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General: El de Macri UN GOBIERNO DE LOS RICOS PARA LOS RICOS
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Da: Ruben1919 (Messaggio originale) |
Inviato: 11/07/2016 00:47 |
EL PAIS › HASTA BUENA PARTE DE SUS VOTANTES CREE QUE EL GOBIERNO SOLO DEFIENDE LOS INTERESES DE UN SECTOR
De los ricos, para los ricos, por los ricos
Un estudio muestra que siete de cada diez encuestados dicen que la situación es negativa y que tuvieron que recortar gastos familiares. Un 60 por ciento ve que Macri gobierna para los ricos.
Por Raúl Kollmann
Seis de cada diez argentinos considera que Mauricio Macri gobierna para los ricos. Esa definición es sostenida hasta por una buena parte de quienes votaron al Presidente en la elección de noviembre pasado. Se trata de un concepto global del que Macri es muy difícil que salga y que, por ejemplo, tiñe el feroz aumento de tarifas. Hay una franja que dice que son medidas difíciles que el Presidente tuvo que tomar, pero la gran mayoría considera que es consecuencia de que gobierna para los sectores más privilegiados. En ese marco, los tiempos de Macri no son infinitos: siete de cada diez personas piensa que la situación económica del país es negativa y más grave aún, también siete de cada diez personas afirman que tuvieron que recortar gastos desde que gobierna Cambiemos. Hay un sector que tiene expectativas, que cree que habrá mejoras, pero no es un crédito sin plazos.
Las conclusiones surgen de una encuesta de la consultora Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) que lidera el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1200 personas en todo el país, respetando las proporciones por edad, sexo y nivel económico social. Las entrevistas con los encuestados fueron telefónicas.
Ricos
“Una de las principales críticas que se han escuchado en estos últimos meses es que se gobierna para los ricos –plantea Bacman–. Mucho se habló al respecto y más se discutió. ¿Será cierto o es pura carga ideológica? En tal sentido nos pareció oportuno preguntárselo a los argentinos. Las respuestas obtenidas son más que contundentes: para el 60,6 por ciento de los argentinos la actual gestión de Cambiemos gobierna para los ricos. El dato es tan categórico que cualquier otro comentario nada agrega”.
El sello de que Macri encabeza una administración a favor de los empresarios parece consolidado. Y hay una parte de los que opinan bien del Presidente que sostienen lo mismo, es decir que gobierna a favor de la franja de más recursos. A partir de esa óptica se evalúa el brutal aumento de tarifas, la caída del salario real, el crecimiento de los despidos y la suba de precios en la carne y el resto de los alimentos.
En casa
Más allá de lo que se piensa sobre el gobierno para los ricos, una definición muy fuerte es qué sucede en cada hogar. La encuesta de Bacman exhibe un dato contundente: el 76 por ciento de los consultados sostienen que desde que Macri está en la Casa Rosada, recortaron gastos. Es un dato que encaja perfectamente con lo que se está viendo en muchísimos terrenos: una baja sensible, del 20 o 25 por ciento, en las reservas de las vacaciones de invierno, la brutal caída en el consumo de la carne, la disminución al menos del diez por ciento en las ventas de supermercados. “Más de las tres cuartas partes de los entrevistados –señala Bacman– más allá de su anclaje ideológico, reconocen que en estos últimos tiempos han tenido que recortar sus gastos para llegar a fin de mes”.
“Una destacada percepción del aumento incesante de la inflación y el peso de los tarifazos se convierten en los principales factores de dicho recorte. Los datos obtenidos son elocuentes: dentro de los que reconocen que han debido recortar gastos, un 38,8 por ciento debió disminuir nada más ni nada menos que sus consumos de alimentos y bebidas, y un 27,7 por ciento se vio en la necesidad de ahorrar en luz, gas y combustible. Y a esto hay que agregarle que hasta un 18,4 por ciento reconoce ante los encuestadores que debió disminuir sus consumos en ocio y entretenimiento. En este contexto, tampoco debe extrañar que la percepción de que los sueldos no alcanzan para llegar a fin de mes trepó hasta el 82,8 por ciento. Otra demostración elocuente de que inflación y tarifas es una cuestión que está impactando fuertemente en los hogares”. En otros estudios se verificó que apenas el doce por ciento dijo que puede ahorrar, contra el triple, 36 por ciento, que afirmaba hace un año que podía ahorrar.
Sin embargo, hay una franja que dice que no hay más remedio, que las medidas que se adoptan son dolorosas, pero que las cosas van a mejorar. En ese terreno hay algo parecido a la división que se marcó en las elecciones. Cuando se le pregunta a la gente si las cosas van a mejorar en su casa, la mitad dice que sí y la mitad dice que no.
Imágenes
Hace cuatro meses, cuando ninguna consultora decía que la aprobación de Macri estaba bajando, el CEOP provocó una verdadera conmoción al señalar que el Presidente estaba perdiendo opiniones positivas. Hoy en día, casi todas las consultoras reconocen esa pérdida –incluso las que trabajan para la Casa Rosada– de al menos quince puntos. Para el CEOP, la aprobación de gestión de Macri estaba en el 58 por ciento en diciembre y ahora en el 43 por ciento. En la última medición las cosas se han mantenido bastante estables.
El mayor problema de Macri es que partió del 58 por ciento positivo y 38 por ciento negativo, o sea un plus favorable de 20 puntos. Hoy está en 43 positivo y 51 negativo, lo que significa que de tener un saldo a favor de 20 puntos pasó a tener un saldo negativo de ocho puntos. Lo que le juega a favor al Presidente es que hay un sector que tiene una opinión negativa de la gestión pero piensa que las cosas van a mejorar. Es decir que la base de la imagen de Macri son las expectativas a futuro.
En este terreno juegan dos ideas. Por un lado la furibunda campaña contra el gobierno de CFK y el repiqueteo de que los problemas actuales son producto de los casos de corrupción que se ponen todos los días en las tapas de los principales diarios. En segundo lugar, que Macri se ve obligado a tomar medidas duras porque de esa forma mejoran las cosas. Esos dos conceptos son sostenidos especialmente por quienes votaron a Macri en noviembre, o sea la mitad de los encuestados. La otra mitad, que votó a Daniel Scioli en el balotaje, siempre estuvo en contra de la administración Macri y no tiene expectativas sobre el segundo semestre ni sobre 2017. Al menos hasta ahora.
Temas
Es público que el mayor cambio en las preocupaciones de los argentinos fue la aparición en el horizonte de la cuestión de los despidos y el trabajo. Una de cada cuatro personas lo señala como su principal preocupación. Era un tema inexistente durante los gobiernos de los Kirchner: no había temor a perder el trabajo, a la reducción en el empleo o a los despidos. Es cierto que hubo años, como 2009, que la crisis puso todo en jaque, incluyendo el empleo. Sin embargo, ni en ese momento hubo pérdidas sostenidas.
Como en meses anteriores, lo que se ubica en primer lugar de las preocupaciones son la inflación y la economía. “Al día de hoy –señala Bacman–, la inquietud por la inflación, la marcha de la economía y el fuerte aumento de las tarifas continúan siendo las principales preocupaciones espontáneas de los argentinos. Además, hay que agregarle la inseguridad, la corrupción y la desocupación. En este último trabajo de campo, siempre desde la misma estructura antes señalada, se observan ciertas variaciones: inflación y economía se mantienen al tope en el eje del 55 por ciento, inseguridad permanece en el segundo lugar cerca del 41 por ciento, corrupción trepa al tercer lugar y desocupación bajó unos puntos y pasó al cuarto puesto. No quedan dudas de que el caso López sacudió fuertemente: para expresarlo con mayor precisión en este último mes la preocupación por la corrupción escaló más de seis puntos porcentuales”.
De estos datos, resulta curioso que la inseguridad se mantenga en porcentajes tan altos. La realidad es que la cuestión recibe ahora menos atención en los medios, pero igual ranquea altísimo en las preocupaciones. Y esto tiene que ver con que efectivamente se siente que la cantidad de robos y secuestros-express aumentó en los últimos tiempos, más allá de lo que se pretende dibujar en las estadísticas oficiales. Y eso no se percibe en los medios, pero sí en las charlas cotidianas con familiares y amigos.
Antinomias
Desde hace años, el CEOP reitera una pregunta en sus encuestas si se considera oficialista u opositor. “En la actualidad –analiza el titular del CEOP–, la sociedad se divide en tres segmentos. Por un lado los que se autodefinen como oficialistas (35 por ciento), de los cuáles un quince por ciento es núcleo duro macrista y el restante veinte es radical o independiente. En la vereda de enfrente un 49 por ciento se considera opositor; en este segmento un veinte por ciento lo constituye el denominado núcleo duro kirchnerista y un 29 por ciento es peronista no kirchnerista (la mayoría) o de izquierda. Entre ambos conjuntos navegan los pragmáticos independientes. Representan alrededor de un 16 por ciento de la población, no poseen anclaje ideológico y oscilan; aunque ponen especial énfasis en la economía, la inflación, el tarifazo, la corrupción y la merma del trabajo. Y esta fuerte división, donde los independientes van tomando partido para uno u otro lado, es lo que se puede ver a lo largo de toda esta encuesta. El mal humor social de esta época internalizó una significativa percepción de que existe en nuestro país una crisis que combina inflación, aumento de las tarifas y por sobre todas las cosas una marcada percepción que lo que se gana no alcanza para llegar a fin de mes”, concluye Bacman.
raulkollmann@hotmail.com
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ECONOMIA › EL ALUVION DE PRODUCTOS FRESCOS Y ENVASADOS DEL EXTERIOR AMENAZA A CIENTOS DE PUEBLOS DEL INTERIOR
Por Raúl Dellatorre
Un estudio del Observatorio de Importaciones del gobierno de Santa Fe muestra el impacto del crecimiento masivo de las importaciones sobre la actividad regional. Descreen de las promesas de control de las autoridades nacionales.
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EL PAIS › DUDAS SOBRE EL PRIMER PARO GENERAL A MACRì EN UN DENSO CLIMA SOCIAL
Disciplin-AR
La transferencia de recursos de los más a los menos es el objetivo central de la política económica y el disciplinamiento de los trabajadores para que se resignen a la pérdida de 12 por ciento de sus ingresos, la principal estrategia política. Pero la profundidad de la crisis y la magnitud de la resistencia social son inocultables y aproximan el primer paro general. La tentación teológica ante el vacío de la política. Tras el tarifazo energético, la nueva dolarización de la economía.
Por Horacio Verbitsky
El reconocimiento de que se preparan nuevos despidos de trabajadores estatales, encubierto como búsqueda de una dotación óptima; la negativa a la reapertura de paritarias aunque la inflación duplica los pronósticos oficiales y la ausencia de cualquier ofrecimiento del Ministerio de Trabajo ante los reclamos de la CGT y las CTA; la importación, inclusive puerta a puerta, de productos que se fabrican en el país, lo cual está destruyendo industrias y puestos de trabajo; el incremento de la desocupación que alcanzó el 10,5 por ciento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuya Dirección General de Estadística y Censos nunca fue vandalizada por Guillermo Moreno; el proyecto de ley de precarización laboral que con el pretexto del empleo joven crea una subespecie de trabajadores inferiores, con menor remuneración y derechos; la continuidad de la detención arbitraria de Milagro Sala y otros diez militantes de la Organización Tupac Amaru y la instalación de un equipo de trabajo en el Ministerio de Defensa que busca habilitar la participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad interior forman parte del proyecto oficial de disciplinar a los trabajadores para que consientan la pérdida del valor adquisitivo de su salario, que ya llega al 12 por ciento desde la asunción del presidente Maurizio Macrì.
Agua y masas secas
La pérdida de empleos y de valor de los salarios es la contracara buscada de la transferencia de ingresos dispuesta por los decretos oficiales que redujeron o eliminaron retenciones a las ventas externas de productos mineros y agropecuarios y reanudaron el ciclo del endeudamiento externo, que no financia la inversión productiva sino la fuga de capitales, el consumo suntuario y gastos corrientes de los gobiernos de la Nación y de las provincias. El ministro de Trabajo Jorge Triaca recibió en audiencias sucesivas a la conducción tripartita de la CGT y al liderazgo bifronte de la CTA. Esta política de puertas abiertas se agota en agua y masas secas pero no ofrece respuestas. Hace una semana, Triaca dijo que la imponente Marcha Federal era política, un discurso que evoca los de Juan Carlos Onganía. Al dejar el despacho ministerial tanto cegetistas como ceteistas anunciaron medidas de fuerza a corto plazo. Este viernes marcharán sobre la Usina del Arte al comenzar la audiencia pública por las tarifas del gas y el viernes siguiente el Congreso Central Confederal de la CGT dispondrá la fecha y modalidad de la respuesta. Las CTA instalaron la propuesta de paro general pero como dijo Hugo Yasky sólo lo harán en coordinación con la CGT para que no permita interpretaciones capciosas por parte del gobierno sobre el porcentaje de adherentes. Con el mismo propósito la CGT dispuso una serie de reuniones con distintos sectores, comenzando por los movimientos sociales de influencia eclesiástica que protagonizaron la marcha de San Cayetano y sus aliados chinoistas. También las CTA analizaron con los mismos movimientos sociales la convergencia de la convocatoria. La CGT también se verá con el ministro político de la Iglesia Católica, Jorge Lozano, y no se descarta que participe su segundo, Alcides Jorge Pedro Casaretto. Ambos han sido los operadores del Papa Francisco para instalar la cuestión del narcotráfico como el eje de la problemática argentina, a lo que adhirió primero el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti (quien esta semana volvió a Roma para otro encuentro con Jorge Bergoglio), y luego con creciente entusiasmo el presidente Macrì, con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos. El vicepresidente Joe Biden planteó esta semana que los puntos centrales del acercamiento de su país con la Argentina son energía y seguridad. El asesor de la Conferencia Episcopal en la materia que designó Bergoglio es el vicealmirante (R) Horacio Florencio Néstor Reyser, ex agregado naval en Washington, cuyo enfoque sobre las drogas es el que predica el Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses, donde tomó cursos, es decir una cuestión de seguridad. Su hijo Horacio Reyser Travers es el secretario de relaciones económicas internacionales de Macrì. Con zalamerías y millones de dólares pagados en cancelación de deudas a las obras sociales, el gobierno consiguió retrasar la respuesta sindical a sus decisiones, que ya parecía inminente en abril, pero el caldeado clima social no deja demasiado espacio para vacilaciones, si la nueva dirigencia no quiere poner a prueba uno de los más famosos apotegmas juanperonistas sobre la ubicación de sus cabezas durante la marcha. Luego de la reunificación se ha ido fortaleciendo un eje interno constituido por Juan Carlos Schmid y Héctor Daer, que han alcanzado un apreciable entendimiento. Además, los dos hijos de Hugo Moyano asistieron al cierre de la Marcha Federal y el que conduce el sindicato de camioneros, Pablo, quien también es secretario gremial de la CGT, anunció que propondrá el paro para octubre, si bien dejó abierta la posibilidad de que sea una movilización sobre la Plaza de Mayo. Pero su hermano Fcuendo dijo que la CGT no se dejaría arrastrar por la CTA, a la que envió al rincón del maldito kirchnerismo. Las centrales sindicales son sensibles a un malestar social que también inquieta a los intendentes y gobernadores, temerosos de que sus interminables roscas políticas por alianzas, bloques y candidaturas sean interrumpidas por los resplandores y el estrépito de lo que ocurre afuera, una experiencia que varios vivieron y nadie olvida. La crisis de los partidos y los liderazgos, que no dan respuesta a esa problemática, abre el camino para el desplazamiento de la política por la teología, una ensoñación medieval sin destino duradero.
Los bloopers del securitismo
En su afán por naturalizar el desplazamiento de las necesarias políticas de seguridad por la obsesión con el narcotráfico y el terrorismo, el oficialismo no perdona bloopers. La ministra federal Patricia Bullrich, quien disputa su espacio a brazo partido y golpes bajos con el suspendido aduanero castrense Juan José Gómez Centurión, anunció la detención en la Triple Frontera de un narcoterrorista libanés con pasaporte falso, que resultó ser apenas un consumidor libio experto en cheques sin fondos y con un documento auténtico. Su segundo, Gerardo Milman, y el ministro bonaerense Cristian Ritondo informaron la detención de una banda internacional de narcotraficantes de la Mara Salvatrucha de El Salvador. Esto fue desmentido por el periodista Carlos Martínez, de la prestigiosa revista salvadoreña El Faro, quien explicó que no se conoce caso alguno de vinculación de ninguna mara con ese delito, que a lo sumo sus miembros reclutados en los sectores marginales de la sociedad son consumidores que revenden al menudeo. Estas hipérboles no son casuales, sino parte del plan oficial por tornar creíble el paradigma de las Nuevas Amenazas diseñado por el Comando Sur que, por supuesto, ofrece toda la colaboración que el gobierno acepte, porque esa política permite a Estados Unidos supervisar a los países de la región y al gobierno argentino controlar a los sectores sociales y políticos golpeados por sus decisiones. No es algo original: en la edición de abril de este año, la revista Harper’s publicó una entrevista que el periodista Dan Baum realizó con quien fue el principal asesor de Richard Nixon cuando instalaron la nefasta “guerra contra las drogas”. Richard Haldeman fue condenado por Watergate y luego desapareció. Baum lo encontró en 1994 en una empresa de ingeniería en Atlanta. Sin vueltas Haldeman le dijo que los enemigos de Nixon eran “la izquierda que se oponía a la guerra [en Vietnam] y los negros [que luchaban por sus derechos civiles]. Sabíamos que no podíamos ilegalizar la oposición a la guerra o el ser negro, pero los quebraríamos si lográbamos que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína y luego las criminalizáramos con dureza. Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, interrumpir sus reuniones y vilipendiarlos día tras día en los noticieros de la noche. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Claro que lo sabíamos”. El primero que recitó aquí el discurso de las nuevas amenazas fue Ricardo López Murphy en 2000: ellas serían la pobreza extrema, la superpoblación y las migraciones masivas, el terrorismo internacional, el narcotráfico, el fundamentalismo religioso y las luchas étnicas y raciales. Esto ha “revalorizado el poder militar dentro de las estructuras de las naciones, al tener que asumir nuevos roles”, dijo en cuanto De la Rúa le encomendó el ministerio de Defensa.
Las reiteradas referencias de Macrì a las Fuerzas Armadas y su rol en relación con esos mitos son parte de una programación diseñada con cuidado para vencer resistencias y anular las disposiciones de la ley de Defensa Nacional, de 1988, promulgada por Raúl Alfonsín, su decreto reglamentario de 2006, de Néstor Kirchner, y las leyes de Seguridad Interior, sancionada en 1991 bajo el gobierno de Carlos Menem, y de Inteligencia Nacional, que Fernando De la Rúa promulgó en 2001. Si pasaron 18 años antes de que se reglamentara la ley de Defensa, ello se debió a que Horacio Jaunarena, quien fue ministro de Alfonsín, De la Rúa y el senador Eduardo Duhalde durante su interinato, no estaba de acuerdo con la tajante separación que establece entre la Defensa Nacional y la Seguridad Interior. Así lo confesó el propio Jaunarena durante una conferencia que dictó en 2002 en la Escuela de Posgrado Ciudad Argentina que creó Roberto Dromi. Acompañado por el jefe del Ejército Roberto Brinzoni, ambos plantearon la intervención castrense en el conflicto social, con la creación de un superministerio de Defensa y Seguridad que también se encargaría del control de la criminalidad callejera, la documentación personal, las aduanas y las migraciones. Brinzoni expuso estadísticas sobre el incremento de delitos en zonas urbanas y vaticinó que volverían a producirse saqueos y desórdenes. Identificó un área crítica, entre el sur de La Plata y el norte de Rosario, en la que viven 10 millones de pobres. Jaunarena consideró anacrónica la distinción entre defensa y seguridad. “Pedirle a las Fuerzas Armadas que se hagan cargo de la seguridad interior si las fuerzas policiales y de seguridad son desbordadas, pero no permitirles que se entrenen y capaciten para ello es como decirle a un cirujano que debe operar pero sin dejarle que se ejercite”. En realidad, este punto forma parte de la ley de seguridad interior, en la que las Fuerzas Armadas sólo pueden actuar:
- dentro de la propia “jurisdicción militar” en caso de una agresión armada;
- prestando apoyo logístico, a pedido del Comité de Crisis y por disposición del Ministerio de Defensa.
- con unidades de combate, y previa declaración por el Congreso del estado de sitio, ante algún hecho excepcional que desborde al sistema de seguridad interior policial. Aun así, este empleo subsidiario de las Fuerzas Armadas se considerará “excepcional” y no incidirá en la “doctrina, organización, equipamiento y capacitación de las Fuerzas Armadas”.
Es decir, no se trata del médico que debe operar, sino de los bomberos que vienen a rescatar a médico y paciente si se incendia el hospital.
Ahora que el radicalismo ha vuelto a formar parte del gobierno, Jaunarena ha conseguido que se forme en el ministerio de Defensa una comisión que debe proponer modificaciones no a la ley, dado que la Alianza Cambiemos no tiene fuerza política para tanto, sino al decreto reglamentario de 2006, en el que Kirchner y su entonces Ministra Nilda Garré incluyeron la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, según la cual por agresión externa sólo puede entenderse un ataque armado por fuerzas regulares de un país extranjero. Nadie piensa en eso en el gobierno, donde cada conflicto social es atribuido a lo que ahora llaman el kircherismo extremo (sic), al que se le atribuyen propósitos desestabilizadores para mejor disciplinar al conjunto de una sociedad que debe despertar de un placentero espejismo y resignarse a la amarga realidad.
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Messaggio 4 di 9 di questo argomento |
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Macrismo ilimitado y de lo que no se habla
Por Mempo Giardinelli
La semana pasada podría decirse que fue esperanzadora. El ataque vil contra el juez federal Daniel Rafecas (uno de los poquísimos todavía independientes y respetables, mosca blanca en los basurales de Comodoro Py) fue rápida y multitudinariamente repudiado por decenas de organizaciones de la sociedad civil, personalidades de todos los ámbitos y muchísimos colectivos. Tan grosera e insostenible fue la solicitada de ataque, que, aunque la vileza fue urdida desde el diario La Nación, muchos de sus rutilantes empleados parece que rehusaron firmarla al igual que muchos socios y amigos del Gobierno que podrán ser cuestionados pero no son tontos.
El brulote se sumó a la parva de mentiras y autoengaños gubernamentales, exponiendo una vez más la insensatez generalizada en el macrismo. Cuyo intenso afán de servidumbre a las ultraderechas norteamericana e israelí los está llevando al desatino de involucrar a nuestro país en narcoguerras y terrorismos. El manejo –es un decir– de la política exterior macrista y en particular su concepción del drama de Medio Oriente delata una vez más no sólo su incondicional entrega de soberanía sino también la estúpida y neocolonizada bajada de calzones ante un poder mundial descontrolado que pasa por su peor momento. La disputa entre la Sra. Clinton y el Sr. Trump se parece cada vez más a una pelea callejera de malos contra peores mientras el mundo sigue andando cada vez más inseguro, más violento y sobre todo más injusto. En ese contexto la ideología y las acciones de las Sras. Malcorra y Bullrich, si no fueran funcionarias con tanto poder ilimitado, ofrecerían un espectáculo desopilante como el de un carayá con una yilé en la mano en una fábrica de globos.
En ese contexto la Paz en la República Argentina, con este gobierno que ofrece pruebas cotidianas de su irresponsabilidad, corre serios riesgos. Mientras se cierran fábricas y se multiplican despidos, el cuadro social se agrava vertiginosamente. Se abren importaciones de todo lo que es innecesario, y aunque el presidente Macri hace bromas como que “las cosas mejoran”, continúa la destrucción de miles de pequeñas empresas y del consumo popular, a la vez que nuevamente se cierran ramales ferroviarios como en tiempos del innombrable riojano y los únicos privilegiados de la Patria son la minería, la soja y los bancos, que además son depredadores y no reparten un centavo de sus incalculables ganancias.
Por cierto, con este gobierno es imposible que el llamado “campo” sea recolocado al servicio de la Nación. Son todavía pocas pero sonoras las voces que reclaman el rediseño de la política agraria nacional para ponerla de una vez al servicio del conjunto de los argentinos y no más de una minoría privilegiada. El colectivo El Manifiesto Argentino ha salido por eso a cuestionar la concentración monopólica agrolimentaria, que desestabiliza el bienestar general y degrada la calidad de nuestra democracia, para lo que propone que se priorice la ocupación geopolítica del territorio, así como la soberanía y la seguridad alimentaria de la población. Nuestro país no resiste un metro más de soja ni un metro menos de bosque, y es por eso que el poder oligárquico que sostiene al gobierno macrista impide discutir el tamaño de las explotaciones agropecuarias, lo que es un perverso triunfo cultural de la oligarquía terrateniente y el empresariado de los agronegocios.
Nuestro país está en manos de patanes improvisados que sólo saben, si es que saben, de negocios y autobombos. Carentes de principios morales, su corrupción dizque elegante, por más que esté protegida por La Nación, Clarín y su telebasura permanente, parece también ilimitada: las cuentas secretas en Panamá, Bahamas y quién sabe dónde más del Presidente y su caterva de parientes y amigotes, más las fortunas casi seguramente mal habidas de acaparadores argentinos, particulares o empresarios, se calcula según diversas fuentes en una cantidad monstruosa y obscena: más de 300.000.000.000 (trescientos mil millones) de dólares. Presumiblemente encanutados en bancos o cuevas llamadas “paraísos fiscales” de todo el mundo, son la prueba perfecta de cómo llevan décadas reventando este país.
Es la misma supuesta elegancia con pretensiones aristocráticas que santifican las Sras. Legrand y Giménez en sus espectáculos circenses dedicados a encubrir despropósitos e injusticias. Y ahí está incluso la vicepresidenta Michetti, tan paqueta que parecía y aún con la consabida protección comunicacional, ahora investigada –ella sí, y en serio– por las fuertes sospechas de maniobras ilegales que sola o con su novio habrían hecho desde fundaciones truchas o casi, pero de lo que el monstruo mentimediático sigue sin ocuparse porque de eso, como de los Panamá Papers, “no se habla”.
Aunque todavía dominan muchas conciencias anestesiadas, el show militantemente mentiroso que a toda hora practican los medios que sostienen al gobierno está en declive. Protegen y ocultan a la vez que echan culpas del desastre a lo que insisten en llamar “la herencia recibida”, pero va quedando cada vez más claro que la conducta mafiosa del “de eso no se habla” no es más que confesión de impotencia y de maldad. Como la que reservan hacia la ex presidenta CFK, a quien en nueve meses de operaciones judiciales todavía no le han encontrado ninguna razón verdadera para llevarla a prisión. Casi igual que a Milagro Sala, quien más allá de cualquier reticencia que se pueda tener sigue de hecho secuestrada por el gobierno de Jujuy: no hay juicio, no hay pruebas, no hay condena y sin embargo se la mantiene en cautiverio como en una dictadura.
Entre lo ilimitado, lo que silencian y lo que mienten, y si encima andan inventando terroristas que no lo son, maras que no se encuentran y ahora guerrilleros de Estado Islámico, queda claro que estos tipos son capaces de cualquier cosa.
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Messaggio 5 di 9 di questo argomento |
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Messaggio 6 di 9 di questo argomento |
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El gobierno marcó, en su primer año en el poder, un cambio en el rumbo económico como no se observaba desde el inicio de la posconvertibilidad. La introducción del nuevo modelo implicó una reducción de la tasa de crecimiento de cerca de seis puntos en relación al año anterior. Según las últimas cifras del Indec, el PIB había crecido 2,65 por ciento en 2015 y la caída de 2016 sería próxima al 3,0 por ciento. Las políticas adoptadas también impulsaron una aceleración inflacionaria hasta un nivel similar al pico de 2002 y el desempleo llegó al máximo de la última década (9,3 por ciento en el segundo trimestre de 2016). Más allá de esas variaciones que pueden ser sólo coyunturales, lo más preocupante del actual esquema es que va reforzando los rasgos estructurales más negativos de las economías latinoamericanas: desigualdad distributiva, primarización productiva y dependencia financiera externa.
La desigualdad, medida como la brecha entre el 10 por ciento de la población de más altos ingresos y el 10 por ciento de menores percepciones, se incrementó un 37 por ciento, entre el segundo trimestre de 2015 y el tercer trimestre de 2016, de acuerdo a los últimos datos disponibles del Indec de cada año. De esta manera, quienes estuvieron en la cúspide de la pirámide llegaron a ser 26 veces más ricos, en términos de ingresos, que quienes integraron la base. En 2015, la diferencia era de 19 veces.
Además de la merma en la capacidad de negociación de los trabajadores de menores remuneraciones, empeorada por la recesión, la escalada de la desigualdad se explica también por el brusco cambio de los precios relativos. El nuevo ordenamiento fue consecuencia directa de la devaluación, combinada con la baja de retenciones, la liberalización de exportaciones y la pronunciada suba de las tarifas de los servicios públicos. Esas medidas provocaron que los precios de los bienes y servicios de primera necesidad aumentaran mucho más que el resto. Por ejemplo, el aceite comestible mezcla acumuló una suba del 160 por ciento en el año y la harina duplicó su precio.
El Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) reveló que la inflación, entre noviembre de 2015 y el mismo mes de 2016, para el estrato de menores ingresos de la población, fue del 46,9 por ciento y para el segmento de mayores ingresos fue de casi 10 puntos menos (37,4 por ciento). En todos los niveles, la regla fue la misma: a menor ingreso, mayor efecto de la inflación. En el caso extremo, el de las tarifas de servicios públicos, el decil poblacional más bajo gastó 5,3 veces más que el de mayores ingresos en relación a su presupuesto.
La inflación de los años anteriores también perjudicaba más a los más humildes pero, en ningún año desde 2003, se había producido un descalabro de precios relativos tan nocivo. El reciente desequilibrio sólo fue atenuado por la extensión de la tarifa social y la ampliación de la AUH a los hijos de los monotributistas pero, a diferencia de la mayoría de los años de la década pasada, la recomposición salarial no alcanzó a recomponer la erosión del poder adquisitivo. Los trabajadores del sector privado formal perdieron el 6,6 por ciento de su capacidad de compra, según el IET. En tanto, los jubilados, pensionados y quienes reciben la AUH (sus haberes aumentaron sólo un 31,7 por ciento en el año), los empleados del sector público y especialmente los trabajadores no registrados tuvieron que soportar un mayor deterioro.
Ganadores
Por supuesto también hubo grandes ganadores. Además de las empresas de servicios públicos y del agro, se destacaron las firmas del sector financiero que nuevamente, desde que la economía se amesetó en 2012, han gozado de crecientes niveles de rentabilidad, sobre todo en los años de menor consumo.
El gobierno, con su visión monetarista de la inflación, en lugar aplicar una política de absorción monetaria, a través, por ejemplo, de una significativa suba de los encajes bancarios sobre los depósitos a la vista y regular tasas de interés para facilitar el crédito a la producción, se inclinó por mantener altas tasas y bajos niveles de encajes. En el primer caso, hubiera achicado el beneficio del sector bancario, pero decidió expandirlo, aun a costa de un mayor endeudamiento público y de la asfixia financiera para la gran mayoría de las empresas y de los consumidores. Así, el sector financiero tuvo ganancias por 66.865 millones de pesos en los primeros diez meses del gobierno que significaron una mejora interanual del 53 por ciento, según el “Informe sobre Bancos” del Banco Central.
Ahora bien, en perspectiva histórica, a pesar del alza reciente de la desigualdad y de la baja del consumo, el país sigue lejos de sus peores momentos. Sin ir muy atrás en el tiempo, la brecha distributiva entre los que más ganan y los que menos, antes de la implementación de la Asignación Universal por Hijo (su impacto comenzó a fines de 2009), era de 35 veces. Sin caídas de gran magnitud en la riqueza generada (el PIB per capita de 2016 fue similar al de 2010), existe una relación distributiva que permite sostener la gobernabilidad. Esta misma holgura relativa en materia distributiva también contribuye a explicar por qué el ala dura de Cambiemos se impuso para lograr la salida de un gradualista como Prat Gay y la incorporación de un “fiscalista” (es la figura encontrada para eludir el mote de ajustador) que implica un menor margen para políticas de contención social.
El nuevo integrante del gabinete se suma a un esquema de políticas redistributivas que fueron anunciadas en el segundo semestre de 2016 y que tendrán un impacto pleno en 2017 para tratar de impulsar el consumo (la “Reparación Histórica”, la reforma del impuesto a las ganancias y el “Ahora 18”). Las tres tendrán, como mayores beneficiarios, a los sectores sociales de ingresos medios/altos y altos. Si bien la mejora en la capacidad de consumo de estos grupos puede tener un impacto más general en la economía, su dinamismo es limitado, sobre todo en comparación con las políticas del kirchnerismo. Éstas basaban su foco redistributivo en tratar de mejorar básicamente la capacidad adquisitiva los sectores de menores ingresos y excluidos con políticas como las subas de las jubilaciones mínimas y la AUH por encima de los índices inflacionarios públicos y privados, las moratorias previsionales y la extensión de las pensiones no contributivas, la promoción de los convenios colectivos de trabajo, los planes Procrear, Precios Cuidados y Progresar y los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. De hecho, ese esquema de políticas había podido conseguir que la devaluación de 2014 con quita de subsidios a las tarifas de agua y gas no haya derivado en un incremento de la brecha distributiva.
Consumo y ahorro
En el nuevo modelo, las políticas de mejora de ingresos son capitalizadas principalmente por un segmento poblacional más reducido. Además, se trata de un sector que no necesariamente destina todo su ingreso al consumo, como sí ocurre con la población de menores ingresos. Sobre este punto es fundamental notar que el problema económico actual no es de escasez. Por el contrario, las empresas poseen capacidad productiva ociosa y grandes dificultades para volcar en el mercado sus elevados stocks. Por eso, sería mucho más dinamizador activar el consumo de los sectores de menores ingresos.
Por otra parte, también el ahorro en el país tiende a volcarse más al atesoramiento de dólares que a depósitos a plazo en el sistema financiero. Por lo tanto, esos recursos tampoco pueden ser canalizados a la inversión productiva. Y, en este sentido, el gobierno no ha tomado medidas que incentiven el ahorro en moneda nacional. Al contrario, decidió derogar la regulación de los mínimos de tasas a plazos fijos que había establecido la gestión de Alejando Vanoli. Los depósitos en pesos pueden crecer sólo transitoriamente mientras se perciba cierta tranquilidad del mercado cambiario para obtener un rendimiento extraordinario, medido en dólares. En vísperas de las elecciones y ante contingencias, con una mayor incertidumbre, vuelven a demandar divisas y a agravar la fuga de capitales y la dependencia financiera externa. Es todo un circuito frágil y cortoplacista porque opera en contra del negocio productivo.
Inflación
De fondo, además, persiste el problema inflacionario que, con la reciente modificación abrupta de precios relativos, está más lejos de resolverse que antes del anuncio de la devaluación en noviembre de 2015. En los 12 meses previos a ese anticipo, la inflación mensual promedio, medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, era de 1,8 por ciento.
La disparada de algunos precios que inciden directamente en la formación de costos y también sirven de parámetro para la formación de otros, como el del dólar, el del transporte, los de la energía y los de los alimentos básicos implica la necesidad de un reacomodamiento generalizado de precios. Los sectores regulados como,por ejemplo, el de los combustibles, la medicina prepaga y la educación privada, demandan un reposicionamiento por su retraso respecto a los que más aumentaron. Y los rubros no regulados, en la medida en que la recuperación del consumo los habilite, buscarán recuperar posiciones lo más rápido posible.
Los únicos sectores que no podrán reacomodarse son los que compiten abiertamente con los productos importados. Los comercios recuperarán márgenes de rentabilidad perdidos por la suba de tarifas y la menor escala de ventas sobre la base de la sustitución de productos de la industria nacional por mercaderías a menores precios del exterior.
En la medida que el nuevo esquema de precios relativos se profundice, la industria, en una competencia desigual por el atraso cambiario, los altos costos en dólares de servicios no transables, una pesada estructura tributaria que desalienta su actividad y una infraestructura pública de transporte precaria deberá ir cediendo y achicándose más aun. La excepción serán aquellos sectores manufactureros vinculados directamente a la explotación de recursos naturales y los de mayor capacidad de lobby y alta escala, como el siderúrgico y el automotriz. En tanto, los rubros más conformados por PYMES, además de todas las referidas restricciones generales para producir, deberán seguir enfrentando costos de sus insumos desalineados de los precios internacionales por las dificultades de escala que poseen para abastecerse en el exterior.
Por su parte, los salarios de los trabajadores de esos sectores (hasta el año pasado la industria, en su conjunto, representaba el 20 por ciento del empleo privado registrado) también quedarán atrasados por la pérdida de competitividad industrial y la contracción del empleo. Así, buena parte de la fabricación local será reemplazada por la oferta externa y, como en 2016, se verificará un mayor nivel de primarización productiva. El menor poder de negociación de los trabajadores, un tipo de cambio relativamente estable y una recuperación mucho menor a la planteada en el presupuesto nacional facilitarán que la dinámica inflacionaria paulatinamente vaya menguando, pero será muy difícil que perfore el 25 por ciento en 2017.
Este modelo, como en los noventa, sólo podrá subsistir temporalmente con un mayor grado aun de endeudamiento externo. Su límite nuevamente dependerá de la amplitud de ese ciclo y de hasta qué punto la conflictividad social que implica afectará la gobernabilidad.
* Economista EPPA. Profesor UBA y Undav.
@marianokestel
perspectivas
2017
- En su primer año en el poder, el Gobierno marcó un cambio en el rumbo económico.
- Refuerza los rasgos estructurales más negativos de las economías latinoamericanas: desigualdad distributiva, primarización productiva y dependencia financiera externa.
- Las políticas de mejora de ingresos son capitalizadas principalmente por un segmento poblacional más reducido.
- Persiste el problema inflacionario que, con la reciente modificación abrupta de precios relativos, está más lejos de resolverse que antes del anuncio de la devaluación en noviembre de 2015.
- Buena parte de la fabricación local será reemplazada por la oferta externa y, como en 2016, se verificará un mayor nivel de primarización productiva.
- Este modelo, como en los noventa, sólo podrá subsistir temporalmente con un mayor grado aún de endeudamiento externo.
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Y tambien de los corruptos para los corruptos .....
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Cuando resta poco más de un mes para que comience la temporada alta de liquidación de divisas (marzo-junio) del sector agroexportador, el gobierno volvió a extender el plazo para el ingreso de esos dólares. En esta cuarta extensión de plazos que aplicó Cambiemos desde que asumió en diciembre de 2015, se elevó de los actuales cinco a años a diez el tiempo máximo para la liquidación de las divisas al sistema financiero local, según la resolución de la Secretaría de Comercio publicada ayer en el Boletín Oficial. El Ministerio de Producción justificó la medida diciendo que permitirá mejorar la capacidad de financiamiento y competitividad del sector exportador. No obstante, lo que buscan es quitarle presión al Banco Central, que no tendrá que comprar los dólares que liquiden cerealeras y aceiteras presionando a la baja el tipo de cambio mientras que la intención oficial es mantener el precio de la divisa en niveles actuales o por encima de ellos. Los exportadores de soja tendrán, a su vez, el incentivo para dilatar el ingreso de las divisas a la espera de la quita paulatina (cinco puntos cada año hasta su eliminación) de retenciones, junto a toda mejora de precios externos.
La resolución firmada por el secretario de Comercio, Miguel Braun, estipula que el ingreso de divisas al sistema financiero local tendrá un plazo de 3650 días corridos. “La resolución es una herramienta para que las empresas exportadoras tiendan a competir en mejores condiciones, ya que podrán ofrecerles a sus clientes la posibilidad de financiar la compra a más largo plazo, como sucede en el resto del mundo”, sostuvo el secretario en un comunicado. “La posibilidad de dar plazos en los pagos es una de las variables fundamentales para hacer competitivas a las exportaciones”, agregó.
En diciembre de 2001, sobre el final del gobierno de la Alianza, se habían aplicado una serie de cambios normativos para intervenir en el mercado de divisas y exportador y se establecieron diferentes plazos para ingresar los dólares provenientes de las ventas externas, de acuerdo con el tipo de mercadería involucrada. No obstante, el plazo de liquidación de divisas fue desde el fin de la convertibilidad una variable de ajuste para mantener el mercado abastecido y quitarle presión alcista y bajista sobre el tipo de cambio. El primero en encarar esa pelea fue el equipo económico de Eduardo Duhalde, que comandaba Roberto Lavagna, quien tuvo la primera disputa (post convertibilidad) con el sector exportador porque retaceaba la liquidación.
Durante el kirchnerismo las corporaciones agropecuarias estuvieron en constante pulseada con el gobierno. Presionando por una devaluación de la moneda y especulando con mejores precios internacionales, cerealeras y aceiteras retaceaban sus liquidaciones y el gobierno fue acortando cada vez más los plazos máximos desde la declaración de la venta hasta el ingreso de la divisa.
Al momento de asumir el macrismo ese plazo había quedado en un mes para la cosecha para el complejo sojero, mientras que se mantenía en 180 días para el sector minero. Desde entonces, más precisamente desde 6 de abril del año pasado, el gobierno de Cambiemos aplicó cuatro modificaciones en estos plazos. Recién lo hizo luego de que se asegurara parte del ingreso de los dólares de la cosecha de soja, lo que le dio espalda al BCRA para eliminar las restricciones a la compra de moneda extranjera, cuando ya esa liquidación comenzaba a ser un problema. Había ventas de cosecha retenida con el gobierno anterior. El primer cambio, equiparó los tiempos máximos para la liquidación de la soja a los plazos que regían para la actividad minera (de seis meses).
El 5 de mayo lo volvió a ampliar. Esta vez a 365 días para todos los productos exportables. El 29 de agosto había sido hasta ayer la última actualización, llevando el plazo máximo a cinco años. Todos los cambios en los plazos fueron justificados por el gobierno en la necesidad de darle competitividad al sector y mejorar las prefinanciación de las ventas a los compradores del exterior. Si se toma en cuenta que el gobierno inició el año pasado y, anticipó que continuará con esa línea, una quita gradual de retenciones a la soja –para el resto de los granos, la minería y la industria ya las eliminó– habrá un fuerte incentivo para que los exportadores de la oleaginosa esperen antes de ingresar los dólares. Para el organismo que conduce Federico Sturzenegger será un alivio cambiario ya que no tendrá la presión bajista sobre el precio del dólar que genera la sobreoferta típica de esta parte del año. Si bien descartan oficialmente que el dólar esté sobrevaluado, los empresarios reclaman más devaluación y el gobierno analiza cómo aplicarla. En lo que va del año la divisa estadounidense se apreció 2,5 por ciento respecto del mínimo registrado en la última parte de diciembre.
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