El gobierno de Costa Rica ha decidido suspender su participación dentro del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) en protesta por lo que considera una falta de solidaridad de sus vecinosen la crisis migratoria que vive la región. San José desea ver decisiones distintas para reencauzar a los casi 6.000 cubanos que se han ido acumulando desde hace mes y medio en suelo tico en su camino hacia Estados Unidos.
Las autoridades costarricenses han anunciado su decisión de no permitir ni un solo nuevo migrante de los que arriban desde Ecuador a través de Colombia y Panamá. El Gobierno también ha elevado la protesta a nivel político del SICA, la institución del istmo llamada a construir una integración entre los países de la región. El más reciente conflicto en el seno de la organización tiene como tema a los miles de cubanos que han quedado varados en Costa Rica después de que Nicaragua cerrara sus puertas y les impidiera continuar su camino al norte. Guatemala y Belice también se opusieron al tránsito y se rechazaran las opciones que gestaba Costa Rica para abrir una ruta a los migrantes que hoy viven en albergues atendidos por instituciones públicas y privadas.
La cumbre de presidentes del SICA del viernes en Guatemala resultó ser el escenario de la sorpresiva medida de protesta tomada por el gobierno de Luis Guillermo Solís, quien ha declarado sentirse “defraudado” por sus vecinos. “He defendido la integración regional durante 30 años (como académico y diplomático). Soy un presidente integracionista. Por eso, la salida es motivo de frustración y tristeza. No comprendo cómo tres países lograron detener un acuerdo que apoyaban todos los demás miembros del Sistema”, ha dicho el mandatario costarricense en una rueda de prensa convocada a última hora del viernes.
La crisis de los migrantes cubanos, la mayor para Costa Rica desde las guerras centroamericanas de los años 80, mantiene ocupadas a las autoridades ticas desde mitad de noviembre, después de detener el flujo ilegal que desde 2012 cruzaba toda Centroamérica y México de la mano de redes de tráfico de personas. El Gobierno intentó regularizarlos con visas de tránsito debieron ser renovadas porque en la frontera norteña de Peñas Blancas, en Nicaragua, fueron rechazados por las fuerzas policiales. Así se fueron sumando más y más cubanos que llegaban desde Panamá, donde ahora también se registran encallados unos mil cubanos que sueñan con poner un pie en Estados Unidos y beneficiarse con la ley especial de acogida que les concede Washington. Cerca de 13.000 lo han logrado este 2015.
Otros miles han quedado a mitad del camino. Están en 12 albergues en suelo costarricense agolpados en el puesto fronterizo frente a Nicaragua en espera de una noticia positiva que no existe aún. No hay cómo colocarlos en camino a Estados Unidos. Ni siquiera hubo frutos de una reunión que este lunes sostuvo Luis Guillermo Solís con Raúl Castro en La Habana, en una histórica visita oficial (la primera de Costa Rica a Cuba en más de 60 años) cuya atención acabó absorbida por la crisis migratoria. También otras reuniones entre mandatarios y cancilleres han resultado inútiles. Nada hasta ahora permite a los 6.000 cubanos pensar en pasar la Navidad lejos de los albergues. Mientras, Costa Rica advierte a otros migrantes de este tipo que si intentan entrar a Costa Rica desde Panamá, serán deportados.