Para visitar esa especie de zoológico metálico y lleno de rugidos a casi 900 metros de profundidad fue necesario vestirse con la ropa de los 'domadores': cascos, trajes térmicos, botas de agua, caretas y faros con los que guían a 'las bestias'.
Al bajar al Zoo de monstruos metálicos de hasta siete metros de largo, se desciende en un vehículo enrejado a cinco metros por segundo que por momentos recuerda a un elevador, aunque este tiene cinco metros de largo y tres de ancho y todo a la vista.
Mientras las paredes del fortificado zoológico de máquinas subterráneas dejan atrás mucha tierra por encima de nosotros, te preguntas cómo puede vivir allí una manada de animales mecánicos, algunos con un costo de hasta un millón de euros.
Al menos esa es la impresión, para quien llega por primera vez a la mina, con sus pasillos de hasta cinco metros de ancho y casi 10 de alto, en medio de una oscuridad escalofriante, donde apenas brillan 'los ojos' de los monstruos metálicos.
Unos 500 'domadores' pueden llegar a trabajar al mismo tiempo en ese zoológico mecánico en que los mencionados aparatos buscan sin cesar su alimento: un elemento brilloso, pesado, pero frágil que contiene oro, plata, platino, paladio y níquel.
El brillo en el fondo de la tierra de esa laterita despierta el apetito de las máquinas, 'cabalgadas' por domadores, apenas visibles en medio de la oscuridad de la mina, que aspira a hacer la más profunda del orbe hasta llegar a dos kilómetros en 2020.
Hasta principios de la década de 1990, cuando se produjo un viraje en la producción de la referida mina, creada hace 40 años, la mecanización llegaba casi a un 70 por ciento. Pero luego mejoró hasta convertirse en el zoológico de monstruos rodantes que describimos.
Como explicó Ivan Grinchuk, ingeniero principal para producciones y director general en funciones del combinado minero, en total son dos mil 400 los trabajadores de la citada empresa, extractora de unos 60 millones de toneladas de laterita al año.
Sin embargo, se mantiene total reserva sobre el por ciento presente de oro, níquel, plata, platino o paladio, los ingredientes de la 'comida' de las bestias mecánicas, guardado con estricto secreto por sus 'domadores'.
Skaliskaya a veces está rodeada por una temperatura de casi o más de 50 grados bajo cero, sobre todo cuando la noche polar lo vuelve todo incómodamente oscuro por varios meses.
Lo escarbado por los monstruos rodantes de nuestro zoológico subterráneo es evacuado afuera, cual topos que preparan su vivienda en lo profundo del suelo.
El material extraído es llevado a la fábrica de Nadezhdensky, donde es separado finalmente para obtener níquel. Otra fábrica, la Medni, obtiene con un proceso especial plata y platino.
Talnaj, la ciudad de los domadores de los monstruos rodantes, que pueden retirarse con 45 años, se encuentra cerca del citado zoológico subterráneo que cuenta con reserva de vida para dar pasto a nuestras 'bestias' para otros 100 años.