Un anciano muestra parte de la única prensa escrita permitida en Cuba (foto tomada de internet)
(José Antonio Fornaris) – A pesar de la transición del poder de un Castro a otro Castro, los medios de comunicación siguen estando, sin excepción, al servicio de la casta gobernante. Los periodistas independientes y algunos blogueros continúan siendo acosados, arrestados, difamados y hasta maltratados físicamente.
En 1959, Fidel Castro envió una carta al periodista estadounidense Herbert L. Matthews en la que aseguraba: “Donde hay crimen no hay libertad de prensa. Donde hay crimen se oculta lo que se hace”.
Un año y tres meses después de esa aseveración, el 14 de mayo de 1960, el periodista Luis Aguilar León publicó su artículo de opinión “La hora de la unanimidad”.
“He aquí que va llegando a Cuba la hora de la unanimidad. La sólida e impenetrable unanimidad totalitaria. La misma consigna será repetida por todos los órganos publicitarios. No habrá voces discrepantes, ni posibilidad de crítica, ni refutaciones públicas. El control de todos los medios de expresión facilitará la labor persuasiva, el miedo se encargará del resto”, dijo Aguilar León.
La opinión del periodista fue una profecía en tiempo real, y su publicación también marcó el fin de la libertad de prensa.
Prensa Libre, el periódico que publicó el artículo, fue clausurado. El día pasa desapercibido, pero fue uno de los días más fatídicos para Cuba.
Más tarde, con la proclamación de la Constitución Socialista en 1976, fueron puestos los últimos clavos al ataúd. Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa pero sólo “conforme a los fines de la sociedad socialista”.
Para ese fin, se decretó que “la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”.
A la par, para velar por la “pureza” de los medios, fue creado el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, quien traza la línea a seguir por los órganos de propaganda del Estado.
Luego, en el Código Penal, quedaron fijadas largas penas de cárcel por el presunto delito de divulgación de noticias falsas y la utilización de un medio de divulgación masiva para atentar contra el Estado.
Pese a esto, surgió en 1994 el periodismo independiente, tomando como referencia el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que reconoce el derecho a recibir información y a divulgarla sin limitación de fronteras.
Por esto se ha pagado un alto precio, el más significativo en marzo de 2003, cuando 26 comunicadores fueron arrestados y, tras juicios sumarios, condenados algunos de ellos a más de 20 años.
Decenas y decenas de comunicadores independientes han sido reprimidos de alguna forma en los nueve años que el general Raúl Modesto Castro lleva al frente del régimen.
Durante octubre, el periodista Roberto de Jesús Quiñones, en la ciudad de Guantánamo, estuvo bajo arresto en el cuartel de la Policía Política durante 18 horas. Su hogar fue registrado, confiscaron su ordenador, teléfono celular y otros artículos personales.
De acuerdo a la declaración de Quiñones, sus captores le aseguraron que sería juzgado por la presunta divulgación de noticias falsas que ponen en peligro la paz internacional. Todo, por la publicación del artículo titulado “Cuba y EUA: Necesaria definición de lo ‘normal’” donde da su punto de vista sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
El 1 de noviembre, la bloguera Tamara Rodríguez Quesada, fue arrestada y maltratada físicamente por mujeres de la policía y por un agente de la Seguridad del Estado cuando acompañaba a las Damas de Blanco que marchaban como cada domingo por la Quinta Avenida del barrio de Miramar en La Habana.
Según su narración, fue obligada a subir a un ómnibus donde le mantuvieron largo rato la cabeza presionada contra el piso del vehículo hasta que perdió el conocimiento. La bloguera fue bajada del ómnibus para ser trasladada en ambulancia a un hospital. Al bajarla la arrojaron contra el pavimento dándose un fuerte golpe en la cabeza, lo que requirió atención médica especializada por sospecha de un traumatismo craneal. Además, los golpes que recibió le provocaron la fractura de un dedo de la mano derecha y hubo que aplicarle tres puntos de sutura por una herida sangrante en un codo.
Yo personalmente he sido citado a interrogatorios por la Policía Política en múltiples ocasiones, varias veces he sido arrestado, amenazado directa o indirectamente, y mi casa rodeada por la Seguridad del Estado y la policía uniformada.
Estos son métodos de un régimen totalitario. La libertad de prensa nunca ha existido bajo ningún gobierno totalitario, su genética no se lo permite. En Cuba ese patrón tiene permanente vigencia, no importa cuál de los Castro esté en el poder.
Este texto se publicó previamente enIWPR
Un anciano muestra parte de la única prensa escrita permitida en Cuba (foto tomada de internet)
(José Antonio Fornaris) – A pesar de la transición del poder de un Castro a otro Castro, los medios de comunicación siguen estando, sin excepción, al servicio de la casta gobernante. Los periodistas independientes y algunos blogueros continúan siendo acosados, arrestados, difamados y hasta maltratados físicamente.
En 1959, Fidel Castro envió una carta al periodista estadounidense Herbert L. Matthews en la que aseguraba: “Donde hay crimen no hay libertad de prensa. Donde hay crimen se oculta lo que se hace”.
Un año y tres meses después de esa aseveración, el 14 de mayo de 1960, el periodista Luis Aguilar León publicó su artículo de opinión “La hora de la unanimidad”.
“He aquí que va llegando a Cuba la hora de la unanimidad. La sólida e impenetrable unanimidad totalitaria. La misma consigna será repetida por todos los órganos publicitarios. No habrá voces discrepantes, ni posibilidad de crítica, ni refutaciones públicas. El control de todos los medios de expresión facilitará la labor persuasiva, el miedo se encargará del resto”, dijo Aguilar León.
La opinión del periodista fue una profecía en tiempo real, y su publicación también marcó el fin de la libertad de prensa.
Prensa Libre, el periódico que publicó el artículo, fue clausurado. El día pasa desapercibido, pero fue uno de los días más fatídicos para Cuba.
Más tarde, con la proclamación de la Constitución Socialista en 1976, fueron puestos los últimos clavos al ataúd. Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa pero sólo “conforme a los fines de la sociedad socialista”.
Para ese fin, se decretó que “la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”.
A la par, para velar por la “pureza” de los medios, fue creado el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, quien traza la línea a seguir por los órganos de propaganda del Estado.
Luego, en el Código Penal, quedaron fijadas largas penas de cárcel por el presunto delito de divulgación de noticias falsas y la utilización de un medio de divulgación masiva para atentar contra el Estado.
Pese a esto, surgió en 1994 el periodismo independiente, tomando como referencia el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que reconoce el derecho a recibir información y a divulgarla sin limitación de fronteras.
Por esto se ha pagado un alto precio, el más significativo en marzo de 2003, cuando 26 comunicadores fueron arrestados y, tras juicios sumarios, condenados algunos de ellos a más de 20 años.
Decenas y decenas de comunicadores independientes han sido reprimidos de alguna forma en los nueve años que el general Raúl Modesto Castro lleva al frente del régimen.
Durante octubre, el periodista Roberto de Jesús Quiñones, en la ciudad de Guantánamo, estuvo bajo arresto en el cuartel de la Policía Política durante 18 horas. Su hogar fue registrado, confiscaron su ordenador, teléfono celular y otros artículos personales.
De acuerdo a la declaración de Quiñones, sus captores le aseguraron que sería juzgado por la presunta divulgación de noticias falsas que ponen en peligro la paz internacional. Todo, por la publicación del artículo titulado “Cuba y EUA: Necesaria definición de lo ‘normal’” donde da su punto de vista sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
El 1 de noviembre, la bloguera Tamara Rodríguez Quesada, fue arrestada y maltratada físicamente por mujeres de la policía y por un agente de la Seguridad del Estado cuando acompañaba a las Damas de Blanco que marchaban como cada domingo por la Quinta Avenida del barrio de Miramar en La Habana.
Según su narración, fue obligada a subir a un ómnibus donde le mantuvieron largo rato la cabeza presionada contra el piso del vehículo hasta que perdió el conocimiento. La bloguera fue bajada del ómnibus para ser trasladada en ambulancia a un hospital. Al bajarla la arrojaron contra el pavimento dándose un fuerte golpe en la cabeza, lo que requirió atención médica especializada por sospecha de un traumatismo craneal. Además, los golpes que recibió le provocaron la fractura de un dedo de la mano derecha y hubo que aplicarle tres puntos de sutura por una herida sangrante en un codo.
Yo personalmente he sido citado a interrogatorios por la Policía Política en múltiples ocasiones, varias veces he sido arrestado, amenazado directa o indirectamente, y mi casa rodeada por la Seguridad del Estado y la policía uniformada.
Estos son métodos de un régimen totalitario. La libertad de prensa nunca ha existido bajo ningún gobierno totalitario, su genética no se lo permite. En Cuba ese patrón tiene permanente vigencia, no importa cuál de los Castro esté en el poder.
Este texto se publicó previamente enIWPR