menos que a Hitler, el genocidio judío ocurrido durante la II Guerra Mundial.
Según el diario español El País, la absurda afirmación fue hecha en el 27 Congreso Sionista ocurrido en la noche del 20 de octubre. Benjamin Netanyahu afirmó que “Hitler no quería exterminar a los judíos en aquel momento (en el año 1941), quería expulsarlos”. De esa forma, Benjamin Netanyahu exime a Hitler como idealizador de la matanza ocurrida en la II Guerra Mundial, afirmando que la sugerencia de exterminio habría sido dada por el líder islámico al Fuhrer alemán en persona, para evitar que los judíos buscasen refugio en Palestina. En realidad, el registro del encuentro entre Hitler y Haj Amin señala que se encontraron cuando el exterminio masivo de los judíos en Europa ya había ocurrido.
La afirmación de Benjamin Netanyahu fue tan absurda que desató el repudio inmediato, incluso dentro de Israel. Según el mismo artículo de El País, diversos historiadores desautorizaron el intento de Netanyahu de reescribir la historia, llegando incluso a afirmar que Netanyahu, hijo de un historiador, debería ser más riguroso. En el plano político, la oposición en el Knesset (parlamento israelí) la condenó, mientras el mismo ministro de Defensa, Moshe Yaalom, uno de los principales aliados políticos de Netanyahu, se diferenció afirmando que “La historia es muy clara. Hitler fue quien comenzó el holocausto”.
Los objetivos de la falsificación histórica, sin embargo, son muy claros. Se trata de un intento de identificar a los palestinos y su resistencia con la ideología del nazismo, en un momento en que hay una creciente tensión en Jerusalén y en la Franja de Gaza marcada por la revuelta protagonizada por jóvenes palestinos contra la opresión a la que están sometidos por el Estado de Israel. El propio Netanyahu lo asume al declarar posteriormente que “No quise decir que absolvía a Hitler de su responsabilidad, sino que el fundador de la nación palestina [Al Husseini] quería destruir a los judíos incluso antes que existiese la ocupación de territorios o los asentamientos”. Con esto, el primer ministro israelí busca ampliar su base de apoyo para profundizar aun más las medidas represivas que ya están en vigencia.
Cuestionamiento a la opresión y asesinato de los palestinos
Sin embargo, difícilmente Netanyahu logró el efecto que esperaba. No solo por el cuestionamiento que hicieron incluso sus propios aliados, sino también por la profusión de estudios y análisis reconocidamente legítimos que certifican que antes del comienzo de la política colonialista estimulada por Estados Unidos, y más especialmente antes de la fundación del Estado de Israel, árabes y judíos convivían en paz en la región de Palestina. Fue con una política de favorecer a los colonos judíos en base a la expulsión progresiva de los palestinos de sus tierras que comenzaron las tensiones, culminando con la votación en la ONU de la institución del Estado de Israel en 1948. Además, que en relación al nazismo, los palestinos integraron diversos ejércitos que combatieron a los nazis durante la II Guerra Mundial.
Lo que queda claro con este intento de reescribir la historia es la debilidad de Benjamin Netanyahu para responder a los conflictos que crecen a cada día, no solo dentro de Israel y en los territorios palestinos. En respuesta al incesante asesinato y opresión de los palestinos, se hizo pública una red internacional, que cuentan con la participación de judíos de más de 16 países y está integrado por más de 15 organizaciones que defienden posiciones contrarias a la ocupación israelí.
Defendiendo el fin del cerco a la Franja de Gaza y del apoyo militar de las potencias a Israel, el manifiesto señala además que “Décadas de expropiación, ocupación y discriminación son la principal razón de la resistencia palestina. Más represión militar israelí y la continua ocupación y cerco nunca cesarán el deseo palestino por libertad y tampoco tocarán las reales causas de la violencia. Al contrario, las actuales acciones del gobierno y del ejército de Israel crearán más violencia, destrucción y el atrincheramiento de esa división”. Aun cuando esta sea una posición minoritaria entre la comunidad judía, es una demostración de que hay un cuestionamiento a las políticas llevadas adelante por el Estado sionista de Israel. Más aún, una intuición por parte de sectores de la comunidad judía internacional de que ese conflicto no puede ser ganado.
Solo con el fin de las bases que sostienen el Estado racista y colonialista es que la paz podrá ser alcanzada. Lo que, a su vez, solo podrá obtenerse mediante la garantía del derecho de retorno de los millones de refugiados palestinos y la instauración de una sociedad de nuevo tipo, constituida a partir de una Palestina obrera y socialista en la que puedan convivir nuevamente en paz árabes y judíos.