Excondenados a la pena capital, trabajadores del corredor de la muerte, familiares de detenidos, más de 20 ministros del mundo, unas 70 delegaciones diplomáticas, abogados, premios Nobel de la paz y activistas se dan cita a partir de hoy en Madrid en el 5º congreso mundial contra la pena de muerte. “La idea es juntar a los políticos y a la sociedad civil para que dialoguen, explica Rafael Chenuil-Hazan, director del congreso que organiza Juntos contra la Pena de Muerte, una ONG francesa con el apoyo de varios gobiernos europeos, incluido el español. Las primaveras árabes y las oportunidades que han abierto a la libertad de expresión será uno de los temas principales que se tratarán durante los debates que se prolongarán hasta el próximo viernes.
“Las primaveras árabes han revolucionado la libertad de expresión en Oriente Próximo y el norte de África. Es una oportunidad para poner sobre la mesa el tema de la pena de muerte. Nos preocupa sobre todo casos como el de Irán, donde las ejecuciones forman parte de la represión política y son un instrumento para castigar a los opositores y las minorías”, añade Chenuil-Hazan. El encuentro se cerrará con una marcha el sábado por la mañana por el centro de Madrid.
Otro de los temas que se abordarán será la presencia de inocentes en el corredor de la muerte, los menores y la pena capital, la tortura y las estrategias jurídicas y diplomáticas para escapar de la pena de muerte.
En la sesión inaugural del congreso, Tanya Ibar, mujer de Pablo Ibar, el único español condenado a muerte en todo el mundo, ha leído emocionada unas palabras de su marido, en las que agradece que su caso fuera escuchado durante estas jornadas contra la pena de muerte: "La búsqueda de la justicia no es fácil. Cuando abrazo a mi familia y a mi mujer, sé que al mismo tiempo el estado de Florida quiere asesinarme". En la misiva, Ibar recuerda cómo el otro acusado del mismo crimen que a él le ha llevado a estar durante 19 años en el corredor de la muerte, Seth Peñalver, logró su liberación el pasado diciembre, tras demostrar que era inocente. Ni el ADN ni las huellas de Peñalver coincidían con las de los asesinos, igual que sucede con Ibar, tal y como defiende su familia, que confía en la celebración de un nuevo juicio, ahora ante el Tribunal Supremo de Florida.
Souad El Khamal, cuyo marido e hijo murieron en la cadena de atentados de Casablanca de 2003 en el que murieron 41 personas, explica que tras el ataque “hubiera matado a los terroristas con sus propias manos”, pero que tras años de duelo ha llegado a la conclusión de que la pena de muerte no es la salida. “Mi marido era una bogado que creía en los derechos humanos. Él no habría estado a favor. No es un perdón”, considera El Khamal.En los márgenes del congreso también se escuchan testimonios como los de Jerry Givens, un exejecutor en el corredor de la muerte de Virginia, Estados Unidos. “Me acostumbré a las ejecuciones y me preparé mentalmente para hacerlo. Para mí era solo un trabajo”, dice este hombre que años después de reflexión ha decidido combatir la pena de muerte.
Los participantes coinciden en que el avance en contra de la pena de muerte en las últimas décadas ha sido muy importante. En los últimos 40 años, se ha pasado de un 20% a un 70% de países que han abandonado al pena de muerte. Aún así, al menos 682 personas fueron ejecutadas en 21 países en 2012. Este número no incluye a los ejecutados en China que podrán ser miles, según las estimaciones oficiosas. “Hemos llegado muy lejos. Me parece increíble todo lo que hemos avanzado en estos 12 años desde que yo salí desde el corredor de la muerte”, dice Joaquín José Martínez, un español que escapó el corredor de la muerte en Florida hace 12 años.
Con la intervención de los ministros de Asuntos Exteriores de Noruega, Suiza, Francia y España, los cuatro países que apoyan la organización del congreso, se han dado por abiertas las jornadas por la tarde. Gry Larse, Didier Burkhalter, Laurent Fabius y José Manuel García-Margallo recordaron que Europa, a excepción de Bielorrusia, es hoy un territorio libre de ejecuciones, gracias a la "valentía política" de aquellos que apostaron por abolir la pena capital en su día, incluso con la oposición de la opinión pública. García-Margallo recordó las últimas ejecuciones en nuestro país, en septiembre de 1975, y subrayó que la sociedad española, que entonces no era favorable a la abolición, sin embargo años más tarde, durante los tiempos duros del terrorismo de ETA, sobre todo a principios de la década de los ochenta y más recientemente tras los atentados del 11-M, jamás alzó la voz para reinstaurar la pena capital: "No hubo nadie que lo pidiese. España es un firme defensor del fin de la pena de muerte en todo el mundo", afirmó García-Margallo.