El primer recuerdo que deben tener de él las generaciones más bisoñas son las pretéritas y descoloridas grabaciones de sus incursiones en la televisión, sin embargo, para este periodista, fue la imagen de la caja de un disco de vinilo de la exigua colección familiar ya en desuso.
La caratula de la RCA Victor devolvía a un aparatoso y expresivo conductor (Benny) de un auto clásico cuyo asiento trasero venía colmado de instrumentos musicales, en segundo plano un expendedor de los refrescantes granizados y al fondo, el Hotel Nacional de Cuba.
Un semáforo en verde secundaba aquella compilación intitulada Pare... que llegó el Bárbaro, apelativo inseparable del intérprete y compositor devenido leyenda gracias a su amplio registro y magistral dominio de todos los géneros de la música cubana.
No obstante, sus interpretaciones de son montuno, mambo y boleros le darían tal estatus, no sin antes superar varios escollos de una vida azarosa y llena de precariedades.
Fue en la década de 1940 cuando su talento postergado se hizo notar a través de las ondas de la emisora CMQ y de su programa La Corte Suprema del Arte.
Después sería requerido en incontables agrupaciones, entre ellas El Trío Matamoros, en la cual reemplazó como cantante principal a Miguel Matamoros, quien se dedicó en exclusiva a dirigir el conjunto.
Grabaría con Dámaso Pérez Prado los temas Babarabatiri, Guanabacoa, Locas por el mambo, Viejo cañengo, El suave, Que cinturita, María Cristina, Pachito eche, entre otros; y, tras un tiempo por México, de regreso en La Habana trabajaría con la orquesta de Bebo Valdés para la emisora RHC Cadena Azul.
Precisamente aquí fue donde el presentador del programa, Ibrahim Urbino, le dio el sobrenombre de El Bárbaro del Ritmo.
Tiempo después el Benny tendría la posibilidad de dirigir su propia formación musical conocida bajo el nombre de Banda Gigante, compuesta por más de 40 músicos y célebre por una organización melódica única en su tipo y por las excelentes improvisaciones a las que era dada bajo la égida de su director.
La muerte alcanzaría a Benny Moré dos días después de su última actuación en público, acaecida en el poblado de Palmira, en la surcentral provincia de Cienfuegos; según cuentan fue excepcional.
Después de un descanso cantó magistralmente Dolor y perdón, Maracaibo y Qué bueno baila usted.
En su Lajas natal, el pueblo en procesión acude cada año a su última morada; familiares y amigos, músicos y trovadores le cantan.
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