“Deshechas van las invasoras manos, / triturados los ojos del soldado, / están llenos de sangre los zapatos / que pisaron tu puerta, Stalingrado.” Pablo Neruda en “Nuevo canto de amor a Stalingrado”.
A esta hora me ronda el tema. Es porque lo he visto varias veces en el sueño. Sí, es un tema antiguo, tiene mi edad. Pero sé que se me está volviendo recurrente cuando aparece. Lo veo todos los domingos en un canal dominicano donde nos quieren decir: “Los héroes son otros.”
Y es que los nazis en la ciudad acorralada fueron héroes, pero del mal. Paridos por una doctrina hecha para exterminar seres humanos, jamás imaginada por la razón creadora de monstruos como alguien hace rato señaló.
El documental, comentarios y opiniones de personas supuestamente protagonistas, trata con disimulo de hacer creer que los malos eran los buenos, y los defensores de la ciudad más heroica de la historia después de Troya los malos. Yo creo sinceramente, que es premeditada la inversión del horror.
En Stalingrado los contendientes se hablaban de trinchera a trinchera. En sus diferentes lenguas se insultaban, he ahí la cercanía: ruso, alemán, rumano, polaco, español…Hacían más sórdida esa Babel de sordos donde sólo tenían voz y botas los cañones. Y se oía en el oído hasta la respiración de los otros, del otro. Escuchaban sus sueños de pesadilla en lengua distinta.
Lo cierto es que esos héroes del documental en mención, estaban acorralados por la nieve, metáfora de “la Pálida”, que junto a los miles de soldados del Ejército Rojo, jugó un papel esencial en la derrota del ejército pardo, como si la muerte fuera de colores. El más preparado del mundo como hoy es el norteamericano.
Fue un ejército acto técnica y científicamente para la masacre perfecta de poblaciones enteras al igual que ahora ocurre con sus herederos dotados con satélites, tecnología de punta y bombas nucleares.
Demostrando que nada cambió en setenta años, sólo la tramoya del escenario, que con él: “El general invierno”, será en los próximos tiempos la metáfora de la Nada.
En Stalingrado, la ciudad soviética cantada por uno de los grandes poetas del siglo infame, se peleó como nunca durante meses. Cada día cuerpo a cuerpo, inclusive con bayonetas, cuchillos, hachas, y mordiscos, pero “los malos” de la película estaban dotados de mejor dentadura: la “Dentadura del proletariado”.
Los actuales cineastas del Pentágono nazi, tratan hoy de demostrar con toda clase de argumentos que los hitlerianos tenían mejor calzados sus colmillos.
Y es que el mundo se ha puesto al revés: “Las Malvinas son unas islas anheladas por el colonialismo argentino. Y los de la corona británica sus libertadores”. “Hugo Chaves, Correa y Evo Morales: tiranos de mala sangre, y el Neoliberalismo con sus bancos vampirescos los defensores de los Derechos (¿o torcidos?) Humanos.” Todo en esta ‘postmodernidad-basurero’, quedó patas arriba como dice aquella canción del español, José Agustín Goytisolo: Erase una vez/ un lobito bueno/al que maltrataban/Todos los corderos.
Así, los ideólogos del capitalismo salvaje tratan de convencer a los ignorantes del mundo, que los que perdieron veinticinco millones de personas a manos de los nazis son los culpables.
Más de un millón de hombres tuvo que disponer el gobierno soviético para lanzarlos contra las fuerzas alemanas, de esta forma pudiéndolas cercar y destruir unidad por unidad después de largos combates.
Porque como dice el periodista Alan Clark en un artículo sobre Stalingrado:“Esa batalla tenía su más próximo parangón en la máquina de picar carne de Falkenhayn en Verdun, Francia, durante la Primera Guerra Mundial.
En la historia es el mismo el horror humano. Hoy no digan que el ejército alemán de von Paulus era el bueno, (bueno para matar) y que sólo los pudo derrotar la crueldad extrema de los bárbaros soviéticos. Hitler se equivocó palmo a palmo desde el comienzo con Stalingrado.
Y aunque su ejército cuando llegó a la ciudad heroica, que derrotó al nazismo ya había asesinado a millones de personas en el inmenso territorio soviético, no les sirvió de nada. Como no les servirá de nada a los nazis de ahora seguir con sus fechorías “otanianas” por el mundo como lo hicieron sus primos hermanos, porque al final vencerán los pueblos de: Libia, Siria, Afganistán, Irak… y posiblemente Irán los sepultará si es atacada por los del becerro de oro. Quedarán sobre las cenizas planetarias con su Swastica de palos retorcidos y su conocido saludo.