Su "plan insano" consiste en rodear a Rusia y China con bases de misiles antibalísticos para establecer un escudo contra las medidas recíprocas que podrían emprender Moscú y Pekín. Además, estas instalaciones militares de EEUU podrían estar equipadas con misiles nucleares, sin que Rusia y China lo sepan.
"Esto reducirá el tiempo de alerta a cinco minutos, dejando a las víctimas de Washington poco tiempo para tomar una decisión", prosigue Roberts.
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Por otra parte, una represalia débil simplemente provocaría una segunda ola de ataques nucleares por parte de Washington que borraría ciudades rusas y chinas, mataría a millones de personas, dejando a ambos países en ruinas.
"En pocas palabras, las belicistas norteamericanos están apostando a que las autoridades rusas y chinas entreguen las armas en lugar de correr el riesgo de ser completamente destruidos", indica.
A juicio del experto, los neoconservadores son "lo suficientemente malvados como para lanzar un ataque nuclear preventivo". No obstante, también podría ser que su plan tenga como objetivo crear tales condiciones para Rusia y China, que las autoridades de ambos países empiecen a creer que "el destino les da la espalda" y, por lo tanto, deben aceptar el dominio de Washington.
Así, para sentirse seguro de su hegemonía, Washington tendrá que ordenar a Moscú y Pekín desarmarse, destaca Roberts. Sin embargo, este plan "está lleno de riesgos" ya que "los cálculos erróneos siempre son una característica de la guerra".
"Es imprudente e irresponsable arriesgar la vida del planeta nada más que para la hegemonía de Washington", admite.
Los rusos, igual que todas las personas sensatas, tienen la esperanza de que "los vasallos de Washington comprendan que son ellos los que están en riesgo —un riesgo con el cual no tienen nada que ganar y todo que perder—, repudien su vasallaje y eliminen las bases estadounidenses", expresa Roberts.
"Les debe quedar claro a los políticos europeos que están siendo arrastrados a un conflicto con Rusia", subraya.
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Según Roberts, el 'resurgimiento de Rusia' implica que el país eslavo es lo suficientemente fuerte y confiado para defender sus intereses y los de sus aliados. Por ejemplo, Moscú fue capaz de "bloquear la planeada invasión en Siria de Barack Obama y el bombardeo de Irán además de permitir que las fuerzas sirias derrotaran a Daesh —organización terrorista proscrita en Rusia y otros países—, que fue enviado por Obama y Hillary Clinton para derrocar a Asad.
"El 'resurgimiento de Rusia' se debe a que el país puede bloquear las acciones unilaterales de EEUU contra otros países", apunta.
Mientras los neoconservadores "estaban absortos en las guerras estilo 'cakewalk' (en referencia a un baile desarrollado por los esclavos estadounidenses que imitaban el comportamiento de sus amos), que ya han durado 16 años", sus rivales —Moscú y Pekín— emergieron como controladores del unilateralismo que Washington había disfrutado desde la desintegración de la URSS.
"Lo que Washington está tratando de hacer es recuperar su capacidad de actuar en todo el mundo sin ninguna restricción de ningún otro país. Esto requiere que Rusia y China se retiren", profundiza Roberts.
Es probable que Rusia y China sacrifiquen su soberanía por el bien de la vida en la Tierra. No obstante, al mismo tiempo la "conciencia moral de los dos les impulsará a oponerse al mal encarnado por Washington con el fin de no sucumbir a este mal", expresa el autor.
"Creo que el mal que gobierna en Washington está llevando a EEUU y sus países vasallos a la destrucción total", sostiene.
Roberts recuerda a los lectores que su nombre está en la lista de los 'agentes rusos'. Para él, ser 'agente ruso' es "respetar el derecho internacional y la vida", los cuales no respeta el propio Washington. Además, significa "responder a las provocaciones con diplomacia y las solicitudes de cooperación, lo que no sabe hacer Washington".
"Es evidente que un 'agente ruso' es una persona moral que quiere preservar la vida y la identidad nacional y la dignidad de otros pueblos", subraya.
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De acuerdo con el autor, Washington quiere "apagar la moralidad humana y convertirse en el amo del planeta".
"Washington sin ninguna duda es Sauron. La única pregunta importante es si hay suficiente bien en el mundo para resistir y superar el mal de Washington", concluye.