Tras el escándalo que ha producido la publicación de 11,5 millones de documentos de compañías intermediarias por parte del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), la atención mundial se ha centrado en el paraíso fiscal que es Panamá.
Sin embargo, como escribe Jason Sharman en un artículo del diario 'The Washington Post', existen lugares en el mundo mucho más atractivos para los empresarios y delincuentes que deseen esconder sus fortunas.
Con el fin de comprobar la aplicación de los estándares internacionales que estableció el Grupo de Acción Financiera contra el Blanqueo de Capitales (FATF, por sus siglas en inglés), Sharman y dos colegas realizaron una investigación. De este modo, se hicieron pasar por "21 posibles blanqueadores de dinero, oficiales corruptos y mecenas de terroristas", enviaron más de 7.000 correos electrónicos a 54 compañías similares a Mossack Fonseca ubicadas en 180 países distintos y les pidieron crear "empresas fantasma no rastreables".
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Este analista destaca que "el resultado fue sorprendente", porque les resultó más sencillo crear una compañía ficticia en Estados Unidos y otros países 'legales' que en muchos otros lugares considerados como paraísos fiscales. De este modo, tan solo la mitad de las compañías consultadas por estos investigadores solicitaron una lista de documentos identificativos, mientras que un cuarto de las empresas no solicitó ninguna identificación.
Sharman indica que estos proveedores de servicios internacionales hacían caso omiso a los estándares existentes y que muchos estaban dispuestos a realizar negocios con clientes de alto riesgo, excepto con quienes pudieran tener vinculaciones con el terrorismo.
"La reciente fuga de información muestra el daño que se puede causar con más de 200.000 compañías 'offshore', pero recuerden que en los Estados Unidos existen más de 15 millones de compañías registradas", advierte Jason Sharman.