En el resto de la ciudad, se suceden otras conmemoraciones: desde una exposición de kimilsungias y kimjongilias, las variedades de orquídeas y begonias dedicadas a sus líderes, a la inauguración de una calle, presidida por el líder supremo. Los carteles en la calle recuerdan que “El Día del Sol es el acontecimiento más importante”.
Para el régimen, es imprescindible tirar la casa por la ventana para celebrarlo: refuerza el culto a la personalidad en torno a la dinastía Kimy, por tanto, reafirma la legitimidad del mandato del propio Kim Jong-un, nieto del fundador. El desfile que se prepara para este sábado -no anunciado oficialmente, pero vox pópuli ante los extensos preparativos que han cerrado ya el centro de Pyongyang- no solo busca reafirmar el poderío militar del país y enviar un mensaje de desafío al mundo; también, y sobre todo, dará una oportunidad al denominado líder supremo de darse un baño de adoración de su pueblo.
“Cada año celebramos con más ganas el aniversario del camarada Kim Il-sung. Este año lo haremos de manera especialmente emocionada”, aseguraba Kim Yong-jun, de 12 años, una de las alumnas del Palacio de los Niños, donde aprende a tocar el acordeón. “No sé expresar en pocas palabras lo que siento. Pensar en el general (Kim Il-sung) o el mariscal (Kim Jong-un) es como estar con ellos”, añade su compañera Kim Yu-song, de 13 años, según traduce una de las funcionarias norcoreanas que supervisa cada paso de la prensa extranjera durante su estancia en el país.
En el resto de la ciudad, se suceden otras conmemoraciones: desde una exposición de kimilsungias y kimjongilias, las variedades de orquídeas y begonias dedicadas a sus líderes, a la inauguración de una calle, presidida por el líder supremo. Los carteles en la calle recuerdan que “El Día del Sol es el acontecimiento más importante”.
Para el régimen, es imprescindible tirar la casa por la ventana para celebrarlo: refuerza el culto a la personalidad en torno a la dinastía Kimy, por tanto, reafirma la legitimidad del mandato del propio Kim Jong-un, nieto del fundador. El desfile que se prepara para este sábado -no anunciado oficialmente, pero vox pópuli ante los extensos preparativos que han cerrado ya el centro de Pyongyang- no solo busca reafirmar el poderío militar del país y enviar un mensaje de desafío al mundo; también, y sobre todo, dará una oportunidad al denominado líder supremo de darse un baño de adoración de su pueblo.
“Cada año celebramos con más ganas el aniversario del camarada Kim Il-sung. Este año lo haremos de manera especialmente emocionada”, aseguraba Kim Yong-jun, de 12 años, una de las alumnas del Palacio de los Niños, donde aprende a tocar el acordeón. “No sé expresar en pocas palabras lo que siento. Pensar en el general (Kim Il-sung) o el mariscal (Kim Jong-un) es como estar con ellos”, añade su compañera Kim Yu-song, de 13 años, según traduce una de las funcionarias norcoreanas que supervisa cada paso de la prensa extranjera durante su estancia en el país.
Mientras en Pyongyang los ciudadanos se afanan por conmemorar a los líderes, en la región aumenta la escalada de la retórica. Mientras se espera la llegada a la zona del portaaviones estadounidense Carl Vinson, el Ejército norcoreano ha advertido en un comunicado que responderá de manera “despiadada” a cualquier ataque del que considera su peor enemigo. China ha advertido que podría estallar “en cualquier momento” un conflicto relacionado con Corea del Norte. Air China, la línea aérea nacional, ha suspendido sus vuelos a Pyongyang a partir del lunes.
Los adultos también repiten los mensajes de devoción a los líderes una y otra vez. Kim Hyon-hwa, de 30 años y empleada en una compañía informática, asegura antes de tomar el metro que está muy emocionada porque este sábado estará presente en la inmensa plaza Kim Il-sung, en el centro de la capital, para presenciar el desfile: “es una ocasión para dar las gracias por lo que los líderes han hecho por nosotros”.
Los analistas han advertido que este país podría llevar a cabo estos días una nueva prueba nuclear, la sexta de su historia, o un lanzamiento de misiles. En los últimos años el régimen ha solido marcar con este tipo de demostraciones de fuerza el aniversario de su “Líder Eterno”.
En las calles de la capital no se detectan señales en este sentido. Los ciudadanos, en general, se muestran indiferentes. “Las amenazas y las sanciones han existido siempre”, se encoge de hombros Kim Yong-sun, una jubilada de 72 años, “nos dan lo mismo, siempre hemos salido adelante”.