Para hacerse una idea sobre lo que ha sucedido y sigue sucediendo en el espacio de la antigua URSS basta con echar un vistazo al destino de la organización más antigua creada en este territorio justo tras la caída de la URSS y que sigue existiendo a día de hoy: la Comunidad de Estados Independientes, CEI.
Por un lado, la CEI se parece a la Liga de Estados Árabes o a la Unión Africana, donde no existe ningún órgano ejecutivo similar a la Unión Europea. Sin embargo, es más que un simple foro para debatir decisiones conjuntas. Según los observadores, la CEI se distingue de muchas asociaciones regionales por el gran nivel de integración de sus miembros.
El hecho de que la CEI siga existiendo y reúna a la mayoría de los países del espacio postsoviético, según los analistas, demuestra el interés de sus miembros por tratar de conseguir un mínimo de integración entre las distintas partes de lo que antiguamente fue un solo país. Los datos del Barómetro de Integración del Banco de Desarrollo Euroasiático confirman también la popularidad de las ideas de integración entre los habitantes de los países de la antigua URSS. Según Andréi Súzdaltsev, de la Escuela Superior de Economía, la CEI mantiene a los países miembros protegidos en el seno de una región unificada.
Rusia no estaba dispuesta a la integración
Sin embargo, muchos esperaban bastante más cuando se formó la CEI. En el marco de esta organización se proponían proyectos de integración profunda similares a la Unión Europea. En 1994 el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, propuso crear la Unión Euroasiática basada en la CEI. Pero esta propuesta no triunfaría todavía. Para ello no estaba preparada ni siquiera Rusia, representada por su élite de la época del presidente Yeltsin, subraya Vladímir Zharijin del Instituto de Países de la CEI. No obstante, como diría luego Nazarbáyev, “en la Comunidad se funden las experiencias de todos nosotros, algo que ha permitido con el tiempo adoptar unas formas más productivas de integración regional entre países con distintos formatos y ritmos”.
La integración euroasiática
Esta experiencia se utilizó en la década de los años 2000, cuando la situación en el espacio postsoviético comenzó a cambiar. En Moscú llegó al poder el nuevo gobierno liderado por Vladímir Putin, que comenzó a llevar a cabo su propio proyecto de integración, comúnmente llamado “euroasiático”.
Su núcleo está formado por los mismos países de la CEI que nunca han escondido sus intenciones de integración, Kazajistán y Bielorrusia, junto con Rusia. En 2001 se firmó el acuerdo de creación de la Comunidad Económica Euroasiática. Además de su núcleo, en el proyecto participan Kirguistán y Tayikistán. Uzbekistán formó parte de la organización durante varios años, pero más tarde la abandonó.
El proyecto continuó desarrollándose y finalmente, en enero de 2015, se convirtió en la Unión Económica Euroasiática. En la actualidad sigue contando con cinco países, aunque en el lugar de Tayikistán figura Armenia. Tayikistán está estudiando la cuestión de unirse de nuevo a la organización. Según Viacheslav Mijáilov, de la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública, en la actualidad la UEE puede considerarse como un proyecto completamente realizado. Los países de la UEE también forman parte de la OTSC, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una especie de análogo de la OTAN en el espacio postsoviético.
“Un centro de poder alternativo a Rusia”
El proyecto euroasiático amparado por Rusia no es la única iniciativa de integración en el espacio postsoviético. Hace unos 20 años se creó el bloque GUAM (Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia, llamado también Organización para la democracia y el desarrollo económico). Más tarde a este grupo se uniría Uzbekistán, convirtiendo su nombre en GUUAM. Sin embargo, al poco tiempo Tashkent abandonó el bloque (Uzbekistán, así como otro país de la CEI, Turkmenistán, siempre se han mostrado muy precavidos con las alianzas en el espacio postsoviético).
El bloque GUAM nació en varios encuentros que los líderes de estos cuatro países mantuvieron a finales de los años 90 en Estrasburgo y en Washington. El grupo intentaba desarrollar proyectos energéticos alternativos a los de Rusia: suministro de recursos energéticos desde la región del mar Caspio a Europa evitando pasar por Rusia. Sin embargo, la iniciativa se fue extinguiendo poco a poco: la última cumbre entre los jefes de Estado del bloque se celebró en 2008.
“El grupo GUAM fue un intento de crear un centro de poder alternativo a Rusia”, asegura Súzdaltsev. En la actualidad, Ucrania se está convirtiendo en el centro alternativo en el espacio de la antigua URSS. Esto sucede en un contexto de confrontación entre Moscú y Occidente. Además, el experto está convencido de que el futuro de las relaciones en el espacio postsoviético dependerá de los resultados del conflicto entre Rusia y los países occidentales.