Venezuela se encuentra en estado de emergencia económica desde el pasado viernes tal y como fue declarado por un decreto del presidente venezolano, Nicolás Maduro, con el que pretende adoptar medidas que subsanen la adversa coyuntura por la que atraviesan las finanzas nacionales.
El texto culpa de la situación a la «guerra económica» que, según el dirigente, mantienen contra él muchos país que, tras la muerte del expresidente Hugo Chávez, iniciaron una serie de acciones tendentes a «desestabilizar» al país, debilitar sus instituciones y provocar «una ruptura del hilo constitucional, sobre la base de un malestar social inducido».
Asimismo, el documento pretende mitigar los efectos de la inflación, de la «especulación», del valor «ficticio» de la divisa, el «sabotaje» a los sistemas de distribución de bienes y servicios, y contrarrestar «las consecuencias de la guerra de los precios petroleros, que ha logrado germinar al calor de la volátil situación geopolítica internacional actual, generando una grave crisis económica».
En cuanto a los precios petroleros, el Gobierno venezolano culpa a EEUU de provocar la caída al aumentar la producción de gas, en un intento de «ahogar» a los países exportadores de hidrocarburos, «que se oponen a sus intereses hegemónicos», como es el caso de Rusia, Irán y Venezuela.
A esta situación se ha sumado la negativa de algunos miembros de la OPEP a reducir el techo conjunto de producción establecido, y el temor sobre la ralentización de la economía de China y las naciones europeas, que pudiera mermar la demanda de crudo.
La disminución en el precio de los hidrocarburos tiene un efecto importante en la economía nacional, ya que las exportaciones de este sector constituyen la principal fuente de ingresos de divisas con que cuenta el Estado para impulsar su desarrollo.
Según datos del Gobierno, en proporción, de cada 100 dólares que entran a Venezuela, 96 provienen de la renta petrolera. Y esta semana, el precio del crudo se ubicó en 24 dólares por barril, lo que representa el nivel más bajo registrado en los últimos 12 años.
La producción actual del país supera los 3,8 millones de barriles por día, de los cuales 2,4 millones se comercializan en el mercado mundial.
Otro de los puntos que maltrata a la economía es la alta inflación, que entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015, se ubicó en el 141,5 por ciento, de acuerdo al informe del Banco Central de Venezuela (BCV).
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), que es elaborado por el BCV y el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejó una variación acumulada durante los primeros nueve meses del año 2015 de 108,7 por ciento.
Como en el caso del petróleo, el Gobierno de Maduro culpa de esta situación a «la campaña de ataques a la economía, perpetrada por sectores de la derecha desde 2014».
Lo que el Ejecutivo tilda de «guerra económica de nueva generación» incluye la arremetida de páginas web que fijan la relación bolívar-dólar a una tasa especulativa que apunta a la depreciación de la moneda nacional, «y que no corresponde con la dinámica económica del país».
Producto de todo ello, según el oficialismo, es que el Producto Interno Bruto (PIB) haya experimentado en el tercer trimestre de 2015 una disminución del 7,1 por ciento, en comparación con el mismo período del año anterior.
El desempeño de las finanzas durante los dos trimestres previos fue de -1,4 por ciento y -4,7 por ciento. Mientras que entre el período comprendido entre enero y septiembre se registró una contracción de 4,5 por ciento.
Menos divisas. El BCV indicó que entre las causas que determinaron el comportamiento de la actividad económica, destaca «la menor disponibilidad de divisas porel impacto adverso de la caída de los precios del petróleo de un 57,8 por ciento, con respecto a similar lapso de 2014, situación que afectó a las importaciones requeridas por el aparato productivo nacional».
Aunado a la caída de la cotización del precio del crudo en el mercado internacional, que constituye la principal fuente de ingresos para la nación, el ente emisor denunció que Venezuela «sufre una guerra económica de nueva generación», que incluye el ataque al bolívar, y acciones desestabilizadoras que han generado un desequilibrio en la comercialización de bienes y servicios.