Si usted vive en América o Europa, gran parte de la sociedad en la que vive ha sido influida desde su fundación por el cristianismo. Jesucristo no fue el único mesías que fue ejecutado por los romanos. Si se creó una religión con su nombre que con los siglos alcanzó tanta relevancia fue gracias a la obra que realizaron sus seguidores desde el principio de nuestra era.
Sin embargo, la mayor parte de lo que conocemos sobre los primeros cristianos se originó en periodos posteriores y no se corresponde necesariamente con la verdad, asegura la escritora y teóloga Candida Moss en su artículo para The Daily Beast.
1. No eran cristianos
Jesús y sus discípulos eran judíos- su escritura era hebrea, sus rituales religiosos eran judíos, incluso el concepto de Mesías es puramente judío.
Es cierto que en el Evangelio de Juan, un texto escrito no antes de alrededor del año 90 d.C., Jesús dice algunas cosas bastante desagradables sobre los judíos. Y es verdad que Pablo disuadía a los conversos gentiles de cumplir con todas las demandas de la ley judía, incluida la circuncisión. Pero ni Pablo ni cualquier otro discípulo usaron nunca la palabra "cristiano" para describir a los seguidores de Jesús.
Los Hechos de los Apóstoles nos cuentan que esta palabra se usó por primera vez en Antioquía (ciudad que se encuentra en la actual Turquía) en los años sesenta del primer siglo de nuestra era. Sin embargo, una creciente cantidad de historiadores sostiene que el quinto libro del Nuevo Testamento no fue escrito antes del año 115. De hecho, ninguno de los evangelios ni de las epístolas escritas en la segunda mitad del siglo I usan la palabra "cristiano" en absoluto.
El cisma entre judíos y cristianos fue un proceso que se produjo a lo largo de cientos de años. Incluso en el siglo V, Juan Crisóstomo, arzobispo de Antioquía, se quejó de que los cristianos no dejaban de acudir a las sinagogas.
2. No estaban de acuerdo los unos con los otros
Si alguien visita Roma hoy en día, podría ver numerosas iglesias dedicadas a Pedro y Pablo, con esculturas de los apóstoles uno al lado del otro como si fueran amigos, pero en realidad tuvieron bastante desavenencias. En su Epístola a los gálatas, Pablo cuenta que describió a Pedro como un hipócrita por negarse a comer junto a unos gentiles mientras estaban con Santiago y otros apóstoles.
También parece que hubo desacuerdos entre Pablo y otros apóstoles sobre los requerimientos religiosos que debían cumplir los conversos gentiles y sobre el grado de fraternización permitido entre conversos gentiles y judíos. Ese fue un momento incómodo, que el autor de los Hechos de los Apóstoles trató de borrar.
Las diferencias no se acabaron ahí. A lo largo de la historia cristiana, en particular, en los primeros cuatro siglos, hubo acalorados debates sobre temas como la vida después de la muerte, el papel de las mujeres, la práctica del bautismo o la fecha de la Pascua.
3. No tenían biblias cristianas
Al principio, la única escritura cristiana fue la biblia hebrea. Se tardó casi un siglo desde la muerte de Jesús en escribir todos los libros incluidos en nuestro moderno Nuevo Testamento. Aún más se tardó en conseguir que libros ganaran prestigio y que fueran finalmente agrupados y establecidos como canónicos.
Mientras que muchos de los libros del Nuevo Testamento empezaron a ganar relevancia en el siglo II, no fue hasta 367 d.C. que se formó la lista definitiva de libros que corresponde con la colección que se usa en nuestros días.
Antes de esa fecha, la gente contaba con cánones diversos, que variaban mucho en su extensión. Se leían libros que no son canónicos en la actualidad, como historias de los discípulos y de mártires, o incluso rollos de la Torá.
4. Nunca se ocultaron en catacumbas
Hay una creencia popular de que los primeros cristianos se escondían en las catacumbas para escapar de las persecuciones. Es cierto que los cristianos a veces se reunían en sepulcros para homenajear a los muertos en comidas especiales, pero se trataba de una costumbre que adaptaron de los rituales funerarios paganos romanos. Es posible que en esas ocasiones pudieran celebrabar también la Eucaristía en pequeños grupos o contar cuentos sobre el cristiano que había partido.
Sin embargo, se ha demostrado como falso que se escondieran en catacumbas o que usaran el símbolo del pez como una señal en clave de su presencia ilícita allí. Si los cristianos hubieran intentado esconderse en las catacumbas, habrían sido descubiertos fácilmente, asegura la autora.
Esta leyenda es muy posterior, se debe a los primeros guías turísticos de Roma. En el momento que algo antiguo quedaba asociado con el cristianismo, se volvía más valioso y más interesante para los visitantes. Contar historias espeluznantes acerca de los cristianos que se escondían en las catacumbas las convirtió en una atracción turística aún más fascinante.
5. Pedro no fue crucificado boca abajo porque fuera humilde
Si hay una historia de un martirio que todos los cristianos conocen es la del apóstol Pedro. Se dice que él mismo pidió que le crucificaran boca abajo porque era tan modesto que no quería ser ejecutado de la misma manera que Jesús.
Esta historia no es solo parte del Catecismo, sino que se recuerda en películas como 'Quo Vadis' en la que el emperador romano Nerón persigue a los cristianos, que estaba utilizado como chivos expiatorios para culparlos del Gran incendio de Roma.
Sin embargo, las descripciones más tempranas de la muerte de Pedro presentan una versión bien diferente. Conforme a Los Hechos de Pedro, uno de los primeros libros apócrifos, las autoridades de Roma persiguieron a Pedro porque había convencido a las concubinas de varios hombres prominentes de Roma para que se abstuvieran de hacerles favores sexuales.
En cuanto a su crucifixión, insistió en que se realizara de esta manera recordando el pecado de Adán y Eva que, según él, puso el bien y el mal al revés. Lo quiso hacer así para simbolizar el estado degradado del mundo.
El mito sobre el Pedro que no quiso ser crucificado de la misma forma que Jesús no aparició hasta el siglo IV, más de 200 años después de su muerte.
La teóloga señala que no hay nada malo en que los mitos cristianos sobre el martirio de los apóstoles no se apoyen en fuentes tempranas históricas, ya que se trata de fábulas morales y no de informes de testigos.