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General: El maniculiteteo del aznarista Macri ...respecto a los trabajadores
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 09/12/2015 13:11 |
EL PAIS › AHORA MACRI DIJO QUE EXIMIRA DE GANANCIAS A LOS AGUINALDOS DE SUELDOS MENORES A 30 MIL PESOS
Que sí, que no y al final fue que sí
La semana pasada, el macrismo había anunciado que el medio aguinaldo no sería alcanzado por Ganancias. Luego el presidente electo dio marcha atrás. Tras las críticas sindicales, ayer dijo que quedarán exceptuados los salarios inferiores a 30 mil pesos brutos.
El presidente electo, Mauricio Macri, dio marcha atrás y anunció que el próximo aguinaldo de los sueldos menores a 30 mil pesos quedará eximido de pagar el Impuesto a las Ganancias. Así lo aseguró ayer, al anticipar que tras asumir el gobierno dispondrá esta excepción. De esta manera, el medio aguinaldo de diciembre no sufrirá el descuento impositivo en el caso de los trabajadores que perciban un salario bruto inferior a 30 mil pesos. Después de haber anunciado que el Sueldo Anual Complementario no sería alcanzado por Ganancias, durante el último fin de semana Macri había asegurado lo contrario, con el argumento de que no daban los tiempos para implementar los cambios prometidos. Ayer, en medio de las generalizadas críticas de los dirigentes sindicales, finalmente revió su postura.
La noticia fue comunicada por el propio Macri en su cuenta de Facebook, donde ahora puso el acento en que no faltará a su palabra.
“Quiero anunciar que todos aquellos asalariados en relación de dependencia cuyos ingresos brutos sean inferiores al mínimo no imponible de 30 mil pesos, estarán exentos de tributar Ganancias por el aguinaldo que recibirán en los próximos días. De esta manera aquello prometido en la campaña tendrá un cumplimiento real e inmediato.”
La excepción de diciembre deberá ser concretada mediante un decreto de necesidad y urgencia. Macri aseguró que luego enviará al Congreso una nueva Ley de Impuesto a las Ganancias para subir el mínimo no imponible “de los 11.275 pesos actuales –reseñó– a 30 mil pesos” desde enero de 2016. El proyecto incluirá además una propuesta de modificación de toda la escala de aplicación.
El comunicado no detalló cuántos trabajadores quedarán exceptuados con el piso de 30 mil pesos brutos.
La eximición de Ganancias del aguinaldo venía siendo una medida tomada por el kirchnerismo en los últimos años. En diciembre pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tomó una medida incluso de mayores alcances que la definida ayer y eximió a los aguinaldos de los sueldos menores a 35 mil pesos.
En la campaña, Macri prometió directamente que si lo elegían presidente los sueldos no pagarían Ganancias. El 28 de septiembre, por citar uno de muchos ejemplos, en un acto en La Boca junto al titular de la CGT, Hugo Moyano, el entonces candidato de Cambiemos se comprometió a terminar con “la estafa” de aplicar el Impuesto a las Ganancias sobre los sueldos”. Incluso la semana pasada, el futuro ministro de Trabajo, Jorge Triaca, anunció que estaba trabajando para exceptuar al medio aguinaldo de pagar Ganancias. Sin embargo, el sábado por la noche, el presidente electo dijo “no creo que lleguemos a exceptuarlo”. Al día siguiente, desde su equipo ratificaron que los cambios quedarían “para el año próximo”, con argumentos que señalaron tanto la falta de tiempo como la “difícil situación económica” en que recibirían al país.
Esa decisión generó fuertes críticas en todo el espectro sindical, incluso desde los sectores aliados al macrismo como el líder de la CGT, Hugo Moyano, que calificó la decisión de “lamentable”. “Aparentemente el cambio era para cambiar, pero en ese sentido seguimos igual”, dijo ayer el camionero, antes de que Macri reviera la medida. Desde el sindicato de los colectiveros, la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Mario Caligari había sumado que “a nadie” le gustaba la noticia. “Los trabajadores no vamos a pagar la fiesta de nadie”, advirtió. Hugo Yasky, de la CTA de los Argentinos, criticó la “falta de coherencia” entre los anuncios de campaña y los hechos y Pablo Micheli, de la CTA Autónoma, advirtió sobre la “irresponsabilidad de decir una cosa y cambiarla”.
Finalmente, el PRO volvió sobre sus pasos. En el texto que subió a Facebook, Macri agregó que la suba del mínimo no imponible es “una medida clave que revierte el efecto nocivo que tuvo la inflación sobre cientos de miles de asalariados que hoy pagan un impuesto que no deberían pagar o una alícuota que no tiene relación con su verdadero poder adquisitivo”.
Entre las primeras repercusiones que saludaron la exención de Ganancias se destacó la de Gerónimo Venegas. El dirigente de los peones rurales, que con su partido FE integró el frente Cambiemos, dijo que “el anuncio es muy positivo para los trabajadores”, tanto como “el envío al Congreso de un proyecto de ley para aumentar el mínimo no imponible y corregir las escalas”.
También Héctor Recalde, nuevo jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, felicitó a Macri por haber revisado su postura con el anuncio de Ganancias y su alcance sobre el medio aguinaldo.
Mauricio Macri recibió ayer al ex mandatario español José María Aznar. |
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ECONOMIA › OPINION
Siete años después
Por Claudio Scaletta
Poco más de siete años después, la revuelta agraria iniciada en 2008 llegó a su fin y bajo un gobierno propio. La imagen de ayer en Pergamino fue la foto del triunfo. El reclamo histórico de las organizaciones agrarias (conservar el precio pleno de las exportaciones) fue concedido prácticamente en su totalidad. Sólo se conservó un resto para la soja, lo que será motivo de reclamos de segunda generación.
El discurso de Mauricio Macri fue breve, pero suficiente para repetir tres veces la palabra “alegría”. El mismo número de veces que repitió “juntos” y “maravilloso”. En la foto-poster sobre el pasto, estética que amenaza convertirse en signo de época, no posaron productores agobiados por una década larga de insostenible presión tributaria, sino la plana mayor de los satisfechos de siempre. Si existe un instrumento de política económica que refleja las relaciones de poder sin mediaciones, ese instrumento son los tributos; quién paga las cuentas, quién se beneficia y quién no. Ayer la taba se dio vuelta nuevamente.
Macri intentó compensar la evidente transferencia multimillonaria al sector agropecuario decidida de un plumazo, con un vago y optimista llamado a no evadir Ganancias. La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, agregó que confía en que la concesión al llamado campo será compensada, precisamente, por una mayor recaudación de Ganancias y el impuesto a los sellos. El pedido con el corazón a los “productores” se sostiene en una presunta explosión futura de la producción que, desde hoy, no estará frenada por el fisco. Es la misma idea que en tiempos de la revolución conservadora de Ronald Reagan defendía el economista Arthur Laffer, quien sostenía que bajarle impuestos a los más ricos aumentaría la producción y por lo tanto los impuestos finalmente recaudados. Vale recordar que el resultado real de las medidas aplicadas por Reagan fue otro: déficit fiscal por caída de ingresos.
En perspectiva, al margen de la ideología del nuevo gobierno y de la lucha histórica de las organizaciones agrarias, el desplome de los precios internacionales de las commodities más la relativa apreciación cambiaria de los últimos años, provocaron una caída de rentabilidad que contribuyó a deslegitimar socialmente a las retenciones como instrumento. Lo que sucedió fue principalmente el resultado de no tener (o la imposibilidad de tener) un mecanismo móvil eficiente, es decir, que las alícuotas a retener disminuyan junto con los precios externos y se vinculen de alguna manera al nivel del tipo de cambio. Por ello, la eliminación del tributo a los cereales y a las economías regionales fue también una promesa de campaña del Frente para la Victoria. Pero no todo es igual, el punto de diferencia es el precio del dólar. No es lo mismo eliminar retenciones y mantener el dólar a 10 u 11 pesos, que eliminarlas y llevar el tipo de cambio a 15 o 16. En el primero de los casos se mejora la rentabilidad de los cultivos perdida por las dos causas citadas. En el último se duplica el beneficio para los exportadores. Dicho de otra manera, una cosa es eliminar retenciones para sostener un tipo de cambio asociado a determinada distribución del ingreso y otra muy distinta hacerlo para provocar una poderosa transferencia de renta hacia los exportadores. No debe olvidarse que en la práctica las retenciones funcionan como un mecanismo de tipos de cambio múltiples.
Además de la transferencia directa, el segundo efecto de la eliminación será sobre los precios pagados por los consumidores en el mercado interno. Las retenciones también funcionaban como un arancel y reducían el precio interno de los productos alcanzados. Ya antes de su eliminación efectiva, el sólo anuncio de que serían quitadas disparó los valores del pan y de las carnes, aumentos que ahora se multiplicarán sobre las ya potentes expectativas de devaluación. Esto es porque los productos tienen un solo precio. Sin retenciones, el precio internacional es el mismo que el interno.
El tercer efecto también es arancelario. Macri señaló como presunta superación de la Argentina agroexportadora del primer centenario el cliché de los apologistas del complejo agroindustrial: el pasaje de granero a supermercado del mundo, concepto que entraña agregar valor a las exportaciones primarias. El detalle es que la medida de política anunciada va en sentido contrario al objetivo. La retención ya no desincentivará las exportaciones primarias sin ningún valor agregado. Al igual que el pedido de corazón para cumplir con Ganancias, el proyecto de supermercado planetario se queda en la retórica.
Luego, en materia de economías regionales la principal promesa será incumplida. Durante todos estos años el discurso contra las retenciones hizo creer a los productores primarios independientes, por ejemplo a los tamberos que entregan su leche a las usinas o a los fruteros que venden a los empacadores-comercializadores, que los bajos precios recibidos por su producción eran una consecuencia directa del tributo y no de las relaciones de poder en la formación del precio primario. Pero en los circuitos agroindustriales la eliminación no beneficiará a los productores, sino solamente a los exportadores. No es una especulación ideológica; ya sucedió con la baja de retenciones a la leche y con la reducción a la mitad de las retenciones a las frutas. En ambos casos los precios recibidos por los productores primarios no variaron, una carga que le cabe cien por ciento al gobierno saliente. La eliminación lisa y llana en las regiones, entonces, sólo dará lugar a efecto riqueza. Al igual que sucede con una devaluación, no hay razones para esperar aumentos de las exportaciones, las que dependen de la demanda externa antes que de la mejora de la ecuación de costos interna. Aquí también las estadísticas históricas acompañan la aseveración.
Finalmente, la acción de bajar retenciones constituía en sí misma un instrumento de política al interior de los circuitos agroindustriales, por ejemplo; atando su baja a la mejora del precio pagado por los exportadores a los productores primarios, o para conseguir mayor transparencia en las relaciones comerciales. Ahora nada de esto podrá hacerse, pues la eliminación se concedió a cambio de nada.
¿Pero se asiste sólo la gran victoria económica del sector agropecuario? La foto de Pergamino es incompleta, durante la misma mañana de ayer, en la conferencia de la Unión Industrial Argentina, la noticia de la quita de retenciones al agro recibió un cerrado aplauso, dato que debe llevar a la reflexión sobre la estructura y diversificación real de las clases dominantes locales, un diagnóstico clave para cualquier futuro proyecto político. Más divididos fueron los aplausos para los anuncios propios. Sólo la mitad del auditorio industrial aplaudió la mayor liberalización del grueso de las posiciones arancelarias. El camino recién empieza, pero su dirección presenta pocas dudas.
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ECONOMIA › SUBAS EN REMEDIOS Y ALIMENTOS REAVIVARON LA INFLACION EN NOVIEMBRE Y DICIEMBRE
Efecto de una devaluación anunciada
Mientras el Indec demora los indicadores por falta de “condiciones técnicas” para elaborarlos, diversas fuentes privadas reflejan una fuerte aceleración. Alimentos, con subas del 11 por ciento en la primera mitad de diciembre.
Por Federico Kucher
La inflación de diciembre, según estimaciones privadas, será de hasta el 6 por ciento, superando en varias veces la última variación informada por el Indec en octubre, la cual arrojó que los precios minoristas habían subido 1,1 por ciento. La devaluación anunciada por el equipo económico de Cambiemos generó un fuerte incremento en el valor de los productos de la canasta básica, en particular de la carne, el pollo, la leche, la harina y el aceite, ya desde antes de su puesta en marcha. También hubo aumentos notables en productos clave como los medicamentos, que marcaron subas de más del 20 por ciento. El instituto oficial de estadísticas, tras la designación del consultor de mercado Jorge Todesca, decidió interrumpir la publicación del indicador de precios al consumidor de noviembre y diciembre. Economistas heterodoxos aseguraron que se pretende ocultar el importante impacto para el proceso inflacionario que generó el incremento del dólar con baja de retenciones.
Las estimaciones de precios de los privados, en ausencia de indicadores oficiales, registraron la fuerte aceleración de la inflación en las últimas semanas. El relevamiento del Estudio Bein reflejó que en octubre la inflación fue del 1,5 por ciento, mientras que en noviembre ascendió al 2,9 y cerraría diciembre en el 6 por ciento. Las estimaciones de Elypsis, del consultor Levy Yeyati, fueron 1,5 en octubre, 2,2 en noviembre y 3,5 en diciembre. La consultora M&S, de Carlos Melconian, uno de los nuevos funcionarios designados para conducir el Banco Nación, calculó que en diciembre el alza de precios superará 4 por ciento.
Los alimentos tuvieron las subas más pronunciadas. El estudio de Isepci, que mide solo la evolución de productos alimenticios, arrojó que el valor de los alimentos había subido el 0,7 por ciento en octubre, el 2,9 por ciento en noviembre y el 11,7 por ciento en la primera quincena de diciembre.
Un informe de Consumidores Libres, de Héctor Polino, permite observar cuál fue el aumento de precios para distintos productos de consumo masivo entre fines de octubre y la primera quincena de diciembre. El asado por kilo se incrementó el 10,1 por ciento, en tanto que el roast beef lo hizo al 13,7 por ciento y la carne picada, 5,2. La harina anotó una suba del 8,6 por ciento, la leche 5,1 y la yerba mate 4,8. Entre las verduras se destacó el alza del zapallo (+28,2 por ciento). El aumento del precio de los alimentos impacta con mayor fuerza en la calidad de vida de sectores vulnerables de la población que destinan gran parte de sus ingresos a comprar estos productos. Más allá del anuncio de un bono por única vez para titulares de derechos de la Asignación Universal por Hijo y jubilaciones mínimas, los incrementos de precios en la canasta básica provocaron una fuertísima caída en la capacidad de compra de estos sectores.
El Indec, pese a la tensión observada con los precios en las últimas semanas, anunció que no se publicarán los indicadores de inflación minorista para noviembre y diciembre. Las nuevas autoridades aseguran que no están dadas las condiciones técnicas para presentar un indicador de precios adecuado. Pero economistas heterodoxos dudan de la veracidad del argumento y aseguran que hay un intento de ocultar la importantísima distorsión sobre los precios generada por el anuncio de devaluación y la quita de retenciones al complejo agropecuario, en particular el trigo y el maíz. “Hasta ahora se venía publicando a través del Indec un índice de precios nacional urbano (IPC-nu) que reflejaba con bastante exactitud las tasas de inflación. Se puede pensar en mejorarlo, pero discontinuarlo justo ahora es privar de información a la población. Sorprende que lo dejen de publicar”, aseguró Ricardo Aronskind, economista del Plan Fénix. Planteó que el nuevo gobierno ocultó desde un comienzo sus intenciones en materia distributiva (baja de salario real y en dólares y recomposición de rentabilidad para los sectores exportadores). “Lo que ahora ocurre es que hay un fuerte impulso inflacionario incitado desde el Estado y que, en donde más preocupa, es en el incremento de los precios de los productos de la canasta básica. La baja de la retención para el trigo y el maíz afecta en forma significativa estos bienes, lo cual combinado con la devaluación genera una importante tensión en el valor de todos los alimentos”.
Las góndolas de alimentos son las que más sufrieron el impacto, según las consultoras privadas. Carnes y verduras, los que más subieron. |
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