Observamos como el fascismo se instala en Europa vertiginosamente. Estos partidos, auspiciados por los medios de comunicación y el capital de las burguesías nacionales, ganan terreno político ante el avance del movimiento obrero. Holanda, Francia o Alemania son ejemplos claros del arraigo del nuevo fascismo en la política nacional, a las puertas del poder.
Lejos del falso entusiasmo de la “oposición” holandesa tras la victoria del reaccionario Mark Rutte, comprobamos como el fascismo, tanto en Holanda como en buena parte de Europa, toma posiciones con firmeza y su presencia en la política europea se empieza a considerar ya como algo natural.
Las burguesías nacionales y los bloques que conforman comienzan a chocar con cada vez más fuerza, como hemos comprobado con Holanda y Turquía hace pocos días, y el fascismo es la mejor carta que tiene el capital para ganar posiciones imperialistas, sofocar las revueltas proletarias provocadas por la interminable crisis capitalista y explotar aun más si cabe a una clase trabajadora en la más absoluta misera.
La incansable batalla ideológica que libra la burguesía cada día de su existencia, la nula capacidad de la socialdemocracia por enfrentar esa batalla -debido a su alejamiento del Marxismo Leninismo- y la debilidad político-organizativa del proletariado -única clase revolucionaria como los maestros Marx, Engels y Lenin la describieron- que continúa, por el momento, dejando en manos de otras clase sociales su tarea histórica de asumir y liderar políticamente la sociedad hacen que el fascismo se haya instalado con facilidad en Europa nuevamente.
La historia se repite, como no podía ser de otra manera. Tras una gran depresión -como sucediera en los años 20 y 30 del pasado siglo- el imperialismo, en su inherente e incontrolable voracidad propia de su desarrollo sistémico, encuentra en el fascismo a su mejor aliado al cual alimenta para servirse de él cuando necesite.
La socialdemocracia, en quien el pueblo trabajador fía sus esperanzas en un primer momento, incapaz de proporcionar ninguna mejora sustancial de las condiciones de vida al proletariado -como podemos observar en Grecia- lo hastía. Y mientras la burguesía planta el fascismo, lo financia y lo coloca en la escena política con sus medios de propaganda de masas (Prensa, radio, televisión, cine…) la socialdemocracia insiste en la democracia burguesa como única salvación, negando y denigrando al Socialismo a cada oportunidad de que dispone, abriendo de par en par las puertas del Gobierno al fascismo.
Esto fue lo que vivimos en Europa hace prácticamente un siglo y lo que vemos retornar en la actualidad. El pasado siglo el proletariado tuvo la gloriosa experiencia de la Revolución de Octubre (de la cual este año es su centenario), que acabó con el fascismo en Europa y proporcionó al proletariado un lugar mejor donde vivir, la URSS.
Hoy, el proletariado está desguarnecido ideológica y políticamente y deberá retomar el Marxismo Leninismo si quiere acabar con el fascismo, la burguesía que lo promueve y el capitalismo que lo engendra y construir el Socialismo que trae consigo la Democracia obrera y la paz en el mundo.
D. García – Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)