Finalmente la petrolera YPF tuvo que mostrar el acuerdo firmado con la norteamericana Chevron en el año 2013 para la explotación de gas y petróleo no convencional en Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. Hasta entonces el acuerdo firmado se mantuvo en secreto, y pasaron 330 días desde que la Corte ordenara en noviembre del año pasado hacer público dicho acuerdo y que su difusión se hiciera efectiva.
Así salió a la luz lo que ya se sospechaba. Tanto YPF como Chevron crearon empresas offshore que están detrás del contrato, desligándose además de toda responsabilidad. Por más que la petrolera norteamericana hace sus negocios en la Argentina, técnicamente Chevron no opera en nuestro país ni se hace responsable, por ejemplo, de cualquier delito o daño ambiental. Y en caso de surgir alguna controversia, serán los tribunales norteamericanos o franceses los que deberán intervenir. Un verdadero pacto de coloniaje.
En mi primer mandato como diputado provincial en el año 2013 me tocó ser parte de la discusión y votación en la Legislatura de Neuquén del acuerdo entre el Estado provincial e YPF para poder hacer efectiva la explotación de Vaca Muerta por Chevron. Por supuesto, ni yo ni ninguno de los 35 diputados provinciales pudimos tener acceso al acuerdo secreto que debía ser ratificado por los diputados. Como denunciamos en ese momento, utilizaron la Legislatura como felpudo, pasando por encima de sus propias instituciones.
Por eso desde nuestra banca denunciamos en su momento este acuerdo de entrega aprobado por los diputados del Movimiento Popular Neuquino (MPN) y del Frente para la Victoria, que no sólo entregaba los recursos naturales hasta el 2048, con cláusulas secretas impuestas por una empresa imperialista, sino que lo hacían en una Legislatura vallada y llena de policías, que reprimieron durante más de ocho horas a quienes nos manifestábamos en rechazo del acuerdo. Por eso junto a un sector de diputados de la oposición ingresamos al recinto a denunciar la situación, exigir que se levantara la sesión, y nos retiramos ante la decisión de seguir sesionando. Ahí fue cuando les dejé plantada la bandera yanky a la que estaban sirviendo.
Conocido ahora este acuerdo de coloniaje se ratifica nuestra denuncia de que la compra de acciones a Repsol no fue para recuperar una petrolera “nacional y popular” sino para hacer una nueva entrega, esta vez a manos de Chevron. Un nuevo doble discurso del entonces gobierno kirchnerista. Contra esta política de entrega nacional, hoy volvemos a exigir la anulación del acuerdo firmado con Chevron, y ratificamos nuestro proyecto de ley presentado junto a Nicolás del Caño en el Congreso Nacional de nacionalización sin pago bajo gestión obrera de toda la industria petrolera.