Oliver Stone dice que hacer Snowden fue más difícil que realizar sus películas sobre presidentes estadounidenses, Nixon, W y JFK. Y señala que es porque los estudios son controlados por corporaciones que no miran con buenos ojos un film sobre el denunciante fugitivo exiliado en Rusia. “Hubo tanto drama en la realización como en pantalla”, detalla el director de 70 años, que cuenta que tuvo reuniones con ejecutivos de los estudios en las que mostraron un interés que luego se enfrió. “Pero no te dicen que van ‘arriba’ a pedir aprobación, porque están avergonzados de los abogados corporativos que dicen que esto es demasiado, que no quieren tener nada que ver con algo así porque están en pleno proceso de fusión con esta otra compañía o porque el gobierno de Estados Unidos o el Departamento de Justicia van a estar muy atentos”.
Stone nombra a BMW y Apple como dos compañías que intentaron evitar que Snowden llegara a las pantallas. “Nuestro productor alemán hace todas sus películas con acuerdos con la BMW pero esta vez dijeron que no, porque la compañía dijo que era muy riesgoso”. En cuanto a Apple, cree que los problemas surgieron porque “Apple fue nombrada como una de las colaboradoras del programa PRISM”. PRISM es uno de los programas de vigilancia clandestina que Snowden reveló como herramienta del gobierno estadounidense para espiar a los proveedores de internet en Estados Unidos.
El realizador también está preocupado por la influencia que el gobierno tiene en el negocio del cine. “Se meten en ese terreno. Hay un estudio que demuestra que la CIA y el Pentágono han jugado un papel en la realización de películas desde los años ‘’90. Colaboraron en series televisivas y no solo proporcionando dinero, sino dando asesoría, algo que es mejor que el sponsoreo”. Por supuesto Stone, que más de una vez fue señalado como un paranoico de las teorías conspirativas, no ha recibido esas asesorías. Es un director que busca eventos reales, sea su propia experiencia en la Infantería en Vietnam para Pelotón (ganadora del Oscar a la Mejor Película en 1986), o la vida de Jim Morrison para el biopic The Doors y los hechos del 11 de septiembre de 2001 en World Trade Center. A menudo fue citado como simpatizante de la izquierda, pero él se ríe al señalar que “fue la propia izquierda la que me criticó al decir que en W había hecho demasiado simpática la figura de Bush”. Hay una necesidad de balancear los hechos con lo dramático. Stone trata de ponerse en ambos platillos, pelea por conseguir un equilibrio, pero a la hora de decidir dice que “el entretenimiento está primero, aunque no podés sacrificiar la verdad por ello. La verdad es importante, y es siempre mi objetivo. No voy a pervertirla a conciencia”.
Su primera impresión de Snowden, a quien conoció en una dacha rusa en 2014, fue que “francamente, en muchos aspectos es como un boy scout, muy estrecho y directo. Ha tenido una sola mujer en nueve años. No bebe, no fuma, no se droga. No tiene muchos vicios más allá de estar frente a una computadora, y cierto retraso emocional. Es tan tímido y reservado como mucha gente que procede de ese mundo, agradable y cortés. Pero tiene esta dificultad en la expresión emocional, en expresarse a sí mismo. Tiene epilepsia, que puede ser un digno de su estrés interior. Algunos me han acusado de pintarlo como un caballero blanco, pero no conocen al hombre verdadero”.
Dice que originalmente no tenía intención de hacer una película sobre Snowden: “Como realizador no perseguís las noticias, es una locura. Lleva un par de años hacer un film. Simplemente lo conocí y quedé impresionado, pero él se mostró muy cauteloso”. Finalmente Snowden empezó a contarle cosas de su vida, y lo ayudó con descripciones de cómo se veían los programas que estaba usando el gobierno. Enterado de los niveles de vigilancia, Stone tomó muchas precauciones para evitar que el guión se filtrara o cayera en manos equivocadas. Lo escribió en una sola computadora que nunca conectó a internet. Cuando necesitó compartirlo con otra persona, imprimió una copia, mezcló la shojas en el piso, hizo cuatro pilas y las mandó a cuatro direcciones diferentes. Alguien las recogió, las ordenó y entregó en mano.
Dadas sus preocupaciones sobre la vigilancia gubernamental, cabe preguntar si teme estar siendo observado. “Me mantengo alerta, pido información de acuerdo a las leyes y le pago a mis abogados para que actúen, pero no he encontrado nada... o me están mintiendo. Podría ser, pero no creo que lo estén haciendo. Sería difícil ponerse a perseguir a un realizador, un director relativamente inofensivo en su medio. Y descubrirlos vigilando a gente de la industria del entretenimiento sería una publicidad tremendamente embarazosa para ellos.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.