China ha soñado con construir su propio avión civil desde la década de 1970, cuando comenzó a trabajar en el Y-10, un proyecto que finalmente fue abandonado. El nuevo aparato necesita obtener la confianza de los consumidores y, sobre todo, de las aerolíneas chinas.
El bimotor C-919, cuyo nombre suena a la palabra china para "eterno", puede acomodar a 168 pasajeros en una de sus configuraciones de capacidad máxima. Tiene un alcance de hasta 5.555 kilómetros y la cartera de pedidos es ya de 570 unidades, casi todos de líneas aéreas nacionales, informa Afp. El precio estimado de cada unidad es de 70 millones de dólares (63,5 millones de euros), según las cifras facilitadas en el momento de su presentación, hace un año y medio.
El aparato tendrá que pasar más pruebas para obtener la certificación de aeronavegabilidad de China. La compañía con sede en Shanghái también tiene como objetivo que el avión sea certificado por reguladores estadounidenses y europeos, para abrir el mercado de la empresa.
China ha dado un paso significativo en su ambicioso programa espacial con el lanzamiento del primer satélite de telecomunicación cuántica del mundo. Se trata de una nueva tecnología basada en la física cuántica que, si logra materializarse, permitirá el envío de datos de forma mucho más rápida a la actual entre el espacio y la tierra y evitará que los piratas informáticos puedan acceder a ellos.
"Va a ser como tirar una moneda desde un avión situado a 100.000 metros de altitud para que caiga exactamente en la ranura de una hucha que gira", explicó como ejemplo el ingeniero espacial Wang Jianyu a la agencia oficial Xinhua. Los investigadores chinos intentarán a partir de ahora que el satélite transmita datos de forma segura desde Pekín a Urumqi, la capital de la provincia noroccidental de Xinjiang. Más adelante se enviarían de la capital china a Viena.
El lanzamiento es un hito para el programa espacial del país asiático, que siempre ha ido varios pasos atrás del estadounidense o el soviético. Pero con el desarrollo económico de las últimas décadas, Pekín ha pisado el acelerador y desembolsado una ingente cantidad de recursos que han permitido acortar la distancia. El satélite de comunicación cuántica forma parte de las prioridades estratégicas del país sobre ciencia espacial, aprobadas en 2011, mientras que el desarrollo de tecnologías basadas en la física cuántica es uno de los objetivos que marca el último plan quinquenal, validado en marzo. China es uno de los países que está tratando de construir el primer ordenador que funcione con tecnología cuántica, con procesadores que multiplicarían las velocidades actuales.
Prueba de este ímpetu es la sucesiva puesta en órbita de varias sondas desde finales del año pasado. En diciembre se lanzó un satélite para investigar la materia oscura y en abril se envió otro durante doce días para llevar a cabo experimentos relacionados con la ingravidez. Se espera que a finales de año se mande uno más cuyo objetivo será el estudio de los agujeros negros.
Los expertos consideran que, con el Micius, China se sitúa en cabeza en la investigación sobre uno de los sistemas más prometedores para revolucionar las telecomunicaciones. Si el proyecto funciona, los investigadores aseguran que lanzarán otro satélite similar en el próximo lustro y que el país podría conseguir una "red global de comunicaciones cuánticas" en 2030.