El mundo ofrece imágenes cambiantes de fama y fortuna. Mas mi base es la naturaleza eterna del Espíritu en mí. Aunque las condiciones a mi alrededor varíen entre caóticas y emocionantes, yo mantengo mi atención enfocada en la sabiduría, el amor y la paz de Dios. La fe es la base de mi vida.
En vez de ser influenciado por condiciones externas, afirmo en silencio: Yo soy sabiduría; yo soy amor; yo soy paz. Esta confianza es mucho más que actuar de manera sabia, amorosa o pacífica sólo en un momento dado.
Soy la esencia misma de Dios y alineo mi pensamiento con esta realidad. Sobre la base firme de la Verdad, miro hacia el futuro con visión espiritual, sabiendo que mi fe me apoya a lo largo del camino.
Y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca.—Mateo 7:25
Mi mente y corazón están centrados en la presencia de Dios. Estoy en paz.
Cuando una rueda gira, podemos ver movimiento en su borde, mas su centro parece permanecer inmóvil. Lo mismo es aplicable a mi vida. A pesar de lo que suceda a mi alrededor, permanezco firme cuando mantengo mi atención centrada en el espíritu de Dios en mí.
Al mantener mi atención en la vida de Dios en mí, logro una comprensión más profunda de lo Divino. Encuentro mi paz. Sé lo que se siente ser elevado y radiante, optimista y resiliente. Al suscitar esos sentimientos, logro una conciencia más profunda del efecto sosegador del amor. Fluyo con ese sentimiento.
Al dar estos pasos pequeños varias veces cada día, encuentro que gozo de una calma que emana natural y fácilmente. La paz interna me sostiene todo el tiempo.
Mi corazón y mi mente están abiertos a aprender y a crecer.
Un relato popular cuenta que un maestro espiritual le sirvió té a un alumno hasta que la taza se rebosó. El alumno alarmado exclamó: “¡La taza está llena, no hay espacio para más!” Entonces, el maestro dejó de servir y dijo: “Antes de que estés dispuesto a aprender, debes vaciar tu taza”.
Cuando mi mente está llena de ideas y creencias preconcebidas, no hay espacio para la Verdad. Para expresar aquello para lo cual Dios me creó, debo recordar mantener mi corazón y mente abiertos. Avanzo hacia una nueva manera de ser manteniendo mi curiosidad y permitiendo que la sabiduría divina me instruya. Siento gratitud por todo lo que Dios me enseña. ¡Estoy dispuesto y listo para aprender!
Guarda en tu corazón mis mandamientos. Ellos prolongarán los años de tu vida y te traerán abundante paz.—Proverbios 3:1