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General: LA HABANA ...UNA DE LAS 7 CIUDADES MARAVILLAS DEL MUNDO CUMPLE 496 AÑOS
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 16/11/2015 19:51 |
La Habana cumple 496 años de fundada
La Habana cumple 496 años de fundada
Declarada entre las siete Ciudades Maravilla del Mundo, La Habana justifica ese y otros muchos reconocimientos recordados este lunes cuando cumple 496 años de fundada.
El paisaje urbano bien conservado, gracias a las acciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad (Eusebio Leal, el Ministerio de Turismo (Mintur) y otras instancias ciudadanas, parece una Babel en materia de idiomas, comprensiones y personas.
Fundada definitivamente en 1519 (16 de noviembre) a la sombra de un frondoso árbol, una Ceiba, La Habana, capital de Cuba, devino en ciudad muy cosmopolita cargada de viajeros de todas partes del mundo deseosos por conocerla en profundidad.
Un ambiente al mejor estilo de la Torre de Babel se respira en sus calles por donde pasean gente llegada desde cualquiera de los cinco continentes que compenetran con los capitalinos mediante la cordialidad.
Aquí se pueden observar las bondades principales del turismo, como unificación y comprensiones comunes de diferentes culturas y pueblos.
Cuba, y La Habana como esencia representa a un pueblo muy mezclado, donde las principales procedencias lo constituyen lo español y lo africano, pero también confluyen lo chino, haitiano, alemán, francés, hebreo y de otras muchas partes.
La Villa de San Cristóbal de La Habana, su nombre inicial, se fundó a orillas del Puerto Carenas, luego de que en 1515 tuviera un asentamiento inicial en la costa sur del país.
Su bahía era punto de reunión de la flota española en su viaje hacía la metrópoli para llevar las riquezas de todo el hemisferio occidental, custodiadas por barcos de guerras.
Visto su atractivo particular de urbe invadida en 1555 por piratas y en 1792 por la flota inglesa, sus murallas y refugios, conservan pedazos, piedras y vestigios de mucho valor para los viajeros.
Toda su riqueza fue premiada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) al declararla Patrimonio de la Humanidad en 1982.
Es la capital de la República, abarca 732 kilómetros cuadrados y posee 15 municipios de los cuales nueve son totalmente urbanos, de ellos 4,5 kilómetros cuadrados pertenecen a parte vieja, la más interesante (con 2,2 kilómetros en el eje recreativo-histórico).
Por demás, La Habana fue seleccionada en diciembre de 2014 como una de las siete ciudades maravilla del mundo, dentro de la iniciativa New7Wonders.
(Con información de Prensa Latina)
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https://www.youtube.com/watch?v=lgn60bm_Jeo
5 oct. 2011 - Subido por ortegaygassettv Conferencia del Dr. Eusebio Leal sobre la Restauración del Patrimonio Histórico de La Habana. |
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https://www.youtube.com/watch?v=b1S8wvurxbA
20 mar. 2012 - Subido por OLT Barcelona Interesantes capítulos del popular programa de la TVC, Andar la Habana, que aborda el patrimonio histórico de ... |
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www.gabitos.com/LACUBADELGRANPAPIYO/template.php?nm...
3 mar. 2015 - Video de Video clip ANDAR LA HABANA.mpg you tube ▷ 3:06 .... La Habana Vieja en fotos /2012 - Docspot.fr | + de 10000 . ... Documental sobre la obra de restauración de la Habana Vieja y la personalidad de su . |
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La Habana: Un legado a proteger para las generaciones futuras
Entrevista al Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler
enero 15, 2013
Por: Magda Resik Aguirre
El 2012 la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana mantuvo su notable obra de rescate y preservación del patrimonio, y aquella otra menos visible, pero tan humana y profunda, relacionada con la vida de los pobladores de la capital cubana ¿Cuáles el Historiador nos resaltaría?
Ha sido un año realmente muy importante y el recuento puede comenzar por la línea del Malecón tradicional, para la cual avanza un proyecto renovador. Se culminaron las obras del hotel Terral. El hotel Terral que aporta un elemento moderno a la concepción del desarrollo integral de la ciudad; con un discurso estructural y visual que confirma la posibilidad de insertar una obra con visión contemporánea en un contexto histórico, y lo resuelve bellamente. Lo importante es no solamente la idea de que debe ser así, sino de que sea resuelto con belleza y con armonía.
En ese espacio tan singular para la ciudad, se realizó la compatibilización de muchos organismos para garantizar el soterrado de los principales servicios y protegerlos ante el deterioro ambiental. Muy diversas instituciones respondieron a esta acción propuesta por la Oficina del Historiador. Debemos sostenerla económicamente y garantizar, cuando sea posible, el establecimiento de las conexiones de redes enteramente nuevas de agua, fibra óptica, electricidad, desechos líquidos, gas… y que se llegue a un grado de goce y disfrute de los servicios que la ciudad aporta, con mucha mayor calidad.
Ese tramo del Malecón representa una tarea muy difícil porque estamos frente a un ecosistema modificado: el agua del mar penetra con más frecuencia, los edificios estaban ya muy dañados, las redes exhibían un estado crítico. Y además, el Malecón es el paseo del mar, pero también es la calle San Lázaro. Todo lo que hacemos por el Malecón tiene una repercusión directa sobre la calle San Lázaro y sobre esa vía, que es una alternativa cuando ese paseo marítimo se cierra a causa de las inclemencias del tiempo.
A veces se nos dice que las obras avanzan lentamente, pero hay que verlas en el contexto de la posibilidad real. Este año hemos tenido la suerte de un invierno mitigado: no se produjeron grandes penetraciones del mar, no han ocurrido días de lluvias continuas que paralicen las obras.
En el caso específico del Malecón, cuando empleamos ese término “lentamente”, lo que sí queda claro es que para la inversión en el Malecón no vale la pena maquillar un edificio, sino que hay que trabajarlo de adentro hacia afuera y dejarlo totalmente curado.
Esa es una doctrina para toda la obra que realiza la Oficina del Historiador. Por ejemplo, si recorres hoy la ciudad – hablando de lo más significativo –, puedes detenerte en el Cementerio de La Habana, la gran necrópolis donde con suma paciencia y dedicación, más de 40 panteones históricos, incluyendo el gran pórtico, han sido terminados.
Pero si observas la Colina Universitaria, que es como el ágora de la ciudad, vas a reparar en que para el 60 aniversario de la Marcha de las Antorchas, el próximo 28 de enero – que es además un aniversario redondo del nacimiento de José Martí –, el Rectorado y el Paraninfo quedarán terminados. Será una hermosa noticia para la ciudad, contemplar cómo a ese panorama se unen la Plaza Cadenas, la Biblioteca y la Facultad de Derecho ya restauradas.
Cualquiera podría decir: si la Oficina del Historiador se encarga más que nada del Centro Histórico de La Habana, a qué se debe que expanda sus acciones, por ejemplo, en un caso tan específico como la Universidad de La Habana.
Es que la Universidad es un símbolo grande de Cuba; es una imagen tan representativa de nuestra capital. Pocas ciudades en el mundo tienen el privilegio de mostrar un paraninfo universitario con semejante belleza, ni un campus con esa historia: enmarca la participación de la juventud cubana en las luchas de la nación, desde la ejecución de los estudiantes de 1871 hasta la tentativa de José Antonio Echevarría de llegar a protegerse a los muros de la Universidad, y caer allí precisamente, a un lado del campus, lo cual aumenta el valor de esa gesta y su simbología.
Pero, además, allí están los grandes monumentos al Padre Félix Varela, a José de la Luz y Caballero; están el Alma Máter, el Archivo, el Aula Magna, que fue el escenario de la Reforma Universitaria y de la fundación de la FEU promovida por Julio Antonio Mella.
Como al hablar de la necrópolis, en nuestra civilización, en nuestra cultura, tiene un peso muy importante ese lugar donde colocamos la memoria de los nuestros.
En el Centro Histórico de La Habana el deterioro habitacional fue una herencia de dejadez y deterioro acumulados incluso mucho antes de 1959. La Oficina en coordinación con las autoridades municipales, ha venido desarrollando un trabajo sistemático encaminado a concederle a los seres humanos que pueblan este espacio un lugar donde vivir con una dignidad y decoro. ¿Cómo podría explicarnos, a la altura de este año 2013, la filosofía que sostiene la Oficina con respecto a esa habitabilidad de la ciudad y al trabajo social?
De todo esto, lo más importante es la vivienda; porque la última referencia y la primera, el punto de partida de toda persona es su casa. Y comprendo y además siento como mío el sentimiento de orfandad que invade a las personas cuando llueve, cuando pasa un ciclón, sobre todo para los que habitan en esas antiguas casonas que devinieron hogar de muchos.
En este año nosotros construimos y restauramos más de cien conjuntos habitacionales, con beneficio para cientos de personas. Se han emplazado Alamar, en zonas de Capdevila y en Cojímar, para dar viviendas a familias que no tenían absolutamente nada y que vivían en las peores condiciones. Hoy tienen un hogar digno, gratuito, marcando el carácter social de la Revolución, en un período en el cual ya, lógicamente, todas estas gratuidades comienzan a verse limitadas por una nueva realidad económica de la cual Cuba no está exenta. Y yo creo que llegó el momento de que esto sea así – para hablarles con el corazón – en el camino de que se aprecie más lo que se hace. A veces uno tiene la sensación de que lo que se ha construido con tanto esfuerzo por la nación después no se aprecia; después se pone una puntilla en la fachada, se cuelgan ropas sucias en un balcón, ya sea en el Malecón o en cualquier otro lugar. Aquí intervienen, desde luego, otras disciplinas: la educación ciudadana, la acción de las organizaciones sociales y públicas, el carácter real y práctico del gobierno local, del Poder Popular.
Pero, además de la vivienda, hay otra dimensión, que es el espacio público que la acompaña. Las personas salen a la calle y no pueden internarse en la selva, en un territorio de nadie, donde todo se modifica y cambia arbitrariamente; donde la señalética no existe; donde las personas lanzan los desechos a la calle sin compasión con los que la limpian y cuidan todos los días.
De ahí la opción de crear parques públicos; mantener funcionando un sistema de fuentes y la zona restaurada y recuperada absolutamente pulcra. Mantenemos un apoyo al gobierno municipal para que realice esa labor en toda el área de La Habana Vieja.
Como parte de esa habitabilidad, nos ocupamos del confort del Hogar Materno Infantil, del Centro de Salud Mental, del Centro de Niños Discapacitados, de las numerosas escuelas que todos los años reciben de la Oficina un apoyo en su restauración o en los útiles escolares. También, la preparación de todo aquello que es sostén de la docencia, quiere decir, centros culturales como el de La Colmenita, establecida aquí.
También una cosa muy sensible: la reconstrucción de la antigua Casa Cuna, en la calle Muralla, hogar de niños sin amparo filial, ya concluida y en uso.
Y no podemos dejar de referirnos al antiguo Convento de Belén, donde miles de personas anualmente reciben distintos tipos de beneficios en otro esfuerzo coordinado con el Sistema Nacional de Salud, otorgándole a estos servicios un carácter muy personal, muy propio del cuidado meticuloso que caracteriza el accionar de los trabajadores de nuestra Dirección de Asuntos Humanitarios.
Estas y otras acciones toman muy en cuenta las características de la comunidad residente en el Centro Histórico.
Se trata de un mundo particular. Aquí la gente compra, vive por la mañana, por la tarde y por la noche; solo salen los que tienen trabajo fuera. Y esa es una masa que tiende a concentrarse en el Centro Histórico. A ellos les gusta esto, el mundo fuera de aquí les resulta un poco ajeno; no son los paseantes de los repartos y urbanizaciones modernas. Es cierto que hace mucho la muralla que enmarcaba a La Habana colonial no existe; pero sus puertas simbólicamente se abren y cierran todos los días con el cañonazo del alba – que ya no existe, pero muchos recuerdan – y el de las nueve de la noche, cuya señal escuchamos con absoluta exactitud todos los días.
El pasado 2012 los trabajos emprendidos por la Oficina en la zona del litoral, delineada por la Avenida del Puerto, han conquistado la atención de residentes y forasteros. Se van descolgando muelles herrumbrosos y avanza una visión renovada en ese diálogo necesario con el mar y el puerto. ¿Cuál es la filosofía de futuro para el área de la bahía?
Se realizó una compatibilización con las entidades que han trabajado la conservación de las aguas marinas, del litoral y el entorno de la Bahía de La Habana. Entre ellos, el grupo estatal que se encarga del saneamiento, conservación y desarrollo de la bahía habanera, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente como organismo rector en este aspecto; los centros fabriles emplazados en el área, el Instituto de Planificación Física, entre otras muchas instituciones cuya ejecutoria ha estado estrechamente relacionada con el puerto habanero. La Oficina, con el liderazgo de nuestro Plan Maestro, y cumpliendo un mandato del gobierno central, ha estudiado detalladamente ese borde y comenzó a realizar las inmediatas acciones que le competen.
Necesariamente, se trasladarán a los nuevos espacios industriales del puerto del Mariel, las actividades fabriles y portuarias de mayor envergadura. Pero será un proceso escalonado, que beneficiará a la Bahía de La Habana como espacio de contemplación, como lugar de arribo turístico y actividades culturales y no como un muelle para la descarga de mercancías destinadas a toda Cuba, lo cual obliga a una transformación, una metamorfosis, la reutilización de todo lo posible y a una búsqueda de soluciones enteramente nuevas.
En ello influye la limpieza de la bahía, todavía un tema que nos golpea duramente aunque muchas mañanas los paseantes pueden observar ya a esos enormes pelícanos, que regresan como evocación de un pasado prehistórico, sobrevolando el mar o podemos ver de pronto un alboroto de sardinas en su seno. Esto quiere decir que los trabajos que se han adelantado han mejorado el medio ambiente, a pesar de que todavía existen elementos de contaminación dramáticos, como es, por ejemplo, el caso de la refinería. Es un elemento de contaminación, y subrayo dramático, pero no podemos hacer otra cosa sino esperar ese traslado organizado y estudiado por las entidades correspondientes.
Hemos avanzado con el Ministerio de Transporte en la entrega de todos los muelles antiguos y en desuso, que se vienen reconvirtiendo. Por ejemplo, el Muelle para los bomberos del mar, que atienden toda esta zona; el muelle restaurado de los Antiguos Almacenes San José, que acoge a los artesanos; el Muelle de la Madera y el Tabaco, que será la sede de un importante centro fabril-cultural: donde se producirá cerveza y malta. Hablamos de algo que va a ocurrir en un tiempo breve, entre marzo y abril de 2013, y todo quedará remozado con el complemento de los jardines, el aparcamiento, la señalética…
En este momento grandes grúas del Ministerio de Transporte están retirando y dragando toda la zona de los envejecidos muelles y se colocarán los nuevos ya terminados, lo cual supone que toda la Avenida del Puerto interior, y particularmente la Alameda de Paula, sufrirá un cambio tal que ni los propios habaneros se van a poder sustraer del asombro ante el nuevo panorama.
Cuando hoy viajas camino al Centro Histórico puedes contemplar los trabajos de conservación del parque consagrado al mayor general Antonio Maceo; los proyectos del hotel Packard, frente a la Cárcel de La Habana, donde unimos esfuerzos con ALMEST, empresa de las Fuerzas Armadas; se está trabajando por parte de los museos militares en el otrora Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución; en homenaje a Cirilo Villaverde y al 200 aniversario de su natalicio, la Oficina terminó la Plaza del Ángel, la iglesia y su entorno.
Vamos ahora a comenzar las obras en el monumento – el más difícil y el más dañado siempre por el mar – del Mayor General Calixto García. Retomaremos todos los jardines ubicados frente al Hotel Nacional, de cara al mar – esa exedra de piedra que ha quedado como abandonada. Se colocará la enseña nacional junto al monumento al General de División Henry Reeve, que aparece como olvidado y a veces víctima de la revoltura del carnaval. Todas acciones que irán diferenciando y preservando sitios significativos de nuestra ciudad.
Si continuamos viaje, cuando entramos al Centro Histórico, entre el Castillo de la Punta y el monumento al Generalísimo Máximo Gómez – cuya fuente está funcionando -, y subimos esa especie de puente y aparece ante nosotros La Habana Vieja, podemos disfrutar de los jardines públicos, el Anfiteatro y su gran programación cultural, el parque infantil La Maestranza.
Inmediatamente después nos sorprende la belleza de la Plaza de Armas, la terminación de los grandes salones del Palacio de los Capitanes Generales; las obras en ejecución para devolver su esplendor al antiguo Palacio del Segundo Cabo; las del edificio de los Prácticos del Puerto.
Al lado, un lugar memorial para los habaneros, una de las obras más importantes de la ingeniería cubana, que fue precisamente el paso, a través del lecho de la Bahía, de un túnel que se construyó entre los años 1909 y 1911 para drenar las aguas albañales hacia la Plaza del Chivo. Ese emisor estaba tupido, dañado. De conjunto con el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, con Aguas de La Habana, Aguas de Barcelona, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Oficina del Historiador de la Ciudad, se concluyó el proyecto, eliminando la contaminación ambiental. Surgió entonces esa suerte de cubo de cristal donde se exhibe y enmascara la Cámara de Rejas del alcantarillado de la ciudad, que una vez más demuestra la posibilidad de realizar intervenciones con un diseño contemporáneo en un contexto histórico.
El propio “cubo” se ha convertido en una especie de museo al aire libre de esa joya de la ingeniería.
Sí, porque se puede subir por una escalera, se puede observar la operación habitual, leer las pancartas que cuentan la historia. Y hay un palmar colocado en este sitio; con mucho esfuerzo hemos logrado que permanezca vivo, pase el invierno y llegue al verano para consolidarse.
Es el primer anuncio de lo que va pasando en la Avenida San Pedro hasta encontrar la Alameda de Paula, donde se espléndida la Plaza de San Francisco, la Catedral Ortodoxa Rusa, el Palacio del Obispo Espada…
Todo ha sido proyectado y concebido con sus distintas funciones. Se ha estudiado la renovación de puertos en todas partes del mundo y para definir lo que convenía a Cuba.
No olvides que la Habana Vieja es hoy un parque nacional. Hay momentos en que las guaguas de los turistas que vienen desde Varadero, o directamente desde La Habana, forman lo que suelo llamar una muralla de metal a la orilla del mar.
Pero te voy a hablar con franqueza: estas cientos de personas me interesan mucho porque Cuba es una isla, y es muy bueno que vengan visitantes de todas partes del mundo, que se hable en todas las lenguas, que puedan ver lo que tiene nuestro país, no solo lo que le dio graciosamente la natura, sino aquello que hemos construido. Pero más todavía me interesan los cubanos. Por eso es que el fin de semana y casi todos los días, son miles y miles de personas que están paseando, disfrutando, sin desdichas que temer, con un tránsito restringido que favorece a los transeúntes y un sistema de seguridad integral.
Si seguimos este recorrido imaginario llevados de la mano por usted, ¿qué otras novedades no excluiría de la ruta?
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Viene ....
Podríamos llegarnos a la calle de Obispo, y disfrutar de la sastrería que perteneció a Nicanor Mella, el padre de Julio Antonio, que vuelve a funcionar como lo que fue. Tendríamos que visitar la farmacia Johnson, destruida por el fuego y absolutamente terminada, con lujo de detalles. Eso fue un compromiso público; porque cuando uno llegó allí y vio aquello destruido, apenas concluido, daban ganas de llorar; pero allí surgió una promesa pública de que se terminaría. Y se terminó.
Otra zona interesante es en las inmediaciones del Café Lucero en la calle Aguiar, un área donde la comunidad se unió a través de su líder natural, un maestro peluquero y barbero, Gilberto Valladares (Papito) un joven que ha llevado adelante durante años un rescate de la memoria del oficio en La Habana, y que no conforme con eso y no conforme con arreglar su casa y convertirla en museo de la barbería, ha unido a la comunidad a su proyecto Artecorte, abrió una escuela para ese oficio de larga tradición habanera; ha adornado esa cuadra al estilo de un boulevard, ha llenado de exposiciones la calle y la ha convertido en algo verdaderamente atractivo e interesante, movilizando a toda la comunidad.
Todo se va levantando sobre las ruinas que parecían irrecuperables y solamente con la imagen de un antes y un después se puede aquilatar el esfuerzo. Otro ejemplo podría ser el Sloppy Joe´s uno de los bares más famosos del mundo por el cual pasaron todos los artistas de cine, los grandes deportistas, los notables artistas e intelectuales de Cuba y el mundo. Se filmaron allí películas como Nuestro hombre en La Habana. Eso estaba destruido, lleno de árboles. La famosa barra, de no se sabe cuántos metros, ya está terminada. Pasen por allí para que lo vean. Y enfrente, la nueva sede del Teatro Lírico, y al lado el Museo de los Bomberos Charles Magoon.
Quiere decir, que se van formando conjuntos; como puntos de partida, como palancas a partir de las cuales la ciudad puede de cualquier forma prosperar, para ella y para los que la habitan.
Se mantiene esa política de la Oficina de ir concentrando las acciones alrededor de núcleos restaurados desde donde se va dinamizando la ciudad toda.
Sí. La gente vio llegar, por ejemplo, las locomotoras; cuarenta y dos locomotoras. Quedan solamente seis por restaurar. Las demás van pasando al museo en Cristina o se van exponiendo frente a la Terminal de trenes y se va mostrando el conjunto poderoso de esas obras.
Hace poco un grupo de vecinos se presentó pidiendo que el parque de Carlitos Aguirre, que está en el corazón de Centro Habana, fuese restaurado. La palabra se cumplió. El monumento y el jardín fueron restaurados totalmente. ¿Y qué decir de La Cochera, detrás del antiguo hospital de la Policía, uno de los lugares más celebrados? Alejo Carpentier me hablaba de aquel lugar en la calle Maloja. ¿Cómo era posible dejar abandonada aquella fachada? Estaba a punto de destruirse y ya puedes ver cómo se restauró.
Erigimos también el monumento a Confucio en el Barrio Chino, que tanta admiración y simpatía ha causado allí ese gesto, ese homenaje al sabio proverbial unido a todo el espíritu de conservación del patrimonio material, inmaterial, espiritual y a todo el proyecto mismo de la nación china.
Y ahora que entró usted al Barrio Chino, ¿con qué filosofía la Oficina ha asumido ese espacio tan singular?
Preservar. Nosotros no vamos allí, ni hemos estado nunca con la finalidad de hacer lo que la Oficina quiere. Se logró, primero, concentrar el Barrio Chino territorialmente en la zona que realmente ocupó. Estaba difuminado de manera tal, que parecía que los límites eran el punto donde se colocó el arco frente a la antigua central telefónica, en las inmediaciones de las calles Belascoaín, San Lázaro, Reina y Galiano. Eso nunca fue así. El Barrio Chino era Zanja, el pedazo del cuchillo, Rayo… por esa zona.
Colocamos allí la señalética en español y en chino; ayudamos a las sociedades chinas y sus descendientes y protegemos a los venerables, los pocos chinos de nación que quedan, quienes vinieron en una emigración de pobreza, buscaron en Cuba una esperanza y se fundieron con el pueblo cubano.
Recuerdo que Flor Loynaz, inspiradora de tantas cosas que alguna vez hice, me decía: “Una vez me llamó la atención una lápida que estaba en el cementerio chino, y entonces busqué la traducción. No sé por qué aquello me intrigaba. Y la traducción era la siguiente, o la interpretación: «Si las frutas de Cuba son tan dulces como las de China, y si el cielo de China es tan azul como el de Cuba, ¿qué importa entonces morir en China o en Cuba?»”.
Con ese espíritu de respeto, concordia, unión, ponderación del carácter positivo de la presencia china en Cuba, de su fusión a la nación por la sangre y por la cultura, que tiene tan altos representantes en la intelectualidad, en el mundo del arte, en el mundo de las ciencias; todo eso trae como consecuencia que la Oficina haya contribuido y contribuya, y que lo último que hemos hecho sea precisamente la colocación, en acto solemne y público, del monumento de Confucio, en el terreno donde estuvo el teatro Shanghai.
Interpretando el más noble espíritu de lo cubano, la Oficina despliega una política de solidaridad con otros centros históricos del país y un intercambio de iguales en cuanto a experiencias. ¿Podría acercarnos a lo más relevante de esa práctica en el año que recién concluyó?
Tú has dicho con justicia: entre iguales. Nosotros de hecho hemos establecido una red, que nos ayuda a mantenernos en comunicación. El Plan Maestro, en La Habana, es como una especie de epicentro para esas comunicaciones y un punto de referencia para el intercambio entre las siete ciudades que son patrimonio nacional, y las que como Camagüey, Santiago de Cuba, Cienfuegos o Trinidad son o tienen parte declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Entonces, mantenemos una relación armónica con el apoyo de la cooperación internacional, para solidificar esa red con medios, con intercambios que nos permitan, además, actualizar el concepto del manejo y gestión de los centros históricos.
Pondero mucho la labor y los resultados del trabajo que en este momento la Oficina del Conservador ha realizado en Santiago de Cuba bajo la dirección de Omar López; un esfuerzo tremendo después de una devastación sin parangón que coincidía, además, con el quinientos aniversario de la fundación de Santiago y con el cuarto centenario o jubileo de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. ¡Con qué entereza ellos han enfrentado las secuelas de ese fenómeno natural! Y lógicamente, a esa entereza sólo podemos corresponder con nuestra disposición para apoyarles en cuanto esté en nuestras manos.
Estamos realizando obras por mandato en Birán que quedó dañado por las aguas; en el santuario del Cobre, en la casa de la difunta compañera Vilma Espín en San Jerónimo; en la casa de Frank País en Santiago de Cuba.
En Camagüey, es admirable lo realizado en el Centro Histórico bajo la dirección tan acertada del Historiador de la Ciudad, Joseíto – como le llamamos con cariño.
También un trabajo enorme se ha desarrollado en Cienfuegos, bajo la dirección del Conservador, nuestro hermano Irán. Las obras realizadas allí: con qué fuerza, con qué buena voluntad.
Apoyamos el brillante trabajo que se hace en Trinidad, bajo la dirección de Carpio y en Baracoa – con Hartman, que es una fuente de entusiasmo, de alegría; un trabajador incansable –, cómo han visto levantarse su catedral, reconstruir el Centro Histórico, conservar el medio ambiente.
Quiere decir, la obra de nuestra Oficina conlleva también nutrirse de esos ejemplos, de cosas extraordinarias que se hacen con muy pocos medios en otros lugares de Cuba y que, a veces, obligan a sonrojar a los que disponen de más.
Un ejemplo conmovedor es el del Centro Histórico de Ciego de Ávila, que no está entre las siete ciudades fundacionales y, sin embargo, lo realizado allí es extraordinario. La Dirección de Patrimonio Cultural en Ciego de Ávila, bajo la conducción tan acertada de Norma; el trabajo que está desarrollando en este momento el Consejo Nacional del Patrimonio Cultural, bajo la dirección de Gladys Collazo; el que se trata de llevar adelante en Matanzas con acciones como la restauración de sus teatros; el trabajo en Bayamo, en el Centro Histórico, una de las ciudades más importantes; lo que hay que hacer en Remedios, lo que se está haciendo ya en Sancti Spíritus; lo que hay que preservar y continuar interviniendo en lugares del patrimonio natural o material, como es el caso del Valle de Viñales y el de Yumurí, o de los parques nacionales como el Desembarco del Granma o el Alejandro de Humboldt.
Es decir, Cuba tiene mucho y, como tiene mucho, tiene el deber de hacer mucho.
La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con su obra de preservación patrimonial y su profunda preocupación social, está proponiéndonos una filosofía ciudadana. ¿Cómo nos la definiría usted?
Queremos fomentar una cultura de aprecio por lo que se tiene. No fomentamos un culto estéril a lo pretérito, pero estamos convencidos de que al futuro sólo se puede ir desde el pasado. Hay que reafirmar los conceptos de identidad, el sentimiento nacional, el patriotismo, sin considerarnos el ombligo de la Tierra, pero conociendo cuánto hemos aportado a la cultura general universal.
Debemos ir al detalle. Hay que cuidar lo que se tiene.
Hace poco vinieron a verme del Zoológico de La Habana. En su entrada, de cara a la calle 26, forman parte de la visión de varias generaciones de cubanos las esculturas de Rita Longa y adentro existe una fuente cuya escultura maravillosa con la imagen de dos niñas había sido inexplicablemente golpeada, arañada, pintada, deteriorada. Hace poco terminamos la restauración de esas imágenes, que son como la respuesta a tu pregunta. En esas generaciones futuras y en esos niños y niñas como los esculpidos en mármol, sobrevive el sentimiento martiano de que los niños son la esperanza del mundo porque son los que saben amar.
Y la pregunta es: ¿hasta qué punto amamos nosotros de verdad a nuestro país? No el amor ridículo, como decía Martí, que puede tenerse por un pedacito de tierra, sino ese amor por lo que ella significa, por lo que es, por lo que vale, por lo que debe representar. La Oficina lucha por eso. La Oficina lucha y ha luchado por el culto al Padre de la Patria, por el culto a los padres fundadores, por el culto a la celebración pública y solemne de actos muy importantes. Cuidar de lo que podríamos llamar nosotros los santos lugares.
No se puede ir al cementerio a poner allí una orquesta en nombre de la cultura. De ninguna manera. Al cementerio se va a meditar, se va a recordar, se va a poner flores. Al paredón que perpetúa el símbolo de los estudiantes de medicina asesinados en 1871, van los jóvenes a inclinar la frente y a pensar en el sacrificio de tantas generaciones para poder llegar hasta aquí.
Todavía sentimos el corazón contrito cuando escuchamos a Sara González interpretar aquella canción conmovedora. ¡Cuántas vidas preciosas, cuántas generaciones, qué juventud como aquella! Eso explica la restauración de la casa de Frank; por eso la restauración continua del muro donde cayó José Antonio; por eso el Aula Magna de la Universidad; por eso el paredón donde fueron sacrificados los estudiantes; por eso los monumentos públicos; por eso Martí. No un Martí fragmentado para tomar lo que nos conviene a veces en una cita, sino un Martí literal, sacando de sus letras el espíritu.
En ese sentido, compartimos con la Sociedad Cultural José Martí y con el Centro de Estudios Martianos, la publicación de todo lo concerniente al Apóstol. Y utilizamos los medios de comunicación, como hoy lo hacemos, mediante Habana Radio, nuestra programación cultural, las Rutas y Andares, la revista Opus, la editorial Boloña, para salir a combatir por todo lo que amamos.
Hace unos días se terminaba la gran restauración del Cristo de La Habana. Pues bien: la hicimos, desde la concepción del proyecto hasta buscar ese mármol estatuario en Carrara, a donde fue a adquirirlo Gilma Madera en su tiempo para realizar esa obra hermosa de cara al puerto de La Habana. Me alegra muchísimo que, aunque hayamos tardado un poco de tiempo, esté ahí hermosamente concluida, como parte de un conjunto monumental, el de las grandes fortalezas militares coloniales, donde trabajamos durante largos años, ofreciendo nuestro apoyo al esfuerzo enorme que hicieron las Fuerzas Armadas. Y ahí están, se cuentan por miles, los cubanos que suben y las personas de todas partes del mundo que disfrutan de la ceremonia del cañonazo de las nueve, visitan el Castillo de los Tres Reyes del Morro y suben ahora a la renovada Plaza del Cristo.
¿Podemos sentirnos orgullosos de La Habana que habitamos?
Pienso que no, que hay que trabajar mucho, que hay sentir un dolor profundo, por ejemplo, cuando vemos un automóvil abrir la ventanilla y lanzar basura o una lata de cerveza la calle.
A mí me han criticado por haber auspiciado el colocar rejas en torno al monumento a Antonio Maceo. Yo quisiera quitar esa reja mañana. Pero ese parque debería ser todos los días como un campo de flores, donde los niños rindieran culto al que no fumaba ni bebía, al que se derrumbó a los 51 años dirigiendo un ejército libertador frente a un adversario mil veces más poderoso. Ese sitio sagrado debería estar permanentemente lleno de flores, de himnos, de cantos… y no de beodos y una chusma que pierde el concepto de Patria y de sentido nacional, y que algunos a veces quieren llamar demagógicamente pueblo. No es posible. El pueblo es el pueblo trabajador, el que levanta, el que construye, el que hace; el que se despierta todos los días para honrar el trabajo; el que se descubre cuando siente el himno; el que siente emoción cuando se iza la bandera de esta isla irreductible.
Eso es lo que sueño; con una Habana más cuidada, que no se espere que todo lo hagan otros, el gobierno, el Historiador y su gente… sino que cada quien haga algo por su ciudad, se enoje cuando la laceren y trate de salvarla. La Habana no pertenece a esta generación; pertenece a los que la hicieron; pertenece en un sentido real y transitorio a nosotros, pero es un legado que hay que proteger para las generaciones futuras.
Tomado de: http://www.eusebioleal.cu/tribuna/la-habana-patrimonio-de-la-humanidad/
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Droguería Johnson de la Habana
Droguería Johnson de la Habana, una farmacia museo que puedes visitar en la calle más concurrida de toda Cuba.
En el centro de la siempre concurrida calle del Obispo encontrarás un lugar muy especial: el Museo farmacéutico de la Habana Vieja. En la esquina del bulevar Obispo No. 260 y Aguiar, frente al Restaurante Europa, conocerás los secretos de la medicina cubana.
La Farmacia Johnson formaba parte de la red comercial que unía a las otras notorias “boticas” de La Habana Vieja, Sarrá y Taquechel. Este edifico que data del siglo XIX exhibe la opulencia de La Habana colonial, mostrando exquisitos trabajos con maderas preciosas, mármoles y bronce. Aunque en esta farmacia encontrarás zonas donde se exponen antaños utensilios farmacéuticos, porcelanas decoradas y un grandioso libro de recetas; como en sus inicios, esta farmacia sigue prestando servicios de los habaneros. Aquí se venden jarabes, pomadas, medicamentos florales y otros remedios.
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Cuba: un asombroso surtidor de paradojas
ILIANA RESTREPO HERNÁNDEZ
ILIANA RESTREPO HERNÁNDEZ
6 de Enero de 2013 12:01 am
“La Giraldilla”, en La Habana. // FOTOS: ILIANA RESTREPO
Calle en La Habana vieja. //
Personajes callejeros en La Habana. //
En la Avenida El Prado de La Habana. //
Gran Teatro de La Habana. //
Una motilada en La Habana. //
Por fin hemos llegado, mi esposo y yo, a ese largo lagarto verde, como llamaba Guillén a la isla de Cuba.
Mi ilusión era visitarla antes de que terminara la época de los Castro. Tal vez por morbosa curiosidad, quiero verificar por mí misma si todo lo que se habla, positivo o negativo, es cierto.
La primera impresión
Es el mes de noviembre, acaba de pasar el huracán Sandy que castigó con fuerza a la ciudad de Santiago, pero en la Habana hace un tiempo maravilloso. Un radiante sol con un clima bajo en humedad y que no excede los 25ºC.
Al aterrizar en el aeropuerto José Martí de La Habana, pienso en todo lo que sabía y sentía, antes de tener el privilegio de estar en Cuba; admito que este país siempre me ha causado gran admiración. Y aunque sea políticamente incorrecto y me tachen de comunista, o de fidelista, también confieso que Fidel, no sé si será porque se parece físicamente a mi padre, o por los logros sociales y la tenacidad con que ha resistido tantos embates, ha despertado siempre mi simpatía y admiración. He aquí mi primera paradoja: ¿Por qué un dirigente que va en contravía de tantos de los principios que deben caracterizar a un buen gobernante, despierta en mí estos sentimientos? Por otro lado, siempre que pienso en Cuba, en el pueblo cubano, se me viene de inmediato a la cabeza, como un reflejo condicionado, la palabra Dignidad, pero en mayúsculas. Porque para mí, Cuba es el modelo de la dignidad de un pueblo. Había llegado el momento de comprobarlo…
En esto voy pensando en el taxi que nos lleva del aeropuerto a la casa particular, situada en La Habana vieja, donde nos vamos a alojar cuando, sin previo aviso, golpea mi vista la ciudad en todo su esplendor, con sus carros modelo años 40 y 50 rodando por unas calles amplias, semivacías pero bordeadas de edificios que nos recuerdan a Buenos Aires, París o Madrid. Así de impactante es la arquitectura habanera. Al verlas pienso que hasta sus edificaciones han envejecido con dignidad. Muchas están ruinosas, pero conservan su grandeza y su monumentalidad. La Habana a diferencia de Cartagena y de otras ciudades del Caribe, no es colonial. Tiene vestigios de construcciones coloniales pero en su gran mayoría las edificaciones tienen la grandeza y el aire de las urbes europeas más importantes. La ciudad nos muestra su pasado como centro de poder y riqueza.
Al llegar nos recibe Adela, la dueña de casa, una cubana muy amable; una mujer madura, un tanto reservada y discreta, pero muy cortés. Ella es lo que ahora llaman en Cuba una cuentapropista. Personas que tienen autorización del gobierno para tener su propio negocio y producir con él, pagando impuestos al Estado. Cada día hay más cuentapropistas, con restaurantes a los que llaman paladares, puestos de perros calientes, pizzas, hamburguesas, taxis, bici-taxis, coco-taxis, entre otros. Poco a poco, con paso tímido, se ha venido incentivando la propiedad privada y el trabajo por cuenta propia.
La habitación asignada está muy bien. Limpia, con baño privado, sin lujos pero con todas las comodidades necesarias. Pagaremos 25 CUC (equivalente más o menos a 25 dólares americanos) por noche (por la habitación), más 4 CUC por persona por el desayuno diario, que resultó ser muy sencillo pero bien hecho y bien servido. Adela vive con sus dos hijos, su esposo y su madre. La casa es amplia, agradable y cuenta con una excelente ubicación. Queda a la vuelta del antiguo Palacio Presidencial y del Museo de la Revolución y tan sólo a una cuadra del mítico y populoso malecón, al que llaman el sofá o el banco más largo del mundo. En las tardes, cuando baja el sol, se colma de gente que llega allí para pescar, conversar, tomarse unos roncitos escuchando música o simplemente para disfrutar del atardecer y la brisa marina, cuando el fuerte oleaje lo permite.
Los contrastes de La Habana
No vemos la hora de salir a caminar para comprobar por nosotros mismos lo que tantos otros nos han descrito de La Habana. Cuando salimos, percibimos que realmente estamos en el corazón de la ciudad vieja. A contadas cuadras nos encontramos con toda su grandeza. La avenida del Prado, los hoteles Plaza, Telégrafo y Presidente, el Capitolio, el Gran Teatro de La Habana con sus salas García Lorca, Lecuona, Lezama y Bola de Nieve. A los dos días de estar en la isla, tenemos la oportunidad de asistir, en la preciosa sala Lorca, a un espectáculo de danza, en el marco del Festival Internacional de Ballet de La Habana que se realiza por estos días. Fuimos a la premier de una obra, coreografía de la reconocida bailarina Alicia Alonso, quien a sus más de 90 años todavía dirige obras para el Ballet de Cuba. Además nos sorprende que esté presente en el teatro durante todo el evento. El estreno es un homenaje, por el centenario de su natalicio, al escritor cubano Virgilio Piñera. Otro día estuvimos en otro espectáculo en el marco del mismo festival, en el moderno y amplio Teatro Mella, ubicado en la zona del Vedado. Los dos días los teatros tuvieron lleno total, con público mayoritariamente cubano. Las boletas son subsidiadas para ellos, y se privilegia a los locales frente a los extranjeros.
Todos los sitios que recorremos están rodeados del más puro ambiente cubano. La música vibra por todas partes, pero sin ruido… es decir verdadera música, sin amplificación en ninguna parte. Esto, por contraste con lo que vivimos a diario en Cartagena, nos encanta (y nos permitió ratificar lo que pensamos), a diferencia de tantos otros: El Caribe, como lo pude comprobar también en República Dominicana, Puerto Rico y Panamá, no es bulla, no es ruido, es alegría, es música. Ese día y los siguientes, caminamos muchísimo por la ciudad vieja donde se ven también parques bien cuidados con bella y exuberante vegetación. La gente se ha apropiado de estos espacios, los usan y los disfrutan. En el parque frente al Teatro, se reúne diariamente lo que han denominado la tertulia beisbolera. Discuten todo el día y todos los días sobre la llamada pelota caliente y los transeúntes se van uniendo o dejando el grupo pero siempre hay un buen número de participantes que animan el espacio con una amable y sana discusión deportiva que no incluye violencia ni ánimos exaltados.
Se puede apreciar en toda su magnitud el valorado y prolijo trabajo de restauración que ha hecho, desde la dirección de la Oficina del Historiador de La Habana, el historiador Eusebio Leal, a quien llaman cariñosamente “el dueño de La Habana”. Entre estas obras están, la Plaza Vieja, la de San Francisco, la de la Catedral y la de Armas con su ventorrillo de libros viejos y la imagen del Ché y Fidel inundando todos los rincones; los vendedores ofreciendo la moneda con la imagen del Ché, los habanos que fumaba el Ché, gorras y camisetas con su imagen… el clásico culto a la personalidad de un hombre. También hay libros sobre la revolución, revueltos en los mismos estantes con otros de distinta factura como misales antiguos, obras literarias, álbumes con las marquillas de los tabacos clásicos, estampillas y monedas antiguas… en fin una deliciosa miscelánea de suvenires.
Mientras camino, en mi cabeza retumba la historia de las últimas seis décadas de Cuba. Este país fue vilipendiado, durante años, por su vecino del norte con la complacencia de sus propios dirigentes. Sin embargo encontraron la forma –tal vez no la mejor y no es mi propósito defenderla- de sacudirse y decir ¡basta! Se quitaron de encima no sólo una dictadura opresora sino una humillación extranjera sin límites e iniciaron la búsqueda de un camino propio. No ha sido un camino sembrado de suaves pétalos, sino uno lleno de laberintos, afiladas espinas y trampas insondables.
Llevamos varios días recorriendo la ciudad y disfrutándola. Caminar por la bulliciosa y abarrotada calle Obispo con sus ventas de artesanías, hotelitos, galerías de artistas, paladares, bares y librerías, buscando el Floridita para tomarse la infaltable foto con Hemingway en el bar donde dicen que se prepara el mejor Daiquirí del mundo, es una obligación. Otros imperdibles son, el mojito en La Bodeguita del Medio, visitar el hotel Ambos Mundos, donde vivió Hemingway, o almorzar en La Guarida, paladar donde se filmaron algunas escenas de la exitosa película Fresa y Chocolate. Las nostálgicas farmacias del siglo XIX como la Sarrá, Johnson y Taquechel son un encanto con sus pomos, morteros, balanzas e instrumentos antiguos, donde hoy se venden hierbas medicinales y se preparan otros medicamentos naturales.
Mientras caminamos, escudriñamos (con la vista) hacia dentro de las enormes casonas, casi todas con las puertas abiertas. Nos encontramos con bellísimos pero ruinosos interiores, con ropas de todos los colores tendidas al sol y al viento en balcones y terrazas. Escaleras y pasamanos de mármol de Carrara, pisos con baldosines importados y portones, frontispicios y rejas de la mejor calidad y diseño por todas partes, que aun así, ruinosos como están, son un deleite para los sentidos. Muchas personas viven apretujadas en estos grandes caserones antiguos, otrora opulentos, a los que llaman solares (inquilinatos), donde a veces hasta 10 o más familias conviven compartiendo en ocasiones tan solo un baño por piso. Por otro lado, es cierto que en toda la isla no hay nadie que viva en casas precarias de cartón y plástico y nadie vive o duerme en la calle.
Sigue...
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Viene ....
Desde la Oficina del Historiador, a través de su propósito de restauración, se ha venido adelantando un plan especial para mejorar estos solares, que busca, además de rescatar el patrimonio tangible, cuidar que no se maltrate ni se desplace a la gente que allí vive; quieren que los habitantes permanezcan pero en mejores condiciones. Nos cuenta nuestro buen amigo Nelson Melero, quien ha trabajado de cerca con Leal, que tienen albergues temporales especiales para ubicar a las personas que habitan las casas mientras estas se intervienen. Como al restaurar y mejorar las condiciones habitacionales de estas casonas no cabría el mismo número de familias, se negocia con quienes acepten salir de la ciudad vieja y se les ofrecen otros lugares que a su vez se arreglan o se construyen especialmente para ellos; pero a quienes no quieran salir, se les respeta su deseo. De esta experiencia, se debería tomar ejemplo y así evitar que Getsemaní se termine convirtiendo en un barrio fantasma, como ya sucedió con el centro amurallado.
Más, ¿es siempre mejor?
En Cuba no hay supermercados, ni almacenes por departamentos y mucho menos centros comerciales. Las compras de comida se hacen en tiendas de barrio, carnicerías o en pequeños mercados muy poco surtidos o carretas callejeras como las nuestras.
Pero paradójicamente con tan poco, ningún ser humano se acuesta sin algo en el estómago, toda la población tiene acceso a la salud, a la educación, a la cultura, a la literatura, al deporte y a un mínimo vital de alimentación .Pero como decía, nadie carece de lo fundamental y todos tienen una vida digna, si por dignidad entendemos que se tienen las necesidades básicas cubiertas.
Para comprar algunos libros, entramos a una librería en la calle Obispo. Debo decir que compramos 12 libros por menos de 5 dólares, lo cual da la dimensión de la importancia y el subsidio que tiene la industria editorial. “Leer es crecer” se lee en varios carteles. Cuando estamos en la caja, nos damos cuenta de algo que es muy curioso para quienes vivimos en una sociedad de consumo: no se consiguen bolsas plásticas. Estas, son un verdadero lujo. Nos queremos llevar los libros pero no hay donde empacarlos; afortunadamente estamos con un amigo local que lleva en su maletín, como todos los cubanos “por si acaso”, varias bolsas o jabas como las llaman ellos y nos saca del apuro. “La jaba - nos dice - es en préstamo y con carácter devolutivo”. Ellos bromean diciendo que el cuerpo de los cubanos no se divide, como el de todos los demás mortales, en tres partes sino en cuatro: cabeza, tronco, extremidades y jaba. Pero esta carencia, tiene sus importantes ventajas. Al no usar elementos plásticos desechables, no producen basura que contenga empaques de icopor, plásticos o similares, lo cual es un aporte ecológico enorme.
La sociedad de consumo en la que estamos inmersos muchos pueblos del mundo, nos está consumiendo como individuos y está consumiendo nuestro planeta poco a poco sin que nos demos cuenta y sin que se tomen las medidas adecuadas para evitarlo.
Pero La Habana no es tan solo la ciudad vieja, aunque sí es la zona más visitada. Entre los otros barrios, se destacan los más conocidos como Miramar o El Vedado, con sus enormes casas aristocráticas donde funcionan las embajadas y residen las familias más acomodadas de la ciudad o que han servido bien a la revolución y al partido. Están también múltiples barrios residenciales donde vive el grueso de la población, que infortunadamente no tenemos tiempo de visitar.
La presencia de los ausentes
Nos impresiona otra lujosa y bien cuidada ciudad de 57 hectáreas que está dentro de La Habana. Es la bellísima Necrópolis o Cementerio de Colón. Las elaboradas, engalanadas y cuidadas tumbas y mausoleos son de un preciosismo inigualable. Esculturas de la Pietá, ángeles y arcángeles en mármol, alabastro o piedra, engalanan el entorno de quienes lo habitan y que ya no están vivos pero que dejaron para la posteridad su sello de grandeza y opulencia que perdura hasta hoy. Lo recorremos con gran interés y visitamos las tumbas más representativas.
Entre estas, nos llama la atención una con una historia singular. Es la de “La milagrosa”. Una mujer que murió de parto junto con su bebé. En la bóveda, su padre, el conde Balboa, hizo que un escultor tallara la figura de Amelia con el niño en los brazos y portando una cruz. Fue enterrada con su hijo a los pies; después de un tiempo, con ocasión de unos trabajos de reparación, tuvieron que exhumar el cuerpo y dicen que la sorpresa fue mayúscula cuando encontraron el cuerpo de la mujer, casi intacto y al niño en sus brazos. La gente le reza con fervor como a una santa, y alrededor de su tumba hay una innumerable cantidad de pequeñas lápidas que agradecen, con distintas palabras, los milagros concedidos.
La pacífica lucha del día a día
Disfrutamos mucho que en toda la isla se respire tanta paz y seguridad. Se puede caminar por sus calles, a cualquier hora, con la tranquilidad de que no le van a robar a uno; a lo sumo, algunos llamados jineteros, tratarán de embaucar al turista para conseguir algún dinero, pidiendo que se les invite a unos tragos, o intentar venderle tabacos u otras artesanías, como de hecho nos ocurre, pero nadie se acerca a uno para hacerle daño. La prostitución existe como en todos los lugares del mundo, y más en ciudades turísticas como nuestra Cartagena y tantas otras. Las chicas, a las que llaman jineteras, en ocasiones son estudiantes universitarias y tienen arreglos con ciertos administradores de los establecimientos de rumba y/o con algunos guardias de seguridad de los hoteles, con quienes comparten lo que consiguen, pero al mismo tiempo ellos se encargan de protegerlas. En Cuba, si un turista se propasa con una de estas chicas, la puede pasar muy mal.
La sociedad cubana, como muchas otras alrededor del mundo es patriarcal. Sin embargo las oportunidades están disponibles por igual para hombres y mujeres. El aborto es legal desde 1965, como un derecho de la mujer. Es una sociedad que no se caracteriza por el maltrato de género, sin embargo en el ámbito íntimo de la familia existen parejas donde todavía se dan estas conductas; pero de forma general, la comunidad rechaza y sanciona estos comportamientos. El orden social cubano, no engendra violencia estructural, ya que el principio de igualdad y no discriminación están incorporados a todas las leyes y políticas del país y son considerados valores fundamentales que se inculcan desde la primera infancia. El maltrato, la violencia y el trabajo infantil, son casi inexistentes y son sancionados no sólo por la ley sino también por la sociedad.
Cuba tocó mis fibras más profundas y me hizo evidente, lo que ya llevo intuyendo desde hace varios años: se puede vivir plenamente feliz con muy poco si se tienen las necesidades básicas cubiertas y si se está rodeado de cariño, de paz y de seguridad. Para visitar Cuba, hay que dejar en casa muchos prejuicios y preconceptos. Esto facilita el que se puedan percibir, no sólo el verdadero encanto de su gente, sino sus logros y sufrimientos.
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225 comentarios:
1 – 200 de 225 Más reciente› El más reciente»En la entrevista, Eusebio alude la memorable interpretación que hizo Sara González de esta honda canción de Pablo Milanés:
Hombre Que Vas Creciendo
Hombre que vas creciendo,
en el camino ha quedado
sangre que fue cimiento,
cimiento de lo logrado.
Lo que ayer fuera un grito,
hoy cambia en una sonrisa.
Cuánto cuesta el destino
que la patria necesita.
Cuánta vida preciosa,
cuántas generaciones;
qué juventud, deseosa
como tú, se perdió.
Cuánto costó este cielo;
cuánto la tierra amada;
cuánto alzar la bandera
que inmolarse los vio.
Hombre que vas creciendo,
en el camino ha quedado
sangre que fue cimiento,
cimiento de lo logrado.