"Donde cayó Camilo nació una cruz, pero no de madera sino de luz. Lo mataron cuando iba por su fusil, Camilo Torres muere para vivir"
Cruz de luz - Víctor Jara
"Sabemos que el hambre es mortal" decía el cura Camilo Torres. Y si lo sabemos, decía, ¿tiene sentido perder el tiempo discutiendo si es inmortal el alma? Camilo creía en el cristianismo como práctica del amor al prójimo y quería que ese amor fuera eficaz. Tenía la obsesión del amor eficaz. Esa obsesión lo alzó en armas y por ella ha caído, en un desconocido rincón de Colombia, peleando en las guerrillas."
Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. Vivió junto con su familia en Europa, entre 1931 y 1934. En 1937, el matrimonio se disolvió, y Camilo pasó a vivir con su madre y su hermano Fernando.
Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.
Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica)
En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá” (publicado en 1987 como “La proletarización de Bogotá”), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.
Sus investigaciones sociológicas iniciadas con su tesis de grado lo llevaron a familiarizarse con las estructuras sociales tanto urbanos como rurales. Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.
Camilo Torres - Fragmento del discurso a los estudiantes, Universidad Nacional de Bogotá
En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.
Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como “La violencia en Colombia” (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo “La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”, en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.
Ese año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política “Frente Unido del pueblo”. Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario “Frente Unido”. Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.
El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el “Frente Unido”). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.
Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la “Proclama a los colombianos”. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patiocemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.
Pensamiento político
Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.
Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo (“el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”).
Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.
Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.
La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcado por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.
A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.
Pero sus labores fueron truncadas y entorpecidas por la burocracia gubernamental y el régimen político, factor por el cual Camilo pasó a participar en el campo político, oponiéndose al sistema del Frente Nacional (1958-1974) en el que los partidos tradicionales, el liberal y el conservador, se repartirían el poder milimétricamente, excluyendo a los demás sectores políticos. En esta perspectiva, Camilo gestó e impulsó el “Frente Unido del pueblo”, en el que buscaba aglutinar a todas las fuerzas políticas revolucionarias y de oposición en torno a la “Plataforma del Frente Unido”, que constaba de diez puntos, los cuales hacían referencia a: reforma agraria, reforma urbana, planificación, política tributaria, política monetaria, nacionalizaciones, relaciones internacionales, salud, familia y fuerzas armadas.
La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate.*
Su ejemplo inspiró a movimientos de sectores cristianos como el grupo “Golconda”, o el caso chileno de “Sacerdotes para el socialismo”, impulsor del ascenso de Salvador Allende, y a personalidades como el padre Ernesto Cardenal, participante de la rebelión sandinista en Nicaragua, y en general, a las comunidades eclesiales de base, que conformaron una nueva iglesia latinoamericana comprometida con el cambio revolucionario, originándose la corriente conocida como la “teología de la liberación”.
Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).
Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 38 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.
Las circunstancias de su muerte. En una entrevista conducida por Marta Harnecker y publicada con el titulo Unidad que multiplica (Quito, Editorial La Quimera, 1988), Rafael Ortíz, miembro del Comando Central de la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional (UCELN), explica las circunstancias de la muerte de Camilo Torres: "Al vincularse a la lucha armada, él se compenetra de inmediato con la vida guerrillera. ... En esas circunstancias, cuando se planifica una emboscada, él sostiene que tiene que participar argumentando que si hay normas, él no puede quedar al margen de ellas. ... Camilo convence a Fabio y a Medina y éstos resuelven que vaya, pero lo ubican en el sitio más seguro, es decir, en la punta de la emboscada... Los compañeros, pensando que ya se había eliminado a la tropa que había entrado en la emboscada, dieron la voz de recuperación, pero cuando Camilo va a recuperar un arma es tiroteado por uno de los militares que había caído herido. La emboscada fue un poco larga y cuando se dan cuenta que Camilo ha caído se lanzan a sacarlo pero ya es demasiado tarde.... En esa acción caen cinco compañeros tratando de auxiliar a Camilo."
El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.
Durante muchos anos los pobres de nuestra patria han esperado la voz de combate para lanzarse a la lucha final contra la oligarquía.
En aquellos momentos en los que la desesperación del pueblo ha llegado al extremo, la clase dirigente siempre ha encontrado una forma de engañar al pueblo, distraerlo, apaciguarlo con nuevas formulas que siempre paran en lo mismo: el sufrimiento para el pueblo y el bienestar para la casta privilegiada.
Cuando el pueblo pedía un jefe y lo encontró en Jorge Eliécer Gaitán, la oligarquía lo mato. Cuando el pueblo pedía paz la oligarquía sembró el país de violencia. Cuando el pueblo ya no resistía mas violencia y organizo las guerrillas para tomarse el poder, la oligarquía invento el golpe militar para que las guerrillas engañadas, se entregaran. Cuando el pueblo pedía democracia, se le volvió a engañar con un plebiscito y un Frente Nacional que le imponía la dictadura de la oligarquía.
Ahora el pueblo ya no creerá nunca más. El pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda sino la vía armada. El pueblo esta desesperado y resuelto a jugarse la vida para que la próxima generación de colombianos no sea de esclavos. Para que los hijos de los que ahora quieren dar su vida tengan educación, techo, comida, vestido y sobre todo DIGNIDAD. Para que los futuros colombianos puedan tener una patria propia, independiente del poderío norteamericano.
Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada como la única que queda. Sin embargo. El pueblo espera que los jefes con su ejemplo y con su presencia den la voz de combate.
Sobre Camilo se han escrito numerosas obras que trascienden todos los géneros, en las que se pueden encontrar ensayos, libros, tesis de grado, artículos, reportajes, etc., así como obras a nivel internacional. Las más destacadas son:
SOTO APARICIO, Fernando. “La siembra de Camilo”. (novela). Bogotá, Plaza y Janés, 1971. BRODERICK, Walter. “Camilo Torres. El cura guerrillero”. Bogotá, Círculo de lectores, 1977. {edición colombiana} VILLANUEVA, Orlando. “Camilo. Acción y utopía”. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995. HABEGGER, Norberto. “Camilo Torres, el cura guerrillero”. Buenos Aires, Peña Lillo, 1967. LÓPEZ, María. “Camilo camina en Colombia”. Bogotá, 1989. TRUJILLO, Francisco. “Camilo y el Frente Unido”. Bogotá, 1987.
Yo quiero decirle al pueblo colombiano que este es el momento. Que no lo he traicionado. Que he recorrido las plazas de los pueblos y ciudades clamando por la unidad y la organizaci6n de la clase popular para la toma del poder. Que he pedido que nos entreguemos por estos objetivos hasta la muerte.
Ya esta todo preparado. La oligarquía quiere organizar otra comedia en las elecciones; con candidatos que renuncian y vuelven a aceptar; con comités bipartidistas; con movimiento de renovación a base de ideas y de personas que no solo son viejas sino que han traicionado al pueblo. ¿Qué más esperamos colombianos?
Yo me he incorporado a la lucha armada. Desde las montanas colombianas pienso seguir la lucha con las armas en la mano, hasta conquistar el poder para el pueblo. Me he incorporado al Ejercito de Liberación Nacional porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido. Encontré el deseo y la realización de una unidad por la base, de base campesina, sin diferencias religiosas ni de partidos tradicionales. Sin ningún animo de combatir a los elementos revolucionarios de cualquier sector, movimiento o partido. Sin caudillismos. Qué busca liberar al pueblo de la explotación de las oligarquías y del imperialismo. Que no depondrá las armas mientras el poder no este totalmente en manos del pueblo. Que en sus objetivos acepta la plataforma del Frente Unido.
Todos los colombianos patriotas debemos ponernos en pie de guerra. Poco a poco irán surgiendo jefes guerrilleros experimentados en todos los rincones del país. Mientras tanto debemos estar alerta. Debemos recoger armas y municiones. Buscar entrenamiento guerrillero. Conversar con los más íntimos. Reunir ropa, drogas y provisiones, y prepararnos para una lucha prolongada.
Hagamos pequeños trabajos contra el enemigo en los que la victoria sea segura. Probemos a los que se dicen revolucionarios. Descartemos a los traidores. No dejemos de actuar pero no nos impacientemos. En una guerra prolongada todos deberán actuar en algún momento Lo que importa es que en ese preciso momento la revolución nos encuentre listos y prevenidos. No se necesita que todos hagamos todo. Debemos repartir el trabajo. Los militantes del Frente Unido deben estar a la vanguardia de la iniciativa y de la acci6n. Tengamos paciencia en la espera y confianza en la victoria final.
La lucha del pueblo se debe volver una lucha nacional. Ya hemos comenzado porque la jornada es larga.
Colombianos: No dejemos de responder al llamado del pueblo y de la revolución.
Militantes del Frente Unido: Hagamos una realidad nuestras consignas:
¡Por la unidad de la clase popular hasta la muerte!
¡Por la organización de la clase popular hasta la muerte!
¡Por la toma del poder para la clase popular hasta la muerte! Hasta la muerte porque estamos decididos a ir hasta el final. Hasta la victoria por que un pueblo que se entrega hasta la muerte siempre logra la victoria.
Hasta la victoria final con las consignas del Ejercito de Liberación Nacional:
El ELN acaba de liberar a tres secuestrados y quiere intervenir en el proceso de paz. Desde la clandestinidad, su jefe adelanta que no aceptarán desmovilizarse. El narcotráfico y Santos.
Los diálogos entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tienen lugar en La Habana, Cuba, son un acontecimiento de gran relevancia tanto a nivel internacional como en nuestro continente. Hasta el momento en esas negociaciones, que podrían poner fin al conflicto armado, hay un gran ausente: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la fuerza guerrillera inspirada en el sacerdote Camilo Torres Restrepo que lleva casi medio siglo de lucha insurgente sin que el ejército y los paramilitares hayan podido liquidarlos. La última novedad referida a este grupo guerrillero es que entregaron al Comité Internacional de la Cruz Roja a tres contratistas de la empresa Termo Técnica –que presta servicios para el denominado Oleoducto Bicentenario de Colombia–, quienes estaban secuestrados desde el pasado 10 de septiembre.
Veintitrés entrevistó en forma exclusiva al comandante Nicolás Rodríguez Bautista, jefe máximo del ELN, [en la foto] quien se encuentra en la clandestinidad y respondió sobre por qué continúa con la lucha armada, una polémica metodología muy criticada tanto en Colombia como en el resto del mundo. Desde algún lugar de la Serranía de San Lucas, en el departamento de Bolívar, contestó las preguntas mediante un mail encriptado. Es decir, un correo electrónico escrito de forma codificada para que quienes no conozcan el código no puedan leerlo.
–¿Están dispuestos a entrar en un proceso de paz?
–Siempre hemos sido amantes de la paz, pero para que haya paz es necesario que los señores del poder entiendan que esa es la única salida posible a este conflicto de más de sesenta años. La clase dominante y los imperialistas que son sus amos nos declararon la guerra. Nosotros lo que hemos hecho es responder dignamente, resistir y seguir luchando por la justicia, la soberanía y la paz porque todas ellas nos pertenecen. Cuando estas realidades se hayan alcanzado viviremos en paz, se reconstruirá el país, habrá fraternidad y tendremos patria. Las luchas de hoy son continuación de las luchas de nuestros indígenas contra los invasores, de Bolívar contra el imperio español, de tantos luchadores del siglo pasado y de este, todos con los mismos ideales, sueños y esperanzas que seguiremos sembrando. Y si para esos logros la vida no nos alcanza, marcharemos plenos a los otros niveles de la existencia, sabiendo que hemos aportado a la felicidad de las futuras generaciones y ellas disfrutarán de nuestros sueños e ideales que son también los suyos.
–Ustedes dicen “el pueblo habla, el pueblo ordena”. ¿Creen que el pueblo no quiere lucha armada?
–Cuando el pueblo no quiera la lucha armada, esta desaparecerá indefectiblemente. El que en estos 50 años las guerrillas se mantengan activas y en todo el país, demuestra que esta forma de lucha tiene plena vigencia y que el pueblo la respalda. Si no fuera así habríamos desaparecido. Lucha revolucionaria que no cuente con el apoyo popular, fracasa. Los más interesados en que se abran los cauces políticos para que sea por esa vía que se alcancen las grandes transformaciones que el pueblo reclama somos los insurgentes, por ello planteamos la urgencia de una salida política al conflicto.
–¿Qué opinión le merece hasta ahora el proceso de conversaciones de La Habana?
–Hay asuntos de la confidencialidad de dicho proceso que no permiten mayores precisiones. Sin embargo, el gobierno pretende alcanzar en la mesa de diálogo lo que no ha logrado en el campo de batalla y eso es un grave escollo para un acuerdo real y duradero. Las pretensiones de Santos son que la guerrilla se desmovilice y entregue las armas y estoy convencido firmemente de que los compañeros farianos no caminan por allí, ni lo haremos nosotros cuando estemos en los diálogos. Si el gobierno no acepta un proceso incluyente, donde se reconozcan y respeten las partes en su carácter y el acuerdo incluya la reconstrucción del país, cualquier esfuerzo fracasa. A los compañeros de las FARC les hemos reiterado nuestro apoyo moral y los mejores deseos por sus avances en este esfuerzo. Valoramos que lo hacen con altura y madurez.
–¿Cómo plantean que tiene que ser la participación popular en el proceso de paz?
–En las centenarias luchas populares han quedado definidas demandas, propuestas y acuerdos que luego los gobiernos han desconocido o incumplido, allí están las demandas de diversos sectores populares y sociales. La paz se alcanza si tales demandas se hacen realidad. Es indispensable para ello establecer mecanismos que retomen tales demandas convirtiéndolas en agendas que se lleven a cabo tal como las gentes las plantean. La inmensa mayoría de tales petitorios no son imposibles, sino que hacen parte de realizaciones sociales indispensables. Tanto esas demandas como los acuerdos que resulten de un proceso de diálogos con la insurgencia son la base de la Asamblea Constituyente que hemos planteado en diálogos con gobiernos anteriores, donde todo se refrende conforme a la verdadera democracia. Estos mecanismos están consagrados en la Constitución Nacional, por lo tanto no se le están pidiendo peras al olmo sino que haya voluntad política de los señores del poder.
–¿Cómo imaginan la devolución de las tierras a los que ustedes sostienen que son los dueños originales?
–Es difícil imaginarlo porque hasta ahora, cuando latifundistas y terratenientes han visto amenazadas sus propiedades y no se han sentido satisfechos con la protección que les brindan las fuerzas armadas gubernamentales, han conformado y pagado bandas criminales que asesinan a los legítimos dueños que siempre han reclamado sus tierras. Sólo la lucha popular y revolucionaria hará posible las conquistas de los humildes. Al campesinado no le queda otro camino para tener de nuevo las tierras que les han robado. El reciente paro agrario y popular de agosto y septiembre puso de nuevo en alto las banderas de lucha del campesinado colombiano.
–¿Por qué aplican la pena de muerte a quienes consideran traidores?
–Nuestros códigos disciplinarios y sancionatorios definen que son traidores aquellas personas que siendo miembros activos del ELN, desertan de sus filas para pasarse a las del enemigo y ponerse a su servicio. A estos elementos se les aplica la pena de muerte y estamos convencidos de que es una necesidad proceder así en aras de defender la integridad de nuestra organización y la lucha misma.
–En enfrentamientos con fuerzas militares dan muerte a soldados que provienen de sectores populares. ¿Qué dicen ante esto?
–En nuestros acumulados guerrilleros ubicados en vastas regiones del país las fuerzas armadas actúan como un ejército de ocupación, precisamente porque ven a la población como su enemigo. Dolorosamente los soldados del ejército, así como todo el componente base de las fuerzas armadas del Estado, son jóvenes de los estratos más humildes de nuestra población, arrastrados a engrosar las filas militares y policiales, ante la carencia de un empleo digno y para tener derecho a la Libreta Militar que es un documento de identidad indispensable acá en nuestro país. Asimismo, ser militar o policía es estar bien remunerado económicamente, por ello no le es difícil al Estado tener hoy unas fuerzas armadas de medio millón de personas. Recuérdese los mal llamados “falsos positivos”: asesinaron a miles de personas civiles luego de ser engañadas con falsas promesas de empleo y luego muertas en falsos enfrentamientos armados y presentadas como guerrilleros muertos en combate para obtener como recompensa remuneración económica, vacaciones o ascensos. En consecuencia con todo lo anterior, les envío un saludo a todos los miembros de las fuerzas armadas de Colombia, decirles que en la lucha por la independencia contra el imperio español, oficiales y soldados al mando de Bolívar, y los demás próceres independentistas, demostraron su heroísmo, su patriotismo y su condición de pueblo aguerrido, pero luego de ello la oligarquía los ha conducido por el camino de la antipatria para servir a intereses foráneos y defender los inmensos capitales de propiedad de los potentados.
–¿Qué responden ante la acusación de ser una “narcoguerrilla”?
–Todos nuestros Congresos, que son los eventos de máxima expresión democrática, han definido y ratificado un deslinde categórico del ELN con el narcotráfico y en esto no hay cabida para otra postura. Preferimos tener muy escasos recursos materiales antes que involucrarnos en tan detestable negocio. Somos de principios, de escrúpulos y nunca hemos aceptado eso de que el fin justifica los medios. Respetamos a las personas y familias que han sido empujadas al trabajo en los cultivos de uso ilícito, ellos no son narcotraficantes sino trabajadores de una actividad ilícita a la que los empujaron las circunstancias. Esa es responsabilidad del Estado colombiano que convirtió a Colombia en una narco-república, no sólo por lo de los cultivos, procesamiento y comercio de los narcóticos, sino porque sus instituciones lo estimularon y se involucraron en él, al punto que no existen instituciones estatales y gubernamentales que no hayan estado involucradas en ello y eso es de conocimiento público. El ELN no es dueño de cultivos ilícitos, ni de procesamientos, ni tiene rutas de narcotráfico. Nada más elocuente que los hechos y lo decimos con autoridad moral.
–¿Qué rol cree que pueden cumplir los países de Unasur y en especial el gobierno de la Argentina en lograr una paz duradera?
–Nosotros defendemos la tesis de que hoy es imposible la lucha en solitario de un solo pueblo y una sola sociedad porque sus enemigos están dentro y fuera de las fronteras. Asimismo los amigos y compañeros de lucha de los pueblos y las sociedades están dentro y fuera de las fronteras, y con ellos hay que contar en el desarrollo de la lucha. Estamos seguros de que para un auténtico proceso de paz contamos con todos los pueblos del continente y del mundo y con los gobiernos democráticos y revolucionarios agrupados en Unasur. La presidenta Cristina Fernández ha expresado de manera pública su disposición de contribuir al proceso de paz de Colombia. No tenemos ninguna duda de su voluntad. Hoy de manera particular le enviamos a ella toda nuestra fuerza positiva y solidaridad, con la seguridad de que pronto tendrá buena salud para seguir al frente de su pueblo y su gobierno. Nuestro saludo hoy y siempre al pueblo de la hermana república de San Martín, de Evita Perón, Néstor Kirchner, Darío Santillán. Especial alusión hacemos en este octubre al guerrillero heroico nacido en Argentina y uno de los más grandes internacionalistas, fuente de inspiración de todos los revolucionarios del continente: Ernesto “Che” Guevara.
–¿Qué consideración hacen del Papa argentino Francisco? ¿Puede aportar a la paz en Colombia?
–Sentimos admiración por las acciones y prédicas a favor de los pobres del mundo del papa Francisco, es valiente para desafiar los inmensos poderes de las jerarquías ricas y tradicionales de la Iglesia. Dios quiera que su paso por el papado de Roma favorezca las luchas de los auténticos cristianos del mundo. Asimismo su máxima autoridad como jerarca de la Iglesia Católica le permite aportar en la búsqueda de la paz de Colombia junto a otros pastores que han mostrado disposición en ello. Bienvenidos los aportes del papa Francisco.
–A lo largo de toda esta lucha, ¿le ha tocado dar muerte a alguien?
–He participado junto a decenas y centenas de guerrilleros en varias confrontaciones militares contra las fuerzas armadas del Estado colombiano y en otras donde ellos nos han atacado; en ellas ha habido militares muertos y heridos y también han caído guerrilleros. De manera individual o fuera de combate no he dado muerte a ninguna persona y espero que no me toque vivir esa experiencia; asumo la guerra porque me han obligado a ella los señores del poder, pero no quisiera que nadie muriera, no tengo odios individuales con nadie, pienso que todos los humanos debemos vivir largamente y no morir violentamente. Nadie merece morir, todos merecemos vivir.
–¿Cómo sería la reconversión del ELN en fuerza puramente política no armada? En ese caso, ¿usted qué haría? ¿Sería candidato a elecciones?
–Es muy difícil esa aproximación por lo hipotética; en todo caso la lucha nos ha enseñado a actuar en las más particulares circunstancias y nada de lo que haya que hacer en cumplimiento de la lucha revolucionaria nos será extraño.
Colombia para los Trabajadores!
Ni un paso atrás… Liberación o Muerte
Recibido a través del Sistema Informativo Patria Libre SINPAL
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ELN de Colombia
* Periodista argentino: ha pertenecido a los colectivos de Indymedia, Diario Popular, Perfil, Prensa de frente y Marcha. Ha colaborado con la revista THC y desde 2008 trabaja en la revista Veintitrés, en donde integra la sección Sociedad. Es delegado gremial en la revista Veintitrés e integra el Colectivo de Trabajadores de Prensa. Milita en el Frente Popular Darío Santillán.
La figura de Camilo está ubicada muy alto, como extraordinario luchador político, que en un momento de la lucha guerrillera de América Latina, entregó su vida a una causa noble, superior, generosa, por los explotados, humildes, pobres del campo y de la ciudad.
Camilo Torres.
Hernán Ortiz Rivas
Desde hace un año, en el periódico VOZ, se hizo un homenaje al gran revolucionario, Camilo Torres Restrepo, caído en combate en las montañas de Colombia, el 15 de febrero de 1965, a los pocos días de su ingreso al Ejército de Liberación Nacional (ELN), movimiento guerrillero, donde estuvo escasos cuatro meses y siete días. Su muerte prematura privó al pueblo colombiano de la existencia de un líder político, que había fundado el Frente Unido, grupo que pudo llegar al poder del Estado, mediante una lucha electoral, rechazada por el ELN, que pregonaba que únicamente las armas eran el instrumento para conquistar el gobierno, tesis que la historia se ha encargado de desvirtuar, salvo en el caso de Cuba, por condiciones propias de la Isla, que no podían extenderse al resto de América Latina.
Valor revolucionario
La anterior consideración, expuesta por muchos autores, a partir de la muerte de Camilo, en ningún momento significa disminuir su valor revolucionario, en la gesta de liberación de los pueblos americanos; todo lo contrario, la figura de Camilo está ubicada muy alto, como extraordinario luchador político, que en un momento de la lucha guerrillera de América Latina, entregó su vida a una causa noble, superior, generosa, por los explotados, humildes, pobres del campo y de la ciudad. Este sacrificio permanece como bandera que flamea, a lo largo y ancho del territorio patrio, como símbolo de lucha revolucionaria para toda la tierra.
Nunca debe criticarse a Camilo por su vinculación a la guerrilla, así haya sido una decisión precipitada, porque fue un acto político-militar que le devolvía al cristianismo su actitud de rebeldía, de compromiso con los proletarios. Es muy fácil, desde los escritorios académicos, cuestionar a Camilo, por su ingreso a la guerrilla, por su posible equivocación al haber elegido este camino, hace una media centuria, junto a un grupo en ese tiempo sin la experiencia militar de las FARC-EP, sin la información ideológica, política o humana, del movimiento comandado por el inolvidable Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo. No se trata de contrastar a las dos agrupaciones guerrilleras, sino de precisar hechos que están a la vista de la historia colombiana.
En todo caso, Camilo, desde su muerte ha ingresado a la historia de Colombia, como un personaje de mucha importancia, no sólo en el campo de la lucha revolucionaria, sino también por sus estudios sociológicos, sus escritos, en forma de mensajes, sus conferencias y entrevistas. No podemos olvidar que Camilo fue profesor universitario, empleado en varias entidades del Estado, que sus sermones religiosos estaban llenos de gran contenido literario, filosófico, sociológico. Camilo no fue un gran orador de plaza pública, donde muchas veces intervino, sino un excelente expositor de doctrinas, principios e ideas sociales, políticas, históricas, filosóficas. Su obra teórica también quedó frustrada, por su partida tan veloz de la tierra, los pocos ensayos conservados de temas sociológicos, pueden todavía leerse con provecho, por ejemplo, el dedicado a laProletarización de Bogotá, Ed. Cerec, 1987, los de naturaleza política en la mayoría de los casos conservan su actualidad y frescura. Sin duda, “Camilo Torres muere para vivir”, como dice la canción de Daniel Viglietti.
Los posibles restos mortales del sacerdote Camilo Torres, miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN) e icono latinoamericano de la lucha guerrillera, fueron exhumados ayer en Colombia, donde fue muerto hace 50 años a manos del ejército, informó el instituto forense adscripto a la fiscalía.
“El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses exhumó hoy, en el Cementerio Municipal de Bucaramanga (Santander), los restos de un hombre, de quien se presume podría tratarse del sacerdote Camilo Torres Restrepo”, señaló la entidad en un comunicado. “Esta labor se llevó a cabo luego de analizar documentación histórica y periodística que permite inferir que posiblemente los restos corresponderían al cura”, apuntó el texto, citando a Carlos Valdés, director del instituto. Valdés agregó que “los restos exhumados serán trasladados a Bogotá para su análisis genético con el fin de obtener los perfiles necesarios y poder determinar la identidad”. “Se hará el cotejo con el ADN de unos familiares para conocer los resultados lo más pronto posible”, precisó.
Hace diez días, el presidente Juan Manuel Santos anunció haber ordenado la búsqueda de los restos de Torres como un “gesto” para iniciar un proceso de paz con el ELN, segunda guerrilla de Colombia y, desde enero de 2014, en conversaciones preliminares con el gobierno para instalar una mesa de negociación formal.
El sacerdote Torres perteneció al guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN), surgido en 1964 a inspiración de la Teología de la Liberación y la Revolución Cubana, y falleció en un enfrentamiento en el municipio de San Vicente de Chucurí, a unos 40 km de Bucaramanga.
La exhumación de los restos del cura, sociólogo y guerrillero Camilo Torres Restrepo, causó revuelo entre simpatizantes y detractores de las ideas de cambio social por él promovidas. Hay muchas dudas sobre el destino de sus restos, justo en el marco del aniversario número 50 de su muerte en combate.
Según detalló el Padre Jesuita Javier Giraldo, en la mañana de ayer “se llevó a cabo una diligencia de exhumación en el panteón militar de la Quinta Brigada de Bucaramanga porque, desde hace un tiempo, hay indicios de que ahí podrían haber ocultado los restos del padre Camilo Torres”. La tumba exhumada indicaba el nombre de Mario Cáceres, un Cabo Segundo, que figura con fecha de muerte del 14 de octubre de 1965.
Giraldo aclaró que no es seguro que los restos encontrados sean los de Camilo, a la vez que recordó las declaraciones del General Álvaro Valencia Tovar a propósito: “El General dijo públicamente que él había entregado los restos al hermano de Camilo, Fernando Torres, un médico que siempre vivió en Estados Unidos. Ciertamente hubo un carteo, una correspondencia entre el general Valencia y Fernando, pero también hay indicios de que el general quiso convencer al país de que él había entregado los restos. Eso no es cierto, hay una carta del mismo Fernando del año 2001 en la que, después de las declaraciones del General, Fernando lo desmiente”.
Lo único cierto, para Giraldo, es que se cree que el destino de los restos fue controlado por el general Valencia y que hay algunos indicios de que en el panteón militar pueden estar los restos. “Familiares de Camilo y personas muy allegadas, que desde hace muchos años han suspirado por la entrega de los restos, hicieron una acción legal, una petición formal a la Presidencia de la República para que se permitiera explorar el osario, que se tomaran unas muestras y se confrontaran con los restos de la madre de Camilo y para ver si corresponden”, indicó. Para el abogado Leonardo Jaimes, también presente en la exhumación, más que un gesto de buena voluntad de parte del Presidente Juan Manuel Santos en relación al camino hacia los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional –ELN-, “es una obligación del Estado, un derecho de la familia y de la sociedad en general si asumimos que Camilo es un símbolo para América Latina y para el mundo”. En su criterio, el episodio de la exhumación es “el inicio de un proceso de dignificación, más que un gesto de buena voluntad es una obligación entregar los restos del padre Camilo Torres Restrepo”.
El papel de Camilo
Javier Giraldo resaltó que la memoria de Camilo es muy importante dentro de la historia de Colombia: “Su vida causó un impacto profundo en el mundo académico, en el mundo religioso, en el mundo social y también en los movimientos guerrilleros, es una vida muy polifacética pero muy coherente, tiene un mensaje y un compromiso muy radical con un cambio del país hacia un nuevo modelo de sociedad más justa, más humana, entonces él se convirtió en un símbolo de alguien que se juega la vida hasta las últimas consecuencias por buscar una sociedad más justa”.
En su criterio, el tema de sus restos compete no solo a la familia (ya quedan muy pocos familiares vivos), sino a quienes están interesados en que Camilo tenga un espacio de referencia para su memoria: “En nuestra tradición cultural la tumba es el contacto simbólico de la familia, de los amigos con la persona que fallece y mucha gente reclama el espacio de Camilo, tener el referente de su vida, de su memoria, de su existencia física”.
En los últimos 50 años se han presentado muchas manifestaciones para reclaman los restos de Camilo, empezando por su mamá, quien acudió ante el papa Pablo VI en su visita a Colombia: “Ella escribió una carta muy conmovedora pidiéndole al papa que le ayudara a rescatar los restos. También le escribió al presidente de esa época, el Carlos Lleras Restrepo con fundamentos legales; acudió al derecho de petición y citó artículos de la Constitución y la legislación colombiana. El presidente ni siquiera le respondió. Hay un clamor que ha atravesado cincuenta años”, manifestó el Padre Giraldo.
Ilegalidad, incumplimiento y mentira
El paradero real de los restos de Camilo es un secreto que Javier Giraldo calificó de ilegal: “En la petición que se hizo se citaron tratados internacionales que han sido violados como, por ejemplo, los convenios de Ginebra de 1949, firmados por Colombia en 1960. Hay toda una jurisprudencia del Comité del Pacto de las Naciones Unidas, que es la entidad que vela por el cumplimiento del pacto internacional de derechos civiles y políticos y que ha examinado las denuncias de otros países en donde se presentó el ocultamiento de restos y produjo sentencias en donde se condenó a esos países. En ellas, se asegura que el ocultamiento de restos es equivalente a la tortura, que esta proscrita en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos”.
Por último, el Padre insistió en que este proceso apenas está iniciando: “Las pruebas científicas son demoradas pero por lo menos se ha iniciado ese proceso para descartar si todos los indicios que apuntan a este sitio son válidos”.
Fotografías aportadas por Equipo Jurídico Pueblos y Colectivo Frente Unido
Una camiseta alusiva al homenaje por los 50 años de la muerte de Camilo Torres, este lunes en Bogotá.Leonardo MuñozEFE
Camilo Torres Restrepo murió en su primer combate con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuando intentaba cumplir el rito iniciático de conseguir su propio fusil. El Cura guerrillero, como es conocido mundialmente, pese a que en el momento en que ingresó a la guerrilla ya había dejado los hábitos, intentó emboscar junto a sus compañeros a un pelotón del Ejército colombiano que rechazó el ataque y le dio muerte. El mito revolucionario comenzó ese día en una selva espesa del noroccidente del país, hace 50 años. El padre Camilo, un hijo de la alta burguesía bogotana, fundador de la primera facultad de sociología de América Latina y compañero en la carrera de Derecho de Gabriel García Márquez, se había convertido en mártir de la lucha armada latinoamericana sin disparar un solo tiro.
“Donde cayó Camilo nació una cruz, pero no de madera, sino de luz”, reza la canción que el cantautor uruguayo Daniel Viglietti compuso como homenaje a quien ha sido considerado el Che Guevara de los cristianos. Su padre, Calixto Torres, fue un reputado pediatra que, paradójicamente, salvó la vida del niño Álvaro Valencia Tovar, el militar que años más tarde comandaría la operación en que murió el hijo del médico y quien ocultó su cadáver para evitar que la tumba se convirtiera en lugar de peregrinación.
A finales de los años cuarenta Torres coincidió con García Márquez en la Universidad Nacional. Camilo abandonó la licenciatura para entrar al seminario y Gabo tuvo que irse de Bogotá tras el alzamiento popular motivado por la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. La amistad se mantuvo y Torres ofició el bautizo del primogénito de García Márquez, el hoy director de cine Rodrigo García Barcha. “Lo que más me interesa del mito de Camilo es que es una demostración muy triste de que América Latina no cree sino en héroes muertos”, declaró el premio Nobel en un documental sobre la vida de su amigo.
Camilo Torres en 1965. AP
Torres oscilaba entre las ceremonias de la burguesía, las manifestaciones populares y el campus de la Universidad Nacional. El presidente de la República, Juan Manuel Santos, hijo de la familia propietaria del periódico El Tiempo y sobrino-nieto de un expresidente, fue monaguillo del cura en los años sesenta, según la revistaSemana. Entretanto, el religioso lideraba el Frente Unido, una coalición de movimientos populares que se oponía al bipartidismo férreo implantado por liberales y conservadores en el país.
Ante las presiones de la jerarquía eclesiástica por su activismo político, el sacerdote viajó a Bélgica para doctorarse en sociología por la Universidad de Lovaina. A su regreso a Colombia en 1959 fundó junto a Orlando Fals Borda la primera facultad de sociología de América Latina, auspiciada por la fundación Rockefeller y otras instituciones estadounidenses que estaban inquietas por el triunfo de la revolución cubana y que patrocinaron las ciencias humanas en el continente para comprender la agitada situación social y desactivar el fenómeno revolucionario.
En los muros de las universidades públicas de Colombia todavía se lee un sinnúmero de pintadas con el grito de guerra del ELN, la segunda guerrilla del país, de orientación maoísta y cristiana: "¡Camilo vive!". Varias de las imágenes más reproducidas de Camilo Torres lo retratan en la Universidad Nacional, rodeado siempre de estudiantes que, como él, seguirían su ejemplo para echarse al monte a perseguir la utopía de una sociedad mejor y del hombre nuevo.
Tras la huella del cura que un día se fue para el monte
Habla Ramón Fayad Naffah, quien organizó el tributo que rinde la Unal al padre Camilo Torres.
Por: MYRIAM BAUTISTA |
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
Fayad muestra la sotana que Camilo le dejó a Leonor Muñoz al irse para el monte.
No conoció a Camilo. Lo vio dos veces, de lejos. En un corredor de la Universidad, levantándose la sotana y sacando de su pantalón la pipa que fumaba, y en el lanzamiento del Frente Unido, su organización política.
Recuerda, como si fuera ayer, que el 15 de febrero de 1966, cuando se conoció la noticia de la muerte de Camilo, su papá dijo: “Mataron a ese sacerdote que se fue al monte. No sabemos a cuántas personas confesó por allá”.
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“Tomémonos un tintico y hablemos de Camilo” es la frase que más ha repetido Ramón Fayad Naffah en los últimos meses. Encargado por Ignacio Mantilla, rector de la Universidad Nacional, para coordinar, con un grupo de profesores, la conmemoración de los 50 años de la muerte del padre Camilo Torres Restrepo, son muchas las personas que ha visitado y a quienes ha acudido en la búsqueda de las huellas del sacerdote.
Algunas de las tareas que ya ha hecho, en compañía de jóvenes entusiastas que trabajan largas jornadas con mística (alguno de ellos no sabía quién fue el sacerdote), son: una semana académica, una gran exposición que irá hasta junio, la Cátedra Manuel Ancízar durante 16 semanas en el León de Greiff, y la conformación de un Centro de Pensamiento, que aspira a que se institucionalice.
Fayad Naffah (nacido hace 68 años en Bogotá, de padre de Honda, Tolima, y madre facatativeña), se enorgullece de que sus abuelos paternos y maternos vinieron del Líbano. Exrector de la Nacional, entró en 1975 y trabajó hasta pensionarse; ahora que está de regreso no se cambia por nadie. Físico y matemático de profesión –durante años dictó biofísica a estudiantes de medicina– se confiesa un historiador frustrado.
Tal vez por ello, cuando Mantilla convocó a un grupo de académicos para organizar este aniversario, Fayad se lo tomó muy en serio y comenzó a desempolvar uno que otro recuerdo del sacerdote y de la época, y para la segunda reunión fue quien llegó con más cosas para mostrar. Por eso lo señalaron todos como Coordinador. Coordinación sin un solo peso, solo sorpresas, abrazos y mucho café.
¿Cuál fue el objetivo central de esta conmemoración?
El de trascender la etapa de Camilo como cura guerrillero. Esa fue mi posición. Un punto de vista que no es original, muchos lo han expresado, pero mi idea fue compartida por unanimidad y creo que este fue otro de los motivos para hacerme coordinador. El cura guerrillero es, tal vez, la faceta que más ha trascendido. Para muchos es un trofeo, un ejemplo por seguir. Para otros es un sacrilegio, pecado mortal. Y para algunos más, símbolo de delincuencia. En etapas de nuestra historia, tener la foto de Camilo equivalía a ser simpatizante de la lucha armada.
¿Por qué Camilo es importante?
Varias razones. Entre otras, Camilo se doctoró en Lovaina con una tesis de grado que se convirtió en libro sobre el proletariado en Bogotá; hizo una especialización en Minnesota y fue rector allá de un colegio formador de sacerdotes. Creó, ahí también, una organización estudiantil y trabajó con obreros. Regresó a Colombia, fue uno de los fundadores de la Facultad de Sociología de esta universidad, uno de sus profesores más estimados y capellán por un par de años.
El Cardenal Primado le pidió que renunciara y lo relevó de sus funciones de profesor y guía espiritual, pero a su vez lo nombró su representante en la junta directiva del Incora, lo ayudó para que fuera decano en la Escuela de Administración Pública (Esap) y lo hizo párroco en la iglesia de La Veracruz. Cargos que Camilo desempeñó con brillo, dejando huella imborrable. Su acompañamiento a los integrantes de las nacientes juntas de acción comunal fue fundamental para que se robustecieran. Trabajó con los obreros del barrio Tunjuelito. Fundó el Frente Unido, con la idea de convertirlo en partido político que les disputara seguidores a los partidos tradicionales. Generó una esperanza de cambio y muchas cosas más que no cabrían en esta página.
Este era el crucifijo del padre Camilo Torres Restrepo. Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
Cogí el libro de Joe Broderick, una de las biografías más completas. Comenzaron a aparecer nombres como el de Galo Burbano, muy cercano a mí, exrector de la Pedagógica, director ejecutivo de Ascún. Recordaba que él me había contado que acompañó a Camilo en su primera reunión, con un comando del Eln. Retomé este contacto. También tomé el trabajo del sociólogo Fernando Cubides, uno de los miembros del Comité, sobre personajes de la época de Camilo, fundamentales en toda esta reconstrucción.
Ha tenido muchas sorpresas, ¿cuál ha sido la mayor?
Tal vez la que me proporcionó Leonor Muñoz, amiga de tantos años. Sabía que ella había sido del grupo más íntimo de Camilo, pero nunca conversamos al respecto. No podía creer cuando me mostró la sotana que Camilo le dejó cuando se fue a la guerrilla, y su pipa y el Cristo que lo había acompañado tanto tiempo, objetos que harán parte de la exposición. Del mismo modo, las anécdotas y recuerdos que me compartió con generosidad y que contará en público.
¿Y otra entrega así de emblemática?
La de la socióloga Magdalena León de Leal. Mientras tomábamos café en su casa, sacó de un cajón una maravillosa acuarela que pintó Guillermo Páramo, exrector de la universidad, quien fue su alumno en antropología y un día, al terminar el curso, con las notas ya entregadas, se la regaló. Ella la guardó y ahora la cedió, y es la portada de las invitaciones y del programa académico. Guillermo no podía creer que ese dibujo suyo existiera. Recuerda el episodio de manera distinta. Dice que se la vendió, a muy buen precio, a su profesora.
¿Alguna de esas personas cercanas a Camilo no era conocida suya?
Sí. Emma Araújo de Vallejo, prima segunda de Camilo, quien, sin haber sido amiga de él, tiene muchos recuerdos de Isabel, madre de Camilo. Nos prestó un par de libros editados en Bélgica, en francés, con texto inéditos de Camilo, y compartirá un recuerdo único de la época de Lovaina, porque ella vivía en Bruselas y pasó algunos fines de semana con Isabel y Camilo. También Antonio Hernández Gamarra, exministro de Agricultura y excontralor, quien fue activista estudiantil muy importante y muy cercano a Camilo. No tenía ni idea.
¿Más sorpresas?
Sí. La de Gustavo Pérez, de 87 años, que fue sacerdote católico, compañero de Camilo en el Seminario, en Lovaina. Compartieron trabajo social académico, laboral y turístico en Bogotá. Lo trajimos de Ecuador, donde vive. Él escribió el libro 'Camilo, profeta en su tiempo'. La mitad del libro está dedicado a narrar cómo montaban en moto, dónde tomaban café en Bélgica, como eran las fiestas a las que iban, donde Camilo encantaba, cantaba y tocaba guitarra. Lo encontré después de una investigación larga que comenzó en los archivos de la Fundación Alejandro Ángel Escobar, continuó con la charla con Sonia Cárdenas, secretaria por mucho tiempo de este Premio, quien me dio el teléfono de Gustavo Pérez, hoy vicepresidente de la Academia de Historia de Ecuador. Se despidieron de Camilo en 1965, en octubre, luego de una larga controversia que Camilo cerró diciéndole que la continuarían en el monte, pero Gustavo le dijo que no, que no había la menor posibilidad.
La pipa que fumaba Camilo durante su vida de sacerdote. Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
De esa etapa de Camilo guerrillero, ¿qué encontró?
Testimonios absolutamente confiables de personas que lo vieron en Bogotá en diciembre de 1965, o sea que parece que su paso por la guerrilla fue de 41 días, como me lo aseguró una de sus colaboradoras en el Frente Unido. Ella se llama Rosa Stella Hernández, la compañera de Julio César Cortés, estudiante de medicina, presidente de la Federación Universitaria Nacional (FUN). Ella dice que Camilo reunió a sus más allegados y les dijo que presentía que lo iban a matar, que tenían que dispersarse y algunos, desaparecer de la escena. Camilo le consiguió a Rosa Stella, sicóloga de profesión, una beca para estudiar un posgrado en Polonia y le regaló de despedida un chaleco negro que usaba a diario.
¿Qué más datos recogió de esos días?
Volví a la proclama de por qué se había ido para el monte, publicada el 7 de enero de 1966. Es una etapa de su vida muy confusa porque no hay documentos ni muchas personas que den testimonio. Habría dos: Fabio Vásquez Castaño, que está en Cuba, y Nicolás Rodríguez, ‘Gabino’, pero no sé si quisieran hablar. Encontré dos personas que me aseguran tener información fidedigna al respecto. Un exguerrillero que dice haber sido de su columna y que vio cuando Camilo cayó, y un exmilitar que asegura haber estado en el batallón del Ejército que los atacó. Dos testimonios que se deben contrastar para poder publicarlos.
¿Alguna información nueva sobre los restos de Camilo?
Sí. En la misa ecuménica que inaugura la Semana, el lunes 15 de febrero, Monseñor Darío Monsalve, arzobispo de Cali, quien ha liderado, desde hace mucho tiempo, la búsqueda de los restos de Camilo, tratará el tema en su homilía.
Por lo que he hablado con él, no es cierto, como se ha dicho, que el Eln le exigió al Presidente que los restos de Camilo tendrían que aparecer para empezar las negociaciones o que el presidente Santos haya designado una comisión para que los busquen. Monseñor Darío sostiene que los cadáveres de todos los caídos se tienen que recuperar en esta etapa del posconflicto. No puede haber más NN.
La misa ecuménica, con la participación de líderes de diferentes confesiones religiosas, constituye un homenaje a las 443 semanas en las que Camilo fue sacerdote. El cardenal Rubén Salazar no asistirá porque ya tenía un compromiso. Él delegó en el padre Manuel Alí, que acababa de ser nombrado obispo. También participará el padre Javier Giraldo, uno de los sacerdotes que más han luchado por el cristianismo y los derechos humanos.
¿Qué temas se tratarán en la Semana de Camilo, en el auditorio Alfonso López Pumarejo de la Nacional?
Una de las primeras conferencias es la de Joe Broderick, para que cuente cómo hizo el libro, por qué destacó unos testimonios y desechó otros. Otro tema importante y novedoso será conocer el ambiente en que nació Camilo, con quiénes se relacionó, cómo era la sociedad bogotana en su época, a cargo de José Luis Díaz-Granados, con muchas verdades y algunas fantasías, propias de un escritor como él. Otro de los tertulianos será Carlos Castillo, quien me dijo de entrada que hacía 25 años había jurado no volver a hablar de Camilo Torres, porque ahora todo el mundo decía que había sido amigo personal y no quería desvalorizar la amistad que tuvieron, pero cuando le fui contando cómo se desarrollaría la Semana, aceptó. Muy serio me dijo que no podía eludir la responsabilidad histórica de contar sus vivencias.
¿Cuáles son su balance y su mayor satisfacción?
Diría, por todo lo que he leído y conocido sobre Camilo, que él es una de las figuras más importantes del siglo XX en Colombia. Lo más satisfactorio de mi trabajo ha sido el descubrimiento de tantas personas que guardan su relación como uno de sus mejores recuerdos. Pero una de las mayores satisfacciones es el contacto que hemos tenido con todas las organizaciones estudiantiles de esta universidad, con los activistas políticos, a los que invitamos a participar y todos dijeron sí. En la inauguración de la Cátedra, el sábado pasado, no hubo ninguna nota disonante, todo el mundo fue muy respetuoso. Descubrir el cariño que estas nuevas generaciones le tienen al padre Camilo ha sido muy impactante.
¿Alguna persona a la que no pudo contactar?
Sí, a François Uthar, de 93 años, profesor de Camilo en Lovaina y quien guarda muchos recuerdos de esa época. Será para más adelante.