Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
¡ Feliz Cumpleaños Danzando7 !                                                                                           ¡ Feliz Cumpleaños Danzando !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: DAVOS, FORO DE RICOS , SIN SOLUCIONES PARA LOS POBRES
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 25/01/2016 18:31
Debate de asistentes al Foro de Davos sobre la Cuarta revolución industrial. Foto: Russia Today

Davos es una pequeña ciudad de poco más de 11 000 habitantes, a una altura de 1 560 metros sobre el nivel del mar y con una temperatura por estos meses invernales inferior a los menos cinco grados.

Más alto aun y apartada del ambiente citadino, en plenos Alpes suizos, una privilegiada estación de esquí acoge cada año a los hombres y mujeres, representantes de gobiernos y empresas más poderosos del mundo.

Acuden al lugar, tranquilo y seguro, bajo la mirada permanente de francotiradores sobre cada techo y balcón. Tropas que inspeccionan cada rincón de esa ciudad helvética, carros blindados con armas de grueso calibre y francotiradores en las terrazas y techos camuflados de blanco para confundirse con la nieve son las postales más recurrentes de Davos por estas horas, según reporta AFP.

La misión de los militares es vigilar cada movimiento extraño que pueda perturbar a quienes han llegado para participar en el Foro Económico de Davos. Se trata de una reunión de ricos sin soluciones para los pobres.

Precisamente por tratarse de un lugar seguro, según los organizadores, se escoge el sitio, donde los asistentes pagan exorbitantes cantidades de dinero en boletos de avión y en habitación, comida, bebidas y otros componentes propios de las tertulias a la que asisten entre debate y debate.

Esta vez, al Foro de Davos confirmaron su asistencia unas 2 500 personas de más de 100 países, entre ellos jefes de Estado o Gobierno, dueños de corporaciones, empresarios y algunos artistas que amenizan los recesos de las sesiones.

El mundo mediático ha ocupado gran es­pacio para recalcar la ausencia de líderes mundiales como el mandatario norteamericano Barack Obama, el ruso Vladimir Putin y la can­ciller alemana Ángela Merkel.

Se trata, sin lugar a dudas, de tres pesos pesados, determinantes en la política internacional y en el rumbo económico mundial.

En esta oportunidad, los políticos, economistas y dueños de una gran parte del mundo, han tenido que involucrarse en discusiones que otras veces pudieron soslayarse. La vertiginosa caída de los precios del petróleo; la crisis de los millones de refugiados que huyen del hambre y las guerras y quieren llegar a Europa; y la expansión del terrorismo encabezado por el llamado Estado Islámico, quitaron el sueño a quienes están acostumbrados a mostrar en los Alpes suizos la vitrina del capitalismo y las llamadas bondades de la globalización.

Víspera del encuentro, un verdadero cubo de agua fría cayó  sobre los organizadores de la cita, cuando se supo que al menos siete millones de empleos pueden perderse en los próximos cinco años por las transformaciones que la economía mundial padecerá y que el Foro Económico Mundial denomina “Cuarta revolución industrial”.

La entidad que organiza el Foro presentó un informe que atribuye la masiva destrucción de empleos “de oficina” al vertiginoso pro­ceso de automatización.

Para IPS, la inequidad ya es reconocida co­mo un factor social y económicamente no­civo. Así se constató, señala, durante la Cum­bre sobre los Objetivos del Milenio o Agenda 2030, y la de Cambio Climático realizada en diciembre en París.

Analistas de temas económicos han coincidido en que la globalización de la que tanto se habla, no es un problema; lo que la puede convertir en algo negativo es la incapacidad de los mismos líderes reunidos en Davos de garantizar que no existan dos globalizaciones: la del enriquecimiento de unos pocos y la del empobrecimiento del resto de la población mundial.

El Foro de Davos no busca soluciones a la situación de la economía global, solo une a los responsables de los problemas que sufren hoy los mercados, sostiene el periodista es­pe­cia­lizado en temas económicos, Lew Rock­well.

“Es un encuentro de los muy ricos. Todo está relacionado con el control (…). Pueden decir que quieren arreglar problemas o hacer mejor la vida de la gente, pero lo que hacen es conspirar para que haya más guerras, intervenciones, control económico, ‘banksterismo’ y beneficios para la élite del poder contra la gente”, insistió Rockwell a RT.

Un análisis de la citada agencia IPS refiere que estamos viviendo una crisis de desigualdad y que la brecha que separa a los más ricos del resto de la población tiene una profundidad que no se veía desde hace un siglo. Pero el problema está lejos de resolverse. La cruda realidad en contraste con esos compromisos es que la desigualdad no está retrocediendo y los países e instituciones que pretenden combatirla siguen aplicando las estrategias del statu quo que exacerban la inequidad.

Un tema candente en el Foro de este 2016 es la crisis de los refugiados en Europa y el terrorismo que, unido al decrecimiento económico, complica aún más la ya difícil situación en el Viejo Continente.

El primer ministro francés, Manuel Valls, calificó el asunto con una frase lapidaria: “Pron­to el proyecto europeo podría estar muerto. No en algunas décadas o años, sino muy pronto”.

Por su parte el ministro alemán de Fi­nan­zas, Wolfgang Schäuble, propuso invertir mi­les de millones en las regiones de las cuales vienen los refugiados, ya que eso podría “ayudar a reducir la presión en las fronteras exteriores de Europa”.

Ahora, cuando ya el Foro de Davos 2016 cerró sus cortinas y los máximos exponentes de la economía y la política mundiales regresaron a sus países, la temperatura en los Alpes suizos sigue fría, muy fría; mientras se torna tenso y nada frío el ambiente en un mundo cada vez más desigual, con un auge evidente del terrorismo, noticias diarias de refugiados que mueren en su travesía hacia Europa y con un tiempo cada vez más contradictorio y amenazante a causa del cambio climático.



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 28/01/2017 20:14

La élite de Davos “inquieta por la desigualdad económica”, mientras disfruta de buen vino

| 6 |
En esta edición de Davos hubo varias discusiones sobre cómo repartir más los beneficios de la globalización. Foto: The New York Times.

En esta edición de Davos hubo varias discusiones sobre cómo repartir más los beneficios de la globalización. Foto: The New York Times.

Tal vez has notado que en muchos países hay una cantidad nunca antes vista de personas enojadas con la élite económica y su tendencia a acaparar el botín de la globalización. Esta ola de ira llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, empujó al Reino Unido a votar por salir de la Unión Europea y amenaza el futuro del comercio mundial.

También lo han notado las personas que se reunieron del 17 al 20 de enero en los Alpes suizos para el Foro Económico Mundial que se celebra cada año. Coincide con que ellos son la élite: jefes de Estado, directivos de fondos de inversión multimillonarios, ejecutivos de la tecnología.

Están listos para hablar sobre cómo arreglar las cosas y calmar la furia popular al convertir a la globalización en una propuesta lucrativa para las masas. Varias mesas redondas se enfocaron en encontrar la mejor manera de “reformar el capitalismo”, hacer que la globalización funcione y revivir a la clase media.

Lo que impacta es lo que por lo general no se analizó: fortalecer el poder de los trabajadores para negociar mejores salarios y redistribuir la riqueza de arriba hacia abajo. “Esa agenda es anatema para muchos de los hombres y las mujeres en Davos”, dijo Joseph Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel y autor de varios libros sobre globalización y desigualdad económica. “El hombre de Davos se atora en proveer más derechos de negociación para los trabajadores. La pura realidad es que la globalización ha reducido el poder negociador de los trabajadores, y las empresas se han aprovechado de ello”.

La inquietud sobre las consecuencias de la globalización consume a Davos (al menos retóricamente). Sobre las cada vez más profundas angustias de la clase media en muchas economías desarrolladas. Sobre el temor de que los robots estén a punto de generar desempleo masivo.

Es una conversación impulsada en parte por el miedo: si el mundo está en verdad viviendo una insurrección populista, podrían simplemente señalar hacia Davos.

Sin embargo, las soluciones que prevalecen en la reunión en los Alpes parecen pensadas para evitar que las empresas y los más ricos tengan que sacrificarse, como si pudieran encontrar la manera de inclinar la balanza de la desigualdad mientras quienes están en la cima siguen en posesión de todo lo que tienen.

En una cena el lunes en la noche, mientras el foro se desarrollaba, Ian Goldin, profesor de Globalización y Desarrollo de la Universidad de Oxford, celebraba la conexión de la economía global y los avances tecnológicos que han liberado a los seres humanos de la enfermedad, la pobreza y la pesada carga del trabajo manual.

“No ha habido nunca un mejor momento para estar vivos; sin embargo, nos sentimos tan abatidos”, dijo Goldin. “Tantas personas se sienten angustiadas. Tantas personas sienten que esta es una de las épocas más peligrosas”.

Condenó la temerosa retirada de la globalización, manifiesta en las amenazas de Trump de entrar en una guerra comercial con China y en el llamado brexit, la separación del Reino Unido de Europa.

“La manera de dejar de administrar un ambiente con tantas interrelaciones no es deconectándose”, dijo. “Ese es el error fundamental del brexit o de Trump y de muchos otros. No solo estamos conectados. Estamos interrelacionados. Nuestras vidas, nuestros destinos, están entrelazados. Lo que pasa en China, lo que pasa en Indonesia, lo que pasa en India, lo que pasa en toda Europa y lo que pasa en Norteamérica, por toda África y Latinoamérica nos afectará a todos de formas nuevas y drásticas. Pensar que de alguna manera podemos forjar nuestro futuro como si fuéramos una isla es una fantasía, incluso en los países más grandes, como Estados Unidos”.

Aun así, dijo Goldin, si los beneficios de la globalización no se reparten con mayor igualdad, el mundo podría revivir un momento como el del Renacimiento: un periodo extraordinario de progreso científico, crecimiento comercial y creatividad artística en Europa que eventualmente desató el resentimiento del pueblo.

“Hay que reconocer que la forma en que hemos manejado la globalización ha contribuido de manera significativa a la desigualdad. Sin embargo, aún no he escuchado una buena discusión sobre cuáles cambios a la globalización combatirían la desigualdad”.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía

Las chapas de oro en las catedrales no mejoraban las parcelas de los campesinos. Las especias que llegaban desde Asia eran demasiado costosas para la mayoría. La familia Medici, que gobernaba Florencia, fue expulsada por la multitud. Se persiguió a los intelectuales y se quemaron los libros.

“Debemos aprender estas lecciones históricas y darnos cuenta de que este es el más precioso momento de la historia de la humanidad”, aseveró Goldin. “Debemos elegir las opciones que aseguren que la globalización es sustentable, que la conectividad es sustentable, que estamos lidiando con los desafiantes problemas que preocupan a la gente”.

Los comentarios de Goldin fueron solo el preludio de una conversación en la que se suponía que se iba a discutir cómo lograr eso. Sin embargo, las respuestas de los ejecutivos de las empresas que conformaron un pánel pueden reducirse burdamente a lo siguiente: las personas que no se han beneficiado de la globalización deben esforzarse más en emular a quienes han tenido éxito.

Abidali Neemuchwala, el director general de Wipro —compañía global de consultoría y tecnología de la información que fue anfitriona del evento, junto con The Financial Times— y que el año pasado ganó cerca de 1,8 millones de dólares más acciones con un valor adicional aproximado de 2 millones de dólares, dijo que los trabajadores deberían buscar capacitación para los trabajos del futuro.

“La gente tiene que hacerse cargo de actualizarse de manera continua”, afirmó.

Nadie puede discutir de manera sensata en contra de los méritos de la capacitación (o, si a esas vamos, del emprendimiento). Los trabajos del futuro aún no se inventan. Se requerirán nuevas habilidades para conseguirlos. Pero en ninguna parte de la discusión se hizo referencia a las políticas tributarias ni se habló sobre los onerosos costos de la educación superior ni sobre el acceso a la atención médica.

Fue hasta una mesa redonda el miércoles por la mañana que Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, pronunció una palabra poco escuchada en la conversación sobre la crisis que viven muchos hogares de clase media: redistribución.

“Hay cosas que pueden hacerse”, declaró. “Quizá signifique más redistribución de la que hay ahora”.

Pero la conversación cambió de giro rápidamente.

Durante años, la desigualdad económica ha sido uno de los temas más discutidos en Davos, tanto en la agenda formal de conferencias como en las conversaciones en los pasillos y las fiestas o cenas privadas celebradas por toda la ciudad. Durante años, poco o nada ha cambiado.

“La gente habla de la desigualdad, de cómo es un gran problema, la mayor amenaza a la globalización y la economía global”, comentó Stiglitz. “Hay que reconocer que la forma en que hemos manejado la globalización ha contribuido de manera significativa a la desigualdad. Sin embargo, aún no he escuchado una buena discusión sobre cuáles cambios a la globalización combatirían la desigualdad”.

Eso no es accidental, juzgó. Cualquier lista sincera tendría que incluir temas que implican transferir la riqueza y el poder de todos los que vienen a Davos a los trabajadores comunes mediante una fijación de impuestos más progresista, mayores derechos de negociación para los sindicatos y más protección para el trabajo en general.

Igual que todos los años, Davos se cubre con el eslogan del Foro Económico Mundial: “Comprometidos a mejorar el estado del mundo”. Sean cuales sean las mejoras que supuestamente se harán, uno solo puede tener la certidumbre de que no entrarán en conflicto con el hecho de que los asistentes sigan disfrutando del estado del mundo actual, con canapés, Bordeaux añejado y jets privados que los esperan.

Eso significa que es poco probable que la insurrección populista global pierda impulso pronto.

Las conversaciones en los pasillos y las fiestas o cenas privadas se han centrado durante años en la desigualdad económica. Durante años, poco o nada ha cambiado. Foto: The New York Times.

Las conversaciones en los pasillos y las fiestas o cenas privadas se han centrado en la desigualdad económica. Durante años, poco o nada ha cambiado. Foto: The New York Times.

La "élite de Davos". Foto: Libre Red.

La “élite de Davos”. Foto: Libre Red.

(Tomado de The New York Times)



 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados