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General: Recordando el 13 de Marzo de 1957: Nada ni nadie podrá someternos jamás
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 08/03/2016 13:49

Recordando el 13 de Marzo de 1957: Nada ni nadie podrá someternos jamás

13 marzo 2010 | 3

4

José Antonio EcheverríaCompañeras y compañeros:

Un día como hoy, cumpliendo el compromiso suscrito en México con Fidel, el Directorio Revolucionario llevó a cabo una de las hazañas más intrépidas  de nuestra historia. El 13 de marzo de 1957 la tiranía batistiana descubrió que no enfrentaba sólo en la Sierra Maestra a quienes iniciaban la lucha armada. Ahora debía encararla también en la Habana. Aquí, donde concentraba sus mayores fuerzas y lo principal de su maquinaria represiva, el tirano tampoco podía sentirse seguro.

Sus esbirros habían sido capaces de asesinar y torturar a estudiantes y obreros e imponer el terror sobre un pueblo inerme y dividido. En las condiciones más difíciles, frente a un enemigo incomparablemente más poderoso y cuya saña represiva no conoció límites, la línea insurreccional revolucionaria avanzaba también en la Capital.

La conducía un grupo de jóvenes estudiantes dirigidos por el Presidente de la FEU a quienes los cubanos admiraban por sus repetidas manifestaciones públicas en las que enfrentaron desarmados la ferocidad de asesinos sin escrúpulos.

En tarde como esta entregó su vida combatiendo José Antonio Echeverría, culminó así su existencia breve, intensa y creadora. En poco más de dos años José Antonio había trasformado radicalmente al movimiento juvenil, liquidando la corrupción y la politiquería que lo lastraban, rescatando la FEU y su tradición revolucionaria, organizando a los estudiantes secundarios, apoyando al sindicalismo antibatistiano y convirtiendo a la Colina en refugio del pensamiento y la cultura asfixiados por la dictadura y en baluarte de la solidaridad internacionalista. Su generosa contribución a nuestra historia, la de José Antonio y la de Fructuoso y la de quienes junto a ellos pelearon hasta el final, no cabría en un discurso. Baste decir que por ellos, Cuba y la Universidad cambiarían para siempre y jamás volverán al pasado vergonzoso que con su sangre supieron vencer.

Sí debo recordar el contexto en que ellos emprendieron esa lucha. En 1954, el año en que José Antonio asumió la presidencia de la FEU,se publicaron los resultados del Censo realizado por el régimen batistiano. Sus conclusiones no pueden ser más elocuentes pese a los esfuerzos para maquillarlos de sus organizadores. La mayoría de los niños y los jóvenes no tenían acceso a la educación, no eran muchos los que terminaban la enseñanza primaria, pocos los que concluían los estudios de nivel medio y quienes ingresamos a la Universidad éramos una fracción mínima de los jóvenes de entonces.

Entre los méritos más nobles de aquella generación está precisamente ése, el altruismo, que la llevó a alzarse por encima de su situación privilegiada y bregar por “el cambio integral del sistema político, económico, social y jurídico del país” como afirmó en su primer manifiesto el Directorio que no se ocultó para identificar ese “cambio integral” con el socialismo. Para lograrlo José Antonio y sus compañeros libraron una pelea consecuente, una verdadera batalla político-ideológica de importancia decisiva para la sociedad cubana. No lo olvidemos. La vanguardia revolucionaria pudo conquistar la FEU y conducirla hacia la insurrección porque contó con el respaldo de la masa estudiantil universitaria que con sus votos derrotó a los bonchistas y a los vacilantes en la mayoría de las Facultades en todas las elecciones que tuvieron lugar después que surgiera el liderazgo combativo de José Antonio. Pudieron hacerlo porque esa vanguardia la integraban estudiantes verdaderos que cumplían sus obligaciones académicas con el mismo empeño con el que arriesgaban la vida al pie de la Escalinata, porque vivían entre sus compañeros de aula, defendían sus aspiraciones de reforma y superación y con ellos compartían el arte y el deporte, el baile y la alegría. Porque supieron predicar con el ejemplo y fueron capaces de persuadir, con argumentos que llamaban a las mentes y los corazones, y lo hicieron en asambleas colectivas y en discusión abierta y diálogo fraterno en las plazas y jardines de la Colina. Aquella FEU asumió cabalmente su condición de organización gremial de los alumnos, representativa de toda la masa estudiantil cuyas reivindicaciones e intereses legítimos promovió. Esa estrecha vinculación con el conjunto del estudiantado explica por qué su vanguardia revolucionaria, el Directorio, siguió contando con el respaldo de la mayoría de los estudiantes que incluso aumentó cuando José Antonio y sus compañeros proclamaban abiertamente las posiciones más radicales y preparaban la insurrección armada.

José Antonio rescató para la FEU la senda por la que siempre marchó el estudiantado cubano. La de Agramonte y los mártires del 71, la de quienes abandonaron las aulas para sumarse al Ejército Libertador, la de Mella y Guiteras y Fidel. Hubo que ofrendar mucho sacrificio. En la ruta cayeron los mejores compañeros. En un caso único en la historia del movimiento estudiantil en poco más de un mes no sólo perdimos a José Antonio sino también a su más cercano camarada, Fructuoso, quien lo había reemplazado en la jefatura de la FEU y del Directorio y fue víctima de una repugnante, imperdonable delación.

Desde La Demajagua hasta hoy nuestro pueblo ha sido capaz de resistir y luchar, ha sabido perseverar en la búsqueda de una Cuba siempre mejor, en la que florezca la independencia plena y se haga realidad toda la justicia. Ha sido una batalla larga, que sintetiza los ideales y sacrificios de todas las generaciones y en la que siempre correspondió a los jóvenes las posiciones de avanzada. Así fue, así es y así será mientras exista este pueblo que tiene en su historia heroica la energía y el impulso para seguir adelante. Que nadie se engañe.

Muchos que no habían nacido aun o eran niños cuando cayó José Antonio supieron combatir en otras tierras, derrotaron a los agresores sudafricanos y dieron fin al apartheid; muchos de ellos y sus hijos han llevado salud y educación a otros pueblos desde Haití hasta el Himalaya, desde África hasta el Pacífico; unos y otros, han sufrido y sufren la guerra económica que, a todos y todas, nos hace el Imperio, soportando con dignidad un genocidio que cumple medio siglo, el genocidio más prolongado de la historia.

Nada ni nadie podrá someternos jamás. Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René son la prueba irrefutable. Ellos son víctimas de una terrible injusticia, padecen condiciones carcelarias especialmente crueles hace ya más de once años pero no los podrán doblegar jamás. En ellos vive y se multiplica la indomable voluntad y el ejemplo de José Antonio y sus compañeros.

Si ellos son capaces de resistir aislados, en la mayor soledad; si afrontan, día y noche, los mayores peligros; si no vacilan, ni se dejan confundir ni amedrentar por amenazas o presiones; si nunca han flaqueado ante el dolor propio ni el de sus seres más queridos; si ellos han ganado justamente la condición de héroes en la mayor y más dura soledad, ¿Qué no podremos hacer nosotros, los libres, los que podemos juntarnos, apoyarnos mutuamente y actuar unidos, solidarios?

Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René no nacieron en otro planeta. Son hijos de este pueblo, aquí se educaron, aquí se forjaron, militaron en nuestras gloriosas organizaciones, la FEU y la UJC.

Permítanme en nombre de los jóvenes de todas las generaciones cubanas exigir otra vez la inmediata e incondicional liberación de Gerardo Hernández Nordelo y sus cuatro compañeros. El Presidente Obama puede y debe hacerlo ahora mismo.

Mientras Gerardo no regrese libre a la Patria y se reúna aquí con nosotros y sus heroicos compañeros, nuestra exigencia por su libertad debe multiplicarse por todas partes y perseguir al Gobierno de Estados Unidos como una maldición gitana.

Queridos hermanos del Directorio: Bien sé que Ustedes me acompañan en ese reclamo. Por eso quisimos todos que esta conmemoración del 13 de marzo estuviese dedicada a ellos, a nuestros Cinco héroes prisioneros del Imperio.

Porque todos sabemos que por ellos y en ellos José Antonio vive, Fructuoso vive, nuestros mártires viven. Y por ellos, con ellos, seguiremos luchando, unidos, hasta la victoria siempre.

Discurso pronunciado por Ricardo Alarcón de Quesada en el acto por el 53 Aniversario del Asalto al Palacio Presidencial

La Habana, 13 de marzo de 2010



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