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General: HAY UN NIÑO...
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: ♥ SuaveQuel ♥  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2016 16:09

 





"HAY UN NIÑO"
 
 
 
 
Hay un niño dentro de tu corazón,
un niño feliz, travieso y juguetón.
 
Un niño que no conoce
ni egoísmo, ni maldad, ni traición,
ni vicio, ni poder, ni maledicencia,
que no conoce las miserias del alma.
 
Que no ha sufrido el dolor
de una pérdida, de un engaño,
de un desamor.
 
Un niño de rodillas lastimadas
por trepar un árbol o saltar un cerco.
No por arrastrarse en la vida
pidiendo clemencia o perdón.
 
Y cuando quieres liberarlo,
quitarle las mordazas de la razón
te llaman "pueril" o "inmaduro"
y vuelves a esconderlo en tu corazón.
 
Deja fluir a ese niño por un rato nada más...
Vive otra vez
en la pureza de la inmaculada
ingenuidad de aquel niño
que en ti, como en mí, morirá.
 
 
Cristina Beatriz Monte











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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 16/12/2016 01:42

Qué es un muchacho


¿QUÉ ES UN MUCHACHO?

Los muchachos vienen en tamaños, pesos y colores surtidos. Se les encuentra donde quiera, encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo, saltando. Las mamás los adoran, las niñitas los odian, las hermanas y los hermanos mayores los toleran, los adultos los desconocen y el Cielo los protege.

Un muchacho es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo…

Así empieza Bert Weeler su espectacular escrito sobre “LOS MUCHACHOS” con un estilo único y de gran colorido y sencillez. No podía ser de otra manera porque todo lo relacionado con ellos tiene ese toque mágico que encanta y asombra. En los niños y jóvenes está compendiado todo el A, B, C del abanico de posibilidades. Ellos son los mejores maestros y los mejores sabios porque no están contaminados ni enraizados en una idea o concepción. Son exploradores tenaces, hacen preguntas aparentemente tontas y asumen actitudes para algunos insulsas. Sin embargo son dueños de la curiosidad y recordemos lo que ésta le hizo al gato.

Dado que la ciencia cada día nos dota de mejores herramientas para acceder al conocimiento, no podemos olvidar ni por un solo instante las primeras bases que forjan un espíritu investigador en cualquier científico. 
Si bien todos empezamos la vida con una curiosidad insaciable, la mayoría aprendimos, al llegar a la escuela, que las respuestas eran más importantes que las preguntas. La habilidad intelectual que se premia es la capacidad de producir la “respuesta correcta”, es decir, la respuesta que conoce la persona que tiene el control, el maestro. Es posible que la educación dirigida hacia la complacencia de la autoridad, la supresión de las preguntas y el respeto de las reglas haya sido útil para dotar a la sociedad con trabajadores aptos para una línea de montaje y con burócratas, pero no nos preparará para un nuevo Renacimiento.

Si afinamos nuestra habilidad para formular preguntas, ampliaremos nuestra capacidad de resolver problemas, tanto en el trabajo como en la casa. Para muchas personas esto supone dejar de poner énfasis en la búsqueda de la “respuesta correcta” y empezar a cuestionarse acerca de si “ésta es la pregunta correcta” y “¿de qué otras formas puedo considerar este problema?”

Para tener éxito en la solución de problemas con frecuencia es necesario replantear la pregunta o estudiarla desde otro ángulo. El ángulo desde el cual se plantean las preguntas puede variar, y la escogencia de uno u otro ángulo tendrá una influencia dramática en nuestra habilidad para encontrar soluciones. El psicólogo Mark Brown habla de una evolución en la manera de formular preguntas, que tuvo como consecuencia una transformación fundamental en las sociedades humanas. Las sociedades nómadas se basaban en la pregunta “¿Cómo llegamos al agua?”, y se volvieron culturas estables y agrarias cuando empezaron a preguntarse, “¿Cómo hacemos para que el agua llegue hasta nosotros?” 
Algunos se complacen en divagar en torno del acertijo filosófico: “¿Cuál es el significado de la vida?” Pero los filósofos más prácticos se preguntan: “¿Cómo puedo hacer que mi vida tenga más significado?”

Quizás, ante estas disquisiciones previamente expuestas, un niño o un joven con un gran bostezo sólo acataría a preguntar: “¿A qué horas está el almuerzo? ¡Tengo hambre!”…

Sí, hay que tener hambre, y de la buena. De esa que nos crea la necesidad de buscar y de encontrar.

No se trata de idolatrar a los niños en cuanto niños, no obstante que en su mayoría carecen de un “método” para lograr sus fines, pero sí nos atañe observarlos detenidamente para descubrir sus alcances y la forma peculiar de asumir el fracaso ante el juego como quiera que jugar es su constante trabajo. Para la muestra un botón, de esas tantas anécdotas que suceden con chiquillos: Para los niños de la clase de jardín de infantes de la señorita Lili era un día muy especial. Esto no significa que cada día no fuera especial en el aula pintada de colores brillantes con una enorme locomotora de juguete utilizada como área de lectura y cubículos llenos de libros y juguetes. Pero hoy, la clase recibiría a un importante visitante que jugaría con los niños un juego divertido en el que cada uno tendría su turno. 
Santiago, un niño de cinco años, fue el primero en ser seleccionado para este juego que estaba intencionalmente concebido para ser demasiado difícil para los niños. El visitante, un investigador en el desarrollo infantil, le mostró a Santiago una bola de metal brillante que estaba sobre una plataforma unida a una torre. 
-Es como un pequeño ascensor – le dijo-. Debes levantar la plataforma hasta la punta de la torre sin que caiga la bolita. 
Al primer intento de Santiago, la bola cayó casi de inmediato. La segunda vez, volvió a caer y rodó por la mesa, luego por el piso hasta el rincón. Al tercer intento, Santiago logró levantar la bola hasta una cuarta parte del camino hacia la punta de la torre antes de que volviera a caer. Su cuarto intento no fue mejor que el primero. 
-¿Crees que podrás hacer esto?- preguntó el visitante en un tono neutro. 
-¡Ah sí! – respondió Santiago con entusiasmo y volvió a intentarlo.

Santiago era representativo del resto de los niños de su clase de jardín de infantes que participaron en este experimento sobre automotivación.

Aunque los niños trataron varias veces de levantar la bolita sin éxito, cada uno de ellos señaló que, a la larga, lograría llevar a cabo la tarea...

Estamos en el tercer milenio. La vanguardia, no hay más, son los niños y su espíritu nuevo. Seamos felices a sus deseos y necesidades.

La noosfera sutil que cubre el mundo está formada por el pequeño sol de su sentimiento y pensar renovador y antiguo a la vez. Ellos portan el fuego del vivir, entregados miles de años atrás al planeta azul del cosmos: LA TIERRA. Los niños son el material más vulnerable y delicado de los sueños humanos.

Dos siglos atrás, las constituciones del mundo hablaban de los DERECHOS DEL HOMBRE, hoy, la nueva constitución de la segunda república, consigna los ”DERECHOS DEL NIÑO” . Para los colombianitos de todas las sangres y todos los colores, la exigencia es una “PATRIA NUEVA”, mejor, donde estén renovadas las relaciones sociales de los adultos enajenados. Esto requiere una cirugía estética, una Nueva Pedagogía y la aplicación correcta de la Autoridad con Afecto. Con la innovación pedagógica de incorporar al árbol de la ciencia y la cultura, la savia de algunos elementos académicos del conocimiento actual, se enriquece la búsqueda de una nueva formación.

Como ser pensante el hombre, razona “profundamente”... y con gran decisión ordena inmediatamente: ni con su entorno, pero aún conserva esperanzas... ¿Sabes en quienes? ¡En los niños! -Eso dicen-


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: t-maria2 Enviado: 16/12/2016 11:24

 
 


 
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