La Ciénaga de Zapata uno de los mayores humedales de Cuba. Foto: José Daniel Ruiz Martínez
-I-
Ciénaga, tú fuiste ruina
De un pasado tan horrendo
Que un niño nacía viendo
Del júcaro, cada espina.
El biberón, fue la harina
Endulzada con hicacos
Y los culeros, opacos
Por el tizne del carbón,
Y era la colcha un rincón
Aforado por los sacos.
-II-
Eras la ciudad perdida,
Sin camino ni trabajo,
Y el boniato con tasajo
Lo mejor de tu comida.
Llevabas dentro una herida
De un pretérito inhumano
Y cada penca de guano
Que cobijaba tu horror,
Era un grito de dolor
En el eco del pantano.
-III-
Para ti, Ciénaga, el día
Comenzaba cuando el canto
Del gallo, era un espanto
En medio de la agonía.
Después la noche caía
Con dolores en el pecho
Para dejarle, maltrecho
El crepúsculo a la choza;
Y la luz de una chismosa
Posándose sobre el techo.
-IV-
Entonces se hacía cruda
Por el frío y por la plaga
Con el camastro en la zaga
De un horno, pidiendo ayuda.
La tarde se hacía ruda
Por los trabajos ingratos,
Y así, con tantos maltratos
Las horas se hacían recias
Y había muchas Nemesias
Llorando por sus zapatos.
-V-
Pero un enero inmortal
Trajo la luz al batey
Transformando al curujey
En aula y en hospital.
Ya por todo el humedal
Se regaba la confianza
Y como punta de lanza
Vino la Revolución,
A mi tierra del carbón
Para sembrar la esperanza.
-VI-
Entonces el cenaguero
Escaló al sueño más alto
Por la escalera de asfalto
Que se le puso al sendero.
El humilde carbonero
Dijo adiós a su pobreza,
Y sepultó la tristeza
De ver morir a sus críos
En los canales del frío
Y el yugo de la maleza.
Escuela en Cayo Ramona. Ciénaga de Zapata. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
-VII-
La luz eléctrica vino
Por un tejido de cobre
Para borrar la salobre
Oscuridad del camino.
Llegó el agua con un fino
Vaivén en su movimiento,
Y las sonrisas del viento
Alegraron el pantano
Cuando la choza de guano
Se hizo de arena y cemento.
-VIII-
Recale de blanca bata
Dio a la soledad sutura,
Y el farol de la cultura
Se adueñaba de Zapata.
Hoy una luna de plata
Cobija el techo, y se aprecia
Que se endulza la magnesia
Con azúcares más francos
Y hay una lluvia de blancos
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