Las tareas de rescate han pasado a un segundo plano, una vez transcurridas las 72 horas desde el terremoto que destruyó poblaciones enteras en la costa norte de Ecuador el pasado sábado. Ahora la prioridad se centra en los supervivientes. Pero la fiscalía y los forenses prosiguen con el trabajo de recepción y atención de cadáveres. De momento, hay al menos 10 cuerpos sin identificar entre los 525 muertos ya localizados entre los escombros.
Los 46 fiscales, 25 secretarios, 17 médicos legistas y disectores, cuatro biólogos y personal forense de laboratorio que fueron trasladados a Manabi tienen la disposición de no realizar autopsia a los cuerpos que van siendo liberados de los escombros. El fiscal general del Estado, Galo Chiriboga, ordenó desde el primer día que se aplicaríanlos protocolos forenses de emergencia que rigen a nivel internacional. De lo contrario, los cuerpos se acumularían para ser analizados, en una zona donde el calor tropical aceleraría la descomposición. En las zonas afectadas hay tres furgones isotérmicos para el adecuado transporte de cadáveres, según ha comunicado la fiscalía.
Pero no realizar la autopsia no significa que no se tomen muestras de los cadáveres. De hecho, el proceso es muy simple si hay un familiar que reconoce el cuerpo: firma una declaración y se lleva a su ser querido ya con uno de los ataúdes que han ido llegando en forma de donación. Pero los muertos sin nombre no se van en ataúd sino en una bolsa forense, que lleva inscrito un código con el que, en el futuro, podrán vincularse todas las muestras extraídas.
Además de una descripción física completa, los forenses toman muestras de ADN, dientes, huellas dactilares de pies y manos, fotografías, así como una descripción de las prendas, complementos, tatuajes y pendientes. Sin olvidar las cicatrices, implantes quirúrgicos o prótesis ortopédicas. Así lo explica un forense de Cruz Roja que trabaja sobre el terreno pero prefiere que su nombre no sea citado.
Con esa información, los familiares que, tras el terremoto, tengan a un ser querido “desaparecido”, pero no oficialmente muerto, tendrán derecho a la exhumación del cadáver para determinar la identificación, según explica el abogado penalista y catedrático, Jorge Zavala Egas.
Ser declarado muerto
Pero no es lo mismo estar muerto que ser declarado muerto. Para que un desaparecido obtenga la presunción de muerte legal deben pasar seis meses, plazo excepcionalmente corto para acontecimientos como un terremoto, según recoge el Código Civil ecuatoriano. Y en ese lapso, no se puede heredar, el matrimonio sigue vigente y no se pueden vender las pertenencias y los bienes inmuebles.
“Debe seguirse un proceso en el que a partir de los seis meses, el familiar tiene que pedir la declaración de muerte presunta y tiene que probarla. Debe demostrar de alguna forma que el familiar estaba en el edificio X a la hora del siniestro”, explica el abogado y doctor en Jurisprudencia, Roberto Illingworth.
Con la declaración de muerte oficial en la mano, los familiares obtienen la posesión definitiva de los bienes y se extingue el matrimonio. Pero durante los meses previos, deberán solicitar una autorización judicial, previa decisión del Ministerio Fiscal, para poner a la venta las propiedades del desaparecido. Y siempre deberá hacerse en subasta pública.
Los supervivientes de un terremoto, que han visto reducidos a escombros sus casas y sus sueños, deberán entonces someterse a un proceso judicial y a sus costes. “En este caso, los jueces serán especialmente diligentes”, confía Illingworth. En todo caso, de momento, las víctimas sin nombre son apenas un 1,9% del total de fallecidos.