Desde que Donald Trump fue electo presidente, el Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA) no para de recibir solicitudes de ingreso.
Los estadounidenses con ideas marxistas estuvieron entre los primeros en organizarse tras las Revolución de Octubre. Su partido, fundado en 1919, pronto cumplirá el siglo de existencia. Durante ese tiempo, han vivido desde el auge del periodo de entreguerras a la represión de la Guerra Fría que los llevó casi a la clandestinidad. Hoy cuentan con unos 5 000 miembros distribuidos entre 50 estados y 300 millones de habitantes.
«Aunque todavía el fantasma del macartismo recorre Estados Unidos, hay una creciente curiosidad por las ideas comunistas», asegura a Granma el secretario de Relaciones Internacionales del CPUSA, Emile Schepers.
Antropólogo de profesión, Schepers nació en Sudáfrica y sus padres emigraron para dejar atrás el Apartheid. Creció en las escarpadas montañas de Adirondack, un paisaje idílico «si no te molesta aguantar un poco de frío». Ingresó al Partido en 1987, pero se familiarizó con las ideas marxistas desde mucho antes, mientras recorría los suburbios de Maryland o un barrio boricua en Chicago.
Schepers es consciente de que su país está «lejos de una situación prerrevolucionaria», al menos en los términos comunistas. «Pero el capitalismo muestra síntomas terminales a nivel internacional».
En el caso de Estados Unidos, refiere, la crisis financiera afectó a muchas personas y dejó instalada la sensación de que los jóvenes de hoy viven en peores condiciones que sus padres.
Las últimas administraciones, tanto demócratas como republicanas, no han resuelto los problemas de las grandes mayorías en el país, asegura. La historia nos muestra, según el dirigente comunista, que el descontento popular no siempre toma un rumbo progresista.
«En las pasadas elecciones, la manipulación ideológica generó una avalancha derechista. En Virginia, el estado donde vivo actualmente, muchos blancos pobres salieron a votar por Trump, no solo los más acaudalados».
La minería de carbón es la principal fuente de empleo en la zona y en los últimos años se han perdido miles de puestos de trabajo. La campaña republicana se enfocó en mostrar a las políticas ambientales de Barack Obama como responsables de la crisis.
Al mismo tiempo, las ideas progresistas de Bernie Sanders movilizaron a millones de jóvenes en las primarias demócratas. Schepers está convencido de que, si el senador por el estado de Vermont hubiese sido el rival de Trump, habría ganado.
En ese escenario, afirma Schepers, el papel de la izquierda debe ser combatir las manipulaciones y la «falsa conciencia» de clases. «Resulta muy difícil cuando los grandes medios de comunicación están en manos de las corporaciones y las estaciones locales en el interior del país solo transmiten a predicadores anunciando el fin del mundo».
Entre los objetivos del CPUSA está educar y llevar sus ideas a la mayor cantidad de personas por todas las vías posibles.
En la web cuentan con un portal actualizado que permite conocer el programa del Partido y sus luchas, así como llenar un formulario de adhesión o pagar las cuotas.
Pero el gran reto, asegura, sigue siendo organizar a los trabajadores y las estructuras de los sindicatos, sin inmiscuirse en sus asuntos internos, para defender los derechos de los trabajadores menos favorecidos.
El CPUSA también apoya la causa palestina y rechaza el militarismo estadounidense. Su posición de apoyo a la Revolución Cubana es de larga data y ahora se suma el respaldo a la República Bolivariana de Venezuela, sobre la que Estados Unidos concentra sus ataques.
«El 17 de diciembre (del 2014) nos tomó por sorpresa, pero fue una buena noticia. Obama no hizo todo lo que podía, si bien avanzó en algunos aspectos».
Schepers considera que el apoyo en el Congreso al fin del bloqueo es creciente y cuenta con respaldo tanto republicano como demócrata. «Algunos motivados por sentimientos humanistas y otros por intereses económicos, pero en cualquier caso en contra de esa política». Los únicos que siguen promoviendo el bloqueo, añade, son los ideólogos de la ultraderecha, en especial los cubanoamericanos de la Florida.
Todas las encuestas indican que el pueblo estadounidense apoya el restablecimiento de relaciones.
«Ahora no sabemos lo que va a hacer Trump, si va a escuchar las voces de los ideólogos o la de la gente», asegura. «En sentido general, los comunistas estadounidenses somos optimistas».