Tras días de intensas negociaciones, y después de que se cancelara la votación programada inicialmente para el jueves, los líderes republicanos concluyeron el viernes que no tenían suficiente apoyo para conseguir la aprobación de la Ley de Cuidado de la Salud.
Y volvieron a cancelar la votación prevista ante el riesgo de un humillante traspié para el presidente, quien enfrentaba la primera gran prueba de su gobierno ante el Congreso.
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Trump respondió asegurando que el Obamacare "estallará" financieramente de todos modos por cuenta de sus problemas de diseño, independientemente del fracaso de su gobierno a la hora de suprimirlo mediante la vía legislativa.
"Tenemos que dejar que Obamacare siga su propio camino por un rato", dijo el mandatario.
La derrota de esta iniciativa legislativa es también un contratiempo delicado para el Partido Republicano, que en los últimos siete años, cuando estuvo en la oposición, había dicho que una de sus prioridades al regresar al gobierno sería la abolición del Obamacare.
—Problemas prácticos—
Pero Donald Trump, en particular, tiene mucho que lamentar ante el derrumbe aparente de lo que iba a ser una de las piedras angulares de su programa económico.
La caída de su proyecto de ley no solo es una derrota simbólica que lo hace aparecer débil cuando todavía no lleva 100 días en el poder.
También impone limitaciones prácticas a otras iniciativas igualmente importantes para Trump.
Obamacare, en su esencia, era un programa que imponía impuestos a los ricos para extender la cobertura de salud a millones de pobres.
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El proyecto de ley de Donald Trump, por el contrario, disminuía de manera drástica los subsidios estatales al sistema de salud, dejando a millones de personas sin cobertura sanitaria, según advertían los expertos, pero reduciendo en cualquier caso el gasto público.
Ello se esperaba que facilitara la siguiente propuesta legislativa de Trump: un recorte sustancial de los impuestos, que según sus críticos, va a ir dirigido a favorecer de manera especial a los grupos de altos ingresos.
Este viernes, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, reconoció en una conferencia de prensa que la reforma de impuestos se hace más difícil con el fracaso del proyecto de salud.
La Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) estimaba que el proyecto para suprimir Obamacare habría ahorrado al fisco US$150.000 millones en los siguientes diez años.
Dada la promesa simultánea del presidente de incrementar el gasto militar, Trump tenía en el recorte del sistema de salud heredado de Obama una clave para conseguir el ahorro necesario para facilitar esa disminución de impuestos.
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—Ultimátum—
Ya empiezan a surgir los análisis de cómo se llegó a esta contundente derrota para un gobierno que, nominalmente, controla ambas cámaras del Congreso de EE.UU.
El mandatario había llegado a dar el jueves un ultimátum a los republicanos en la cámara baja al advertirles que, si el proyecto no avanzaba, tendrían que atenerse a la norma actual, uno de los pilares de la política interna de Obama.
El presidente se mostró especialmente crítico en Twitter con el "Freedom Caucus", grupo de conservadores de línea dura que se opusieron a su proyecto exigiendo menos regulaciones.
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Pero no fue el único motivo por el cual el proyecto llamado Ley de Cuidado de Salud Estadounidense fracasó.
"Los moderados están molestos porque la legislación propuesta corta la cobertura sanitaria demasiado. Los de línea dura están enojados porque los cortes no son lo suficientemente radicales", dijo Anthony Zurcher, periodista de la BBC en Washington.
De acuerdo con estimaciones de la CBO, la propuesta elaborada por parlamentarios del Partido Republicano para derogar y reemplazar el Obamacare dejaría a 14 millones de personas sin cobertura de seguro médico sólo en 2018.
En una década, ese número aumentaría a unas 24 millones de personas, según la CBO.
De acuerdo con una encuesta reciente, el también llamado "Trumpcare" era muy impopular, contando apenas con el apoyo del 17% de los estadounidenses.
—Credibilidad—
La derrota de Trump también le impone problemas de credibilidad al gobernante en sus futuras relaciones con el Congreso.
Se había presentado ante la opinión como un negociador consumado, pero no pudo convencer a los parlamentarios ni mantener las mayorías que el gobierno reclamaba en la cámara baja de la legislatura.
Una derrota de ese calibre en los primeros días de su mandato puede tener un efecto duradero en su capacidad de maniobra ante el Congreso, advierten expertos.
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Paul Ryan advirtió que la reforma sanitaria no es un tema que volverá a la agenda del Congreso "en el futuro previsible".
Por lo que el descalabro de este viernes será una herida abierta que no desaparecerá pronto.
Algo que no habrá pasado desapercibido para la oposición, el Partido Demócrata, que en la noche de este viernes está celebrando.
Fuente: BBC