Y el tercer objetivo, y como parte de esta profunda transformación democrática, es conseguir un reconocimiento de Catalunya como nación, con pleno derecho de decisión, dentro de una España plurinacional, en caso de que así la población catalana lo deseara.
En aquel artículo mostré el enorme retraso social de Catalunya y sus causas, que no son otras que el enorme dominio de las derechas (cuarenta años de dictadura, seguidos de casi cuarenta años –excepto siete del tripartito de izquierdas- de un gobierno, durante el periodo democrático, formado por una coalición de un partido liberal, CDC, perteneciente a la Internacional Liberal, y un partido conservador cristianodemócrata, UDC, de la misma familia política que el Partido Popular de España, es decir, de la Internacional conservadora o Unión Internacional Demócrata, en las instituciones políticas y mediáticas del país). Y esta fortaleza de las derechas era resultado, a su vez, de su gran dominio durante la transición de la dictadura a la democracia en España (incluyendo Catalunya), determinando, como consecuencia, una democracia sumamente limitada, con un Estado del Bienestar muy insuficiente, y con una visión del Estado español sumamente insensible a su plurinacionalidad, tal como está documentado en la colección que yo dirigí titulada L’Estat del Benestar a Catalunya. Es interesante señalar que cuando se publicó tal análisis, la coalición gobernante en la Generalitat de Catalunya, CiU, a través de su portavoz, el Sr. Felip Puig, declaró en el Parlament de Catalunya que yo había vuelto del exilio “para estimular la lucha de clases en Catalunya”, a lo cual yo respondí que lo único que yo, con la ayuda de mis colaboradores, había hecho, era fotografiarlo y documentarlo, mostrando con datos que sí que había una lucha de clases en Catalunya, en la que el partido gobernante, representando a los grandes intereses financieros y económicos del país, estaba ganando diariamente tales luchas, siendo ello la causa del gran retraso social de Catalunya, que continúa hasta hoy. La polarización por clase social de la sanidad y de la educación del país es un claro síntoma de ello. Catalunya tiene la sanidad y la educación privada más desarrollada y con mayores subsidios públicos que en cualquier lugar de España y de la UE-15, siendo su gasto público por habitante en estos (y otros) servicios de los más bajos de la UE-15. No puedo terminar esta nota sin citar que, como era de esperar, el Sr. Puig, predeciblemente, aparecerá pronto envuelto en los escándalos de financiación “irregular” de su partido, organización que aparecerá como uno de los partidos más corruptos que haya existido en España.
¿Cómo puede ser que las derechas hayan gobernado por tanto tiempo?
Las causas son diversas, pero una de ellas ha sido la división de las izquierdas (en un sistema electoral que favorece a las derechas). De ahí que es imposible no concluir que es necesaria la unión de todas las fuerzas de izquierda, estableciendo una amplia alianza para facilitar el cambio que debería incluir también a los movimientos sociales y contestatarios que enriquecen la sociedad civil de Catalunya.
De ahí que varias personas con distintas historias y biografías, procedentes de distintas sensibilidades políticas, nos reuniéramos con cierta frecuencia y en distintos fórums para explorar la posibilidad de establecer amplias alianzas o confluencias de estas izquierdas, pertenecientes a distintas opciones políticas y movimientos sociales, tarea difícil, debido a la gran diversidad de sensibilidades y culturas políticas existentes en Catalunya, que cubren un enorme abanico de posturas política, y que van desde el anarquismo al comunismo (con sus distintas ramas), pasando por el socialismo y/o la socialdemocracia, con sus diferentes versiones.
Los primeros intentos en los últimos diez años fueron en la formación de Catalunya Sí que es Pot, resultado de la alianza entre Podem, por un lado, e ICV, EUiA y Equo por el otro, alianza que en aquel momento no contó con el apoyo de Barcelona En Comú, y con el apoyo solo parcial del Procés Constituent. Este último movimiento –el Procés Constituent- había jugado un papel importante en el desarrollo de una nueva cultura que intentara estimular una amplia coalición unida por un compromiso hacia el soberanismo (expresado en su defensa del derecho de autodeterminación), concepto distinto al de secesionismo, junto con una demanda de que se estimulara una revolución político-social de carácter democrático y político que implicara una transformación profunda de las instituciones políticas, lo que requeriría y exigiría un cambio político en la formación y comportamiento de los partidos políticos. Junto con mis amigos Arcadi Oliveres y Teresa Forcades fundamos tal movimiento, que ha sido lugar de encuentro de muchísimas de las personas (Gerardo Pisarello, Xavier Domènech, Albano Dante, Esther Vivas, Marta Sibina y un largo etcétera) que han sido claves en el desarrollo de este deseo de unidad. Mi distanciamiento del Procés Constituent (PC) más tarde fue, en parte, consecuencia de la divergencia, dentro de la dirección del PC, en cuanto a participar en Catalunya Sí que es Pot. Yo a favor, y Arcadi y Teresa en contra. Un motor de esta alianza de Catalunya Sí que se Pot (CSQP) fue el crecimiento de Podemos que, en su versión catalana, Podem, tuvo desde sus inicios conflictos internos de notable envergadura. Su crecimiento fue a pesar de tales tensiones, pues más que Podem fue Podemos los que generaban su apoyo electoral en Catalunya.
La aparición de En Comú
La otra familia política fue En Comú, resultado de las movilizaciones sociales, primordialmente, pero no exclusivamente, de la PAH, siendo la agitación social el motor de tal movimiento. Recelosa al principio de las otras fuerzas políticas (lo que explica su distanciamiento de Catalunya Sí que es Pot), fue favorable más tarde a la confluencia con otras fuerzas políticas, que ayudaron a su expansión, facilitada por el liderazgo de su dirigente, Ada Colau. Su victoria representó un tsunami político, y su buena relación con Pablo Iglesias a nivel estatal, y también la gran estima y respeto entre Pablo Iglesias y Xavier Domènech, facilitó la gran coalición de En Comú Podem, siendo hoy el deseo de las dos formaciones políticas que confluyan en un espacio común.
Las dificultades de aunar las distintas culturas
Es inevitable que haya dificultades en el desarrollo de este nuevo espacio, pues su objetivo es pasar de ser una coalición de partidos a convertirse en una nueva formación política, con distintas sensibilidades. Las culturas políticas de tales sensibilidades eran y son muy distintas. Y esta diversidad y riqueza pueden ser también su debilidad. Es importante subrayar estas diferencias y dificultades, pues los mayores medios de información en Catalunya, como en el resto de España, tienen la tendencia (en parte, como consecuencia de su muy limitada cultura y experiencia democrática) a personalizar constantemente las distintas sensibilidades políticas, diluyendo, cuando no anulando, el elemento más importante, que son las diferencias que cada partido político tiene en su cultura política. De ahí que, erróneamente y de una manera tendenciosa, con un claro objetivo manipulador, se presenten las tensiones interpartidistas como una lucha por el poder personal, intentando desacreditar todas las alternativas de izquierdas.
Ni que decir tiene que también hay tales luchas de poder, bien personales, bien de aparatos de partidos, lógicas y legítimas en este último caso, pues un nuevo sujeto y espacio político puede diluir y/o debilitar tales aparatos, algunos de los cuales están dirigidos por lo que en el Chile de Allende se llamaban los “culos de hierro”, que estaban pegados a su sillón, del cual era imposible sacarlos. Es urgente que esta realidad y esta imagen cambien, pues recuerdan demasiado a la vieja política. Pero reducir las tensiones inevitables a meras luchas por el poder es reduccionista. Y no ayuda a entender lo que ha estado ocurriendo en el surgimiento de este nuevo espacio político, ni tampoco ayuda a comprender por qué una de las candidaturas que se presentan para dirigirlo haya escogido como nombre el de “En Comú Podem”, nombre que, por cierto, yo apoyo.
Ahora bien, lo que era muy positivo era que, a pesar de tales diferencias, parecía que podía llegarse a un acuerdo. En realidad, como participante de este proceso de intentar la unificación de las izquierdas, puedo dar constancia que, en términos comparativos con otros procesos parecidos anteriores que he podido vivir en primera persona, la evolución de las negociaciones fue difícil pero positiva hasta hacer solo un par de días. En realidad, desde el principio, vi que las diferencias existentes eran solubles y así se lo comuniqué a los interlocutores que me pidieron mi opinión. Y en este proceso es de justicia destacar la paciencia, coherencia, sensibilidad y capacidad de escuchar y a la vez de dialogar, que mostró Xavier Doménech a lo largo del proceso, mostrando su habilidad de dirigir un proceso difícil y complejo. Tal habilidad no siempre apareció, sin embargo, en todos los dirigentes de los distintos partidos. Pero el hecho es que se podía (y continúa pudiéndose) alcanzar esta unidad. Continúo creyendo que podrían (y deberían) resolverse todas las diferencias, considerando un error grave la retirada de la dirección de Podemos, pues podría haber tenido mayor influencia e impacto estando dentro que fuera de este espacio común. Millones de catalanes y españoles desean unidad de las izquierdas. Se vio en Vistalegre II y lamento que los compañeros y compañeras de la dirección de Podem no lo vean igual. Esta separación, de no resolverse, dañará enormemente a las clases populares de Catalunya, a las cuales todas las izquierdas deben servir. Y debilitará mucho a las izquierdas (incluyendo a Podem en Catalunya y Podemos en España), empoderando a las derechas. Así se lo comuniqué a las bases de Podem en la presentación que hice hace unos días en Cerdanyola del Vallés (13.03.17). Y así lo continúo creyendo. Como ya dije antes, no es bueno, ni para Catalunya ni para España, que la dirección de Podem esté fuera de este espacio común.
Una última observación
Y por último, una nota personal. Puesto que mi nombre ha aparecido extensamente estos días en los medios de comunicación, quisiera aclarar también varios puntos. Uno es que desde que me incorporé de nuevo a la vida académica catalana, he intentado apoyar a todas las fuerzas progresistas en Catalunya y en España que me han pedido ayuda. Cuando surgió el 15-M fui de los pocos académicos que lo apoyé con toda intensidad, y cuando surgió Podemos lo apoyé inmediatamente, y continúo apoyándolo, alegrándome que se haya aliado con IU para constituir Unidos Podemos. Conozco bien la dirección de Podemos (que constituye uno de los colectivos con mayor compromiso con un cambio radical y profundo del país, y con mayor integridad y decencia políticas). De ahí mi plena dedicación como miembro del Consejo Ciudadano y del Gobierno en la sombra.
En Catalunya he apoyado también a todas las opciones políticas de izquierdas, compartiendo una gran frustración por el ambiente asfixiante que sufre Catalunya. Y desde el principio he intentado una unidad de todas las izquierdas, que explica que cuando las fuerzas progresistas, partidos de izquierdas, sindicatos y movimientos sociales, establecieron un proyecto común, la UPEC (Universidad Progresista de Verano de Catalunya, por sus siglas en catalán), me pidieran que yo lo dirigiera; este es hoy uno de los pocos espacios institucionales donde las izquierdas colaboran. Como parte de este intento de facilitar la unión, animé a Xavier Domènech y a su equipo a establecer este nuevo espacio, y de ahí que fuera lógico que aceptara su petición de sumarme al proyecto. Cuando comuniqué a Pablo Iglesias que pensaba aceptar la propuesta de Xavier, Pablo me animó a que respondiera positivamente. Es sabido que Podemos y su dirección consideran esencial que se forme este nuevo espacio, que sería la formación hermanada con Podemos a nivel del Estado. Y soy consciente de que Pablo Iglesias ha mostrado una gran sensibilidad al respetar la autonomía de Podem dentro de Podemos.
Aclarados estos puntos, solo me resta añadir que intentaré servir a los dos espacios políticos hermanos, En Comú Podem y Podemos, poniendo a su disposición el conocimiento que he ido adquiriendo durante años de experiencia académica y también política. Necesito ir rápido, pues a mis ochenta años quiero ver pronto, por el bien de Catalunya y de España, una Catalunya presidida por Xavier Domènech y un gobierno español presidido por Pablo Iglesias. Creo que lo veré. Así espero.
Y una nota final a la juventud (de todas las edades). Vengo de una familia en donde se encuentran representadas todas las sensibilidades progresistas que han existido en Catalunya. Parte de ella tuvo que exiliarse, y algunas terminaron en campos de concentración nazis. Y tengo un póster de aquellos tiempos en el que se ve a un niño mirando a gente mayor, con uniformes de las distintas fuerzas armadas del Ejército Republicano, a las cuales les pregunta “¿Por qué os peleáis entre vosotros?” Aquellas luchas contribuyeron a su derrota. Y nos tenemos ahora que preguntar: ¿Hasta cuándo continuarán las izquierdas divididas?