Como tantos otros jóvenes cubanos Camilo se vio obligado a dejar los estudios y ponerse a trabajar, pero la difícil situación económica del país no le brindaba muchas oportunidades de empleo, por lo que decide tomar el duro camino del exilio y parte hacia los Estados Unidos para ayudar a su familia.
Dos años más tarde regresa deportado y se encuentra que el asesinato, la corrupción administrativa y los vicios proliferan bajo el gobierno de Fulgencio Batista, quien el 10 de marzo de 1952 se apodera del poder con el apoyo de algunos oficiales del Ejército y la Policía, y varios políticos ansiosos de protagonismo.
Camilo decide retornar al exilio y se dedica, como siempre, a trabajar duramente, pero en cartas a sus familiares se revela como un hombre preocupado por la situación en su país. “Mi único deseo, mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por el rescate de la libertad y de la hombría”.
Pero sus concepciones patrióticas no se limitan a sus preocupaciones, sino que al tener conocimiento de una vanguardia revolucionaria comandada por Fidel Castro, quien se encontraba en México, Camilo se acerca a varios de los miembros del Movimiento 26 de Julio y decide unir su destino a aquel grupo que defiende sus ideales con las armas en las manos.
Reynaldo Benítez, asaltante al cuartel Moncada, es quien le habla a Fidel de Camilo en dos oportunidades y éste acepta su integración a la próxima expedición a Cuba en el yate Granma. De esta manera Camilo regresa a la Patria en zafarrancho de combate para defender su libertad y alcanzar su definitiva independencia.
El desastroso desembarco del Granma puso a prueba el valor y la decisión de triunfar de Camilo, no sólo se sobrepuso al hostil ambiente cenagoso, sino que cuando el ataque del ejército en Alegría de Pío, dio muestra de coraje y luego se integra al grupo que comandaba Juan Almeida y en el que se encontraban además Ramiro Valdés, Rafael Chao Santana, Reynaldo Benítez, Ernesto Guevara, Pancho González y Pablo Hurtado.
Pocos días después el grupo llega a la finca de Mongo Pérez, hermano de Crescencio, donde se produce el histórico encuentro con Fidel, Raúl, Universo Sánchez, Faustino Pérez, Ciro redondo, Efigenio Ameijeiras, René Rodríguez y Armando Rodríguez.
A partir de entonces Camilo comienza a forjar su rica historia de guerrillero de la montana y el llano, el combatiente de las cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que convirtió el sacrificio en un instrumento para templar su carácter y el de la tropa.
El Comandante en Jefe Fidel Castro lo manda a llamar el 21 de agosto de 1958, ya Camilo es comandante y se le da una importantísima misión, llevar una columna guerrillera hasta Pinar del Río, cual émulo del General Antonio Maceo durante las primeras guerras libertarias.
Horas después de tomar el cuartel de Yaguajay, tras una cruenta batalla que duró nueve horas, triunfaba la Revolución cubana, pues el dictador Fulgencio Batista huyó cobardemente con sus principales cómplices. Camilo recibe la orden de Fidel de tomar Columbia, principal bastión militar del país, adonde llega el 2 de enero de 1959 y rinde la importante guarnición. Días después se reúne con Fidel, quien marchaba al frente de la caravana de la libertad hacia la capital cubana, adonde entraron el 8 de enero.
En ese histórico día Fidel pronuncia un discurso al pueblo. “En la época de la dictadura la opinión pública no era nada, pero en la época de la libertad la opinión pública lo es todo, y los fusiles se tienen que doblegar y arrodillarse ante la opinión pública”, señaló el máximo líder revolucionario.
En ese momento de su discurso, Fidel ladea su rostro hacia Camilo y le pregunta con una sonrisa plena de confianza. Voy bien Camilo?, y el comandante Cienfuegos le respondió “Vas bien, Fidel”. Breve diálogo que queda registrado para la historia y simboliza la lealtad personal que el héroe de Yaguajay sentía por el Comandante en Jefe.
Al producirse la traición de Hubert Matos en el primer año del triunfo revolucionario, Fidel no duda en enviar a Camilo al legendario Camagüey, donde escribiera tantas páginas de gloria combativa con su columna invasora “Antonio Maceo”, durante la marcha a occidente para llevar la guerra a todo el país.
Una vez cumplida la misión de conjurar la artera traición de Hubert Matos, y detenido el cabecilla traidor, Camilo se dispone regresar a la capital del país a bordo de una avioneta y desaparece su necesaria y gloriosa presencia en el mar, quizás como consecuencia del azote de una fuerte tormenta.
Era el 28 de octubre de 1959, y de inmediato, al conocerse la fatal noticia, el pueblo cubano se moviliza para el rescate de uno de sus hijos más querido: el Comandante de la eterna sonrisa, el Héroe de Yaguajay, el Señor de la Vanguardia. Fueron 15 días y noches de búsqueda incesante por montañas, pantanos y por el mar Caribe de aquel guerrillero, uno de los sobrevivientes del Granma, convertido luego, a golpes de audacia, en el legendario Héroe de la Sierra Maestra y el llano.
Hoy en Cuba y en muchos otros lugares del mundo, cada 28 de octubre, aniversario de su desaparición física, los ríos y mares se llenan de flores como gesto específico de recordación a aquel combatiente cubano que practicaba la lealtad como una religión, y de quien dijo Fidel: “Camilo no tenía la cultura de los libros, tenía la inteligencia natural del pueblo, que lo había elegido entre miles para ponerlo en el lugar privilegiado a donde llegó con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y devoción sin pares”.
Del Comandante de la barba espesa y el sombrero alón, su inseparable compañero de mil batallas, el Comandante Ernesto Che Guevara dijo: “en su renuevo contínuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo”.
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