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General: Fidel y la medicina latinoamericana
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 08/12/2016 14:43

Fidel y la medicina latinoamericana

La cooperación internacionalista, a través de la cual miles de cubanos salvan vidas en todos los continentes; la creación de la propia Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde se forman futuros galenos procedentes de diversos países; o el desarrollativo de las investigaciones, todas fueron inicias del líder de la Revolución Cubana

Por Nicholas Valdés

Hoy se conmemora el Día de la Medicina Latinoamericana, en honor al natalicio del eminente médico cubano Carlos Juan Finlay Barrés, quien descubrió y describió el vector transmisor de la fiebre amarilla: el mosquito Aedes Aegypti.

Pero a diferencia de otros años, en esta ocasión resulta obligatorio resaltar el legado de Fidel Castro Ruz, impulsor indiscutible de la medicina en la región.

La cooperación internacionalista, a través de la cual miles de cubanos salvan vidas en todos los continentes; la creación de la propia Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde se forman futuros galenos procedentes de diversos países; o el desarrollativo de las investigaciones, todas fueron inicias del líder de la Revolución Cubana.

Tras la tragedia provocada por los huracanes Mitch y George en Centroamérica en 1998, Fidel dio el empujón definitivo a lo que en la actualidad ya forma parte indisoluble del sistema médico cubano: el internacionalismo.

Como respuesta a los desastres materiales y a las miles de víctimas que causaron los fenómenos climatológicos en la región, Cuba concibió un programa integral para ayudar a forjar un sistema primario de salud inexistente en esos países; médicos, enfermeros y otros profesionales del sector llegaron así hasta las comunidades más afectadas de esos países.

Durante una intervención pública, el 21 de noviembre de ese mismo año, Fidel decía: [..]Y falta solo una cosa: no limitarnos a enviar dos mil ó dos mil 500 ó tres mil médicos; hay una cosa más importante y es que junto a la oferta de enviar médicos hemos ofrecido un programa de formación de médicos centroamericanos en Cuba.[..].

Se trataba del anuncio de lo que sería, tan solo un año después, el nacimiento de la ELAM, creada bajo la idea de formar gratuitamente como médicos a jóvenes de América Latina, que luego regresarían a sus territorios para hacer de la atención de salud un proyecto sostenible en el tiempo.

Diecisiete años después, integran ese centro de referencia internacional 117 países de prácticamente todos los continentes, y se han graduado hasta la fecha más de 25 mil profesionales de 84 naciones.

Por tanto, para los médicos latinoamericanos, el reconocimiento y la admiración que merecen todos los días -y en especial éste-; y para Fidel, el agradecimiento por hacer de Cuba un manantial de especialistas, científicos e investigadores que son ejemplo y referencia para el mundo entero.



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: t-maria2 Enviado: 08/12/2016 21:06

Fidel y la medicina latinoamericana

La cooperación internacionalista, a través de la cual miles de cubanos salvan vidas en todos los continentes
Salvaran muchas vidas, pero Fidel para salvarse él llamó a un Español

El doctor milagro español que alargó 10 años la vida de Fidel Castro

 El cirujano español José Luis García Sabrido junto a una imagen de Fidel Castro, su amigo, al que trató en los últimos 10 años  JOSÉ ROMERO / CORTESÍA PERFIL ARGENTINA
 

Por sus manos también pasaron Chávez, Raúl Castro... Hasta Rajoy

Sus viajes a la isla eran secreto de Estado

Ya jubilado, ha sido el ausente en los funerales por el dictador

  • PACO REGO
  •  @PacoRego
05/12/2016 16:43

Hay un hombre al que Fidel Castro le debía los últimos 10 años de vida. Los peores. Cuando la parca le rondó en cuatro ocasiones. De no ser por ese hombre, al que con razón él llamaba "doctor milagro", el funeral por Castro pudo haber sido aquella Navidad de 2006. Ese hombre, que se autodefine "Tauro y duro" y se mantiene en forma a sus 71 años a base correr, montar a caballo y, si se tercia, practicar el buceo, es el eminente cirujano José Luis García Sabrido. Una rara estrella invisible que odia colgarse medallas. Castro -según el doctor madrileño- "fue extraordinariamente disciplinado". Consciente de que ya nada estaba en sus manos. Excepto cuando le dijeron que, debido a la gravedad de su dolencia intestinal, tendría que llevar el resto de vida un ano artificial. La propuesta hirió profundamente el orgullo del revolucionario. "De ninguna manera", le espetó a gritos al jefe del equipo de cirujanos cubanos, el doctor Eugenio Selman, "yo voy a seguir cagando por donde caga todo el mundo".

Faltaban entonces cinco meses para aquella crítica Navidad de 2006. Fidel dejaba el poder por primera vez en 47 años. Y García Sabrido, un habitual de las playas y los congresos médicos de la isla, se convertía en el ángel salvador del anciano líder. Las cosas iban bien.

 

 

A Castro lo habían matado más de 300 veces, incluida la CIA, pero el médico español, tras hacerle un completo chequeo, había descartado tajantemente que su ilustre paciente tuviera un cáncer. "No, no lo tenía... Fue operado de una enfermedad benigna que se complicó y que no revelaré. Pero sí puedo decir que tuvo cirugías de urgencia reiteradas y con complicaciones", explicaría entonces el doctor Sabrido al diario digital argentino Perfil.

Durante una década, desde el 2006 de la operación hasta la muerte del dictador, el ex jefe de cirugía digestiva del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, pionero en la unidad de trasplantes del centro médico, ha ido espaciando los viajes profesionales a su adorada Cuba.

Al menos dos veces al año viajaba a la isla para comprobar en persona el estado de salud de su amigo. La última vez, hace cuatro meses. El resto del tiempo seguía los pormenores a distancia desde Madrid. Las hemorragias y la desnutrición por las dificultades de su intestino habían desaparecido hacía tiempo gracias al certero tratamiento impuesto por nuestro galeno en La Habana. La unión del colon con el recto, fruto de aquella operación fallida de los médicos cubanos, fue cicatrizando.

Para desconsuelo de los muchos que padecieron la represión de su régimen, Castro se encontraba estable, "sólo necesita mantenimiento". Ya no padecía las hemorragias severas ni aquellas infecciones que lo mantenían postrado, casi moribundo. "No ha sido mi paciente más difícil, he tenido otros, anónimos, mucho peores. Fidel fue muy inquisitivo y con gran carácter, siempre me preguntó con detalle qué íbamos a hacer". El pronóstico de Sabrido coincidía con la información confidencial filtrada al mundo por WikiLeaks: "La enfermedad no es curable... (Castro) No morirá inmediatamente, pero perderá sus facultades progresivamente y se debilitará hasta que sobrevenga el fallecimiento". Sobrevino el pasado 25 de noviembre, a las 10.29 de la noche.

El hombre que durante una década logró mantener vivo a Fidel, sin embargo, no ha pisado La Habana estos días de funeral, revela una fuente de la embajada de Cuba en Madrid. Tal vez por esa alergia crónica, casi enfermiza, a las cámaras y a los halagos. Sobre todo desde el encargo, in extremis, de que salvara al revolucionario más querido y más odiado. "No se imagina la cantidad de personas de los medios (de comunicación), la cultura y la política que he atendido", desvelaba en 2008 al referido digital argentino. Por sus manos han pasado también Mariano Rajoy, al que operó de una hernia inguinal (quizás eso le impidiera adherirse a las palabras de Esperanza Aguirre contra la asistencia médica "al dictador"), Raúl Castro y su esposa, Vilma Espín, ya fallecida y a la que operó de un cáncer linfático, Hugo Chávez y el bailarín Antonio Gades, ferviente defensor del comunismo cubano.

Fue Antonio Gades, a través de Raúl, apodado el Pulguita por sus compañeros de quinta, el que a principios de los 90 introdujo a García Sabrido en el reducido clan. "Los conozco a todos, a los hijos de Raúl, a sus nietos y sobrinos... Los Castro son una gran familia", diría el doctor cuando trascendió uno de sus viajes a la isla, tratados por el régimen como secreto de Estado.

Secreto es también el día a día de este hombre alto y flaco, con bigote estilo años 30, de rostro siempre serio, casi inmutable, que se jubiló hace cuatro años. Ni siquiera en Talavera de la Reina, de donde arrancan sus vivencias de infancia y adolescencia, aunque nació en Madrid, recuerdan la última vez que lo vieron trotar "a buen paso" por los alrededores. El cirujano es un corredor de fondo. "He corrido 35 maratones". Dicen que es de esas personas que todo lo calculan, frío, preciso dentro y fuera del quirófano. Le siguen reclamando para dar conferencias por todo el planeta, acude a fiestas privadas, viaja, se empapa de lecturas...

"Vive en un mundo aparte, alejado de la fama, ni sus amigos saben bien donde está", cuenta un veterano colega cirujano.

Casado en segundas nupcias con una azafata del mítico programa de televisión Un, dos tres, Françoise Lacroix, con la que tuvo una hija, Cloe, y de la que más tarde se divorciaría, el doctor Sabrido ha creado un muro impenetrable en torno a su persona. Ni siquiera resulta fácil dar con su currículo, pese a sus más de 45 años haciendo milagros en el quirófano y a haber ideado técnicas quirúrgicas que hoy se utilizan en los mejores hospitales del mundo. Ni siquiera aparece destacado que decenas de víctimas del atentado terrorista del 11-M pudieron salvar la vida gracias a él.

Los viajes a Cuba, muchos de ellos para relajarse en compañía de su hija Cloe, los aprovechaba para poner al día a sus colegas cubanos del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas de La Habana, donde se encuentra la élite de batas blancas del régimen. Ellos, sus discípulos, fueron los encargados de seguir al pie de la letra el tratamiento del médico español para alargarle la vida a Fidel Castro. El paciente más castrista del doctor milagro republicano.

 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 04/03/2017 12:14

Servir en la raíz

Si no se hubiera puesto en práctica en la década de los años 80 la idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de acercar la atención médica a las familias, ¿qué pasaría en las zonas más alejadas e intrincadas?

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Ana María Domínguez Cruz 
digital@juventudrebelde.cu
3 de Marzo del 2017 22:18:45 CDT

La doctora Iris Dai Pérez Oliva, también especialista en MGI, no titubeó nunca. «Cuando terminé la Universidad quise trabajar en mi pueblo, en Jobo Rosado, y aprendí mucho durante mi servicio social. Después cursé la especialidad en Meneses y cumplí misión internacionalista en el estado de Bolívar, en Venezuela, pero al regresar, ¿a dónde iba a ir, si esta es mi raíz?».

Iris Dai es la doctora del consultorio 1 del Plan Turquino, localizado en Jobo Rosado, comunidad del municipio de Yaguajay, en Sancti Spíritus. Conoce a los 838 habitantes del lugar porque allí nació, creció y trabaja ahora.

—¿Cuán complejo puede ser para una mujer trabajar en zonas como esta?

—Esta es mi tierra, aquí yo me siento bien y los conozco a todos. Me quieren mucho, me respetan, y yo también los quiero. No es difícil trabajar en lo que te gusta, cuando te rodeas de tu gente en tu lugar de origen.

«Lo difícil es atender a los que residen en Nuevas María, Cedeño, Morales, La bomba y La cuchilla, a cuatro y cinco kilómetros de aquí, adonde casi siempre llego en grilla.

—¿Grilla, eso qué es?

—¿Cómo le dicen en La Habana al carretón con el caballo?

—Lo conozco como araña... ¿es eso?

—Pues sí, eso mismo. En una araña me subo, y a veces me acompaña la enfermera Mabel Ledesma Rodríguez, con la que también trabajé durante mi servicio social. Son caminos tortuosos, de difícil acceso, pero desde allá pueden avisarme de una urgencia y tengo que acudir rápido, o voy para hacer mis visitas de rutina.

—¿Recuerdas algún caso que haya puesto a prueba tus nervios?

—Los médicos no podemos ponernos nerviosos, o al menos no podemos dejarnos llevar por las emociones. Hay que actuar rápido... si no, por ejemplo, el niño Kevin David no estuviera jugando ahora en su casa. Lo salvamos varias veces de crisis de broncoaspiración y pasé sustos con él, por supuesto; pero no podía dejar que el miedo y la indecisión me dominaran.

En Jobo Rosado quise averiguar el origen del nombre del pueblo y si alguna leyenda, de esas que abundan en los campos, se robaba el sueño de los visitantes en las noches. Al parecer fue un árbol frondoso con unas flores de ese color lo que facilitó nombrarlo así, y quizá es cierto que el Generalísimo Máximo Gómez pasó por esos lares y se detuvo con su tropa a tomar agua en el pozo que vi detrás del consultorio.

Los pobladores hablan de una hacienda que, al parecer, se perdió en el tiempo y de la que se han encontrado cubiertos y otros utensilios de cocina cuando se remueven esas tierras..., pero no pude saber más porque la doctora y la enfermera tuvieron que montarse en la grilla y salir hasta La cuchilla para atender a un anciano.

«Así pasa, de vez en cuando, y es parte de mi trabajo. Cómo no voy a sentirme bien haciéndolo, si es por el bien de mi gente, es mi manera de servir a mis raíces», dijo.

Mientras veía la grilla alejarse, yo imaginaba cómo sería la vida de los habitantes de Cacahual, de Jíquima, de Sopimpa, de Jobo Rosado y de otras comunidades intrincadas de la provincia de Sancti Spíritus y de otros territorios del país, si no se hubiera puesto en práctica en la década de los años 80 la idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de acercar la atención médica a las familias.

Sin dudas, este programa de nuestro sistema de salud ha sido una bendición, pues ha permitido que no falten quienes, con bata blanca y ganas de regalar vida, usen los estetoscopios incluso en las montañas más recónditas.

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La doctora Iris Dai Pérez Oliva y la enfermera Mabel Ledesma Rodríguez se enorgullecen de servir a los habitantes de su comunidad, en Jobo Rosado. Foto: Ana María Domínguez Cruz


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: t-maria2 Enviado: 04/03/2017 14:29
La cooperación internacionalista, a través de la cual miles de cubanos salvan vidas en todos los continentes
Salvaran muchas vidas, pero Fidel para salvarse él llamó a un Español,


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