Aumenta la alarma sobre el cambio climático. Los gases de efecto invernadero se consideran la clave del problema y aunque la contribución de Cuba a las emisiones globales es mínimo —no rebasa el 0,08 %—, por su condición de archipiélago el costo será alto.
La costa es el escenario más frágil. Por solo citar un ejemplo, de las 499 playas que se evaluaron en el inventario inicial, el 82 por ciento tiene indicios de erosión. El nivel del mar ha subido 6.77 centímetros como promedio, desde 1966 hasta la fecha, proceso que se ha acelerado en los últimos cinco años.
Desde mediados del siglo pasado, la temperatura media anual ha aumentado en 0.9 grados Celsius en Cuba. Hoy, nuestro clima es más cálido y extremo. Las cifras y datos lo confirman, el cambio climático nos está dando un ultimátum, o actuamos ahora o mañana será demasiado tarde.
Los datos anteriores son resultado de observaciones preliminares de disímiles grupos multidisciplinarios, integrados por especialistas de todo el país. Los equipos de trabajo hicieron una evaluación integral de la situación de la Isla ante este fenómeno, imprescindible para hacer el análisis actual y prospectivo y para que la implementación de La Tarea Vida: Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático naciera sobre bases científicas sólidas, destacó Rudy Montero, especialista principal del Grupo de Evaluación de Riesgos de la Agencia de Medio Ambiente, en la Mesa Redonda de este lunes.
“Las proyecciones futuras indican que la elevación del nivel medio del mar puede alcanzar hasta 27 centímetros para el año 2050 y hasta 85, para el 2100, valores que se corresponden con los rangos estimados para todo el planeta. Lo que implicará disminución lenta de nuestra superficie sumergida y crecimiento de la salinización, a partir de que nuestros acuíferos subterráneos tendrán un nivel de impacto a tener en cuenta”, precisó el especialista.
Rudy Montero, especialista principal del Grupo de Evaluación de Riesgos de la Agencia de Medio Ambiente.
Las acciones estarán encaminadas a la prevención, preparación, respuesta y recuperación, para enfrentar y reducir los riesgos y las vulnerabilidades, “para adaptarnos a este fenómeno que afecta a todos”, insistió Rudy.
“Hoy se han concluido 103 estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo en todo el país. En una primera etapa, culminamos todo lo relacionado a los peligros hidrometeorológicos, que incluyen las afectaciones por fuertes vientos, inundaciones por penetraciones del mar y por intensas lluvias; en una segunda etapa, los estudios por sequía, incendios en áreas rulares, los peligros de origen geológico, tecnológico y sanitario”, explicó.
Entre los peligros principales del cambio climático se han identificado las inundaciones costeras producidas por eventos meteorológicos extremos, por las afectaciones que provocan al patrimonio natural y construido, así como la elevación del nivel del mar, una problemática que pone en peligro a varios asentamientos. “Que los tenemos identificados a largo plazo, para el año 2050, y a muy largo plazo, para 2100, en los cuales hay que trabajar en pos de los nuevos ordenamientos territoriales para cada uno de ellos”, confirmó Rudy Montero.
El especialista dijo que se ha evaluado el daño ocasionado a los principales elementos de la protección costera, en la cual influyen los ecosistemas, que amortiguan el impacto del oleaje provocado por los eventos meteorológicos extremos. Asimismo actúan como barrera ante la intrusión marina que causa la salinización de nuestros acuíferos y de nuestros principales recursos naturales.
En base a un clima futuro caracterizado por menos precipitaciones, mayor temperatura y ocurrencia de sequía, los estudios proyectan que para el año 2100 existirá una reducción del 37 por ciento de la disponibilidad del potencial de agua. Un fundamento científico que avala y hace urgente la implementación de un Plan de Estado que nos permitirá reducir riesgos y llegar allí preparados.
Elba Rosa Pérez Montoya, titular del ramo recordó al inicio de la Mesa que este plan es una continuidad del pensamiento del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Entre tanto, Elba Rosa Pérez Montoya, titular del ramo recordó al inicio de la Mesa que este plan es una continuidad del pensamiento del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz “quien siempre estuvo al tanto de los efectos de este fenómeno y avizoró de manera oportuna las maneras de contrarrestarlo”.
La también miembro del Comité Central del PCC enfatizó que esta ha sido estrategia más abarcadora e integral de todas las que se han elaborado pues precisa lugares y acciones a acometer en el corto, mediano, y largo plazo.
“Las tareas son de una complejidad elevada pues se deben ejecutar inversiones ambientales que se caracterizan por su alto costo y por requerimientos especiales. Las tareas que llevaremos a cabo se basan en los estudios de muchísimos científicos y que hoy se han sistematizado”, agregó.
Fernando Mario González Bermúdez en la Mesa Redonda.
En otro momento del programa radio-televisivo, Fernando Mario González Bermúdez explicó algunos de los antecedes del actual Plan de Estado aprobado recientemente. En su intervención precisó que antes del Triunfo de la Revolución no existía una política para la educación, la protección y el cuidado del medio ambiente a lo cual se le suma que el país carecía del potencial humano y tecnológico para hacerlo.
Entre las principales acciones acometidas para enfrentar el cambio climático se encuentran:
Creación del Instituto de Meteorología
Fundación del Instituto de Recursos Hidráulicos
Sistema de la Defensa Civil
Creación y perfeccionamiento de las redes temáticas (Hidrológico, meteorológico, sismológico, geodésico, oceanográfico, radiológico, y sanitario)
El Atlas Nacional de Cuba (dos ediciones)
Conformación del mapa y el léxico geológico de Cuba
Mapas de Suelo y Atlas Climático
En 1991 se realiza un estudio preliminar sobre los impactos del cambio climático en Cuba (elevado nivel de vulnerabilidad)
Creación en 1994 del CITMA
Ley 81 del Medio Ambiente
Programa Nacional Científico-técnico de cambios globales y evolución del medio ambiente cubano
Aprobación en el año 2005 de la Directiva No 1 para la reducción de desastres del Consejo de Defensa Nacional. (Actualizada en el 2010)
Acciones estratégicas y tareas de Vida
La Tarea Vida contempla un conjunto de cinco acciones estratégicas y 11 tareas dirigidas a contrarrestar las afectaciones en las zonas vulnerables, las mismas fueron aprobadas el 25 de abril de este año por el Consejo de Ministros y constituyen una prioridad para la política ambientalista del país.
Dado que su implementación requerirá de un programa de inversiones progresivas que se irán ejecutando a corto (año 2020), mediano (2030), largo (2050) y muy largo (2100) plazos, “este es un programa que se va ir enriqueciendo y ampliando en la medida que vayamos avanzando en su ejecución”, precisó Odalys Goycochea Cardoso, directora de Medio Ambiente del CITMA.
“Esta es una propuesta integral, en la que se presenta una primera identificación de zonas y lugares priorizados, sus afectaciones y las acciones a acometer”, aseveró la Doctora.
Acciones estratégicas:
1- No permitir las construcciones de nuevas viviendas en los asentamientos costeros amenazados que se pronostica su desaparición por inundación permanente y los más vulnerables. Reducir la densidad demográfica en las zonas bajas costeras.
2- Desarrollar concepciones constructivas en la infraestructura, adaptadas a las inundaciones costeras para las zonas bajas.
3- Adaptar las actividades agropecuarias, en particular las de mayor incidencia en la seguridad alimentaria del país, a los cambios en el uso de la tierra como consecuencia de la elevación del nivel del mar y la sequía.
4- Reducir las áreas de cultivos a las costas afectadas por la intrusión salina. Diversificar los cultivos, mejorar las condiciones de los suelos, introducir y desarrollar variedades resistentes al nuevo escenario de temperaturas.
5- Planificar en los plazos determinados los procesos de reordenamiento urbano de los asentamientos e infraestructuras amenazadas, en correspondencia con las condiciones económicas del país.
Asimismo, las 11 tareas se enfocan en identificar y acometer acciones y proyectos de adaptación al cambio climático: protección costera de las ciudades, relocalización de asentamientos humanos, recuperación integral de playas, manglares y otros ecosistemas naturales protectores, obras hidráulicas y de ingeniería costera, entre otras.
También asegurar la disponibilidad y el uso eficiente del agua, como parte del enfrentamiento a la sequía; dirigir la reforestación hacia la máxima protección de los suelos y las aguas; detener el deterioro de los arrecifes de coral, rehabilitarlos y conservarlos; así como implementar otras medidas en programas, planes y proyectos vinculados a la energía renovable, la eficiencia energética, la seguridad alimentaria, la salud y el turismo.
La directora de Medio Ambiente del CITMA dijo que se han identificado áreas priorizadas teniendo en cuenta la preservación de la vida de las personas en los lugares más vulnerables, la seguridad alimentaria y el desarrollo del turismo.
Zonas, áreas y lugares priorizados.
– Sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque
– Litoral Norte de La Habana y su bahía.
– Zona Especial de Desarrollo de Mariel
– Varadero y sus corredores turísticos.
– Cayos turísticos de Villa Clara y del norte de Ciego de Ávila y Camagüey
– Costa Norte y Sur de Ciego de Ávila
– Litoral Norte de Holguín
– La ciudad de Santiago de Cuba y su bahía
– Territorios amenazados por la elevación del nivel medio del mar
Hoy es un hecho científicamente reconocido que los cambios climáticos, cuya expresión mayor es el calentamiento global, son de naturaleza antropogénica, con un grado de seguridad del 95%. Es decir, tienen su génesis en un tipo de comportamiento humano violento con la naturaleza.
Este comportamiento no está en sintonía con los ciclos y ritmos de la naturaleza. El ser humano no se adapta a la naturaleza sino que la obliga a adaptarse a él y a sus intereses. El mayor interés, dominante desde hace siglos, se concentra en la acumulación de riqueza y de beneficios para la vida humana a partir de la explotación sistemática de los bienes y servicios naturales, y de muchos pueblos, especialmente, de los indígenas.
Los países que hegemonizan este proceso no han dado la debida importancia a los límites del sistema-Tierra. Continúan sometiendo a la naturaleza y la Tierra a una verdadera guerra, a pesar de que saben que serán vencidos.
La forma como la Madre Tierra demuestra la presión sobre sus límites intraspasables es mediante los eventos extremos (prolongadas sequías por un lado y crecidas devastadoras por otro; nevadas sin precedentes por una parte y oleadas de calor insoportables por otra).
Ante tales eventos, la Tierra ha pasado a ser el claro objeto de la preocupación humana.
Las numerosas COPs (Conferencia de las Partes), organizadas por la ONU nunca llegaban a una convergencia. Solamente en la COP21 de París, realizada del 30 de noviembre al 13 de diciembre de 2015 se llegó por primera vez a un consenso mínimo, asumido por todos: evitar que el calentamiento supere los 2 grados Celsius.
Lamentablemente esta decisión no es vinculante. Quien quiera puede seguirla, pero no existe obligatoriedad, como lo mostró el Congreso norteamericano que vetó las medidas ecológicas del presidente Obama. Ahora el presidente Donald Trump las niega rotundamente como algo sin sentido y engañoso.
Va quedando cada vez más claro que la cuestión es antes ética que científica. Es decir, la calidad de nuestras relaciones con la naturaleza y con nuestra Casa Común no eran ni son adecuadas, más bien son destructivas.
Citando al Papa Francisco en su inspiradora encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015): «Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos… estas situaciones provocan el gemido de la hermana Tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo» (n. 53).
Necesitamos, urgentemente, una ética regeneradora de la Tierra, que le devuelva la vitalidad vulnerada a fin de que pueda continuar regalándonos todo lo que siempre nos ha regalado. Será una ética del cuidado, de respeto a sus ritmos y de responsabilidad colectiva.
Pero no basta una ética de la Tierra. Es necesario acompañarla de una espiritualidad.
Ésta hunde sus raíces en la razón cordial y sensible. De ahí nos viene la pasión por el cuidado y un compromiso serio de amor, de responsabilidad y de compasión con la Casa Común, como por otra parte viene expresado al final de la encíclica del obispo de Roma, Francisco.
El conocido y siempre apreciado Antoine de Saint-Exupéry, en un texto póstumo escrito en 1943, Carta al General “X” afirma con gran énfasis: «No hay sino un problema, sólo uno: redescubrir que hay una vida del espíritu que es todavía más alta que la vida de la inteligencia, la única que puede satisfacer al ser humano» (Macondo Libri 2015, p. 31).
En otro texto, escrito en 1936 cuando era corresponsal de Paris Soir durante la guerra de España, que lleva como título Es preciso dar un sentido a la vida, retoma la vida del espíritu. En él afirma: «el ser humano no se realiza sino junto con otros seres humanos en el amor y en la amistad. Sin embargo los seres humanos no se unen sólo aproximándose unos a otros, sino fundiéndose en la misma divinidad. En un mundo hecho desierto, tenemos sed de encontrar compañeros con los cuales con-dividir el pan» (Macondo Libri p.20).
Al final de la Carta al General “X” concluye: «¡Cómo tenemos necesidad de un Dios!» (op. cit. p. 36).
Efectivamente, sólo la vida del espíritu da plenitud al ser humano. Es un bello sinónimo de espiritualidad, frecuentemente identificada o confundida con religiosidad. La vida del espíritu es más, es un dato originario y antropológico como la inteligencia y la voluntad, algo que pertenece a nuestra profundidad esencial.
Sabemos cuidar la vida del cuerpo, hoy una verdadera cultura con tantas academias de gimnasia. Los psicoanalistas de varias tendencias nos ayudan a cuidar de la vida de la psique, para llevar una vida con relativo equilibrio, sin neurosis ni depresiones.
Pero en nuestra cultura olvidamos prácticamente cultivar la vida del espíritu que es nuestra dimensión radical, donde se albergan las grandes preguntas, anidan los sueños más osados y se elaboran las utopías más generosas. La vida del espíritu se alimenta de bienes no tangibles como el amor, la amistad, la convivencia amigable con los otros, la compasión, el cuidado y la apertura al infinito. Sin la vida del espíritu divagamos por ahí sin un sentido que nos oriente y que haga la vida apetecible y agradecida.
Una ética de la Tierra no se sustenta ella sola por mucho tiempo sin ese supplément d’ame que es la vida del espíritu. Ella hace que nos sintamos parte de la Madre Tierra a quien debemos amar y cuidar.
Este jueves se emitió además la Proclamación de Marruecos, en la cual se pidió a los 196 países asistentes a la cita, los organismos multilaterales y organizaciones no gubernamentales, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar los esfuerzos de adaptación.
El presidente de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP22), Salaheddine Mezouar, dio conclusión hoy al evento pidiendo un mayor compromiso político, específicamente de Estados Unidos, frente al fenómeno del clima.
El objetivo de este llamado es contar con el pragmatismo de Donald Trump, refirió Mezouar, en respuesta al mensaje del presidente electo estadunidense, sobre el anuncio de sacar a su país del Acuerdo de París.
En este sentido, la directora de Cooperación Climática Internacional del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Mariana Panuncio-Feldman, dijo en esta última jornada, que esta conferencia debe sacar el compromiso para que en dos años se cuente con los lineamientos de lo que será la gobernanza global para el cambio climático.
Por el momento, los convenios que hay sobre la mesa son importantes, pero insuficientes y seguimos camino a los 2.7 o tres grados centígrados, por lo que es necesario salir de la COP22 con una decisión clara, añadió.
Panuncio-Feldman indicó también que el desafío es que los sectores económicos absorban los compromisos en las estrategias nacionales, de la misma forma que lo hacen países como México, Brasil, Chile, Uruguay, entre otros con las energías renovables.
Las regiones latinoamericas tienen ahora una oportunidad si se trabaja en ello, se acelera la implementación de sus contribuciones nacionales y se movilizan, apuntó la representante de la WWF.
Este jueves se emitió además la Proclamación de Marruecos, en la cual se pidió a los 196 países asistentes a la cita, los organismos multilaterales y organizaciones no gubernamentales, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar los esfuerzos de adaptación.
De esta forma, se beneficiará y apoyará la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, destacó Mezouar.
El documento indica que los países desarrollados reafirmaron la meta de movilización de 100 mil millones de dólares y ratificaron la Enmienda de Doha.
Además abogaron por más acciones y apoyo climático, mucho antes de 2020, teniendo en cuenta las necesidades específicas y las circunstancias especiales de las naciones en desarrollo, los países menos adelantados y aquellos particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.
Desde el 7 de noviembre sesionó en esta ciudad la COP22, que según los asistentes impulsó el acuerdo, no sólo para el cumplimiento por los gobiernos, sino también por la iniciativa privada, gobiernos locales, ciudades y sociedad civil.
También lanzó iniciativas de colaboración para hacer frente al cambio climático en transporte, agricultura y desarrollo sostenible.
El 12 de diciembre, casi 200 países aprobaron el llamado “Acuerdo de París”. Este documento de 32 páginas de extensión detalla minuciosamente el nuevo plan oficial de la humanidad para hacer frente a la crisis que supone el cambio climático.
Las negociaciones para llegar al acuerdo se llevaron a cabo en un complejo fuertemente protegido ubicado en la zona parisina de Le Bourget. En virtud del “estado de emergencia” declarado tras los atentados terroristas que el 13 de noviembre provocaron la muerte de 130 personas en París, en todo el territorio francés estaban prohibidas las manifestaciones. Pese a ello, hubo activistas que no acataron la prohibición, también en virtud de un “estado de emergencia”, frase con la que describen la situación del clima del planeta.
Durante las dos semanas de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático se llevaron a cabo manifestaciones, por momentos violentamente reprimidas por la policía, en las que personas de todo el mundo pidieron un tratado justo, ambicioso y vinculante a fin de evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Dos días después del término de las negociaciones, el periodista británico George Monbiot sostuvo en Democracy Now!: “Lo que veo es un acuerdo sin plazos ni objetivos, con vagas y leves aspiraciones. Veo muchas palmadas en la espalda, mucha auto-felicitación, pero veo muy poco en términos del contenido real que se requiere para evitar el colapso de clima”.
La postura de George Monbiot es opuesta a la de muchas personas comprometidas con la causa ambiental, quienes consideran el resultado de las negociaciones como un avance positivo. Michael Brune, director ejecutivo de Sierra Club, dijo: “Casi todos los países del mundo se comprometieron ya sea a reducir su propio nivel de emisiones de carbono o a poner un tope al aumento de sus emisiones. Hubo también un reconocimiento explícito de que aquello a lo cual se comprometieron no es suficiente y por tanto se estableció un proceso para evaluar el grado de avance que se alcanza y comprometerse entonces a efectuar mayores reducciones de forma ininterrumpida en los años siguientes”.
La cumbre comenzó con el mayor encuentro de jefes de estado de la historia. El Dr. Hoesung Lee, presidente del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático ( IPCC , por sus siglas en inglés), organización de casi 2.000 científicos que publica el consenso de la comunidad científica mundial sobre el cambio climático, se dirigió a los líderes y enunció: “El clima ya está cambiando y sabemos que ello se debe a la actividad humana. De continuar de esta manera, nos arriesgamos a enfrentar impactos cada vez más graves e irreversibles: aumento del nivel del mar, sequías e inundaciones cada vez peores, escasez de agua y alimentos, aumento de los flujos de inmigración y refugiados a causa del clima, para mencionar solamente algunos”.
En casi todos los rincones del planeta, las conclusiones de la ciencia que estudia el clima se aceptan como un hecho. Estados Unidos, principal país contaminante en la historia y sede de algunas de las compañías de extracción de combustibles fósiles más poderosas y políticamente influyentes a nivel mundial, es el único lugar donde se da crédito a quienes niegan el cambio climático.
Los especialistas en clima del IPCC proporcionaron distintos escenarios posibles frente al calentamiento global en los que describen de qué manera podría ser el mundo si el planeta alcanzara una serie de distintas temperaturas. Ya nos encontramos 1° Celsius por encima de la temperatura promedio de la era preindustrial y enfrentamos impactos devastadores. El principio rector del Acuerdo de París es la promesa de mantener “el aumento de la temperatura promedio del mundo muy por debajo de los 2° Celsius (lo que equivale a 3,6° F) en relación a los niveles preindustriales y desarrollar esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5° Celsius (o 2,7º F) por encima de los niveles preindustriales”.
Esta diferencia, en apariencia pequeña, resulta de suma importancia. Con una rápida descarbonización de la economía mundial, con un rápido pasaje a energías renovables no contaminantes podríamos limitar el aumento de la temperatura a 1,5° Celsius. En ese escenario, los pequeños países insulares podrían sobrevivir al aumento del nivel del mar que se prevé. Con un aumento de 2° Celsius, el hielo polar se derrite, el agua se calienta y por tanto se expande y el nivel del mar se incrementa 91 cm. Varios pequeños países insulares, como Maldivas o las Islas Marshall quedarían completamente sumergidos y desaparecerían. El objetivo de limitar el aumento de temperatura a un grado y medio por encima del nivel de la era pre-industrial se incluyó en el Acuerdo de París, pero como destaca George Monbiot: “Es como si se hubieran permitido adoptar 1,5° Celsius como objetivo al que aspirar ahora que esa meta ya es casi imposible de alcanzar”.
La periodista y activista Naomi Klein habló también sobre el acuerdo. Klein sostuvo: “Pasará por encima de los límites cruciales establecidos por los científicos y pasará también por encima de los límites de la equidad. Sabemos, haciendo cálculos y sumando los objetivos que las principales economías presentaron en París, que esos objetivos nos llevan a un futuro muy peligroso. Nos llevan a un futuro con un calentamiento de 3 a 4 grados Celsius”.
Asad Rehman, de Amigos de la Tierra, describió el límite de la equidad del que hablaba Naomi Klein: “Se trata de dar apoyo a los más vulnerables, las personas más pobres, que son quienes ya están perdiendo sus vidas y medios de sustento y que son quienes van a enfrentarse a impactos climáticos cada vez peores, principalmente por responsabilidad de los países ricos y desarrollados que han crecido y se han enriquecido gracias a la contaminación con carbono”. En el Acuerdo de París, a este apoyo se le llama “Pérdidas y daños”, que en los hechos significa un sistema de compensaciones de índole financiera por parte de los países ricos a los países pobres que sufren los graves impactos del cambio climático. Rehman agregó: “Los países ricos responsables de esta crisis pretenden ahora trasladar la carga de la responsabilidad de los ricos a los pobres. Mi gente habla del legado de Obama en lo que refiere al cambio climático. Desafortunadamente, el legado que dejará en este sentido es un cáliz de veneno para los pobres, al hacerles pagar realmente los impactos del cambio climático”.
Una amplia coalición de organizaciones de acción contra el cambio climático prometieron un agresivo año de acciones directas orientadas a precipitar el fin de la era de los combustibles fósiles. Como me dijo Kumi Naidoo, de Greenpeace: “La mayoría de los que formamos parte de las organizaciones de la sociedad civil, nunca hablamos del ‘camino hacia París’, siempre hablamos del ‘camino que pasa por París’.