Palabras de Rafael Correa Delgado, Presidente de la República del Ecuador, en el acto de entrega de la Orden “José Martí”, en el Palacio de la Revolución, el 5 de mayo de 2017, “Año 59 de la Revolución”.
(Consejo de Estado – Palacio de la Revolución)
Muchísimas gracias.
Un inmenso abrazo a la delegación cubana, a su Presidente, el Comandante Raúl Castro Ruz; un abrazo a la delegación ecuatoriana, al pueblo cubano, al pueblo ecuatoriano, a los hermanos de la patria grande.
Es mi última visita como Presidente de la República del Ecuador a nuestra querida Cuba, esta tierra hermana, esta tierra hermosa, esta tierra amiga. Han sido 10 años muy intensos, fueron muy felices, y la mejor manera de terminar esos 10 años es visitando nuestra querida Cuba.
Muchas gracias al pueblo cubano por lo bien que nos ha tratado. El día de ayer estuvimos en la Ciudad de Santiago visitando la tumba del Apóstol José Martí, visitando la tumba de Fidel, dejándole esa rosa blanca que se deja al amigo sincero que siempre tendió su mano franca.
Visitamos el Cuartel Moncada, y de esos privilegios que da la vida, el guía fue un protagonista de esa gesta heroica, el Comandante Ramiro Valdés. Mis saludos, mis respetos, mi cariño, al igual que a todos los héroes de la Revolución.
Si algo he podido hacer en estos 10 años —haciendo una analogía con lo que alguna vez escribió Newton, dijo: si vi lejos fue porque me apoyé en hombros de gigantes—, si algo pude hacer es que me apoyé en hombros de gigantes; gigantes como Bolívar, gigantes como Eloy Alfaro, como su amigo José Martí, gigantes como el Che; gigantes a los que la vida me dio la oportunidad de conocerlos, de ser su amigo, de escuchar directamente sus consejos como Néstor Kirchner, como Hugo Chávez, como Fidel.
Hoy llevo la condecoración José Martí en el pecho, siempre hemos llevado a José Martí en el corazón. Toda mi vida he sido martiano, creo que fue un hombre extraordinario, adelantado para su época, primero en la reflexión, primero en la acción, un latinoamericano que forma parte no solo de la historia regional, sino de la historia universal.
Recibo esta condecoración, querido Raúl, porque sé que no es para este compañero, solo hemos cumplido, a lo sumo, con nuestro deber, es para el pueblo ecuatoriano, para sellar esta hermandad indisoluble entre Cuba y Ecuador, para seguir construyendo juntos la patria grande.
Como dijo nuestro viejo luchador, el general Eloy Alfaro Delgado, nada soy, nada valgo, nada pretendo, nada busco para mí, todo para ustedes, pueblo, que se ha hecho digno de ser libre.
Muchísimas gracias, Cuba.
¡Hasta la victoria siempre, compañeros!
(Aplausos).