Llegó hace ocho meses pero siente como si fueran años. Gemi José González López (Ciudad de México, 1977) cónsul general de México en San Francisco tiene varias obsesiones: educación, derechos humanos y desarrollo de negocios. Llegó con la intención de tender un puente entre Silicon Valley y México, hasta que la llegada del nuevo presidente dio un giro a sus políticas. Ahora la prioridad es la situación de los migrantes.
Cada domingo van a una parroquia distinta para explicar a los indocumentados cómo actuar en caso de problemas. La semana pasada estuvo en La Misión Dolores, dónde se fundó la ciudad. Esta irá a la Catedral después de la misa de la una del mediodía, la que se celebra en español. “Hemos dado un paso importante. Tenemos más presencia fuera de la sede consular. Pronto tendremos presencia en medios, con información en televisión y radio. Sabemos que hay miedo e incertidumbre”, reconoce. El diplomático ha adoptado una serie de medidas para paliar una situación desbordante desde la llegada del presidente Trump. Como habilitar un centro de atención legal de siete de la mañana a siete de la tarde sin necesidad de citar previa y un número de teléfono que funciona 24 horas al día, los siete días de la semana. “Vamos a contratar más personal especializado en materia migratoria”, remarca. Esta estrategia está coordinada con sus homólogos de San José y Sacramento.
González cree que con 15 millones de hispanos, de los que 12 son mexicanos, California tiene ante sí una oportunidad: “El futuro de California está ligado a los hispanos, pero la educación es lo que marca la diferencia. De cada 100 niños hispanos, solo 15 llegar a terminar la universidad mientras que en el caso de los asiáticos se llega al 63%”. Aunque es consciente de que en el caso de los latinos las horas de trabajo de ambos progenitores son largas: “Muchas veces se les impulsa a los chicos a empezar a trabajar temprano. Falta una red de apoyo para que no abandonen, para que sepan abrir una cuenta de ahorros para el estudio. Nos esforzamos en dar información sobre el sistema de becas y buscar modelos que sirvan de ejemplo”.
Su reivindicación para pedir más atención a California se basa en más evidencias: “Solo el 4% de los médicos habla español. Es muy duro estar enfermo y no poder comunicarte en tu idioma. La barrera del inglés es el verdadero muro para los hispanos. “Hay gran demanda de programadores”, pone como ejemplo, “pero es más fácil enseñarlos a programar si ya son bilingües”.
En el plano económico piensa en cómo sacar partido de Silicon Valley. “México tiene que ser parte de la cuarta revolución industrial”.
El consulado, que se encuentra en SOMA, el barrio de las startups, se ha sumado a la moda. En su interior cuenta con una oficina para estas empresas siempre que al menos una tercera parte de la empresa sea de origen mexicano. Pueden estar desde una semana, quince días o un máximo de tres meses. El cónsul no pretende que sea un mero espacio de trabajo, sino que se le aporte valor: “Nos preocupamos por generar una red de mentores y contactos en la industria de San Francisco”.
En la intersección entre la educación, la inclusión social y la tecnología está el programa impulsado por el investigador Rodolfo Dirzo en la Universidad de Stanford, para conseguir que niñas latinas con bajos recursos aprendan a hacer negocios al estilo del gran polo tecnológico.
En abril prepara unas jornada sobre tecnología en el mundo agrario, donde California es puntera, pero puede generar grandes beneficios en la productividad del país vecino.
En mayo tiene prevista la visita de 200 consejeros delegados de empresas de México para que se impregnen de los métodos de trabajo de Silicon Valley. “Crear puentes entre ambos lugares no puede ser solo retórica. Es también escuchar y entender. Parece que estamos cerca, pero falta mucho. Creo que los más avanzados son los inversores de capital riesgo, que sí estudian y manejan la región”, matiza. Tampoco pretende engañar a nadie: “El sueño americano es posible, pero hay que ayudar en el aterrizaje”.
González no se olvida de una de las mejores armas de México para darse a conocer. A pocos metros del nuevo MOMA de San Francisco, se está construyendo el Museo Mexicano, que tendrá programación constante. Hasta su inauguración procura mantener viva la agenda. En julio volverá MEXIAM, el festival de cultura. Antes, en mayo, los mejores chefs mexicanos celebrarán la Bahía de San Francisco para unir viñedos con gastronomía en Gourmex.