Miles de personas visitan cada año el glaciar Perito Moreno, en la Patagonia argentina, pero solo unos pocos centenares tienen la fortuna de llegar allí en un momento especial e impredecible: la ruptura del puente, la unión entre el glaciar y la montaña desde la que se puede divisar esta maravilla. Sucede cada cuatro o cinco años y el proceso ha empezado ya. Los desprendimientos son descomunales, pero todos esperan el mayor de todos, cuando la lengua se parte en dos y el puente de hielo se desploma sobre el agua. En realidad el glaciar se rompe durante todo el año, precisamente ese es su gran atractivo turístico.
Este es el único lugar del mundo, por su especial conformación, en que se puede ver sin peligro alguno desde la montaña de enfrente cómo enormes pedazos de hielo van cayendo poco a poco al agua. El ruido ensordecedor suele ir acompañado de un "ooooh" del público. Es algo único que convierte el Perito Moreno y la vecina localidad de Calafate en un centro de atracción mundial. Pero la ruptura mayor, la que está a punto de producirse ahora mismo, solo llega cuando se une el glaciar y la montaña, por lo que el agua que normalmente discurre queda atrapada.
Poco a poco, va presionando y horadando el glaciar por debajo, hasta que la fuerza del agua consigue destruir definitivamente el dique y el puente de hielo se desploma. Así se vuelve a unir el Brazo Rico con el Canal de los Témpanos y empieza de nuevo el ciclo imprevisible de cuatro o cinco años hasta la nueva ruptura colosal. La última vez fue en 2012. Pero sucedió de madrugada, sin que nadie pudiera verlo. Ahora todos confían en que llegue a plena luz del día. Las caídas previas de las paredes alrededor del puente, equivalente a un edificio de 70 metros, ya están siendo espectaculares, pero todos esperan el plato fuerte.