Las elecciones de 2017, pese a no definir nada en cuanto a cambios de gobierno, dejarán sentadas las relaciones de fuerzas para las presidenciales de 2019. La situación del oficialismo, cruzado por el gran ajuste que viene llevando adelante, lo tiene nervioso y por eso ya está pensando en cómo hacer para ganar en los principales centros demográficos del país.
Además otros candidatos como Sergio Massa ya parecen haber arrancado la campaña electoral recorriendo distintas regiones y forjando alianzas.
Según una nota salida ayer en Clarín, una "alta fuente gubernamental" confesó que estuvieron midiendo la imagen de la primera dama y que los sorprendió la buena imagen que tiene. Más allá de que lo calculado no fue la intención de voto, la imagen le da un 40 % positiva y un 20 % negativa en Provincia de Buenos Aires; y 50 % positiva y 20 % negativa en la Ciudad.
Que la actual política, y principalmente la del PRO, se base principalmente en una cuestión de imagen para medir a un candidato a una candidata no sorprende. Lo que sí sorprende es la distorsionada imagen que venden los medios de la "primera dama" y de la familia presidencial en general, mostrándolos como una familia “cool” que anda en bicicleta por Nueva York o China, mientras el Presidente está en un viaje oficial.
Esa es la imagen zen que quiere dar el gobierno de su máximo exponente. Alguien relajado, con una “bella” esposa y familiar. Seguramente salido del manual de Jaime Durán Barba.
Lo que los medios no cuentan, además de la escasa difusión de las cuentas off shore que le siguen apareciendo a Mauricio Macri, es quién se esconde detrás de ese rostro angelical que venden de Juliana Awada.
La familia Awada, más precisamente Juliana y su hermano, son dueños de la reconocida marca de ropa para chicos Cheeky, que factura millones al año en ventas y tiene locales por todo el país. Lo que no muchos saben es que también tienen unas cuantas denuncias por las condiciones en las que trabajan dentro de los talleres clandestinos sus empleados.
Desde 2007 vienen recibiendo denuncias por las condiciones de esclavitud a la que están sometidos los trabajadores, como por ejemplo pasar días enteros adentro sin poder ir a su casa siéndoles retenidos sus documentos o estar en condiciones de hacinamiento como si fueran animales. Pese a varias denuncias la justicia amiga siempre los sobreseyó.
El caso más resonante fue en 2013, en la fábrica Elemento, donde se fabricaban entre otras cosas medias para la marca Cheeky. Allí, una mujer cansada de las condiciones infrahumanas de trabajo, las presiones y el maltrato recibido se prendió fuego a lo bonzo. Esto generó muchísima bronca en sus compañeros que se organizaron, pararon la fábrica y lograron arrancarle un convenio laboral a la patronal, sufriendo en el medio el despido de sus dos principales activistas, quienes después fueron reincorporados también gracias a la lucha.
Estos antecedentes de la primera dama, dejan a las claras el cinismo tanto del gobierno, como de los medios masivos de comunicación, que se la pasan hablando maravillas de su supuesta belleza, de su elegancia, pero nada dicen de cómo logra su fortuna a costa de esclavizar a muchos trabajadores en talleres clandestinos, muchos de ellos inmigrantes sin más opciones que someterse a estas condiciones de esclavitud y hasta niños que viven y trabajan con sus padres allí.