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General: No está muerto quien pelea ... El kirchnerismo está vivo !
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From: Ruben1919 (Original message) |
Sent: 28/01/2016 13:19 |
Kirchnerismo not deadDemetrio Iramain 28 de Enero de 2016 | 12:00
La militancia kirchnerista es, sin dudas, el segmento más dinámico del rico entramado que compone el movimiento nacional y popular.
La militancia kirchnerista es, sin dudas, el segmento más dinámico del rico entramado que compone el movimiento nacional y popular. Ese sector se trazó para sí un nuevo desafío: afiliarse masivamente al Partido Justicialista para asegurarse una conducción afín y evitar que la vieja estructura partidaria del peronismo se vuelque decididamente hacia la derecha (Sergio Massa, José Manuel de la Sota), o asuma rostros mucho más conservadores, como el que cultiva el prolijito gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. ¿Acaso el objetivo táctico supone un desviamiento estratégico? No, si entendemos como meta final de ese movimiento la construcción de una nueva síntesis política, ideológica y práctica, con vocación seria de alcanzar el poder y eficaz a la hora de disputar la representación de las mayorías populares. Eso, precisamente, fue lo que intentó fundar el kirchnerismo desde su disrupción en 2003, con resultados notables aunque no definitivos, como nada lo es en la historia social. Alguna vez Néstor Kirchner se definió, aunque en plural, a sí mismo: "Somos peronistas, nos llaman kirchneristas para bajarnos el precio", dijo. Eran los tiempos de las primeras disputas con el duhaldismo y los sectores de la ortodoxia pejotista, a quienes no quería regalarles la legitimidad que dan los símbolos y la letra gruesa de la doctrina. En 2008, sin embargo, mientras se libraba la lucha contra las patronales sojeras, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que "después de las Madres y Abuelas, la Plaza de Mayo ya no puede ser considerada sólo de los peronistas". ¿Hay allí una contradicción con Néstor? Para nada. Lo que hay son dos contextos diferentes, que dan, por separado, racionalidad y sentido a ambas definiciones. El peronismo nunca jamás había arribado desde 1973 a discutir la genealogía del capital como lo hizo en 2008. Esa agudización de las contradicciones que representó el conflicto por las retenciones, necesitaba una nueva identidad político-ideológica que la expresara. Sólo eso. ¿Cuáles son los condicionantes que se presentan hoy? Seguramente otros, distintos de aquéllos. Ante el contragolpe liberal y la ofensiva reaccionaria que presentan, incluso, formas predemocráticas, el movimiento nacional necesita garantizar que el peronismo se asuma desafiante de ese nuevo orden social profundamente recesivo. Confundirse con su rival so pretexto de "surfear" la nueva ola liberal, sería casi un suicidio histórico. Para continuar vivo necesita hoy más que nunca reafirmar su histórica identidad rebelde, plebeya, contestataria, aunque eso suponga aplazar hasta la próxima estación la construcción de una nueva identidad. Atención, sin embargo: demorar esa necesaria construcción ante situaciones de fuerza mayor no debe implicar abandonar el reto histórico de forjar una nueva síntesis política e ideológica de los subalternos, que si bien abreve en el peronismo abrace distantes puertos ideológicos y prácticas organizativas y políticas disímiles. Ambos son movimientos de un mismo minué, que deben librarse en simultáneo, aunque con prioridades cambiantes. La de ahora es una sola: mantener en el peronismo una conducción funcional al proyecto transformador de la Argentina, iniciado en 2003. ¿Cómo entender sino que tan sólo diez meses atrás, en ocasión del 25 de mayo pasado, Cristina haya señalado que "hemos forjado una nueva identidad democrática" definida no sólo por "estar de acuerdo con que haya elecciones libres y sin proscripciones", ni siquiera sólo por pensar "que es bueno redistribuir el ingreso y que la gente tenga buen nivel y calidad de vida", sino también por "los Derechos Humanos (que) se han incorporado definitivamente a esta nueva identidad democrática (…) y forman parte de nuestra identidad constitutiva", no sólo de "un espacio político" sino de la "condición de Argentina, porque es patrimonio de la Nación y orgullo de la patria"? ¿Qué pasó en el medio como para que esa conceptualización aparezca hoy alejadísima de las discusiones actuales en el seno del peronismo? ¿O será que no está tan lejos? Sin dudas no lo está. Esas saludables tensiones que florecieron durante el ciclo precedente no capitularán así nomás. El kirchnerismo no es una moda pasajera. Nadie podrá decir que fue un espasmo lo que gobernó la Argentina durante tres mandatos consecutivos y entregó el poder constitucional con una movilización de masas como no se recuerde otra desde, al menos, la celebración popular por el Bicentenario. Cristina sigue siendo la líder indiscutida de la única opción superadora al neoliberalismo extranjerizante que pretende imponer a sangre y DNU el macrismo. No creerlo así significaría entrar en la perversa lógica del enemigo, que impone visiones y sentidos que es necesario desmentir. El peronismo no es, no puede, no será fácilmente presa de los tránsfugas ideológicos que lo convirtieron en una mueca de sí mismo durante los años noventa. En sólo dos meses, y por más dramáticas que parezcan estas horas, el peronismo no está dispuesto a desmarcarse del kirchnerismo que quiso, supo y pudo ser. Nuevamente se disputa allí, en las fauces de ese movimiento, una parte sustancial del futuro inmediato de la patria. Por algo el torpe apuro del presidente Macri ante los campeones mundiales del capitalismo, por presentar como quien trae a la novia por primera vez a cenar a casa, a Sergio Massa como el "peronista" dócil, amaestrado, que "tiene serias posibilidades de conducir al peronismo en los próximos meses". Otra impericia del fanático de Queen. Atención, sin embargo: ganar la discusión al interior del peronismo no garantiza, en sí mismo, ningún éxito en la disputa de fondo: imponerse en 2017, y vencer en las próximas presidenciales. Para lograrlo se necesita algo más que un partido bien conducido: cohesión, liderazgo, organización, presencia territorial. ¡Política! ¡Mayorías! Esa es la cuestión. Pese a todo, el peronismo conserva atributos fundamentales: una líder irreductible (Cristina), la memoria social sobre la década de ampliación de derechos, distribución del ingreso y acceso popular al consumo, y una marca identitaria de origen, un sello distintivo en la subjetividad de sus adherentes con suficiente buena prensa todavía: la lealtad, el orgullo, el sentimiento de pertenencia. Les será muy difícil a sus enemigos ir contra ellas. Aunque está visto: nada es irreversible en la historia. Sólo la organización vence al tiempo, dijo Perón. ¿No volvería a decirlo hoy, viendo las multitudes de jóvenes que se concentran en las plazas cada fin de semana, y en silencio, con sus cánticos, piden que le den tareas a su entusiasmo? «
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El lugar de la oposición
Por Raúl Kollmann
Entre los encuestadores las opiniones tienden a estar divididas sobre el espacio de la oposición. Desde ya que todos coinciden en que el centro es el peronismo y que todavía le falta digerir la derrota electoral. Pero para algunos consultores el papel protagónico lo tendrá una alianza entre el kirchnerismo y algún otro sector interno del PJ, mientras que otros piensan que las mayores chances las tienen los sectores moderados. La mayoría igualmente cree que el Frente Renovador está demasiado pegado al gobierno de Macri como para ejercitar un papel opositor.
“Es cierto que una derrota electoral, por más ajustada que sea, genera heridas que requieren para su cura de tiempo y paciencia –señala Roberto Bacman–. Pero es cierto también que los tiempos que corren son cada vez más dinámicos y turbulentos. La gente que votó por el Frente para la Victoria espera ver una rápida y efectiva reorganización y repuesta orgánica del peronismo en su conjunto. ¿Será posible reunificar en un único y claro espacio opositor a los kirchneristas y peronistas no K? Ese es el gran desafío: hoy por hoy es lo que está esperando el segmento de la población que se considera opositor. Según los resultados obtenidos en las últimas encuestas llevadas a cabo, se detectan varios dirigentes con un buen posicionamiento para conducir tanto la reorganización como el posicionamiento opositor del peronismo: CFK, Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey (en ese orden) son hasta el momento los que obtienen mayores niveles de señalamiento. Sergio Massa y José Manuel de la Sota han quedado un poco relegados: la gente los percibe demasiados cercanos al actual oficialismo; y como cuenta la leyenda acerca del mito del Ave Fénix, es muy peligroso volar tan cerca del sol sin correr el riesgo de que se le quemen las alas”.
“Hasta el momento el lenguaje de la oposición al macrismo, es el kirchnerismo afirma Ignacio Ramirez pero naturalmente este tiene el desafío de metabolizar la derrota y renovar sus discursos y actores para relanzar su vigencia política. En un perspectiva más amplia aparece un peronismo descentralizado donde conviven por el momento con tensiones pero sin fracturas distintos dirigentes y sectores dotados de capitales diferentes (algunos con más popularidad, algunos con mas recursos, algunos con mayor gravitación territorial), pero ninguno suficiente excluyente como para verticalizar al conjunto del espacio. Resulta un interrogante, también, saber cómo evolucionará el Frente Renovador y la figura de Massa, ya que no es lo mismo ser opositor al kirchnerismo que al macrismo (con el cual el discurso y las simpatías estaban bastante solapadas); en principio no pareciera que el centro de gravedad de la oposición lo ocupen figuras cercanas o parecidas al PRO o con actitudes debilmente criticas”.
“Históricamente, el peronismo en la oposición encara dos tareas concluye Eduardo Fidanza: una es dirimir una interna después de la derrota; la otra, es cuidar y defender los territorios que conserva. A este comportamiento general, debe agregársele un trauma particular: la perdida de su Tierra Santa, la provincia de Buenos Aires. Es difícil mensurar hasta donde le ha pegado esa derrota. En el plano coyuntural, se sabe que hay tres agrupamientos en el peronismo: uno es el cristinismo kirchnerista; otro es el peronismo no K, y el tercero es el massimo. Los dos últimos parecen dispuestos a colaborar, para acompañar la ola, hasta empezar a competir con el gobierno. El kirchnerismo, en cambio, está condenado a una especie de fatalidad: ser la oposición dura, en una etapa desfalleciente. En este panorama, resaltan dos figuras: Massa y Urtubey. Mas allá de personas, el destino político de los peronismos opositores dependerá, en última instancia, de cómo le vaya al gobierno en materia económica y social. Si logra conservar empleo y salario, y mantiene cuidado institucional, puede llegar a 2017 con buenas chances de revalidar su triunfo. De lo contrario, el peronismo preparará su regreso”.
Para Artemio López los sectores son tres. “La oposición aún está en estado de shock y en especial el FPV que trata de definir el perfil que tendrá como fuerza opositora. Hoy el liderazgo de Cristina Kirchner no es discutido, al menos explícitamente. Parecieran existir de manera preliminar dos polos opuesto bien definidos. El encarnado por el gobernador Urtubey, de mayor afinidad con el gobierno nacional y el referenciado en el ex gobernador, hoy intendente, Jorge Capitanich, de mayor componente crítico. Finalmente podría existir una tercera posición, de síntesis, que se referencia en el ex gobernador Gioja, quien para la próximas elecciones internas del PJ plantea lista de unidad”.
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